Seguimos disfrutando de esta ciudad que destaca por
su rico patrimonio arquitectónico e histórico. Fue capital de Japón durante más
de 10 siglos, desde finales del VIII a mediados del XIX.
En la anterior entrega ya comentaba la
importancia para el visitante de instalarse cerca de su estación central. Utilizando
sus medios de transporte, es también llegada del Shinkansen que la une con
Tokio, podemos realizar varias excursiones exteriores, todas ellas del máximo
interés: Nara, Fushimi Inari, el bosque de bambú de Arashiyama...
La ciudad de Nara es una visita imprescindible. Fue
la capital del país antes de serlo Kioto, aunque sólo desde el 710 al 784. Al
llegar veremos los numerosos ciervos que nos reciben en el camino hacia el
templo Todaiji, templo de madera famoso por albergar en su interior la estatua
del Gran Buda, de 16 metros de altura. Destaca también la gran puerta
Nandai-mon, no sé qué me sorprendió más. Todo resulta espectacular, incluso
durante nuestra visita en medio de una fuerte tormenta, un tifón que apaciguó
al poco rato. Os recomiendo también pasear entre los farolillos de piedra
camino del santuario sintoísta Kasuga-Taisha, en cuyo interior destacan sus
numerosas linternas, en este caso de bronce.
A pocos minutos en tren desde la estación central de
Kioto, hacia el sur, destaca el santuario sintoísta de Fushimi Inari
Taisha, conocido especialmente por el largo sendero delimitado por miles de
torii rojos a través de la colina donde se encuentra. Me encantó. Es de lo más
bonito que vimos.
El bosque de bambú de Arashiyama
se localiza hacia el oeste de la ciudad. Es otra de las posibles excursiones a
pocos minutos en tren desde Kioto. Se puede observar este tipo de bosque, de
bambú, en varios sitios de Japón, éste es uno de los más turísticos.
Durante nuestra estancia en Kioto, tuvimos la suerte de ir a cenar en un
par de ocasiones con nuevos amigos, una pareja residente en esta ciudad, Etsu
Ukai san y Atsushi Ukai san. Si en una primera noche disfrutamos de su compañía
con un vinazo de Dario Princic,
Ribolla Gialla 2011, y de
diversos sakes naturales de Taketsuru
Shuzo, mis preferidos, para emparejar diversos platitos japoneses, en
una segunda noche visitamos juntos una dirección que tenía marcada en la
preparación del viaje: Deux Cochons.
Un verdadero bistrot francés con encanto japonés,
una joya. Regentado por Masami Awazu san y Takamasa Awazu san, quienes vivieron
y trabajaron en Francia durante un tiempo. Simpáticos y de dulce carácter, algo
que encontré con mucha frecuencia en mi viaje por este maravilloso país, nos
atendieron magníficamente.
Viendo la selección de botellas expuestas en el
local, no me extraña que vengan aficionados y profesionales desde miles de
kilómetros para beber viejas añadas, como por ejemplo de Pierre Overnoy.
Mi pareja y yo disfrutamos mucho en la cena con
nuestros dos amigos. Platos sabrosos y vino de nuestro gusto:
Envol de la fille
2009. Vinificado y embotellado por Vinibrato. Gamay de
Jean-Luc Gauthier en Villié Morgon. Un vino de Jean-Marc Brignot.
El famoso Patapon,
sobre todo en Japón. Pineau d'aunis, en este caso de la añada 2014. Christian Chaussard y su mujer
Nathalie visitaron hace un tiempo Japón y por supuesto Deux Cochons. Lamentablemente,
Christian falleció en un accidente de tractor en septiembre del 2012.
Como digestivo, nada
como unas copas del Eau de Vie Récolte
2009 Framboise, del Domaine Binner.
Previamente a esta magnífica cena, nuestros amigos
nos habían acompañado a una de las mejores tiendas de vino que se pueden
visitar:
Tienda de vinos bien acondicionada, práctica, con
una selección de referencias grandiosa y una atención sublime. Una tienda
preciosa. Para entrar y sentirse en el cielo.
En la bodega de vinos se podía encontrar lo mejor de
cada país, vinos de procedencia europea, incluida Eslovenia, Austria, Georgia o
Grecia, y también de Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica o Japón. Otros
productos tenían en venta, como el aceite de oliva de Frank Cornelissen.
Masanobu Egami san, el propietario, todo amabilidad,
brindó con nosotros con una botella de Jean-François
Chéné, domaine Coulée
d'Ambrosia: Eureka.
¡Tremendo obsequio! ¡Delicioso pet'nat!
2, Okazaki Saishoji-cho, 8, Sakyo Ward, Kioto
Muy
cerca de la estación de Kioto, se encuentra la pagoda del templo Tōji, budista,
la torre de madera más alta del país. Construida en 826. En los jardines
que conducen a ella aprovechamos para realizar nuestro picnic. Quisimos
despedirnos de esta ciudad abriendo una de las botellas compradas en Ethelvine,
el pet'nat rosado de Cantina Giardino. Extraordinario
momento acompañado de unos bentō y unas castañas dulces de postre.
Nuestra estancia en Kioto resultó inolvidable.
Vicente
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