El
calor es mucho más llevadero reuniéndose con los amigos, compartiendo vinos y
saboreando recetas caseras. Si hace un año disfrutamos de una extraordinaria
velada que denominamos "Vinos bajo el cielo de Ruzafa", repetimos
experiencia el pasado fin de semana en casa de nuestros amigos, con vistas a
los tejados de ese histórico barrio valenciano que debería estar siempre de
moda. Noche de verano, humor, diversión, sabrosos platos y varias botellas para
abrir. La idea es que cada pareja aporte una botella, pero la realidad es que
suelen ser dos o incluso a veces tres. Es lo que mis amigos llaman extra-ball.
Iniciamos
la sesión con la última manzanilla en el mercado del Equipo Navazos, La Bota de
Manzanilla nº 55, saca de noviembre de 2014 proveniente de las bodegas
Sánchez Ayala. Salina y fresca, siempre es un buen comienzo. Seguimos con un
espumoso del Penedés, Reserva Extra Brut
2008 Navazos-Colet, 40 meses en rima, varietal de chardonnay principalmente
y toques jerezanos en sus levaduras y en su licor de expedición, aunque no lo
apreciamos muy claramente. Un espumoso de método tradicional, champenoise, muy
seco en boca y que nos da gracia por su relación con el primer vino. Ambas
botellas fueron degustadas a ciegas.
No fue la única
curiosidad de la noche, se abrieron también dos vinos del Jurançon, del mismo
productor, Lapeyre, uno seco y otro
dulce al final de la cena. Presentados a ciegas y aportados por distintas
personas. ¡Qué coincidencia! El primero me sorprendió por su estructura,
acompañó perfectamente unas clóchinas con salsa tandoori. El segundo, de dulzor
equilibrado y aromas exóticos, se emparejó con un refrescante granizado de sandía.
Me apunto ambas ideas. ¿Que si alguien acertó estos vinos? Ninguno fuimos
capaces de ubicarlos, si acaso nos acercamos a Sauternes. No hemos frecuentado
mucho la gros y petit manseng.
Les Petites Coulées
2012 Magnum, Savennières, de Clément Baraut. Algunos ya habíamos probado esta
chenin en Angers, en À boire et à manger, nuestro lugar preferido de la ciudad
donde compramos algunos vinos. Aparte del excelente trato recibido tuvieron el
tremendo detallazo de regalarnos este magnum, el tamaño ideal. Este vino
proviene de las parcelas en que trabaja este vigneron en Roche aux Moines.
Kastanienbusch 2008
GG, Pfalz, de Ökonomierat Rebholz. Es intenso y complejo, seco, equilibrio
fruta y acidez, con peso y frescura, apreciamos notas que nos recuerdan a la
naranja amarga, piel de mandarina, pomelo, níspero, cera de abeja,
hidrocarburos, té, pedernal... Persistente, lo único que hace es mejorar. Uno
de los grandes vinos alemanes. Proviene de las parcelas más altas del viñedo,
altitud de más de 300 metros, delante del bosque y de la montaña, con una
pendiente de entre un 30 y un 40%. Terreno arcilloso y volcánico, rojizo,
pizarra.
Galinot 1997,
Sancerre, de Gitton Père & Fils. Sí, del 97. Si habíamos encadenado chenin,
riesling y chardonnay, era el momento para esta sauvignon que nos trasladaba al
pueblo de Sancerre.
Clos Rougeard 2007
Saumur Champigny.
El primer tinto. Cabernet franc de los hermanos Foucault, Charly y Nady. Suelos
arcillosos, silíceos y calcáreos. Animal al principio, no queremos airearlo. Se
abre en copa mostrando su complejidad, frutos rojos, matices terrosos, tanino
elegante, acidez extraordinaria... se acabó la botella rápidamente. Por cierto,
acompaña deliciosamente el tumbet, el plato mallorquín.
Château Pontet-Canet
2006 Pauillac.
Caramba, esto tiene mucha clase. Cabernet sauvignon mayoritariamente. Médoc. Fruta,
toques florales, tabaco... Taninos finos, maduros, muy bien integrados. Con
buena acidez. Elegante, expresivo, complejo, esplendido. Vino en un momento excelente.
Bodega que practica la agricultura biodinámica desde la añada 2005.
Alguna
botella más se abrió durante la velada, entre ellas un vino del Nuevo Mundo, de
Napa, Hendry Blocks 7 & 22 Zinfandel
2011. En un primer instante su nariz me recordaba a salvia y bosque de pino,
sin embargo en boca resultaba casi dulzón, fruta demasiado golosa, mora y
grosella madura, mermelada. De nuevo en nariz, apuntamos notas de canela. Un
vino de zona cálida, con alto contenido de alcohol. No es de mi gusto ni de
nadie del grupo pero fue curioso probarlo, esa era la intención, probar vinos
de todo el mundo y aprender.
No terminó aquí nuestro
pequeño festival, faltaba La Cosa. Conociendo mi afición por los vinos
naturales, mi amigo Mario trajo The
Thing 2014, moscatel elaborada por Alfredo Maestro, el creador de Lovamor,
Amanda... Elevado gas carbónico al abrir la botella, color ámbar, muy turbio, dulce,
de baja graduación, marcada acidez, goloso y fresco, notas punzantes, cítricas
y con claros recuerdos a sidra. El final es largo. Una botella sorprendente, desconcertante.
Nos
gusta salir a cenar, comer en los restaurantes, especialmente si son locales
que cuidan el vino, pero nos gusta más reunirnos con los amigos, degustar
elaboraciones caseras y compartir vinos y vinos. Como dicen mis amigos, frase que
tienen patentada: "Esto y no hacer na... es lo que más nos gusta".
Un
fin de semana en Ruzafa merecía acabarlo aprovechando el buen ambiente y
diversidad que proporciona este barrio. Esta vez descubrimos un reciente local,
Vinos de Chile, una tienda donde acostumbran a organizar interesantes eventos a
base de catas de vinos, maridajes, exposiciones y música en directo. Recomiendo
visitarlo.
Vicente
Buena música - Ruzafa