jueves, 27 de abril de 2017

De vinos naturales en Kioto: Ethelvine, Deux Cochons... (2ª Parte)



Seguimos disfrutando de esta ciudad que destaca por su rico patrimonio arquitectónico e histórico. Fue capital de Japón durante más de 10 siglos, desde finales del VIII a mediados del XIX.

En la anterior entrega ya comentaba la importancia para el visitante de instalarse cerca de su estación central. Utilizando sus medios de transporte, es también llegada del Shinkansen que la une con Tokio, podemos realizar varias excursiones exteriores, todas ellas del máximo interés: Nara, Fushimi Inari, el bosque de bambú de Arashiyama...


La ciudad de Nara es una visita imprescindible. Fue la capital del país antes de serlo Kioto, aunque sólo desde el 710 al 784. Al llegar veremos los numerosos ciervos que nos reciben en el camino hacia el templo Todaiji, templo de madera famoso por albergar en su interior la estatua del Gran Buda, de 16 metros de altura. Destaca también la gran puerta Nandai-mon, no sé qué me sorprendió más. Todo resulta espectacular, incluso durante nuestra visita en medio de una fuerte tormenta, un tifón que apaciguó al poco rato. Os recomiendo también pasear entre los farolillos de piedra camino del santuario sintoísta Kasuga-Taisha, en cuyo interior destacan sus numerosas linternas, en este caso de bronce.

A pocos minutos en tren desde la estación central de Kioto, hacia el sur, destaca el santuario sintoísta de Fushimi Inari Taisha, conocido especialmente por el largo sendero delimitado por miles de torii rojos a través de la colina donde se encuentra. Me encantó. Es de lo más bonito que vimos.

El bosque de bambú de Arashiyama se localiza hacia el oeste de la ciudad. Es otra de las posibles excursiones a pocos minutos en tren desde Kioto. Se puede observar este tipo de bosque, de bambú, en varios sitios de Japón, éste es uno de los más turísticos.


Durante nuestra estancia en Kioto, tuvimos la suerte de ir a cenar en un par de ocasiones con nuevos amigos, una pareja residente en esta ciudad, Etsu Ukai san y Atsushi Ukai san. Si en una primera noche disfrutamos de su compañía con un vinazo de Dario Princic, Ribolla Gialla 2011, y de diversos sakes naturales de Taketsuru Shuzo, mis preferidos, para emparejar diversos platitos japoneses, en una segunda noche visitamos juntos una dirección que tenía marcada en la preparación del viaje: Deux Cochons.



Un verdadero bistrot francés con encanto japonés, una joya. Regentado por Masami Awazu san y Takamasa Awazu san, quienes vivieron y trabajaron en Francia durante un tiempo. Simpáticos y de dulce carácter, algo que encontré con mucha frecuencia en mi viaje por este maravilloso país, nos atendieron magníficamente.


Viendo la selección de botellas expuestas en el local, no me extraña que vengan aficionados y profesionales desde miles de kilómetros para beber viejas añadas, como por ejemplo de Pierre Overnoy.

Mi pareja y yo disfrutamos mucho en la cena con nuestros dos amigos. Platos sabrosos y vino de nuestro gusto:

Envol de la fille 2009. Vinificado y embotellado por Vinibrato. Gamay de Jean-Luc Gauthier en Villié Morgon. Un vino de Jean-Marc Brignot.

El famoso Patapon, sobre todo en Japón. Pineau d'aunis, en este caso de la añada 2014. Christian Chaussard y su mujer Nathalie visitaron hace un tiempo Japón y por supuesto Deux Cochons. Lamentablemente, Christian falleció en un accidente de tractor en septiembre del 2012.

Como digestivo, nada como unas copas del Eau de Vie Récolte 2009 Framboise, del Domaine Binner.


Previamente a esta magnífica cena, nuestros amigos nos habían acompañado a una de las mejores tiendas de vino que se pueden visitar:


Tienda de vinos bien acondicionada, práctica, con una selección de referencias grandiosa y una atención sublime. Una tienda preciosa. Para entrar y sentirse en el cielo.


En la bodega de vinos se podía encontrar lo mejor de cada país, vinos de procedencia europea, incluida Eslovenia, Austria, Georgia o Grecia, y también de Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica o Japón. Otros productos tenían en venta, como el aceite de oliva de Frank Cornelissen.

Masanobu Egami san, el propietario, todo amabilidad, brindó con nosotros con una botella de Jean-François Chéné, domaine Coulée d'Ambrosia: Eureka. ¡Tremendo obsequio! ¡Delicioso pet'nat!

2, Okazaki Saishoji-cho, 8, Sakyo Ward, Kioto


Muy cerca de la estación de Kioto, se encuentra la pagoda del templo Tōji, budista, la torre de madera más alta del país. Construida en 826. En los jardines que conducen a ella aprovechamos para realizar nuestro picnic. Quisimos despedirnos de esta ciudad abriendo una de las botellas compradas en Ethelvine, el pet'nat rosado de Cantina Giardino. Extraordinario momento acompañado de unos bentō y unas castañas dulces de postre.

Nuestra estancia en Kioto resultó inolvidable.

Vicente


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