Burdeos no es una de las regiones vinícolas en las
que uno piensa cuando se habla de biodinámica. Sin embargo, aunque poco usual,
también se desarrolla en esta zona este tipo de agricultura. Uno de sus
viticultores pioneros es Michel Favard, propietario de Châteaux Meylet. Situado
en Saint-Émilion y vecino de los grandes Châteaux de lujo dominantes en la zona,
el viñedo, heredado de su bisabuelo, alcanza una extensión de apenas 2 hectáreas,
75% de merlot y el resto cabernet franc y cabernet sauvignon. Sus suelos son de
piedra caliza arenosa, óxido de hierro y gravas.
Trabajo biodinámico en la viña, vendimia manual en
óptimo estado de maduración trasladando los racimos en pequeñas cajas, selección
de uva en la cepa y de nuevo posteriormente en bodega, vinificación realizada en
dos cubas troncónicas de madera de 50 hectólitros. Utilización del pigeage
(bazuqueo) para una extracción suave. Sin sulfuroso añadido, ni levaduras
exógenas, ni adición de azúcar. Sin empleo de pompas, uso de la gravedad. Embotellado
sin filtración ni clarificación. Unos dos años de crianza, en su mayoría
barrica usada, y 6 ó 7 años de envejecimiento antes de salir a la venta. Pequeña
producción de unas 5.000 botellas. En resumen, trabajo minucioso en campo y
bodega, filosofía basada en la mínima intervención y en el respeto por la
tierra y su fruto.
Michel Favard elaboró su primera cosecha en 1978
bajo el nombre de su propiedad después de aportar durante varios años las uvas
a la cooperativa. Trabaja su viñedo de 60 años de edad media en biodinámica desde
1987. Es miembro de la Asociación de Vinos Naturales (AVN) en Francia.
Una suerte adquirir una de sus botellas, y más
siendo de 1995, una de sus más grandes añadas. Creo que me llevé la última de
la tienda, aunque es posible que aún quede alguna unidad de otra añada.
Recomendaría dejarlo respirar en decantador durante
una hora al menos. Al acercarlo a la nariz notamos madera fina, cedro, cuero,
especias dulces, sotobosque, cassis y ciruela, la fruta es expresiva, más que un
recuerdo de la juventud. Agradable sensación en boca: textura elegante, taninos
nobles, punto de acidez que acompaña, intensidad, longitud, profundidad.
Complejidad en nariz y paladar. Final con abundante poso que a mí no me
molesta. Sólo 12% de alcohol. Un gran vino de casi 20 años. Al día siguiente aún
mejora, y mucho. Con bastante recorrido aún, si ahora se muestra así no me
imagino cómo estará dentro de unos años.
Vicente
Vino comprado en
L´Ànima del Vi.