sábado, 28 de marzo de 2015

Botellas viejas de Jerez: Manzanilla Pastora, Fino Caribe, Amontillado Fino Jandilla, Tres Cortados... Cata dirigida por Álvaro Girón



El vino de Jerez moderno no llega a los 250 años de existencia. Se desconoce de qué tipo podría ser el vino del siglo XVII. No se trata de un invento inglés, sino de los habitantes del lugar, algunos llegados de Cantabria, de Burgos... También de Francia, Juan Haurie, precedente directo de Domecq, la histórica casa bodeguera, era francés, como muchos otros de finales del XVIII.

Como norma no escrita, los vinos de exportación estaban alcoholizados a 17º. El conocido sherry era una mezcla de palo cortado, algo de amontillado, arrope... Es el estilo que se exportaba al mercado británico. Los demás jereces eran consumidos por los propios españoles, un mercado que se perdió. En una época no tan lejana, y durante décadas, el jerez supuso la principal industria, no protegida, exportadora de España. Una fuente de divisas.

La viticultura tradicional de Jerez eran vinos que tiraban hacia amontillado, pero sin saberse el motivo. A principios del XIX incluso se definía la flor como algo perjudicial. Fue a lo largo del tiempo que se produciría una transición de la viticultura empírica a la predictiva.

Este es un pequeño esbozo del preámbulo que expuso Álvaro Girón, experto en la historia de estos vinos únicos, antes del comienzo de la cata-degustación de más de una decena de botellas viejas de Jerez, en su mayoría de los años 70, pero también del 50 y 40. La cata, casi exclusivamente de finos y manzanillas, se tituló acertadamente "Botellas viejas de Jerez para repensar Jerez", y se celebró y organizó la semana pasada en Vila Viniteca, en Barcelona.

A veces, cuando se escucha a alguien con tan profundos conocimientos en algún tema concreto, es posible que parte de nuestros conceptos asimilados hasta entonces cambien y enfoquemos un nuevo punto de vista abriendo nuevos campos y también nuevas preguntas y dudas. Eso es lo que me pasó en la exposición de Álvaro Girón en su última cata de viejos jereces a la que asistí, hace de ello un año, y me ha vuelto a suceder en esta ocasión. Resulta tremendamente adictivo y pedagógico escucharle hablar sobre los vinos de Jerez.

Paso a contar, a modo de resumen, algunas de las notas apuntadas a partir de sus palabras durante la degustación. Entre los asistentes se encontraba el enólogo sanluqueño Ramiro Ibáñez, otro gran experto en los vinos de la región, entrelazándose por momentos la exposición histórica y algunos apuntes técnicos, algo de lo que andaban sobrados ambos. Una cata para aprender, de esas que te convencen una vez más de esta afición tan bonita por el mundo del vino y su capacidad de dar placer.

1.- Pedro Rodríguez, Manzanilla Pasada Pastora

Pedro Rodríguez era el propietario de Bodegas Barbadillo a finales del siglo XIX. El vino en copa se muestra influido por el largo tiempo que lleva en botella, desde los años 50. Parece que habrá que dejarlo de momento y esperar. Álvaro opina que algunos vinos estarán mejor al día siguiente. Los toques de cacao que se perciben en esta manzanilla semejan características de amontillado. Se muestra algo tosca. Pasamos a la siguiente botella.

   
2.- Rainera Pérez Marín, Manzanilla Pasada La Guita

El vino se presenta turbio, pero no importa en absoluto. Se trata de una botella de los años 70. Aquí no hay ni rastro de aromas a amontillado. Es una Manzanilla Pasada y se muestra aún joven en comparación a otras botellas viejas, el año pasado probamos una de los años 50, aquella se mostró inconmensurable, extraordinaria, ésta también. La Guita demuestra una vez más el éxito de la crianza biológica y la pureza caliza del suelo, impresiona. Viña Miraflores Baja. El terreno de La Guita está constituido por lustrillos y polvillejos

Lustrillos son tierras rojizas en superficie, por debajo se conservan blancas. La variante de este terreno llamada polvillejos es muy apreciada por la calidad que aporta en el viñedo. En esta botella de La Guita que hemos degustado da la sensación de chupar la tiza directamente, tal es su carácter mineral.

Ante preguntas de los asistentes sobre con qué se podría acompañar este vino, Girón sugiere un atún o un puchero. Esta última idea me ha gustado mucho, creo que a más de uno se le estaba abriendo el apetito. En Sanlúcar la manzanilla es un vino para comer, no de aperitivo. Y estos vinos son sumamente versátiles en la mesa.


3.- García Monge, Manzanilla Amontillada Pipiola

Una manzanilla que se muestra mucho menos biológica que la anterior, se notan aromas vegetales. Botella de los 70. Las bodegas Sánchez Ayala, también de Sanlúcar, compraron la solera de esta manzanilla a la viuda de Manuel García Monge.

El amontillado se suele presuponer a partir de un fino por sus características, sin embargo encontramos aquí esta Manzanilla Amontillada. Oímos que Coliseo es otro ejemplo de manzanilla amontillada, en Jerez en este caso. Se dice esto porque sus soleras son refrescadas con vino sanluqueño.

Nos hablan de algunas de las viñas que utilizaba la bodega García Monge. En Sanlúcar se observan dos bloques claramente diferenciados, se debe distinguir entre pagos atlánticos y pagos de río. Los primeros proporcionan mayor acidez y frescura. Los de río alcanzan cotas más altas y presentan albarizas muy puras.


4.- Hidalgo-La Gitana, Manzanilla Pasada La Gitana

Botella de los años 40. Miraflores y Los Cuadrados. En este último pago la concentración caliza es tremenda, en algunos artículos de prensa de 1900 que nos proyectan en pantalla indican incluso hasta una proporción del 94% en la parte alta. Al probar el vino se despeja cualquier duda, si la hubiese, de si importa o no el terruño. Hay finura. Si comparamos con La Guita aquí la caliza es más pétrea, menos deslizante. En palabras textuales de Álvaro, otro vino vivo, éste muerde.

Entre las primeras 4 botellas sobresalen la segunda y la cuarta, las dos grandes marcas. En Miraflores destacan grandes marcas históricas como Barbiana, La Gitana, La Guita y también habría que nombrar Pastrana.


5.- Domecq, Fino La Ina

Un fino, una de las marcas más antiguas de Domecq, de los años 20. La botella es del año 73 ó 74. Al parecer, en aquel entonces, Domecq fermentaba 40.000 botas. Una capacidad de gestión admirable. La Ina es un producto a partir de 54 distintos cascos bodegueros. Estoy completamente de acuerdo con el respeto que solicita Álvaro ante el logro de conseguir un producto como éste.


6.- Osborne, Fino Quinta

Llamado Fino Quinta por ser la quinta escala del sistema de criaderas. Años 70. Finura, hidrocarburos, sésamo... son los comentarios en la sala. Bodega de El Puerto. A principios del XX aparecía nombrado como Amontillado Fino Quinta.

Es claramente un fino, se ha movido poco, comenta Álvaro, recto, limpio, precioso... También nos habla de su gusto por todos estos vinos de edad, un disfrute para él y su grupo de amigos. No es que no les guste el vino chico, pero eso sí, sin que se les sometan a las habituales palizas a la hora de filtrarlos.


7.- Sancho Hermanos, Fino Caribe

Años 50. De mayor carácter amontillado de entre lo probado hasta ahora, de carácter más oxidativo en comparación con los dos anteriores, más biológicos.

Bodega de El Puerto, su propietario fue alcalde de esta ciudad entre 1924 y 1930. La compró Domecq, el casco bodeguero es el que ocupa actualmente las prestigiosas bodegas Gutiérrez Colosía.

Un vino de viña. Viña Caribe, en pago Añina. Ramiro nos comenta que se trata de un pago muy apreciado por los elaboradores sanluqueños aun estando en Jerez, la albariza es purísima. En Sanlúcar suelen ser más caros los pagos que en Jerez debido al minifundismo, una auténtica micronesia. Añina es de los más caros de Jerez.

Mientras preparo este resumen del día de la cata, tropiezo de forma casual con un interesante artículo del diario ABC con lugar y fecha "Jerez, Enero 1920" y la siguiente mención sobre la bodega Sancho Hermanos, el escrito se titula "Impresiones de un viaje en El Puerto de Santamaría":

"Población hermosísima, honra de la provincia de Cádiz, donde los vinos son tan buenos y acreedores a la fama de que gozan en los mercados de España y el extranjero.

Visitamos las bodegas de la razón social A. y A. Sancho (Sancho Hermanos), cosecheros, exportadores y almacenistas de vinos de Jerez. Esta casa de las más antiguas y acreditadas de la región jerezana, posee extensos viñedos y hermosas propiedades en lo más afamado de dicha región. Sus propietarios actuales y directores, D. Alfonso y D. Antonio Sancho, son nietos del fundador de la casa en 1812. La exportación de sus selectos vinos alcanza muchos miles de vasijas al año, siendo sus principales mercados Francia, Inglaterra, los Estados Unidos de América, en cuyos países tiene la casa establecida importantes bodegas, montadas con todos los adelantos modernos.

Los Sres. Sancho han ampliado últimamente el negocio a la Península, habiendo lanzado al mercado un excelente vino de Jerez natural amontillado Fino Caribe, que está llamado a ocupar lugar preferente en el mercado".

Haciendo hincapié en los vinos de pago o de viña, Álvaro Girón nos presenta un artículo fechado en 1878, donde se cita al jerezano Sr. González, quien introduce en el mercado consumidor los vinos de Jerez con el nombre de la viña productora y el año de la vendimia a la manera de los châteaux franceses.

Los vinos de pago o de viña fueron propulsados por González Byass en aquella época. Un camino que decayó posteriormente y en cuya recuperación se debería apostar.


8.- Bobadilla, Fino Amontillado Victoria

Bodega fundada en 1882. Botella de los 70. Se sabe que hasta esas fechas provenía de Macharnudo. En esta botella no se tiene certeza, si fuera de los 50 no habría duda. Se trata de la bodega del exitoso Brandy 103, hoy en manos de Osborne.

No está permitida actualmente la categoría Fino Amontillado por el Consejo Regulador. Victoria es una marca de mucho prestigio desaparecida en los 80. Un fino clásico, muy jerezano, completamente distinto a Fino Quinta. La verdad es que todos los vinos están saliendo buenos, o muy buenos, como éste.


9.- Valdespino, Fino Inocente

Con este vino nos abre Girón la probabilidad de que existieran en su día finos sin fortificar. Nos enseña un artículo de prensa de 1887 donde se nombra que Inocente está criado sin adición alguna de aguardiente. ¿Cómo conseguir entonces la graduación alcohólica? ¿Asoleo?

Vemos que en una etiqueta de los años 30 Inocente es definido como vino natural. Habíamos visto jereces naturales (sin ningún tipo de mezcla), pero no la identificación como vino natural. Ahí queda.

Se insiste en el vino de pago. Macharnudo era internacionalmente considerado a mediados del XIX como el mejor pago de la zona a la altura de Clos de Vougeot en Borgoña o Johannisberg en el viñedo alemán. El 1er Cru de Xérès. Un pago caro, extenso y subdividido entre varios propietarios, en la zona más alta del Marco de Jerez.

El concepto de vino de pago empezó a declinar durante el siglo XX, sobre todo al llegar a los 70. En 1968 la mitad del pago de Macharnudo no era cultivado con palomino. Girón continúa informando que había unas 60 variedades en Jerez y de ellas una veintena al menos en Macharnudo (mantúo de pilas, mantúo castellano, perruno...).

Hoy en día, Inocente continua fermentándose en botas, al igual que otra marca de la casa, Tío Diego. Ambas Macharnudo. Terruño.

Fino Inocente sigue siendo uno de mis finos preferidos y, aunque nunca hablo de precios en este blog, pienso que no existe vino de igual placer a su coste. Por cierto, un vino actual que probablemente también podría envejecer satisfactoriamente, como esta botella de los años 70 que degustamos.


10.- Domecq, Amontillado Fino Jandilla

En esta importante bodega eran cosecheros, almacenistas y extractores (exportadores), al igual que González Byass. Tenían un gran control de la producción, también podían comprar.

Domecq, nombre francés, figura profundamente ligado a la historia de Jerez y sus vinos. Durante décadas y hasta los 60 del pasado siglo elaboraron también un espumoso utilizando el método champenoise, Champagne Domecq, un detalle más que descubrí en su momento gracias a Álvaro Girón.

Las similitudes entre Champagne y Jerez se dan sobre todo por el tipo de suelo, craie (tiza) y albariza; la acción de las levaduras, fermentación en botella y criaderas y soleras, autolisis en botella y crianza biológica; la acidez en Champagne y la sapidez y salinidad en el jerez. Está claro que son regiones de distinto clima, pero podemos encontrar puntos en común. Se trata de un tema del que se habla desde hace algunos años, a mí me atrae especialmente.

Sigo con el resumen de la cata. El Amontillado Fino Jandilla años 70, Macharnudo, se mostró calcáreo, sápido, radical, bestial. Un vino que impresiona y enamora. Una botella deseada, incluso vacía. Una de las estrellas de la sesión, triunfó.


11.- Valdespino, Tres Cortados

Final de esta espectacular cata con un punto dulce, tal vez pasificado. En la etiqueta indicaba Medium Dry, se piensa de todas formas en un Palo Cortado tocado de dulce. Eso sí, Macharnudo. Años 80. Sorprendente vino. Gustó.


Una vez más ha destacado La Guita y Macharnudo. Jandilla cosechó grandes vítores, no me extraña, mi último sorbo lo dediqué a este vino. Los dos finos de El Puerto, Fino Quinta y Fino Caribe, me gustaron también mucho. El nivel general de los vinos fue muy alto, al igual que la emoción entre los asistentes.

Se observa que el tiempo no ha hecho que converjan finos y manzanillas. El estilo se mantiene, Sanlúcar, Jerez, El Puerto. Por contra, ese tiempo ha favorecido la concentración de carácter mineral.

Ha sido una magnífica muestra de lo bien que podían envejecer los jereces, hablamos de 40 años o más. Vinos más criados en aquella época, con menores rendimientos, sin espalderas, sin fermentación en inox... Posiblemente ahora sería distinto, a excepción de unos pocos, muy pocos. Tal como indica Álvaro, no podemos decir que un fino o una manzanilla de 40 años es igual al que podemos comprar hoy en día, pero tampoco un Rioja del 64 sería similar a un vino de añada actual. Y yo pregunto, ¿acaso no nos apetece beber un Rioja viejo?

Un día feliz que nos deja una sesión inolvidable de vinos únicos. Todos disfrutamos muchísimo ante la numerosa exposición de datos. La sala dedicó un largo y merecido aplauso para Álvaro Girón. Espero que algún día plasme en forma de libro sus extensos conocimientos sobre el tema, de momento podemos seguir aprendiendo leyendo el siguiente apasionante artículo de reciente publicación: Una historia probable de los jereces secos: del azar a la necesidad, por Álvaro Girón Sierra.

En cuanto a mí, ganas me entran de trasladarme definitivamente al sur.

Vicente


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miércoles, 25 de marzo de 2015

UBE, ZEREJ... Vinos y proyectos de Ramiro Ibáñez y de Armando Guerra



Conocí a Ramiro Ibáñez en la última edición de Vinoble, la importante feria internacional. Recuerdo que uno de los vinos que probé por primera vez en el Alcázar de Jerez fue el Fino Arroyuelo totalmente en Rama, embotellado tan solo tres días antes. Un fino de carácter sanluqueño sumamente interesante, novedad de la bodega de Chiclana Primitivo Collantes, en la que Ramiro interviene como director técnico. Posteriormente, coincidí con él en una de mis visitas a la Taberna der Guerrita, lugar diría de culto para el amante de los vinos de jerez. Conversando con Ramiro te das cuenta enseguida de sus enormes conocimientos y su pasión por el vino. A cada minuto de charla te transmite detalles y conceptos que te permiten avanzar en el estudio de estos vinos, sus explicaciones son sencillas y pedagógicas.

Ramiro Ibáñez Espinar es un enólogo sanluqueño con una importante experiencia y formación a sus espaldas. Hemos probado varios de sus trabajos elaborados en distintas bodegas: el Fino Camborio y la Manzanilla Maruja (al estilo antiguo de manzanilla, con una crianza más dinámica, tiene una vejez media de unos ocho años, bien podría ser una manzanilla pasada) de Bodegas Juan Piñero, bodega que compró estas dos marcas, el vino y las soleras a Domecq, quien a su vez las compró en su día a Terry; el Amontillado Primitivo Collantes, un amontillado fino capaz de enganchar a los menos iniciados en estos vinos; un par de añadas del Exceptional Harvest de Ximénez-Spínola, delicia de pedro ximénez; el tinto Arroyo Alquitón, 100% tintilla de Rota, variedad autóctona, bodega Hacienda La Parrilla Alta... Y otros vinos, todos ellos producidos de forma artesanal.


Los vinos y proyectos de este enólogo los seguimos con entusiasmo. Una de sus más recientes elaboraciones, esta vez completamente personal, es Encrucijado 2012. Una maravilla de vino de escasas 685 botellas de producción. Sutil, elegante, floral, cremoso, láctico. Un vino único y diferente, embotellado en ese momento en el que el vino se clasifica para Palo Cortado, pero sin ser de nuevo encabezado hasta los 17 ó 18 grados. De ahí la marca de la etiqueta, la raya horizontal cortando la señal vertical del fino. Compuesto a partir de seis variedades autóctonas andaluzas, 50% de palomino viejo y el resto otras cinco variedades casi desaparecidas (mantúo pilas, perruno, mantúo castellano...). Uvas minoritarias e históricas, cuyo aporte, de lo que Ramiro se declara convencido, favorecía y favorece enormemente un estilo de vino, el palo cortado, el más habitual de los jereces durante el siglo XIX, el comúnmente denominado jerez. Estas variedades no son contempladas hoy en día por el Consejo Regulador, por lo que Encrucijado es un vino fuera de la DO.

Hoy he disfrutado de una botella en casa, junto a un jamón de verdad, de los que deslumbran la vista y no caen al voltear el plato, para seguir con una dorada al horno, vino y comida juntos se han mostrado exultantes. Si no has probado todavía Encrucijado o no consigues encontrarlo, está casi agotado, una nueva añada está en estos momentos en bota. Mi consejo es que no se te escape.



UBE, ZEREJ Y NUEVOS PROYECTOS

Acudí la semana pasada a la presentación en Barcelona, en Monvínic Store, de su último vino en el mercado: UBE 2013. Le acompañaba Armando Guerra, a quien nunca nos cansaremos de agradecer el empuje y apoyo que está realizando por los vinos de jerez, unos vinos que son auténticas joyas al alcance de nuestras manos. ZEREJ, de vuelta y media, cuatro magnums fabulosos idea de Armando en la que ha colaborado Ramiro, fue el otro importante proyecto que pudimos degustar. Albariza sanluqueña para el paladar.

UBE 2013. Al olerlo, por un instante, lo sitúo en Francia, de Chablis para arriba, parece chardonnay de suelo calizo. También incluso petrolea. Humo, tiza y un riquísimo sabor. En boca es Sanlúcar. ¡Albariza power! De las sorpresas más agradables que he bebido en los últimos tiempos.

UBE es un vino blanco fermentado en bota, envejecido durante un año, en el que se ha evitado la formación de flor. Aquí lo que impera es el viñedo y el suelo. Su graduación alcohólica natural es de 11%. Proviene de una parcela cercana al mar, del pago Carrascal. Sus cepas de palomino son las primeras plantadas tras la filoxera, las más antiguas datan de 1903. El terreno es albariza de antehojuelas, de primera calidad. Por cierto, recibimos una clase magistral con distintas muestras de suelos traídos: albarizas (parda, tajón, lustrillo, basta, antehojuelas y barajuelas), barros y arena. El porcentaje de esqueleto de alga microscópica en cada una de ellas determinará su esponjosidad y permeabilidad.



ZEREJ. Como comentaba, 4 magnums (numerados 0, 1, 2 y 3), para poner Jerez de vuelta y media. Cuatro etapas en las que el vino muestra su transformación bajo el velo de flor. Desde el Mosto 2014 (Viña El Hornillo, Pago San Miguel) fermentado en bota al Amontillado de 18 años, pasando por la Manzanilla Fina de menos de 2 años y la Pasada de 11. También es un recorrido a través de una bodega viñista, es decir proveedora de mosto (bodega Viña La Callejuela), una almacenista (Bodegas Juan Piñero) que trabajan con esos mismos viñistas y una de expedición (Delgado Zuleta).

Así, tenemos el Mosto, un vino blanco en el que no interviene la crianza biológica para el magnum 0 y la Manzanilla Fina con año y medio de crianza para la botella 1, dos muestras que despiertan nuestra curiosidad e interés. Un ejercicio didáctico y placentero a la vez.

El magnum nº 2 corresponde a la Manzanilla Pasada, en ella notamos poco acetaldehído, sí concentración y mucha cremosidad, casi como mantequilla, también miel y torrija. Es pura seda. Una manzanilla pasada de estilo antiguo. Nos cuentan que se ha insistido en el contacto con las cabezuelas, las levaduras que se depositan al fondo de la bota.

En cuanto al Amontillado, es claramente un vino de meditación, presenta mucho extracto, notas a caramelo Werther, dulzor en nariz, naranja, comino, estragón... Otro magnum fabuloso.

El magnum es un tamaño ideal para compartir. Al parecer, la primera edición, únicamente 120 juegos, está agotada. Habrá que esperar a una próxima saca, en septiembre. Me apunto a la cola.


No acabaron aquí los vinos que trajeron Ramiro y Armando. Pudimos degustar algunos vinos que aún no han salido al mercado. Se probó una Manzanilla de Añada, del 2012, una de las últimas mejores añadas en la zona. Es tremendamente didáctico la comparación de esta manzanilla estática en su crianza, pero con flor, en comparación a la Manzanilla Fina que habíamos probado anteriormente, sistema estático frente a dinámico, presentando la de este último sistema de crianza una sensación más evolucionada en boca.

Y atención, dos últimas botellas que pronto estarán en la calle:

Un tremendo Oloroso Muy Viejo (Juan Piñero). Vejez de 45 años. Un oloroso de Jerez, elaborado sin realizar el 2º encabezado, su graduación de 19,5º se alcanza por concentración. Ramiro nos informa que se llega a perder en las botas por evaporación un 5% del volumen total todos los años, es lo que se denomina merma. El vino se muestra fino, apreciamos orégano y un abanico completo de inciensos. Los olorosos encabezados suelen ser, por expresarlo de alguna forma, más duros.

Por último, un Px, un Pedro Ximénez añada 2014, 12% de graduación. Azúcar residual natural y sin añadido de alcohol, sin encabezar. Yo que lo he probado os ruego que no lo compréis cuando salga al mercado, hay poca producción y esto está muy malo. Dejad que me lo vaya bebiendo. Nada empalagoso, de buena acidez, frescura, delicioso.

Una sesión que nos deja una sonrisa plena. Una sesión de albariza, de flor, de Sanlúcar. Agradecemos la visita de Armando y Ramiro, grandes conocedores y apasionados por estos vinos únicos son además excelentes comunicadores. El vino de Jerez se mueve. # Albariza Power #

Vicente


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martes, 17 de marzo de 2015

Premio Vila Viniteca de Cata por Parejas, un año en Barcelona y otro en la capital



Ocho ediciones han transcurrido ya desde el primer concurso. Una cita esperada por mucha gente. Si hace algunos años costaba más de un mes en completarse las inscripciones, el pasado año en Barcelona duró poco más de doce horas y en esta edición celebrada en Madrid apenas llegó a los 30 minutos en agotarse las plazas para las 120 parejas de aficionados y profesionales del mundo del vino.

En mi opinión, muchas son las causas por las que este concurso resulta tan atrayente:

  • La forma sencilla a la hora de puntuar. Se trata de intentar acertar país, zona, DO, variedades, productor, añada y marca. 
  • El tener que participar en pareja, lo cual puede suponer una ventaja o a veces una mayor dificultad si no hay suficiente sintonía. 
  • La perfecta organización y puesta en marcha. Así como el precioso entorno elegido, bien sea la Lonja de Barcelona o el Casino de Madrid. 
  • El carácter open del concurso, no solo los profesionales pueden participar (sumilleres, bodegueros, enólogos, distribuidores...), también cualquier aficionado. Y con idénticas oportunidades. Acuden participantes desde cualquier rincón de España y también profesionales de Francia, Italia, Japón... 
  • La expectación por conocer las diez parejas que pasarán a la fase final. La curiosidad por saber quien ha sido el ganador, en la mayoría de las veces a través del twitter y camino ya de casa. Y por supuesto, cuáles son los vinos del concurso, tanto de la 1ª fase como de la final. 
  • Intentar averiguar de qué vino se trata catando a ciegas es realmente complejo.

Y muchos más puntos, pero uno de los más importantes que estoy observando en los últimos años es que en realidad el concurso, esta fiesta del vino, comienza unos días antes de la fecha de celebración. Los participantes viajan. Mis amigos y yo nos trasladamos en esta ocasión hasta Madrid, y otros amigos madrileños nos cuentan que prefieren celebrarlo en Barcelona por el mero hecho de viajar y compartir su afición con otros compañeros de la profesión u otros amigos y aficionados. Dos días antes, como mínimo, se llenan varias mesas en los restaurantes y locales donde el vino es mimado y auténtico protagonista. Un ejemplo ha sido este año y nuestro recorrido por algunos restaurantes de Madrid.

Ya únicamente por esto último he de felicitar a los promotores de esta feliz y original idea que ya alcanza 8 añadas. Todo un acierto.

Catar a ciegas siempre supone una buena cura de humildad. El concurso por parejas es muy divertido y creo que nunca debemos olvidarnos de que ese debe ser el objetivo principal de los participantes. Tampoco digo que haya que dejar a un lado la ilusión por poner en juego tus conocimientos e intentar pasar a la siguiente ronda. A veces, estar cerca de acertar de pleno un vino y que se te escape puede causar algo de rabia, que me lo pregunten a mí cuando en esta última edición borré en el último minuto el espumoso que anoté y que ignoraba que había clavado para sustituirlo por otro de medio pelo, ¡toma cagada! Mejor tomarlo a risa, como aquel año en que fijé el Scharzhofberger Riesling Kabinett 2008 de Egon Müller, pero que creo lo clavó la mayoría de participantes, lo que no está tan claro es si todo el mundo lo escribió correctamente, incluido yo. Anécdotas hay para todos los gustos, varias veces he escuchado aquello de "¡coño!, este vino lo probé justo hace una semana y no lo he identificado". En fin, cada botella es un mundo. Sin embargo hay parejas que han repetido varias veces en la final, y eso tiene mucho mérito.

A veces ocurre que en este concurso te encuentras con un vino tan extraordinario que dejas de catar y escupir para pasar a saborear, como con el pedazo de Château d'Yquem 1997 que disfrutamos en nuestra primera participación, allá por la 3ª edición. 

No he participado en todas las ediciones, y solo en una lo pasé algo mal, fue el año pasado cuando me entraron unas ganas enormes de acudir al lavabo a falta de más de 20 minutos, sí, es cierto, pa reventar, pero hay que joderse, que ya somos mayorcitos, o será por eso y los problemas de próstata.

En esta ocasión he salido bastante contento, a pesar de meter gravemente la pata en algún vino, logramos diferenciar algunas variedades y zonas, y lo más importante, estuvimos muy a gusto durante el certamen y durante todo el fin de semana. Nos reímos mucho.

Para el próximo evento en Barcelona intentaremos volver a inscribirnos. La diversión empieza como mínimo dos días antes.

Por cierto, felicidades a los ganadores y organizadores.

Vicente

Fotografía de cabecera realizada por Juan Luis Vanrell (El Ojo Público)


Los vinos del 8º Premio Vila Viniteca de Cata por Parejas celebrada en el Casino de Madrid el pasado 8 de marzo, domingo:

Fase Clasificatoria

- L'Origan Rosat Brut Nature. Cava
- Schloss Gobelsburg Riesling Alte Reben 2006. Kamptal, Austria
- Pazo Señorans Selección de Añada 2007. Rías Baixas
- Philippe Pacalet Pommard 2011. Pommard
- Frank Cornelissen Munjebel 2013. IGT Terre Siciliane Rosso
- Contador 2012. Rioja
- Olivares Dulce Monastrell 2011. Jumilla

Fase Final

- Clos Naudin Vouvray Brut 2010. Vouvray
- Domaine Leroy Bourgogne Aligoté 2011. Bourgogne
- Menade Verdejo 2014. Rueda
- Southern Right Pinotage 2013. Walker Bay
- Comando G Rumbo al Norte 2012. VT Castilla y León
- Pingus 2005 (6 L). Ribera del Duero
- Egon Müller Scharzhofberger Tonel 6 Auslese 2005. Mosel-Saar-Ruwer


domingo, 15 de marzo de 2015

Surtopía, Tasca Celso y Manolo, Vinoteca García de la Navarra, Taberna Laredo, El Padre... Madrid



Pienso que hay que visitar Madrid como mínimo una vez al año. Se trata de una ciudad multicultural, abierta y acogedora. Mérito todo ello de sus habitantes, nacidos aquí o llegados de toda España y de cualquier parte del mundo.

Centro de arte por sus museos y exposiciones, en nuestra reciente visita a Madrid no desaprovechamos la oportunidad de contemplar algunas de las obras de Alberto Giacometti (1901-1966) expuestas en la Fundación Canal hasta el próximo 3 de mayo. Sus esculturas de la figura humana siempre me han atraído. También hubo tiempo para recordar un pequeño y encantador espacio, el Museo Sorolla, localizado en la antigua residencia madrileña de este extraordinario pintor valenciano.

Pero, como sabéis, de lo que se habla en estas páginas es principalmente de vinos, así que contaré nuestro recorrido por algunos de los restaurantes de esta ciudad.

Viajando al sur

Sí, el sur siempre lo echamos de menos, y en Madrid podemos satisfacer nuestra añoranza comiendo en este restaurante gaditano. Sus "Tortillitas de camarones" son crujientes, nada aceitosas y muy ricas. También nos gustaron las "Sardinas maceradas en vinagreta de jerez", deliciosas, y pedimos "Urta al horno a la roteña". De postre: "Crema tostada de tocino de cielo y limón helado" y "Tarta de manzana al estilo El Olivo" (en honor a un anterior restaurante), ¡qué buenos!

Varias copas acompañaron: los aromas salinos de Manzanilla 11540 (el código postal de Sanlúcar), una selección de Bodegas Barbadillo en exclusiva para Surtopía; Fino Perla en Rama, buen fino de una pequeña bodega de Jerez, Blanca Reyes; La Bota nº 54 de Fino Macharnudo Alto del Equipo Navazos, no falla. Estoy enamorado de los vinos de jerez, vinos versátiles, compañeros de innumerables platos.


Y la estrella del día, una botella de Encrucijado 2012. Tengo una en casa, pero al ver en la carta de vinos esta referencia no tuve la menor duda en pedirlo. Sutil, elegante, floral, al beberlo notamos vainilla, también un punto graso, mantequilla, glicerina... siempre vertical y muy fresco. Una auténtica maravilla. Un vino elaborado por el enólogo sanluqueño Ramiro Ibáñez Espinar. Seis variedades autóctonas andaluzas, 50% de palomino viejo y el resto otras cinco variedades casi desaparecidas. Un vino único y diferente, embotellado en ese momento en el que el vino se clasifica para Palo Cortado sin ser de nuevo encabezado hasta 17 ó 18 grados. De ahí la marca de la etiqueta, la raya horizontal cortando la señal vertical del fino o manzanilla. ¡Ojo! Producción limitada de 685 botellas de 50 cl. Ahora alguna menos.


Fabuloso final en este rincón de Cádiz con unas copas servidas a ciegas, por gentileza del chef José Calleja. Un vino muy viejo, se trataba del VORS de Barbadillo Medium. ¡Una pasada!

Para repetir asiduamente

Cuando me enteré que disponían de unas 30 referencias de vinos naturales de diversos lugares del mundo y que sus productos eran de tanta calidad como los de la Taberna La Carmencita, son los mismos propietarios, me apunté esta dirección en la agenda. De hecho acudí dos veces en los tres días de nuestra estancia en Madrid.

Pequeño local en el que se está a gusto por el ambiente y la simpatía del servicio. Muchos platitos para disfrutar en una divertida carta: chuletón de tomate (yo repetí), taquitos de chuletón de vaca cántabra, chuletillas de cordero lechal, carpaccio de roast beef, empanadillas de Móstoles, pepitos de ternera, bocadillos de calamares... Todo muy bueno. Nos gustó.

Dos botellas abrimos en esta moderna tasca:


Tommy Ruff 2011 Barossa Valley. Mitad shiraz mitad mourvèdre de Tom Shobbrook. Ahumados, pieles, animal, carne, toques salados. Me recuerda algunos vinos de la Côte-Rôtie. La fruta no es una bomba. En boca es vertical, nada agresivo, fresco, directo. De color carmesí.

Lulu de Patrick Bouju, Domaine de la Bohème. Parcela de gamay de unos 60 años de la región francesa Auvergne. Subsuelo de origen volcánico. Fruta y frescura.

Algunos vinos quedaron pendientes para próximas visitas. Botellas de Olivier Cousin, Patrick Meyer (éste por copas también), Rafa Bernabé, Manuel Valenzuela... Buena selección.

¡Qué bien comimos!

La idea inicial de picotear algo en su zona de barra acabó en una excelente comida en su comedor.

Degustamos una copa de la Saca de octubre del 2014 de Fino Tradición para el aperitivo, deliciosas croquetas de jamón y de trufa. Qué más se puede desear para empezar.

Elegir una botella para acompañar la comida resultó difícil, conforme leía la carta más referencias interesantes aparecían, pero ante platos con tan buena pinta había que estar a la altura. Pur Sang 2010 de Benjamin Dagueneau fue la elección. Delicieux! El sauvignon hecho perfume, se te queda la nariz pegada y su elegancia en el paladar.

Respecto a la comida, el mejor producto que puedas encontrar. Nuestra comanda fue: "Menestra de verduras", recién preparada (cardo, borraja, judía y alcachofa); "Patatas a la importancia con rape", sabor; y una ración de pulpo sobre puré de patata, un pulpo tierno y sabroso difícil de igualar que estaba para hablarle y compartir la copa con él. ¡Qué bien comimos! 


Mi restaurante preferido

Imprescindible para mí visitar este restaurante cada vez que voy a Madrid. Siempre salgo con una enorme sensación de felicidad después de cenar en él, sensación que saboreo durante el relajante paseo de vuelta hacia el hotel, bordeando el Retiro, saludando a la Puerta de Alcalá y llegando al Paseo del Prado. También son sensaciones para el recuerdo.

Teníamos claro qué botella elegir para compartir entre los cuatro jóvenes amigos que acudimos en esta ocasión, Champagne Substance de Anselm Selosse. Sería para degustar en la sobremesa. El resto de vinos, y también los platos, los dejamos en manos de Miguel Laredo, siempre acertado y atento.


Fotografía de Juan Luis Vanrell, "El Ojo Público"

Para comer, a compartir, unos berberechos tan buenos como no recuerdo haber comido nunca, unos apetitosos molletes de mollejas rebozadas, pulpo a la gallega, fideuà, San Pedro a la plancha, chuletillas de conejo que cayeron como si fueran pipas de lo ricas que estaban y una selección de quesos. Fenomenal. Producto de primera calidad, como siempre.

Para beber, una chardonnay de perfil afilado, una chenin biodinámica, una mencía curiosa, una pinot noir deseada y una savagnin fabulosa. Finalmente el Substance degüelle del 2007: un fuera de serie, no es champagne, no es vino, es una puta locura, o para quien lo prefiera, la gloria bendita. Una botella de reclinatorio y para reclinarse. ¿He comentado que el degüelle es de hace 8 años?

Los vinos eran: Meursault 1er Cru Les Genevrières 2009 de Rémi Jobard, Les Rouliers 2012 de Richard Leroy, Lousas 2013 Ribeira Sacra de Envínate, Vosne-Romanée 2012 Méo-Camuzet, Château Chalon 2006 de Macle. Cada vez que salgo por la puerta de este restaurante estoy ya pensando en cuándo volver.


El Padre*

Antes de acudir a este conocido restaurante, especialmente para los aficionados al vino, nos acercamos a otro restaurante de reciente apertura, Alabaster, donde degustamos una botella ideal para abrir los jugos gástricos y el apetito, un champagne que no conocía y que me sentó de maravilla, Champagne Suenen Grand Cru, un Blanc de Blancs de Aurélien Suenen, vigneron instalado en Cramant. Tomo nota de este restaurante al que volveré para sentarme y disfrutar, bien en su zona de barra o en su sala de comedor.

Ya en El Padre, y con un grupo más numeroso, nos dejamos llevar por una cata a ciegas, seleccionada por David, propietario y sumiller. Flojos los blancos que nos sirvieron, entre las botellas que acompañaron los diversos platos destacaron Brise Cailloux 2011 Cornas de Matthieu Barret, Arbossar 2011 Priorat de Terroir al Límit y sobre todo un vino aportado por uno de los compañeros de mesa, Poeirinho 2012 DOC Bairrada, una novedad de Niepoort. Un vino expresivo y fresco cuyos viñedos se encuentran a nivel del mar, la variedad de uva empleada se denomina baga. Respecto al restaurante El Padre, habrá que repetir para inspeccionar y exprimir su bodega.

*(Nota a posteriori: este restaurante, El Padre, ha sido traspasado, los hermanos David y Mario Villalón regentan desde finales de marzo de 2016 un nuevo restaurante, Angelita Madrid, localizado en la calle de la Reina nº4, en el barrio de Chueca).


Como contaba al principio, Madrid es una ciudad multicultural, como el vino. Durante nuestros tres días de estancia hemos viajado a través de aromas y sabores de Sanlúcar, Jerez, Barossa Valley, Loira, Borgoña, Jura, Champagne... A la frecuente afirmación "en Madrid se come muy bien" añadiría "y se bebe muy bien".

Hasta pronto

Vicente

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