El
vino de Jerez moderno no llega a los 250 años de existencia. Se desconoce de qué
tipo podría ser el vino del siglo XVII. No se trata de un invento inglés, sino
de los habitantes del lugar, algunos llegados de Cantabria, de Burgos... También
de Francia, Juan Haurie, precedente directo de Domecq, la histórica casa
bodeguera, era francés, como muchos otros de finales del XVIII.
Como norma no escrita,
los vinos de exportación estaban alcoholizados a 17º. El conocido sherry era
una mezcla de palo cortado, algo de amontillado, arrope... Es el estilo que
se exportaba al mercado británico. Los demás jereces eran consumidos por los
propios españoles, un mercado que se perdió. En una época no tan lejana, y
durante décadas, el jerez supuso la principal industria, no protegida,
exportadora de España. Una fuente de divisas.
La viticultura
tradicional de Jerez eran vinos que tiraban hacia amontillado, pero sin saberse
el motivo. A principios del XIX incluso se definía la flor como algo
perjudicial. Fue a lo largo del tiempo que se produciría una transición de la
viticultura empírica a la predictiva.
Este
es un pequeño esbozo del preámbulo que expuso Álvaro Girón, experto en la
historia de estos vinos únicos, antes del comienzo de la cata-degustación de
más de una decena de botellas viejas de Jerez, en su mayoría de los años 70,
pero también del 50 y 40. La cata, casi exclusivamente de finos y manzanillas,
se tituló acertadamente "Botellas viejas de Jerez para repensar
Jerez", y se celebró y organizó la semana pasada en Vila Viniteca, en
Barcelona.
A veces, cuando se
escucha a alguien con tan profundos conocimientos en algún tema concreto, es posible
que parte de nuestros conceptos asimilados hasta entonces cambien y enfoquemos
un nuevo punto de vista abriendo nuevos campos y también nuevas preguntas y
dudas. Eso es lo que me pasó en la exposición de Álvaro Girón en su última cata
de viejos jereces a la que asistí, hace de ello un año, y me ha vuelto a
suceder en esta ocasión. Resulta tremendamente adictivo y pedagógico escucharle
hablar sobre los vinos de Jerez.
1.- Pedro Rodríguez,
Manzanilla Pasada Pastora
Pedro
Rodríguez era el propietario de Bodegas Barbadillo a finales del siglo XIX. El
vino en copa se muestra influido por el largo tiempo que lleva en botella,
desde los años 50. Parece que habrá que dejarlo de momento y esperar. Álvaro
opina que algunos vinos estarán mejor al día siguiente. Los toques de cacao que
se perciben en esta manzanilla semejan características de amontillado. Se
muestra algo tosca. Pasamos a la siguiente botella.
2.- Rainera Pérez
Marín, Manzanilla Pasada La Guita
El
vino se presenta turbio, pero no importa en absoluto. Se trata de una botella
de los años 70. Aquí no hay ni rastro de aromas a amontillado. Es una
Manzanilla Pasada y se muestra aún joven en comparación a otras botellas viejas,
el año pasado probamos una de los años 50, aquella se mostró inconmensurable,
extraordinaria, ésta también. La Guita demuestra una vez más el éxito de la
crianza biológica y la pureza caliza del suelo, impresiona. Viña Miraflores
Baja. El terreno de La Guita está constituido por lustrillos y polvillejos
Lustrillos
son tierras rojizas en superficie, por debajo se conservan blancas. La variante
de este terreno llamada polvillejos es muy apreciada por la calidad que aporta
en el viñedo. En esta botella de La Guita que hemos degustado da la sensación
de chupar la tiza directamente, tal es su carácter mineral.
3.- García Monge,
Manzanilla Amontillada Pipiola
Una
manzanilla que se muestra mucho menos biológica que la anterior, se notan
aromas vegetales. Botella de los 70. Las bodegas Sánchez Ayala, también de
Sanlúcar, compraron la solera de esta manzanilla a la viuda de Manuel García
Monge.
El
amontillado se suele presuponer a partir de un fino por sus características,
sin embargo encontramos aquí esta Manzanilla Amontillada. Oímos que Coliseo es
otro ejemplo de manzanilla amontillada, en Jerez en este caso. Se dice esto porque
sus soleras son refrescadas con vino sanluqueño.
4.- Hidalgo-La
Gitana, Manzanilla Pasada La Gitana
Botella
de los años 40. Miraflores y Los Cuadrados. En este último pago la concentración
caliza es tremenda, en algunos artículos de prensa de 1900 que nos proyectan en
pantalla indican incluso hasta una proporción del 94% en la parte alta. Al
probar el vino se despeja cualquier duda, si la hubiese, de si importa o no el
terruño. Hay finura. Si comparamos con La Guita aquí la caliza es más pétrea,
menos deslizante. En palabras textuales de Álvaro, otro vino vivo, éste muerde.
5.- Domecq, Fino La
Ina
6.- Osborne, Fino
Quinta
Llamado
Fino Quinta por ser la quinta escala del sistema de criaderas. Años 70. Finura,
hidrocarburos, sésamo... son los comentarios en la sala. Bodega de El Puerto. A
principios del XX aparecía nombrado como Amontillado Fino Quinta.
7.- Sancho Hermanos,
Fino Caribe
Años
50. De mayor carácter amontillado de entre lo probado hasta ahora, de carácter
más oxidativo en comparación con los dos anteriores, más biológicos.
Bodega
de El Puerto, su propietario fue alcalde de esta ciudad entre 1924 y 1930. La
compró Domecq, el casco bodeguero es el que ocupa actualmente las prestigiosas
bodegas Gutiérrez Colosía.
Un
vino de viña. Viña Caribe, en pago Añina. Ramiro nos comenta que se trata de un
pago muy apreciado por los elaboradores sanluqueños aun estando en Jerez, la
albariza es purísima. En Sanlúcar suelen ser más caros los pagos que en Jerez
debido al minifundismo, una auténtica micronesia. Añina es de los más caros de
Jerez.
Mientras
preparo este resumen del día de la cata, tropiezo de forma casual con un interesante
artículo del diario ABC con lugar y fecha "Jerez, Enero 1920" y la
siguiente mención sobre la bodega Sancho Hermanos, el escrito se titula "Impresiones de un viaje en El Puerto
de Santamaría":
"Población
hermosísima, honra de la provincia de Cádiz, donde los vinos son tan buenos y
acreedores a la fama de que gozan en los mercados de España y el extranjero.
Visitamos las bodegas
de la razón social A. y A. Sancho (Sancho Hermanos), cosecheros, exportadores y
almacenistas de vinos de Jerez. Esta casa de las más antiguas y acreditadas de
la región jerezana, posee extensos viñedos y hermosas propiedades en lo más
afamado de dicha región. Sus propietarios actuales y directores, D. Alfonso y
D. Antonio Sancho, son nietos del fundador de la casa en 1812. La exportación
de sus selectos vinos alcanza muchos miles de vasijas al año, siendo sus
principales mercados Francia, Inglaterra, los Estados Unidos de América, en
cuyos países tiene la casa establecida importantes bodegas, montadas con todos
los adelantos modernos.
Los Sres. Sancho han
ampliado últimamente el negocio a la Península, habiendo lanzado al mercado un
excelente vino de Jerez natural amontillado Fino Caribe, que está llamado a
ocupar lugar preferente en el mercado".
Haciendo
hincapié en los vinos de pago o de viña, Álvaro Girón nos presenta un artículo
fechado en 1878, donde se cita al jerezano Sr. González, quien introduce en el
mercado consumidor los vinos de Jerez con el nombre de la viña productora y el
año de la vendimia a la manera de los châteaux franceses.
8.- Bobadilla, Fino
Amontillado Victoria
Bodega
fundada en 1882. Botella de los 70. Se sabe que hasta esas fechas provenía de
Macharnudo. En esta botella no se tiene certeza, si fuera de los 50 no habría
duda. Se trata de la bodega del exitoso Brandy 103, hoy en manos de Osborne.
9.- Valdespino, Fino
Inocente
Con
este vino nos abre Girón la probabilidad de que existieran en su día finos sin
fortificar. Nos enseña un artículo de prensa de 1887 donde se nombra que
Inocente está criado sin adición alguna de aguardiente. ¿Cómo conseguir entonces
la graduación alcohólica? ¿Asoleo?
Vemos
que en una etiqueta de los años 30 Inocente es definido como vino natural.
Habíamos visto jereces naturales (sin ningún tipo de mezcla), pero no la
identificación como vino natural. Ahí queda.
Se
insiste en el vino de pago. Macharnudo era internacionalmente considerado a
mediados del XIX como el mejor pago de la zona a la altura de Clos de Vougeot
en Borgoña o Johannisberg en el viñedo alemán. El 1er Cru de Xérès. Un pago
caro, extenso y subdividido entre varios propietarios, en la zona más alta del
Marco de Jerez.
El
concepto de vino de pago empezó a declinar durante el siglo XX, sobre todo al
llegar a los 70. En 1968 la mitad del pago de Macharnudo no era cultivado con
palomino. Girón continúa informando que había unas 60 variedades en Jerez y de
ellas una veintena al menos en Macharnudo (mantúo de pilas, mantúo castellano,
perruno...).
Hoy
en día, Inocente continua fermentándose en botas, al igual que otra marca de la
casa, Tío Diego. Ambas Macharnudo. Terruño.
Fino Inocente sigue siendo uno de mis finos
preferidos y, aunque nunca hablo de precios en este blog, pienso que no existe
vino de igual placer a su coste. Por cierto, un vino actual que probablemente también
podría envejecer satisfactoriamente, como esta botella de los años 70 que
degustamos.
10.- Domecq,
Amontillado Fino Jandilla
En
esta importante bodega eran cosecheros, almacenistas y extractores (exportadores),
al igual que González Byass. Tenían un gran control de la producción, también
podían comprar.
Domecq,
nombre francés, figura profundamente ligado a la historia de Jerez y sus vinos.
Durante décadas y hasta los 60 del pasado siglo elaboraron también un espumoso
utilizando el método champenoise, Champagne Domecq, un detalle más que descubrí
en su momento gracias a Álvaro Girón.
Las
similitudes entre Champagne y Jerez se dan sobre todo por el tipo de suelo,
craie (tiza) y albariza; la acción de las levaduras, fermentación en botella y
criaderas y soleras, autolisis en botella y crianza biológica; la acidez en
Champagne y la sapidez y salinidad en el jerez. Está claro que son regiones de
distinto clima, pero podemos encontrar puntos en común. Se trata de un tema del
que se habla desde hace algunos años, a mí me atrae especialmente.
11.- Valdespino, Tres
Cortados
Una
vez más ha destacado La Guita y Macharnudo. Jandilla cosechó grandes vítores, no
me extraña, mi último sorbo lo dediqué a este vino. Los dos finos de El Puerto,
Fino Quinta y Fino Caribe, me gustaron también mucho. El nivel general de los
vinos fue muy alto, al igual que la emoción entre los asistentes.
Se
observa que el tiempo no ha hecho que converjan finos y manzanillas. El estilo
se mantiene, Sanlúcar, Jerez, El Puerto. Por contra, ese tiempo ha favorecido
la concentración de carácter mineral.
Un día feliz que nos deja una sesión inolvidable de
vinos únicos. Todos disfrutamos muchísimo ante la numerosa exposición de datos.
La sala dedicó un largo y merecido aplauso para Álvaro Girón. Espero que algún día plasme en forma de libro sus extensos conocimientos sobre el tema, de momento
podemos seguir aprendiendo leyendo el siguiente apasionante artículo de
reciente publicación: Una historia probable de los jereces secos: del azar a la necesidad, por Álvaro Girón Sierra.
En
cuanto a mí, ganas me entran de trasladarme definitivamente al sur.
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