Oslo
es una ciudad moderna y funcional, rodeada de bosque y mar. Una ciudad para
visitar. Sus calles presentan poco tráfico, vimos que muchos de los coches que circulaban eran
eléctricos. Arquitectónicamente destaca el edificio de la Ópera de Oslo,
inaugurado en 2008, y con la particularidad de que se puede caminar por su
techo, la cubierta es de mármol. También destaca el edificio del Museo Astrup
Fearnley, diseñado por Renzo Piano y que alberga una colección de arte contemporáneo;
se encuentra al final del Aker Brygge, antiguo muelle ahora zona de ocio y
paseo. Una de las cosas que más me gustó fue el Parque Vigeland y sus famosas
esculturas al aire libre. Otra de las facilidades que ofrece la ciudad, es la
posibilidad de realizar un recorrido en barco, alrededor de las numerosas y
pequeñas islas existentes a corta distancia del puerto.
Respecto
al mundo del vino, existen numerosos bares, wine bars y restaurantes con una
oferta realmente grandiosa. Vinmonopolet es la cadena estatal de tiendas de
vinos y licores, no es posible comprar en otro lugar. He de decir que en estas
tiendas se pueden encontrar cosas muy interesantes, inclusive vino natural, al
menos yo compré algunas botellas australianas de mi gusto imposibles de ver en
España. Después os escribiré la dirección de una de las tiendas mejor
pertrechada y situada en uno de los barrios de moda.
Nuestro
recorrido:
El primer restaurante que reservé, el elegido para la primera cena en
Oslo. No tenía la menor duda y no me decepcionó en absoluto. Nos atendió
Mathias, quien nos aconsejó algunos de los platos. Sentados en la enorme mesa a
compartir situada frente a la cocina abierta, empezamos con unas ostras de
Noruega, recogidas a sólo 2 horas de Oslo, carnosas y bestiales; y para beber,
sidra noruega que elabora el propio Mathias, fenomenal combinación.
Para los siguientes platos era difícil decidirse entre la abundante
oferta de su carta de vinos, aunque ofrecían varios por copas, opté por una
botella de Su chi no’nau 2013 de Gianfranco Manca.
De lo mejorcito que he bebido de Panevino. Nos pareció
extraordinario. Cannonau.
Disfrutamos
de una cena fabulosa en Brutus: oysters with bloody mary, grilled duck wings,
leek and mustard, whale tartar, grilled lamb, rhubarb and ice cream. Nos gustó
mucho.
Antes
de irnos, Mathias nos enseñó la bodega de vinos situada en el sótano.
Justo
al lado de Brutus, de los mismos propietarios. Para acudir antes o después.
También tienen sidras naturales. Nosotros acudimos antes y disfrutamos de un
par de botellas tamaño tercio de Frukstereo, sidra natural que
elabora nuestro amigo Karl en la zona de Malmö, Ciderday Night Fever 2017.
Un
mundo de color de rosa, el color que predomina en este curioso bar. Pequeño y divertido
y con música heavy metal de fondo.
Abierto
desde hacía 2 meses, coincidimos en el día de nuestra visita con una
degustación de las sidras de Solhoi Cider, de Martin
Bech-Ravn, de origen danés, quien elabora en Oslo su sidra fermentada
espontáneamente y sin aditivos. Las etiquetas son diseñadas por él mismo. En
cuanto a la sidra, me pareció estupenda, más seca y ácida que las que he
probado de Normandía.
El bar estaba atendido
eventualmente por Pedro, de origen portugués, le pregunté por el Pedro’s tiny
wine bar sobre el que había leído buscando en internet, pero me informó que ya
no existía, lástima. Muy amablemente me aconsejó algunas direcciones que no
tenía anotadas en mi libreta, sitios de vinos, por supuesto. Pedro se estaba
encargando de darle el empujón inicial al local.
No
fue la única visita que hicimos al Esaias Vinbar. En otra ocasión tomamos un
aperitivo, a base de estas fabulosas sidras, aunque disponen de numerosos
vinos, algunos por copas. Conversamos con Frédéric, de origen francés, otro
trabajador del bar, también muy simpático, quien nos comentó un poco su
experiencia en la ciudad después de 7 años en el país. Nos quedó claro que
junio era uno de los mejores meses para visitar la ciudad, y que la pega era la
falta de luz solar en determinados periodos del año, no todo es mágico.
Si
viviéramos en esta ciudad, Esaias sería uno de los sitios que más
frecuentaríamos.
Localizado en la calle Ullevåloveien 43, muy cerca de St. Hanshaugen Park. Seis
años ya de vida. Se puede reservar para cualquier horario, comida, tarde o
cena. Todos los días. Desde hamburguesas a plato del día u opción de menú
degustación a la noche. Preparando el viaje, creo recordar que fue en su instagram
donde había visto alguna botella del Domaine Peyra. En cualquier caso, dudaba
de que les quedara; pero sí, me llené de gozo al ver una de sus referencias en
la carta de vinos y más aún al confirmarlo detrás de la vitrina del gran
armario de vinos. Al parecer, le quedaban seis, cinco tras mi visita. Domaine
Peyra Vieilles Vignes L04, 11% de graduación. Este vino es una joya, se
mostró colosal, con tremenda acidez, laaaargo, increíble, emocionante,
especial, fuera de serie.
En Thorvald Meyers Gate 26. Restaurante situado en el barrio de Grünerlokka, antiguo barrio obrero, donde ahora abundan las cafeterías, tiendas, restaurantes, bares... Llegamos a él desde el centro cruzando el puente Ankerbrua y dejando atrás el río Akerselva, río que atraviesa Oslo de Norte a sur.
Anguila ahumada, tomates noruegos, rape... Se cena muy bien aquí. Dudé mucho en qué botella pedir, en su carta había bastantes referencias, cuando me decidí por una dio la casualidad de que estaba agotada; la sommelière, muy amablemente me propuso muchas otras opciones, hasta que encontré en la lista algo muy interesante para mí, Heavencider del Domaine No Control de Vincent Marie en Auvergne, 5% Alc./Vol. Conocía bastante su Hellcider en sus dos primeras añadas, pero no sabía que trataba también con el cielo. Sencillamente deliciosa.
¡Qué agradable y bonito! Precioso wine bar, también en Grünerlokka, en la calle Markveien 58. Abierto desde hace 4 años y medio. De entre los vinos por copas, elegimos: Post Flirtation 2018 de Martha Stoumen, California, roussane, colombard, marsanne y muscat blanc, me gusta más su versión tinta; Out of the meadow 2018, dela misma productora, chenin, vermentino, green hungarian, chasselas doré y trousseau gris. 10% de graduación el primero, 11,5% el segundo.
Tuve la suerte de degustar las últimas copas que les quedaba de la única botella disponible de Amazon 2014, pinot noir, vino de Patrick Sullivan, Yarra Valley. Me encantan sus vinos.
En la misma calle que Territoriet, un poco más arriba, se encuentra una de las tiendas Vinmonopolet que más me gustaron, por la calidad y variedad que ofrecía, aquí compré varias botellas, tenía que ser en Grünerlokka.
Calle Mollergata 38A. Curioso bar, curioso
porque tiene pinta de bar de barrio, no destaca desde la calle al pasar a su
lado y, sin embargo, la experiencia resultó muy, muy agradable. Nos gustó este
pequeño bar, donde preparan, entre otros platitos, tablas de embutido y queso
de cabra, de origen noruego todo, a excepción del aceite de oliva virgen extra,
de España. También disponen curiosamente de cerveza Mahou de barril y de una
excepcional sidra local rosada de grifo, de Solhoi Cider. Una
pequeña muestra, pero bestial selección de vinos naturales de todo el mundo
completa, junto a la buena música, la particularidad del lugar.
Bebimos
un vino de Anton van Klopper, Lucy Margaux, Basket
Range en Adelaide Hills. Pinot gris y grenache gris. Cinquante nuances de
gris 2017. ¡Supernatural! 11,5%.
De
entre los locales que me aconsejó Pedro en Esaias Bar, dos no los tenía en mi
lista, los dos los visité el mismo día, Merkur Bar y Katla, el primero a manera
de aperitivo y en el segundo como cena en el Food Bar, rincón del restaurante
donde no era necesario reservar.
Precioso.
Very, very nice wine and sake bar in Oslo. Estilo años 50.
Aceitunas,
almendras y… Les Dentelles L17 de Anne et Jean-François
Ganevat, syrah y grenache. Hacía tiempo que no bebía nada de Ganevat,
no sé por qué. Este vino estaba buenísimo. Por copas. También 3 Colours
Red 2018, sauvignon blanc, pinot gris y pinot noir de Lucy
Margaux. Tengo la 2017 sin abrir en casa, como esté la mitad de bien
que ésta ya me conformo.
Aperitivo
en Merkur y cena en el restaurante Katla, de reciente inauguración, agosto de
2018. Cocina deliciosa, apetitosa y divertida. De influencia asiática o
sudamericana y productos del mar: Korean fried chicken wings, tacoyaki,
vieiras, rodaballo… Mi elección para acompañarla, Kopines! 2017,
chardonnay y aligoté de Anne et Jean-François Ganevat. Superbe!
Se
puede reservar en el restaurante o bien visitar el food-bar o wine bar, sin
necesidad de reservar en este último caso.
Otro
que nos encantó, lo pasamos muy bien. Bonito restaurante. Food bar en un lado
de la sala del comedor, desde donde se observa todo el restaurante, mesas altas
pero cómodas, frente a la barra y junto a los amplios ventanales.
Extensa
carta de vinos, clásicos y naturales. Nuestra elección, un pet nat, I anm the
ninja de Craig Hawkins, Testalonga El Bandito, Chenin de Swartland, Sudáfrica.
Y para acompañarlo: oysters, kingcrab, wild salmon & smoked yogurt, cheese
croquette, blue cheese, rapsberries & rhubarb… Leo en mis notas: “Delicious
dinner at Arakataka Bar”.
The
Food Bar at Arakataka abrió en 2015, ofrecen menú degustación de 4 ó 5 platos o
a la carta. Tienen también opción de maridaje de vinos. No es necesario
reservar, sí en el restaurante.
Einer
es el restaurante y escaleras abajo, en el sótano, se encuentra Einbar. Enorme
barra, espacio amplio, no criticaré la decoración, aunque no la entiendo. La
atención, una vez más, muy buena, como en todos los sitios visitados.
Disfrutamos
con Beach, chenin de Tom Shobbrook, Barossa Valley.
Para acompañarlo: white asparagus, lamb and mushrooms, potatoes and lovage, rhubarb
and honey. Otra gustosa cena en Oslo.
Fueron
cinco días en la ciudad, cinco días de junio que se nos hicieron realmente cortos. Lo pasamos muy
bien y esperamos volver en alguna otra ocasión, de momento seguíamos nuestro
rumbo, hacia Bergen.
Vicente
©
elvinoquebebo.com
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