Son
numerosos los motivos por los que Madrid me atrae. Además de las impresionantes
colecciones que albergan sus museos, las constantes exposiciones de arte o la
poderosa y variada oferta teatral, me gusta también el ambiente de sus calles,
repletas de paseantes, sus plazas y mercados, su oferta culinaria y, sobre todo,
su carácter acogedor y abierto. Si a todo ello se une la posibilidad de
disfrutar del vino natural en varios de los locales, me reafirmo en que Madrid es
una ciudad a visitar repetidamente.
En
varias ciudades europeas los locales dedicados al vino natural se concentran
por lo general en una mayor proporción en determinados barrios. Así, en Londres
tendríamos la zona de Shoreditch; en Berlín destaca el barrio de Neukölln; en
París el 11ème, por supuesto, y en Madrid esto ocurre en Lavapiés, un barrio
multicultural, tradicional y alternativo a la vez.
A
excepción del primer restaurante visitado, Angelita, el resto de locales donde
destaca la oferta de vinos naturales y que visitamos en esta ocasión, a
mediados del mes de marzo, se encuentran en Lavapiés.
Os
cuento nuestra experiencia:
Angelita
Si de la anterior estancia en la ciudad nos despedimos
visitando este restaurante, en esta nueva ocasión nos apeteció comenzar nuestro
recorrido cenando en él. Se localiza en una calle tranquila, paralela a la Gran
Vía, calle de la Reina, en la popular zona de Chueca. El comedor, con grandes
ventanales, está orientado a dicha calle. También disponen de una completa
coctelería que ocupa el sótano.
Habíamos
reservado una mesa para dos para un martes noche; al poco el restaurante se llenó, y no
me extraña porque cenamos muy a gusto: pimientos asados con sardina ahumada;
pisto de verduras; tortilla "vaga" de tendones de res y huevas de
mújol, plato que me alegro que nos recomendaran; canelones de rabo de toro y
setas silvestres; mousse de boletus,
frutos del bosque y crumble de tomillo... Platos todos deliciosos.
En todo momento bien atendidos, elegimos para
beber una botella y varias copas de entre su extensa carta de vinos. Ofrecen
bastantes vinos naturales, junto a otros más clásicos, inclusive por ejemplo
grandes vinos de Borgoña.
Costadilà, fue la botella
elegida, un pet nat que siempre me gusta, en cualquiera de sus alturas, en este
caso 280
slm. Prosecco. Véneto. 10,5 %.
Disfrutamos también con
varias copas: Berretes 2016 de Microbodega del Alumbro, Zamora, y Sade
2017, de Orly Lumbreras, Cebreros, ambos orange wines; Ignios
Listán Negro de Borja Pérez, Tenerife, del que no
recuerdo la añada pero que se mostró espléndido, y La Payana 2016 de Silvia
Marín y Kike Prados (también conocido como Kike con K). Vino, este
último, de la zona de Cebreros, Sierra de Gredos, y que como bien indica en su
etiqueta procede de "garnachas viejunas" y proporciona "placer
adulto".
Fenomenal primera noche
en Madrid con esta cena en Angelita que celebramos degustando una última copa
de un extraordinario vino bajo velo del Jura, Vin Jaune 2010 del domaine
Labet.
Tienda y bar de vinos
localizada en la calle del Amparo, en Lavapiés. Un lugar con buen ambiente y
concurrido, de cuyo éxito nos alegramos mucho. No es la primera vez que lo
visito, ni será la última, claro. No realizan reservas, acudimos en la tarde
noche. Muy bien atendidos por Delia, copropietaria del local junto a Iñaki, degustamos
algunas tapas y platitos, como las alcachofas con jamón ibérico, los
champiñones rellenos de chipirón y los pimientos asados de Zamora, pimientos
tan buenos como los del restaurante Angelita, son de la misma familia proveedora.
Vale la pena visitar la
sala del fondo del local donde se exponen las botellas de la tienda. No están
especializados estrictamente en vinos naturales, sino en los vinos que les
gustan. En cualquier caso, no creo que sea frecuente encontrar un sitio como
éste en el que, como ocurrió el día de nuestra visita, se tiene la posibilidad
de optar, entre otros vinos, por dos pet nat servidos por copas, sin aditivos y
de las características de Restons Nature y Piège
à Filles. De Julien Albertus, Domaine
Kumpf et Meyer, Alsace, el primero, y de Pascal Potaire y Mosses
Gadouche, Domaine des Capriades, Loira, el segundo. Uno te reduce la sed,
el otro te acaba de deleitar.
Un pet nat siempre apetece, pero especialmente en
unas fechas que coincidían con un muy agradable tiempo primaveral, a veces
incluso veraniego. Quedamos bien satisfechos y con ganas de una próxima visita.
Muy
cerca del mercado de la Cebada, en la popular Plaza de Cascorro y por lo tanto
en pleno Rastro de Madrid, se localiza este bistrot y bar de vinos dirigido por
Carlos Campillo, precursor y defensor del vino natural en Madrid. Creó hace
años el ya desaparecido Le Petit Bistrot, también Solo de Uva, fue socio de la
tienda Wine Attack y desde hace aproximadamente año y medio impulsa este nuevo
proyecto.
Ofrecen un menú al mediodía entre semana a
precio ajustadísimo. También están disponibles las opciones de la carta. Otra
posibilidad es el plato del día, de cuchara. Comimos muy bien: sopa de cebolla
gratinada, sardinas marinadas, parmentier de pato confitado... y una también
deliciosa tarta Tatin. Cocina con enfoque francés.
Tienen
un listado de 20 vinos por copas y multitud de referencias por botella,
españolas y francesas en su mayoría, también alguna portuguesa. Todos
naturales.
Siempre con ganas de pet nat, nuestra elección
fue una botella de Batiburrillo, espumoso de monastrell de Juan Pascual López,
bodega Viña Enebro, Bullas, Murcia; probamos también unas copas de Aire Salvaje, airén de Samuel Cano, La Mancha, estupendo con los primeros platos, y
finalmente, con el plato principal, disfrutamos con la cuvée Souriez
2016, syrah muy bebible, fresca y frutal, elaborada por el joven vigneron
de origen japonés Kohki Iwata, establecido en el sur de Francia. La bodega se
denomina Wa Sud.
En la próxima ocasión,
volveremos para disfrutar también de sus cenas o simplemente acomodarnos en su
barra y degustar tapas y vinos.
Puesto situado dentro
del Mercado de San Fernando, mercado inaugurado en 1944 y uno de los centros
neurálgicos del barrio de Lavapiés. La Siempre Llena la conocí ya en mi anterior
visita a Madrid. Ofrecen vinos a granel, por copas o en botella. Me encantó ver a clientes comprar vino por litros para llevarse. Se trata de una
tienda y bar de vinos ideal también para tomar el aperitivo, fue nuestro caso.
Degustamos unos riquísimos chicharrones de Cádiz con una copa del espumoso de Viña
Enebro, monastrell rosado de Bullas del que disponían de unas cuantas
botellas, y otra copa de graciano de Uva de Vida, bodega de Toledo,
servida directamente del grifo. Rodeados de un ambiente de mercado, esto es un
gustazo.
Bonito local, moderno y de muy reciente
apertura, creo que desde el pasado otoño. Se encuentra a un paso del Museo
Reina Sofía, en la calle Argumosa.
Disponen
de una enorme sala a la entrada con una gran mesa y taburetes, también de una
sala de comedor a continuación. Conviene observar detenidamente la tremenda
exposición de botellas de vinos dispuestas dentro de los armarios
acondicionados, no todos aparecían en la carta, seguramente debido a la llegada
de nuevas referencias. Un punto fuerte es su panel de vinos de grifo, a granel,
ofrecidos por jarras, por copas o para llevar en una bonita botella serigrafiada.
Destacan los rótulos anunciando los vinos, con el nombre de sus autores, vimos
de Samuel Cano, de Julián Ruiz y de Daniel Ramos, entre otros. Un puntazo.
También ofrecen cervezas artesanas. Una muestra de quesos de calidad completa
la sugerente oferta, de hecho, nos quedamos con la idea de en una próxima ocasión degustar una tabla acompañada por vinos.
Se comunica con el restaurante contiguo, O Pazo
de Lugo, mucho más clásico y del mismo propietario. Aún siendo un estilo
completamente diferente, comparten menú y platos. La cocina está situada en
dicho restaurante.
Volviendo al tema vinos,
probamos algunos de los vinos ofrecidos por grifo, también alguno de los vinos
ofrecidos por copas de entre una selección de botellas y finalmente, para
comer, le eché el ojo a una botella de Hautement Tellurique, de Catherine
Dumora y Manu Duveau. Una de sus gamay que no había probado todavía y
que me pareció una delicia muy de mi gusto; se trata de una de mis zonas
preferidas, Auvergne.
Bendito Vinos y Vinilos (fotografía de cabecera)
Localizado
dentro del Mercado de San Fernando, Lavapiés. Bendito Vinos y Vinilos es uno de
mis lugares preferidos, de Madrid y de cualquier parte; de hecho, en esta
oportunidad lo disfrutamos en dos ocasiones, una un viernes tarde noche, antes de
acudir al teatro, y la segunda en el brunch del día siguiente, rodeados por el
ambiente de mercado en sábado.
Para quien no conozca todavía esta tienda y
lugar de degustación de vinos, les diré que ocupa un pequeño espacio, pero que
desborda placer debido a su extraordinaria selección de vinos, todos naturales,
a sus tablas de quesos, la exquisita cecina o el jamón, y sobre todo gracias a
la siempre agradable atención de su propietario y alma del local, José, quien demuestra
su buen criterio por los productos que he mencionado y trata de que todo cliente
se sienta a gusto.
Varios vinos por copas
probamos en nuestra visita del viernes: La Flûte Agitée 2016, pet nat de la
variedad chasselas elaborado por Grégoire Perron, bodega La Combe aux
Rêves, Savoie, un pet nat que me encantó; Salvaje Blanco L2017 de Barranco
Oscuro, disponen de todos los vinos de esta bodega granadina, pionera
del vino natural en España; Charpindo 2017, de Charles
Dagand, como un zumo de chardonnay y pinot noir del Jura; Rosado
2018 de Fabio Bartolomei, garnacha de Sierra de Gredos, Vinos Ambiz, y finalmente
un vino que tenía ganas de probar, Churumbi Lt17 de Raúl
Calle, rosado de garnacha de la Sierra de Gredos. Copa a copa, viajando
por el mundo desde el Mercado de San Fernando. Me gusta.
Preparado
por Ellan, reciente y acertado fichaje del local, disfrutamos en nuestra
segunda visita del brunch del sábado al mediodía, consistente en platos
refrescantes, varias ensaladas, de naranja y cecina, de puerros con salsa
de alcaparras... y una botella que le pedí a José que me guardara para ese día:
Nyctalopie
de Daniel
Sage. Se trata de un vino de Ardèche que bebí por primera vez hace casi
tres años en La Pioche, el bistrot de Shinya Hayashi san en Tokio, y que me
hacía ilusión volver a disfrutarlo, en diferente añada, pero esta vez en
Madrid, en Bendito. Deliciosa gamay bebible a cualquier hora.
Por
supuesto, aprovechando su faceta de tienda, cargamos también con algunas provisiones
para casa, en nuestro caso líquidas.
Pizza
y vinos naturales en Lavapiés. Pizza de masa gruesa y esponjosa, al molde, de
estilo argentino y larga fermentación. El lugar nos lo indicó José, de Bendito
Vinos y Vinilos. Se localiza en la misma calle de La Fisna, calle del Amparo.
Llevan abiertos unos cinco meses. El local me parece moderno, de aspecto
industrial. Disponen de una gran mesa alargada y otras más pequeñas, también
repisas y taburetes donde acomodarse. El sitio es pequeño pero muy agradable.
Nos recomendaron elegir un único entrante y una sola pizza para los dos. Nos avisaron de que mayor cantidad podría ser imposible acabarlo. La verdad es que se trata de una pizza grande, generosa, rica y sabrosa. Pedimos una pizza Tartine, a base de mozzarella, patata, parmigiano, tomillo y ají molido, y como entrante tomates "quemados", servidos con chalotas y stracciatella. Había al menos unas ocho pizzas más para elegir y otros cuatro o cinco entrantes. También las ofrecen para llevar.
Para beber, agua en jarra, disponible a voluntad, y una botella de Mariano Taberner, de Bodegas Cueva, Requena, un pet nat de monastrell de nombre divertido. Existe la posibilidad de vinos por copas. Además del elegido vimos, entre otros, vinos de Rietsch, de Clos Lentiscus, Occhipinti, Bellotti, Esencia Rural y hasta de Pheasant's Tears. Aunque estábamos llenos, la gula nos hizo llegar al postre, un flan de dulce de leche, para golosos y para terminar lo poco que nos quedaba del pet nat. Fue perfecto para un mediodía de domingo soleado y de ambiente relajado.
Nos recomendaron elegir un único entrante y una sola pizza para los dos. Nos avisaron de que mayor cantidad podría ser imposible acabarlo. La verdad es que se trata de una pizza grande, generosa, rica y sabrosa. Pedimos una pizza Tartine, a base de mozzarella, patata, parmigiano, tomillo y ají molido, y como entrante tomates "quemados", servidos con chalotas y stracciatella. Había al menos unas ocho pizzas más para elegir y otros cuatro o cinco entrantes. También las ofrecen para llevar.
Para beber, agua en jarra, disponible a voluntad, y una botella de Mariano Taberner, de Bodegas Cueva, Requena, un pet nat de monastrell de nombre divertido. Existe la posibilidad de vinos por copas. Además del elegido vimos, entre otros, vinos de Rietsch, de Clos Lentiscus, Occhipinti, Bellotti, Esencia Rural y hasta de Pheasant's Tears. Aunque estábamos llenos, la gula nos hizo llegar al postre, un flan de dulce de leche, para golosos y para terminar lo poco que nos quedaba del pet nat. Fue perfecto para un mediodía de domingo soleado y de ambiente relajado.
Final del recorrido vinícola
y hasta una próxima estancia en Madrid en la que ya pienso en repetir locales,
visitar nuevos o descubrir otros.
Vicente
© elvinoquebebo.com
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