Suerte,
casualidad, coincidencia, serendipia... No sabría cómo llamarlo, la cuestión es
que casi recién aterrizado de un viaje a Lisboa me enteré de un evento que se
iba a celebrar en la ciudad donde vivo, simplesmente... Vinho BCN. Un grupo de viñerons
portugueses iban a presentar sus vinos en Barcelona durante todo un fin de
semana. Un encuentro donde catar, aprender, charlar, beber y comer, todos
juntos, viñerón y aficionado.
Simplesmente...
Vinho es un salón de vinos independiente, promovido por los propios
vitivinicultores, que se celebra anualmente en Oporto desde hace 4 ediciones. Un
salón off de vinos portugueses cuya primera edición, producida por João Roseira
de Quinta do Infantado, se celebró en 2013.
Este año hemos tenido
por vez primera la oportunidad de disfrutarlo en Barcelona. Sí, ya se celebró, hace
dos semanas, pero tengo ganas de hablar de ello y comentar nuestra experiencia.
Música
en directo, platos de cuatro de las cocinas más atrayentes de la ciudad, exposición
de arte y vinos verdaderos. Todo ello en la Galería Addicted To Life, en Poble
Nou. Fue un éxito. He de felicitar a Malena Fabregat, impulsora y organizadora
de dicho festival. A quienes no hayáis ido, os recomiendo no perderos la
edición del próximo año.
Recorrimos
las principales regiones vinícolas de Portugal, Vinho Verde, Bairrada, Dão,
Douro, Lisboa, Alentejo... a través de una selección de productores que
elaboran vinos de calidad, con tipicidad, de forma artesanal y respeto a la
viña y su entorno.
También en suelos
graníticos pero en Dão elabora sus vinos este joven vitivinicultor. La verdad
es que suena mejor la palabra francesa vigneron, o viñeron. António Madeira nos
comenta las diferencias térmicas que se dan en su zona del día a la noche, lo
que proporciona mayor acidez a sus vinos. Sus viñas tienen entre 50 y 120 años
en una altitud de hasta 600 metros y trabaja con 20 ó 30 variedades en
complantación.
Branco 2013, un recién nacido, mostraba un gran potencial, en su composición predominanan síria, fernão pires y bical. En los tintos, como el Vinhas Venhas (10 parcelas) o A Palheira (4 parcelas), ambos del 2013 pero este último todavía más profundo, con mayor finura, destacan las variedades baga, jaén (es la mencía) y tinta amarela. Usa barricas usadas. Como colofón probamos A Centenária 2013, viñas de 120 años en una única parcela, una muestra de Dão a finales del XIX. António Madeira busca la frescura en sus vinos sin olvidar la profundidad, son vinos austeros, finos, de guarda.
Branco 2013, un recién nacido, mostraba un gran potencial, en su composición predominanan síria, fernão pires y bical. En los tintos, como el Vinhas Venhas (10 parcelas) o A Palheira (4 parcelas), ambos del 2013 pero este último todavía más profundo, con mayor finura, destacan las variedades baga, jaén (es la mencía) y tinta amarela. Usa barricas usadas. Como colofón probamos A Centenária 2013, viñas de 120 años en una única parcela, una muestra de Dão a finales del XIX. António Madeira busca la frescura en sus vinos sin olvidar la profundidad, son vinos austeros, finos, de guarda.
Bodega
situada en la región vinícola de Lisboa. Sólo 5 hectáreas, de suelos arcilloso
calcáreos, unos 150 metros de altitud y cerca del mar. Un clima fresco que conlleva
maduraciones lentas. Recuerdo perfectamente beber uno de sus vinos en un
restaurante de la capital portuguesa, la botella de la mariquita. En esta
ocasión, tras degustar sus blancos, donde junta variedades como arinto (aporta
mayor acidez), encruzado (da volumen en boca) o fernão pires (más afrutada),
probé de nuevo su tinto 2010, un vino con estructura pero con frescura y
bebible sin cansar.
También en la zona de
Lisboa, a pocos kilómetros del Atlántico, se localiza Vale da Capucha. Su suelo,
arcilloso calcáreo, contiene grandes cantidades de fósiles. Al retomar el
trabajo iniciado por su bisabuelo, Pedro Marques cambió la filosofía de la
bodega, reduciendo rendimientos, potenciando una agricultura ecológica y
privilegiando las variedades blancas. Entre el Gouveio 2014, Arinto
2013 y el Alvarinho 2012, me cuesta decidirme cuál me gustó más. Por
momentos parecía que estaba catando vinos de Chablis.
Rodrigo
Filipe, Quinta do Paço, realiza un rosado y un tinto con la variedad castelão
pero es su blanco el que nos tiene atrapados, Humus 2014, 100% arinto,
buena acidez, salinidad y perfecto para comer. Será que nos trae buenos
recuerdos cenando en nuestro restaurante preferido de Lisboa, Leopold.
Posteriormente, lo bebimos con los platos de
sushi preparados por Atsushi Takata, del restaurante La cuina de l'Uribou, una
de las muestras de cocina presentes. Es significativo que el viñeron se
sintiera halagado cuando le solicitamos unas copas de su vino para acompañar la
comida.
Los vinos de Fernando
Paiva eran los que más ganas tenía de probar. Trabaja en 3 hectáreas. Dispone de
la certificación biodinámica demeter desde 2007, pionero en Portugal. Sus vinos
me gustaron todavía más de lo que esperaba, todos de la añada 2015, el blanco
de arinto y azal sin sulfuroso añadido es un placer catarlo, imagínate
bebiéndolo. Más frutales se mostraban el Mica Loureiro o el Mica
de 5
variedades (azal, arinto, loureiro, treixadura y alvarinho). Mica forma
parte de un proyecto que comparte con otros tres productores bajo el nombre de
ViniBío. Por último probamos el tinto de vinhao, también sin SO2,
encontramos sapidez y buena acidez, el elaborador nos comenta que es un vino
para comer, a mí me abría el apetito.
Un
bocadillo, de los especiales, preparado por Borja Sierra de Granja Elena, otro
de los restaurantes representados en este evento y uno de mis sitios preferidos
en Barcelona, era el maridaje perfecto para beber buen vino.
Conocía
su vino Gilda al haberlo disfrutado en Santa Clara dos Cogumelos, un
restaurante de Lisboa que recomiendo, sobre todo si os gustan las elaboraciones
con setas. Pero no había probado María da Graça, variedad alfrocheiro,
un vino más alternativo que el primero, muy fresco, en su añada 2015
no usa barrica, sólo inox. En la etiqueta aparece su padre y su hermano mayor.
Sílvia Mourão y Nadir
Bensmaïl son distribuidores, importadores, exportadores de vino y además de
promulgar en Portugal el vino de pequeño productor y trabajo artesanal,
realizan diversos proyectos con elaboradores locales, bajo el nombre de Uvelhas
Negras. Así, Achada 2013, fresco y floral, 100% variedad alfrocheiro en esta
añada, y Granvizir 2011, vino de parcela con 47 variedades autóctonas, donde
optan por la profundidad, ambos realizados con Alvaro Castro, Quinta da Pellada,
en Dão. También probamos Óssio 2014, Adega do Monte Branco,
un vino que busca la frescura en Alentejo. Vinos de carácter.
Sara Dionísio y António
Lópes trabajan en 20 hectáreas dispersas en parcelas de diferentes suelos,
altitudes y entorno. Predomina el granito. Con certificación Ecocert desde
1996, utilizan preparados biodinámicos desde 2006. De entre todos sus vinos, me
entusiasmó, y mucho, la botella de Elfa 2010, 30 variedades, todas en
la misma parcela, baga es una de ellas, también alguna blanca y alguna sin
nombre. Crianza en inox, tres años, sin paso por madera. Un vino peculiar, para
añadirlo a la lista de compras.
Dispone
de 6 hectáreas, esquistos y granito, a menos de 100 kilómetros de España, y una
altitud de 500 metros. Muy frescos sus Rufia 2015, el blanco (encruzado,
malvasia, arinto, bical y cercial, esta última es la rabigato en Douro o
sercial en Madeira) y el tinto (touriga nacional, jaen, rufete, baga, y mourisco).
En Portugal existen alrededor de 300 variedades autóctonas. Seguimos con Terras
de Tavares 2006, 2002 y 1997, vinos elegantes,
con notas vegetales, frescura, y gran capacidad de envejecimiento.
Los
vinos portugueses no estaban solos, venían acompañados por otros vinos atlánticos,
gallegos, cómo no.
Los primeros vinos que
bebí de Alberto Nanclares, Coccinella y Crisopa, fue precisamente en Cambados,
en la Vinoteca Ribeira de Fefiñáns, frente a la ría de Arousa y junto a José
Luis Aragunde, propietario del local, copartícipe de dichas botellas y un
enamorado del vino. Así que, tener la oportunidad de probar toda la gama de
vinos de Alberto Nanclares me hizo especial ilusión. Fuimos atendidos por
Sílvia Prieto. Todos sus vinos nos gustan, y siguen sorprendiéndome, esta vez con
la botella de botrytis paraje mina 2015, 17 g/L de azúcar residual y 13% de
alcohol. Entre las prácticas de este viticultor destaca la utilización como
compost de algas recogidas en la ría, aportando de esta manera oligoelementos,
minerales y antibióticos para que la planta mejore su resistencia a las
enfermedades.
Otra
bodega gallega y esta vez una sorpresa, un descubrimiento para mí, los vinos de
Fazenda Prádio, en la zona de Ribeira Sacra. Están fuera de la denominación, de
ahí que no figure el nombre de la variedad en sus etiquetas, son vinos de mesa,
pero utilizan el nombre sin las vocales. El BRCLL 2014, brancellao, es una
bomba, silvestre, notas a pino, eucalipto, monte, fresco, salvaje, si lo bebes
y cierras los ojos se diría que ves los jabalís corriendo. No se queda atrás la
botella de merenzao, MRNZ, o la de ensamblaje al 50% de ambas variedades, muy
sutil. Probamos también sus otros vinos, mencía en maceración carbónica (MNC
M.C.) y el rosado, sangrado, del que nos llevamos unas copas para acompañar los
platos que preparaba otro de los restaurantes presentes, Rasoterra, el mejor
restaurante vegetariano que conozco en la ciudad.
Nos
faltó degustar otros vinos, como As Furnias de Juan González Arjones, en la
Ribera del Miño, o los de Juan Antonio Ponce de la DO Manchuela, la
muestra mediterránea del fin de semana. Vitivinicultores que hemos mencionado
en alguna ocasión en este blog y cuyo excelente trabajo conocemos.
Seguro
que también me perdí alguna mesa de vinos portugueses, pero deseaba terminar la
sesión con los vinos de João Roseira. Quinta do Infantado son pioneros en la
venta directa desde el Douro sin pasar por Vila Nova de Gaia. Recordad que hasta
la entrada de Portugal en el Mercado Común Europeo en 1986, la reglamentación
exigía que la crianza y embotellado de todos los vinos de oporto debía
realizarse en la ciudad.
Así
transcurrió nuestra experiencia, aprendiendo de los viñerons presentes,
observando la exposición fotográfica de Pierre Radisic, las pinturas de Claudio
Bado, las fotografías de Vincent Pousson, saciando el apetito con la comida de
Rasoterra, de Atsushi Takata y de Borja y Patricia de Granja Elena, sin
olvidarnos de las costillas a la brasa preparadas por Rafa Peña, Gresca, para
la cena junto al grupo de viñerons, otro de los grandes momentos.
Dos
días de vinos, comida, arte y música.
Vicente
Los vinos de Malena es la empresa que importa y
distribuye desde Barcelona la gran mayoría de los vinos degustados. Un catálogo
emocionante.