Como cada año desde hace varias décadas, en el tercer jueves de noviembre llega a las tiendas de vinos el famoso Beaujolais Nouveau, el primer vino de la nueva añada. Su degustación se ha convertido en una tradición, tanto en Francia como en numerosos países, desde Nueva York a Tokio: “Le Beaujolais Nouveau est arrivé”, símbolo del vino festivo y fácil de beber, de carácter fresco y frutal, de pronto consumo. Sin embargo, una serie de escándalos y fraudes durante los últimos años (abusos de chaptalización), y a la utilización, por una parte de los productores, de levaduras potenciando de forma artificial los aromas a caramelo, a gominola de fresa, o a plátano (levadura 71B), han dañado considerablemente la imagen de la región. Afortunadamente existen, cada vez más, elaboradores que trabajan correctamente, sin necesidad de potenciar químicamente los aromas característicos de este tipo de vinos ni emplear métodos como la chaptalización (adición de azúcar al mosto con el fin de mejorar el grado alcohólico en el vino, procedimiento desarrollado a finales del siglo XVIII por el químico Jean-Antoine Chaptal).
La región de Beaujolais ocupa unos 55 kilómetros a lo largo al norte de Lyon. Gamay, la cepa desterrada hace siglos de la Côte d´Or, en la Bourgogne , es la variedad local que reina en esta zona, su nombre completo es Gamay Noir à Jus Blanc.
En el sur, en suelos arcillo-calcáreos, encontramos la appellation Beaujolais (clasificado Beaujolais Supérieur si el mosto presenta medio grado más de alcohol). En el norte, en suelos graníticos, la AOC Beaujolais-Villages agrupa 38 pueblos. De estas dos denominaciones se produce el Beaujolais Nouveau o Primeur (casi la mitad de la producción total de la región). Pero la mayor calidad se da en los llamados Crus del Beaujolais, vinos más longevos y de mayor complejidad que provienen de las laderas graníticas y pizarrosas localizadas al norte de la región, rocas desmenuzadas denominadas localmente roche pourrie, algunas ricas en óxido de hierro (Côte du Py).
Los diez Crus, ordenados de sur a norte, son: Brouilly, Côte de Brouilly, Régnié, Morgon, Chiroubles, Fleurie, Moulin-à-Vent, Chénas, Juliénas y Saint-Amour. Curiosamente Beaujolais es una zona vinícola conocida mayormente por sus vinos más sencillos en lugar de por los mejores.
El método de vinificación empleado en la zona se basa en la maceración carbónica: explicado de forma resumida, los racimos enteros se introducen en cubas herméticas saturadas de dióxido de carbono, en ausencia de oxígeno, produciéndose la fermentación en el interior de las uvas (fermentación intracelular). Este procedimiento confiere a este vino típicos aromas amílicos como el caramelo o el plátano. Una maceración más específica de la zona es la denominada maceración semicarbónica: en el fondo de la cuba abierta, el jugo de uva producido por aplastamiento debido a su peso, fermenta y libera gas carbónico, así en la parte superior, los racimos enteros desarrollan la fermentación intracelular al estar en una atmósfera anaeróbica compuesta de gas carbónico.
Vignerons
Jules Chauvet es considerado el padre del movimiento de los vinos naturales. Vigneron y negociante en Beaujolais, desaparecido en 1989, también era químico y un catador excepcional. Ya en los años 50 marcó profundamente las bases de la enología moderna. Sus conocimientos y su defensa del vino natural inspiraron, a principios de los ochenta, a cuatro vignerons locales de la región: Guy Breton, Jean-Paul Thévenet, Jean Foillard y Marcel Lapierre. La filosofía que compartía el grupo, impregnada por las enseñanzas de su maestro, suponía la vuelta a antiguas prácticas tradicionales de viticultura y vinificación: la importancia de las viejas cepas, el no uso de herbicidas o pesticidas, vendimia tardía en perfecto estado de maduración, selección de las uvas más sanas, mínimo añadido de dióxido de azufre o nada en absoluto, utilización de las propias levaduras de la uva y el rechazo a la chaptalización y a la filtración. El resultado fue la vuelta a los aromas naturales, a la expresión del terroir, lejos de la producción industrial y de la comercialización masificada, lejos de los aromas de chicle o de la fruta de moda y por lo tanto, lejos de los aromas artificiales.
“Los buenos vinos no están siempre detrás de las grandes etiquetas, pero sí detrás de los grandes viticultores”
Jules Chauvet
Durante estas últimas semanas hemos disfrutado de algunas buenas botellas de la zona:
Una de las grandes figuras del Beaujolais, admirado por todo el mundo vinícola, es sin duda Marcel Lapierre. Hoy en día, Mathieu, su hijo, continúa el magnífico trabajo iniciado por su padre, desaparecido en otoño de 2010. Trabajando juntos, adoptaron las prácticas propias del viñedo biodinámico. Imprescindible probar sus vinos para conocer la esencia de Beaujolais.
Morgon 2011 M . Lapierre. Elaboran dos versiones, una sin realizar filtración pero ligeramente sulfité, protegido contra variaciones de temperatura, y otra sin sulfitos añadidos (“Sans sulfite ajouté ni filtration” como se observa en la etiqueta de la foto de cabecera), en este caso también indica que debe ser conservado a una temperatura inferior a 14º C. Siendo el primero un buen vino, prefiero la segunda versión: perfume floral, rosas, frescos frutillos rojos, cereza, frambuesa. Sin recuerdos de madera en nariz ni en boca. Delicadeza y sutilidad. Me gusta mucho. También elabora, el proveniente de viñas más jóvenes, Raisins gaulois.
Otro de los grandes del Beaujolais, Jean Foillard, se hizo cargo en 1980 del domaine de su padre y pronto siguió las enseñanzas de Jules Chauvet.
Morgon Côte du Py 2010 Jean Foillard, de color rubí claro, casi transparente, limpio. Nariz sutil. Paso largo. Retronasal con recuerdos a piel y cuero. Al segundo día se mostró algo ahumado con notas claras a mina de lápiz y a cerezas. También destacó su evolución hacia notas más florales. Un vinazo, muy elegante, profundo, estructurado y largo. Ya me sorprendió muy gratamente el 2009. La Côte du Py, situada al sur del pueblo de Villié-Morgon, es uno de los más importantes terroirs de Beaujolais capaz de producir vinos de larga guarda.
Jean-Paul Thévenet (Polpo para sus amigos), tal vez menos conocido que los dos anteriores, mantiene una pequeña producción de su Morgon Vieilles Vignes. Desde hace años trabaja sus escasas 5 hectáreas junto a su hijo Charly, quien también elabora su propio vino en Régnié. Ambos siguen desde 2008 los principios biodinámicos. El vino de Charly Thévenet me sorprendió gratamente.
Otro joven vigneron, de tan solo 25 años e hijastro de Georges Descombes, se erige como un nuevo talento en la zona: Damien Coquelet.
Pero muchos otros vignerons destacan y son una elección segura: Guy Breton, Georges Descombes, Yvon Métras, Jean-Claude Lapalu, Cristophe Pacalet, Karim Vionnet, Xavier Benier, Philippe Jambon, Pierre Marie Chermette (Domaine Vissoux), Cyril Alonso (PUR)... Un equipo de ensueño para cuidar y elevar considerablemente la reputación de la región.
Si bien es el vino más famoso, hay mucho más allá del Beaujolais Nouveau. Entre los Crus del Beaujolais existen grandes vinos para disfrutar en cualquier época del año y algunos, si se desea, también podemos guardarlos durante una buena temporada (recomendable tomarlos en formato magnum, al estilo local). Ello no descarta que me guste celebrar la fiesta del Bojo Nouvo, aunque sea unos días más tarde. Sin más pretensiones, me parece una bella excusa de celebración y reunión. Este año coincidió con el pasado jueves día 15. Espero en otra ocasión poder festejarlo junto a los elaboradores en las tiendas de vino de Paris, donde el fabuloso ambiente festivo calienta la temperatura de estas fechas.
Vicente
NOTA: Los vinos de M.Lapierre y de Thévenet se los compré a Julien, de la tienda La part dels àngels. Los de Foillard y Coquelet los adquirí en L´ànima del vi, la tienda de Benoît, donde también trabajan con los vinos de Lapierre.