Ciudad
de teatros, de grandes museos y numerosas exposiciones de arte, de plazas y
paseos, de mercados y barrios históricos... Ciudad multicultural, abierta y
acogedora. Vale la pena visitar Madrid.
Y revisitarla. Os cuento
nuestro último recorrido y experiencia a través del vino y los locales que
visitamos en los tres días anteriores al salón de vinos naturales, Vino Vivo, celebrado
en la ciudad:
Desde febrero de 2016 La Fisna ocupa un nuevo espacio. Cambió de
ubicación, desde la calle Doctor Fourquet a un bonito local de la calle Amparo
nº 91, también en el atrayente barrio de Lavapiés. Si antes, durante muchos
años, fue tienda de vinos y distribuidor, ahora añade la función de bar de
vinos ofreciendo varios platos y más de 50 vinos por copas, además de poder
disponer de cualquier botella de las múltiples referencias de la tienda, bien para
llevarse o para consumir en el local. Nos alegramos enormemente por esta nueva
propuesta.
El local es realmente bonito, era una antigua
taberna que han restaurado conservando elementos antiguos proporcionando un
ambiente muy agradable. En una mesa y taburetes altos pero cómodos, saboreamos tres
de los platos que proponen para acompañar los vinos: ensaladilla templada rusa,
cecina de León y escabeche casero de pollo de corral con shiitake. Muy sabrosos
y generosos. El pan también es de calidad.
De beber elegimos unas copas de Lovamor 2016, albillo de Alfredo Maestro; Chardonnay-savagnin 2013 vin de voile
de Julien Labet y Trousseau de Messagelin 2014 de Etienne Thiebaut, del domaine des
Cavarodes. Los tres extraordinarios. Tremendos. Y por copas.
Charlando con Iñaki, uno de los propietarios, nos
comenta que no es que estén especializados en vinos naturales, sino en los
vinos que les gustan. Magnífica respuesta. Y tienen muy buen gusto.
Un lugar encantador, de nuestro gusto. Su
propietario, José González, es el alma del local, muy simpático. Ocupa un
pequeño espacio del Mercado de San Fernando, en Lavapiés, uno de mis barrios
preferidos, ejemplo de multiculturalidad, donde convive gente de más de 80
nacionalidades diferentes.
Bendito, Vinos y Vinilos es un lugar donde disfrutar
de jamones, cecinas, embutidos, quesos de leche cruda y una gran variedad de
vinos naturales. Tienda y bar de vinos, nosotros acudimos un viernes en la
tarde noche. El ambiente es divertido, de muy buen rollo, para disfrutar
abriendo botellas, charlar y degustar los manjares citados servidos en papel de
estraza sobre vinilos utilizados como platos. También hay tocata, de hecho,
sobre el tocadiscos probamos las primeras copas. Esto sí es rock'n'roll.
Y vaya que se abrieron botellas y probamos vinos durante el rato que estuvimos: Orange, la tardana y macabeo de Mariano Taberner (Bodegas Cueva); el clarete del Alumbro, un vino que nos gusta mucho; Kπ Amphorae 2015 de Samuel Ramos; Airén 2010 Rancio de Sol a Sol de Julián Ruiz (Esencia Rural); Kabronic de Samuel Cano (Bodega Patio) y finalmente, elCouto Palomino Fino 2016 de Pagos de Nona.
En el local se permanece de pie, pero para quien lo
desee también hay algunas mesas y sillas en la puerta, en el pasillo del
mercado a modo de terraza.
El anterior no fue el único local de vinos que
visitamos en este mercado, mercado por cierto como los de toda la vida y que los
viernes y sábados alarga su horario en un ambiente festivo, lleno de gente
joven y de todas las edades.
A pocos pasos de Bendito, Vinos y Vinilos se
encuentra La Siempre Llena. Me encantó. Se trata de una bodega, contemporánea,
donde sirven vinos a granel, naturales. También disponen de botellas. Nosotros
probamos un par de copas: Aire en el patio de Samuel Cano y un Pet' Nat de Bodegas
Coruña del Conde. Acompañadas con unas aceitunas maceradas, cortesía de la
casa. Cerca ya de las 11 de la noche de un viernes, hora de cierre, nos
apuntamos este puesto del mercado para visitarlo en próximas estancias en
Madrid.
No sé cuál fue la excusa principal para visitar el
pueblo de El Escorial, si el Monasterio o este restaurante. Aparte bromas,
ambas visitas las recomiendo enormemente. El Real Monasterio de San Lorenzo de El
Escorial me impresionó, tanto la sala de la biblioteca como el claustro y todo
su conjunto. El paisaje de los alrededores y del trayecto desde Madrid hasta la
zona es bastante verde, por las ventanas del tren vimos incluso ciervos. Y el
pueblo, situado al noroeste de Madrid, a una hora, y a pies de la Sierra de
Guadarrama, da sensación de calidad de vida y tranquilidad.
La jornada no podía ser más completa habiendo
reservado en el restaurante Montia, situado a escasos 500 metros del Real
Monasterio. Era nuestra primera visita y la expectación grande. Una expectación
que fue superada ampliamente.
La sala es bonita, cómoda, con buena luz y pocas
mesas. Atendidos por el chef Dani Ochoa y su equipo, son todos unos cracks, les
agradecemos el buen rato pasado, tres horas. Tuvimos claro elegir el menú
degustación más largo y su maridaje, naturalmente. No tienen carta, tampoco de
vinos. Trabajan con productos de la zona y la combinación platos y vinos es
extraordinaria. De hecho, Dani es uno de los poquísimos chefs que he conocido
quien además de cocinar de maravilla muestra idéntica sensibilidad y
conocimiento por el vino.
De este restaurante nos gustó todo, hasta incluso el
diseño de los delantales que portaba el equipo. Todo está estudiado al detalle,
pero con enorme naturalidad.
Entre los platos que degustamos, en nuestro caso, 7
aperitivos, 6 platos, quesos de la sierra y 3 postres, todo delicioso, nombro solo
a modo de ejemplo algunos de ellos:
Espárrago, crema de bacalao y espinaca con flores
silvestres; molleja de ternera, castañas, alcachofas y borrajas; paletilla de
conejo a la brasa con guiso de caracoles y acedera; callos a la madrileña;
estofado de fresas y haba; bizcocho de galleta con mousse de chocolate y helado
de cerveza... Es difícil destacar un plato, todos nos gustaron.
Empezamos con una cerveza artesana para el aperitivo,
muy refrescante, y seguidamente los vinos: Pure S 2013, Jon Blanc;
Botrítico 2016, Diego; Casèbianco 2015; Pinot
Noir 2003, Pierre Frick;
Q.V. 2012, Tissot et Bonnelle; Forcípula 2015, Raúl Calle; De sol a sol 2009, Julián
Ruíz, Esencia Rural; Tardatto
2015, Mariano Taberner,
Bodega Cueva; La Cosa 2014, Alfredo Maestro y Likor 2009 de Jean-Christophe Garnier.
El maridaje fue espectacular, acertadísimo y de gran
nivel. Como apunte:
Botrítico, con las características que su nombre indica, es un vino
realizado por Diego Rodríguez, agricultor vecino y amigo de Juan José Moreno
García (La Microbodega del Alumbro). Un vino de Zamora, tempranillo vendimiado
en invierno con uva botrytizada. Nos entusiasmó este vino. No se comercializa,
nos contó Dani. Un vinazo que puede funcionar con varios platos, con el
espárrago y crema de bacalao es increíble.
El Pinot Noir de Pierre Frick, ojo con la añada, es
un fuera de serie. Acompañó el plato de molleja de ternera. Otro fuera de
serie, el vino elaborado por Magali Tissot (¿os suena el apellido?) y Ludovic
Bonnelle, domaine du Pech, en la zona vinícola del Sud-Ouest: Q.V., sauvignon
macerada en qvevri. Con la paletilla de conejo combina perfectamente.
La garnacha de Raúl Calle, garnacha de Gredos, nos
sorprendió muy gratamente. Junto a los callos a la madrileña formaba una pareja
explosiva. Una producción de escasas 806 botellas.
La Airén 2009 de Sol a Sol de Julián Ruiz (Quero -
Toledo) es un espectáculo en sí. Con los quesos de la zona aún más.
Ya en los postres, La Cosa, dulce natural de Alfredo
Maestro, un néctar de moscatel que juega en el límite y que me sigue
sorprendiendo. La última copa de la sesión fue la chenin de Garnier, Anjou,
equilibrado, nada empalagoso.
Ganas tenemos de repetir la experiencia. El menú lo
varían con frecuencia.
(Olor y Sabor es ahora
el nuevo restaurante El Impertinente, desde octubre 2018)
A sólo unos 30 kilómetros al este de Madrid y bien comunicada por tren, visitamos la bella ciudad cuna de Cervantes, Alcalá de Henares. Aquí podemos admirar su prestigiosa Universidad, observar los bonitos edificios de su casco antiguo, calles con soportales, plazas con parterre y la bonita visión de numerosas cigüeñas y sus nidos situados en campanarios, torres y tejados. También podemos hacer un alto en el camino sin salir del centro histórico para visitar Olor y Sabor, un lugar donde además de bien comer disponen de varias referencias de vinos sin aditivos muy de mi gusto.
A sólo unos 30 kilómetros al este de Madrid y bien comunicada por tren, visitamos la bella ciudad cuna de Cervantes, Alcalá de Henares. Aquí podemos admirar su prestigiosa Universidad, observar los bonitos edificios de su casco antiguo, calles con soportales, plazas con parterre y la bonita visión de numerosas cigüeñas y sus nidos situados en campanarios, torres y tejados. También podemos hacer un alto en el camino sin salir del centro histórico para visitar Olor y Sabor, un lugar donde además de bien comer disponen de varias referencias de vinos sin aditivos muy de mi gusto.
La cocina es tradicional, adaptada a nuestro tiempo.
Huevos cremosos sobre picadillo de matanza toledana y patatas y el plato de
bacalao crujiente fue nuestra elección. Platos abundantes y sabrosos.
Para beber, elegimos dos botellas: Pampaneo 2015 de Julián Ruiz, de Toledo, airén en
maceración durante 6 meses y Cailloux,
extraordinaria pinot noir de Patrick
Bouju, de Auvernia. Disfrutamos.
También funcionan como tienda para comprar sus
productos.
Wine Attack (Cerrado actualmente)
De nuevo en Madrid, en el barrio de Malasaña. Abierto
desde finales de enero de este año, en la calle del Limón nº 30, paralela a
Conde Luque, se localiza Wine Attack, tienda de vinos con numerosas referencias
y donde poder cenar los fines de semana, cocina tipo bistrot. Os lo
recomendamos.
En nuestra visita, mesa para dos, como durante todo
nuestro viaje, cenamos verduras a la plancha con bacalao, pastel de rabo de
toro y una extraordinaria tabla de quesos de leche cruda franceses. Todo
riquísimo. Para beber, dos botellas: Doris
2016 de Fabio Bartolomei,
Vinos Ambiz, variedad doré, y Keep on Pouching 2015, fantástica chenin
sudafricana de Craig Hawkins,
muy conocido ya en todo el mundo.
Lo importante siempre es el vino, pero me alegra que
Fabio utilice etiquetas más llamativas. En cuanto a su vino, cada vez nos gusta
más.
No nos fuimos sin algunas compras, había donde
elegir:
Otro lugar que visitamos, el local de los hermanos
Villalón, quienes regentaron el famoso El Padre. Nuestra intención fue
conocerlo y tomar algo. Se localiza en la calle Reina, junto a la Gran Vía.
Estando llena la zona de comedor y bar de vinos, llegamos algo tarde, bajamos
al sótano, especializado en cócteles al estilo de bar americano, pero donde nos
atendieron perfectamente al solicitar un par de copas de vino de entre las
múltiples referencias, en concreto: Albillo
2014 de Vinos Ambiz y L'Ailleurs (2015) de Anne et Jean-François Ganevat. Como
digo, la carta de vinos es muy extensa, en ella vimos también algunos vinos de
Puzelat, Laureano Serres, Breton, Olivier Rivière, Julien Labet, Lucien Aviet y
bastantes de Ganevat, entre otros. Habrá que volver y cenar.
En Madrid la oferta en
vinos naturales va aumentando. Seguro que en mi próxima visita recorreremos otros
lugares y repetiremos los conocidos que tanto nos han gustado.
Vicente
Muchas gracias por el buen articulo y por mencionarnos!
ResponderEliminarPara recordar, vinimos de la calle Doctor Forquet y nuestra dirección actual es C/ Amparo 91. Esperamos compartir más vinos pronto, un saludo! La Fisna
¡Muchas gracias!
EliminarCorrijo la dirección. Hasta pronto.