Blog de un aficionado al vino. Un paseo simple a través de mis aficiones, un punto de vista personal en un instante determinado. Siempre dispuesto a aprender, disfrutar y compartir.

domingo, 20 de marzo de 2016

Simplesmente... Vinho BCN 2016



Suerte, casualidad, coincidencia, serendipia... No sabría cómo llamarlo, la cuestión es que casi recién aterrizado de un viaje a Lisboa me enteré de un evento que se iba a celebrar en la ciudad donde vivo, simplesmente... Vinho BCN. Un grupo de viñerons portugueses iban a presentar sus vinos en Barcelona durante todo un fin de semana. Un encuentro donde catar, aprender, charlar, beber y comer, todos juntos, viñerón y aficionado.

Simplesmente... Vinho es un salón de vinos independiente, promovido por los propios vitivinicultores, que se celebra anualmente en Oporto desde hace 4 ediciones. Un salón off de vinos portugueses cuya primera edición, producida por João Roseira de Quinta do Infantado, se celebró en 2013.

Este año hemos tenido por vez primera la oportunidad de disfrutarlo en Barcelona. Sí, ya se celebró, hace dos semanas, pero tengo ganas de hablar de ello y comentar nuestra experiencia.

Música en directo, platos de cuatro de las cocinas más atrayentes de la ciudad, exposición de arte y vinos verdaderos. Todo ello en la Galería Addicted To Life, en Poble Nou. Fue un éxito. He de felicitar a Malena Fabregat, impulsora y organizadora de dicho festival. A quienes no hayáis ido, os recomiendo no perderos la edición del próximo año.

Recorrimos las principales regiones vinícolas de Portugal, Vinho Verde, Bairrada, Dão, Douro, Lisboa, Alentejo... a través de una selección de productores que elaboran vinos de calidad, con tipicidad, de forma artesanal y respeto a la viña y su entorno.


La primera mesa a la que nos acercamos fue a la de Vasco Croft y su bodega Aphros, en Vinho Verde. Suelos graníticos. Un acierto comenzar el día con sus vinos, frescos, agradables, como su Aphros Loureiro 2014 o su Phaunus Pet Nat 2015, pétillant que elabora por primera vez y que resultó un flechazo, para beberlo a cualquier hora del día. Tiene otro pétillant, vinificado en ánfora y elaborado en su antigua bodega donde no existe ni electricidad. Trabaja con la variedad blanca loureiro y en tintos con vinhao, también llamada sausão, la sousón que conocemos en Galicia. Siendo Vinho Verde una zona mucho más conocida por sus vinos blancos, me gustó probar su Aphros Vinhao 2013, un tinto prensado a pie en lagar de granito empleando después inox. Vinos tranquilos y espumosos, de gran vivacidad, equilibrio y baja graduación.



También en suelos graníticos pero en Dão elabora sus vinos este joven vitivinicultor. La verdad es que suena mejor la palabra francesa vigneron, o viñeron. António Madeira nos comenta las diferencias térmicas que se dan en su zona del día a la noche, lo que proporciona mayor acidez a sus vinos. Sus viñas tienen entre 50 y 120 años en una altitud de hasta 600 metros y trabaja con 20 ó 30 variedades en complantación. 

Branco 2013, un recién nacido, mostraba un gran potencial, en su composición predominanan síria, fernão pires y bical. En los tintos, como el Vinhas Venhas (10 parcelas) o A Palheira (4 parcelas), ambos del 2013 pero este último todavía más profundo, con mayor finura, destacan las variedades baga, jaén (es la mencía) y tinta amarela. Usa barricas usadas. Como colofón probamos A Centenária 2013, viñas de 120 años en una única parcela, una muestra de Dão a finales del XIX. António Madeira busca la frescura en sus vinos sin olvidar la profundidad, son vinos austeros, finos, de guarda.


Bodega situada en la región vinícola de Lisboa. Sólo 5 hectáreas, de suelos arcilloso calcáreos, unos 150 metros de altitud y cerca del mar. Un clima fresco que conlleva maduraciones lentas. Recuerdo perfectamente beber uno de sus vinos en un restaurante de la capital portuguesa, la botella de la mariquita. En esta ocasión, tras degustar sus blancos, donde junta variedades como arinto (aporta mayor acidez), encruzado (da volumen en boca) o fernão pires (más afrutada), probé de nuevo su tinto 2010, un vino con estructura pero con frescura y bebible sin cansar.

No finalizó aquí la degustación, el último vino que presentaba era extraordinario, proviene de una antigua parcela plantada por su abuelo en 1957, con distintas variedades, en su mayoría baga y el resto hasta 15 variedades diferentes, también blancas, lo que hay en la viña, en cofermentación y un año en inox y tres en madera. Se trata de Quinta da Serradinha 1999, de una complejidad asombrosa. Caramba con la baga, prohibido escupir al catarlo. Sólo 1000 unidades. En la etiqueta figura la antigua clasificación como Vinho Regional Estremadura.



También en la zona de Lisboa, a pocos kilómetros del Atlántico, se localiza Vale da Capucha. Su suelo, arcilloso calcáreo, contiene grandes cantidades de fósiles. Al retomar el trabajo iniciado por su bisabuelo, Pedro Marques cambió la filosofía de la bodega, reduciendo rendimientos, potenciando una agricultura ecológica y privilegiando las variedades blancas. Entre el Gouveio 2014, Arinto 2013 y el Alvarinho 2012, me cuesta decidirme cuál me gustó más. Por momentos parecía que estaba catando vinos de Chablis.



Rodrigo Filipe, Quinta do Paço, realiza un rosado y un tinto con la variedad castelão pero es su blanco el que nos tiene atrapados, Humus 2014, 100% arinto, buena acidez, salinidad y perfecto para comer. Será que nos trae buenos recuerdos cenando en nuestro restaurante preferido de Lisboa, Leopold.

Posteriormente, lo bebimos con los platos de sushi preparados por Atsushi Takata, del restaurante La cuina de l'Uribou, una de las muestras de cocina presentes. Es significativo que el viñeron se sintiera halagado cuando le solicitamos unas copas de su vino para acompañar la comida.


Los vinos de Fernando Paiva eran los que más ganas tenía de probar. Trabaja en 3 hectáreas. Dispone de la certificación biodinámica demeter desde 2007, pionero en Portugal. Sus vinos me gustaron todavía más de lo que esperaba, todos de la añada 2015, el blanco de arinto y azal sin sulfuroso añadido es un placer catarlo, imagínate bebiéndolo. Más frutales se mostraban el Mica Loureiro o el Mica de 5 variedades (azal, arinto, loureiro, treixadura y alvarinho). Mica forma parte de un proyecto que comparte con otros tres productores bajo el nombre de ViniBío. Por último probamos el tinto de vinhao, también sin SO2, encontramos sapidez y buena acidez, el elaborador nos comenta que es un vino para comer, a mí me abría el apetito.

Un bocadillo, de los especiales, preparado por Borja Sierra de Granja Elena, otro de los restaurantes representados en este evento y uno de mis sitios preferidos en Barcelona, era el maridaje perfecto para beber buen vino.


Conocía su vino Gilda al haberlo disfrutado en Santa Clara dos Cogumelos, un restaurante de Lisboa que recomiendo, sobre todo si os gustan las elaboraciones con setas. Pero no había probado María da Graça, variedad alfrocheiro, un vino más alternativo que el primero, muy fresco, en su añada 2015 no usa barrica, sólo inox. En la etiqueta aparece su padre y su hermano mayor.



Sílvia Mourão y Nadir Bensmaïl son distribuidores, importadores, exportadores de vino y además de promulgar en Portugal el vino de pequeño productor y trabajo artesanal, realizan diversos proyectos con elaboradores locales, bajo el nombre de Uvelhas Negras. Así, Achada 2013, fresco y floral, 100% variedad alfrocheiro en esta añada, y Granvizir 2011, vino de parcela con 47 variedades autóctonas, donde optan por la profundidad, ambos realizados con Alvaro Castro, Quinta da Pellada, en Dão. También probamos Óssio 2014, Adega do Monte Branco, un vino que busca la frescura en Alentejo. Vinos de carácter.

Aprovechando que venían directamente de Canarias nos ofreció también la malvasía aromática de la bodega de Fuencaliente Matías i Torres, en La Palma. Es la bodega de la vitivinicultura Victoria a quien tuve el gusto de conocer en Jerez en la última edición de Vinoble. Malvasía de suelo volcánico, sin portainjerto, cuando probéis sus vinos os entrará unas ganas enormes de visitar su isla. Me alegra que importen sus vinos para Portugal. 



Sara Dionísio y António Lópes trabajan en 20 hectáreas dispersas en parcelas de diferentes suelos, altitudes y entorno. Predomina el granito. Con certificación Ecocert desde 1996, utilizan preparados biodinámicos desde 2006. De entre todos sus vinos, me entusiasmó, y mucho, la botella de Elfa 2010, 30 variedades, todas en la misma parcela, baga es una de ellas, también alguna blanca y alguna sin nombre. Crianza en inox, tres años, sin paso por madera. Un vino peculiar, para añadirlo a la lista de compras.


Dispone de 6 hectáreas, esquistos y granito, a menos de 100 kilómetros de España, y una altitud de 500 metros. Muy frescos sus Rufia 2015, el blanco (encruzado, malvasia, arinto, bical y cercial, esta última es la rabigato en Douro o sercial en Madeira) y el tinto (touriga nacional, jaen, rufete, baga, y mourisco). En Portugal existen alrededor de 300 variedades autóctonas. Seguimos con Terras de Tavares 2006, 2002 y 1997, vinos elegantes, con notas vegetales, frescura, y gran capacidad de envejecimiento.


Los vinos portugueses no estaban solos, venían acompañados por otros vinos atlánticos, gallegos, cómo no.

Los primeros vinos que bebí de Alberto Nanclares, Coccinella y Crisopa, fue precisamente en Cambados, en la Vinoteca Ribeira de Fefiñáns, frente a la ría de Arousa y junto a José Luis Aragunde, propietario del local, copartícipe de dichas botellas y un enamorado del vino. Así que, tener la oportunidad de probar toda la gama de vinos de Alberto Nanclares me hizo especial ilusión. Fuimos atendidos por Sílvia Prieto. Todos sus vinos nos gustan, y siguen sorprendiéndome, esta vez con la botella de botrytis paraje mina 2015, 17 g/L de azúcar residual y 13% de alcohol. Entre las prácticas de este viticultor destaca la utilización como compost de algas recogidas en la ría, aportando de esta manera oligoelementos, minerales y antibióticos para que la planta mejore su resistencia a las enfermedades.


Otra bodega gallega y esta vez una sorpresa, un descubrimiento para mí, los vinos de Fazenda Prádio, en la zona de Ribeira Sacra. Están fuera de la denominación, de ahí que no figure el nombre de la variedad en sus etiquetas, son vinos de mesa, pero utilizan el nombre sin las vocales. El BRCLL 2014, brancellao, es una bomba, silvestre, notas a pino, eucalipto, monte, fresco, salvaje, si lo bebes y cierras los ojos se diría que ves los jabalís corriendo. No se queda atrás la botella de merenzao, MRNZ, o la de ensamblaje al 50% de ambas variedades, muy sutil. Probamos también sus otros vinos, mencía en maceración carbónica (MNC M.C.) y el rosado, sangrado, del que nos llevamos unas copas para acompañar los platos que preparaba otro de los restaurantes presentes, Rasoterra, el mejor restaurante vegetariano que conozco en la ciudad. 


Nos faltó degustar otros vinos, como As Furnias de Juan González Arjones, en la Ribera del Miño, o los de Juan Antonio Ponce de la DO Manchuela, la muestra mediterránea del fin de semana. Vitivinicultores que hemos mencionado en alguna ocasión en este blog y cuyo excelente trabajo conocemos.


Seguro que también me perdí alguna mesa de vinos portugueses, pero deseaba terminar la sesión con los vinos de João Roseira. Quinta do Infantado son pioneros en la venta directa desde el Douro sin pasar por Vila Nova de Gaia. Recordad que hasta la entrada de Portugal en el Mercado Común Europeo en 1986, la reglamentación exigía que la crianza y embotellado de todos los vinos de oporto debía realizarse en la ciudad.

Probamos varios vinos, de entre ellos me fijé especialmente en el Gouvyas Vinhas Velhas 2004, viñas de más de 70 años, dos parcelas, una a cada margen del Douro. Intenso y elegante. Botella en tamaño magnum, siempre mejor. Finalizamos con una selección de oportos: Porto White, Ruby, LBV 2011, Tawny Reserva y Tawny 10 años. Fortificados que presentan menor proporción de azúcar residual de lo que es habitual, los oportos más secos del mundo.



Así transcurrió nuestra experiencia, aprendiendo de los viñerons presentes, observando la exposición fotográfica de Pierre Radisic, las pinturas de Claudio Bado, las fotografías de Vincent Pousson, saciando el apetito con la comida de Rasoterra, de Atsushi Takata y de Borja y Patricia de Granja Elena, sin olvidarnos de las costillas a la brasa preparadas por Rafa Peña, Gresca, para la cena junto al grupo de viñerons, otro de los grandes momentos.

Dos días de vinos, comida, arte y música.

Vicente

Los vinos de Malena es la empresa que importa y distribuye desde Barcelona la gran mayoría de los vinos degustados. Un catálogo emocionante.

sábado, 12 de marzo de 2016

En Lisboa: Leopold, À Margem, Santa Clara dos Cogumelos... (2ª Parte)



No es difícil comer bien en Lisboa. De hecho, justo al lado de nuestro hotel de la Praça do Rossio (o Dom Pedro IV), en el barrio La Baixa, comimos muy a gusto en un par de ocasiones en una sencilla casa de comidas, localizada en una esquina frente a la bonita fachada de estilo neomanuelino de la estación de Rossio. Nos poníamos las botas: petiscos (aperitivos), recetas de bacalhau, sardinhas asadas, bifanas (carne de cerdo marinada)...

De todas formas, mi afición no se limita a la comida, el vino me importa y no me vale cualquiera, valoro la pequeña producción, artesanal, y la honestidad en su elaboración, de ahí mi búsqueda de restaurantes o bares donde dispongan de estos vinos, vinos, no infusiones de madera ni compota de frutas.   

Si además nos encontramos con un pequeño restaurante, íntimo, de carácter familiar, con personalidad, donde cuidan el detalle, con una cocina atrevida, que ofrezca algo distinto y en el que se esté muy a gusto y perfectamente atendidos, ese lugar hay que visitarlo. Estoy hablando del restaurante Leopold, uno de los que más disfrutamos.

Lisboa se ha modernizado con gusto y lo notamos en todos los restaurantes que hemos visitado.



Localizado en el barrio de Mouraria, rua de São Cristovão 27. Thiago Feio, preparando los platos de degustación, y su esposa Ana Cachaço, atendiendo, informando y sirviendo, llevan dos años en este pequeño, muy pequeño restaurante que anteriormente fuera una antigua panadería.

Sólo cuatro mesas, cuatro, amplias y cómodas. Dos comensales en nuestro caso, como durante todo el viaje. Creo que tuvimos suerte de poder disponer de una mesa reservando sólo unas pocas horas antes.

Para el nombre del restaurante se inspiraron en el museo de arte moderno de Viena donde se expone, aparte de otras obras, la mayor colección de Egon Schiele. La decoración es minimalista, la enorme ventana a la calle nos muestra el contraste con un barrio todavía algo deprimido aunque también con un encanto peculiar. Vajilla de cerámica local de calidad, menú degustación de seis platos y una corta pero adecuada selección de vinos. De fondo, música de Tom Waits.


Se trata de una cocina de autor, con algunas elaboraciones realizadas a baja temperatura, con delicadas notas orientales en algunos de sus platos (gotas de miso, alga kombu, hierbas japonesas, shitake) y producto autóctono (mantequilla de leche de oveja de Avenzao, pan de trigo de Alentejo, ternera de Azores, plátanos de Madeira, quesos de Azores...), siempre en combinaciones exitosas y sorprendentes. Para terminar, unos higos confitados y hojas de menta presentados en una bonita y antigua caja de tabaco. Nos informan que los higos son de una zona de Portugal muy cercana a Badajoz.


No se me olvida nombrar los vinos que saboreamos, dos botellas elegí, valía la pena. Humus 2014 para empezar, un blanco de la variedad local fernao pires elaborado por el viñeron Rodrigo Filipe, quien trabaja de forma natural, sin adicionar sulfuroso. La bodega, Encosta da Quinta, se localiza al norte de Lisboa. Percibimos notas cítricas, salinas, algún recuerdo a pipas de girasol, magnífica acidez e ideal para esta cocina. Sólo 11% de graduación alcohólica.


Y seguidamente otro vinazo, clasificado en su fecha como Vinho Regional Beiras (Bairrada), Poço do Lobo 1995, Caves Sao Joao, variedad 100% arinto, una de las más antiguas de Portugal. Complejo, con notas de miel, fruta seca y  una acidez que le ha permitido envejecer y seguir mostrando frescura. Una vez más una elección estupenda para disfrutar con la cocina de este restaurante.

Tenemos ganas de volver, pero creo que será ya en el nuevo establecimiento al que se trasladaran muy pronto. Cerca, en Castelo.


BELÉM

Desde la estación de Cais do Sodré sale la línea de tren que lleva a Cascais. Desde la estación de Rossio podemos coger el tren a Sintra y admirar, entre otros, el famoso y bello Palácio do Pena, si lo permiten las frecuentes neblinas, imagino que su nombre tiene relación. Por cierto, en este palacio se rodó la película española "El perro del hortelano". Para visitar otro lugar imprescindible, a unos treinta minutos de transporte, subiremos al tranvía nº 15 cuyo recorrido comienza en la Praça da Figueira. Nos llevará a Belém. También se puede acudir en bus, en tren o en barco.

En Belém podemos comenzar visitando la famosísima Antiga Confeitaria de Belém, creo que ya he comentado que elaboran los mejores pastéis do Belém que he probado, recién horneados, crujientes, espolvoreados con canela a gusto.

Al lado tenemos el Mosterio dos Jerónimos, de estilo manuelino. Muy cerca, el Museu Colecção Berardo, de arte moderno y contemporáneo. Y acercándonos al río Tajo, un fenomenal paseo bordeándolo con vistas al Ponte 25 de Abril, al Cristo Rei (estatua situada en el margen de enfrente), al monumento de los descubrimientos (Padrão dos Descubrimentos), monumento monolítico de 52 metros de altura construido en 1960, y a la Torre de Belém, de 1515. De todo ello podemos disfrutar acompañados de buen vino en la magnífica terraza (esplanada) del siguiente restaurante:



Espléndida terraza situada a mitad del paseo mencionado, dentro de un entorno extraordinario. El día que acudí no destacó especialmente la comida, sí la selección de vinos. Aquí se celebra una importante feria de vinos a primeros de julio, Vinho ao Vivo, donde participan productores de varios países europeos.

Siempre prefiero solicitar una botella antes que unos vinos por copas, pero ante la variada selección por copas ofertada opté por degustar varios vinos.

Espumante Ataíde Semedo Cuvée Bruto 2013. DOP Bairrada. De burbuja fina, seco, no está nada mal. Sus uvas: bical, cerceal, chardonnay y pinot noir. Método tradicional.

Vale da Capucha Gouveio 2013 Vinho Regional Lisboa, elaborado por Pedro Marques. Suelo arcillo calcáreo de origen oceánico. Bien esta godello.

Vinha do Outeiro 2012 Coleçao Uvelhas Negras Quinta da Pellada & Os Goliardos. Dão. En colaboración con Álvaro Castro. Un vino fresco, atlántico, con recuerdos a tinto gallego, especias, bosque... Afrocheiro 70%, touriga nacional 30%.

Centurião 2007 Uvelhas Negras Quinta do Mouro & Os Goliardos, vinho regional alentejano. Vino de carácter maduro, fruta madura, y ciertos recuerdos al Priorat, o al Douro. Mezcla de alicante bouschet, aragonez, cabernet sauvignon y petit syrah. La aragonez es la tempranillo, llamada tinta roriz en el norte de Portugal.




TRANVÍAS

Al igual que los elevadores, además de medio de transporte, los tranvías se han convertido en atracción turística.

Creo que ya he nombrado el tranvía nº 28, el más famoso de la ciudad. Recorre Alfama hasta la Praça do Comercio, para seguidamente atravesar Chiado y llegar al barrio de Estrela. El tramo que recorre por Alfama y Castelo es el más buscado.

Existe otro tranvía muy curioso, el nº 12. Un tranvía que realiza un recorrido circular, su parada inicial/final es en Praça da Figueira. Aconsejo subirse a él para acercarse al Castelo de São Jorge, construcción árabe de mediados del siglo XI. También pasa junto a espectaculares miradores como el de Santa Luzia y Largo das Portas do Sol. Uno de los puntos más interesantes de su recorrido es la Sé (catedral de estilo gótico). Justo al lado, hay una dirección donde tenía ganas de acudir, Cruzes Credo, local de buena pinta, buen ambiente, pero donde no nos quedamos a cenar, la causa es que permiten fumar dentro de su sala. Lo veo incompatible con la comida y con el vino.



Restaurante situado encima del Mercado de Santa Clara, en una zona muy agradable de Alfama, delante de la cúpula del Panteón Nacional. Alrededor se monta, martes y sábados, el mercadillo de pulgas Feira da Ladra, tipo rastro.

Una buena forma de llegar hasta aquí es aprovechar el tranvía 28 y bajar en la parada justo antes de la monumental iglesia de estilo renacentista São Vicente de Fora, dedicada a San Vicente Martir, patrón de la ciudad.

El restaurante abrió hace dos años y medio. Su carta se centra en las setas, de ahí su nombre. En sus paredes exponen pinturas con la posibilidad de comprarlas, actualmente una serie de Anabela Moreira titulada "Retratos de interior".

Cenamos muy bien aquí, a destacar las croquetas, de portobello. También el llamado huevo perfecto, a baja temperatura, con trufa, crema de queso y almendras ahumadas, y el risotto de hongos porcini, trompetas da morte, corteza de naranja, romero y nueces. Delicioso todo. De postre, crême brulée con boletus edulis y trufa, de tremendo sabor.

Para beber:

Gilda 2013, Bairrada, de Tiago Teles. Merlot, tinta barroca y tinta Cao. Suelo arcillo calcáreo y fuerte influencia atlántica. Fresco y vertical.

Fraga Alta Reserva 2006, Douro, vinicultora Lucinda Todo Bom. Llamándose así, cómo no lo iba a pedir. Fruta madura, notas de chocolate, necesita respirar un tiempo, con más volumen que el anterior, más ancho. Son distintos, claro, éste es del Douro y en un estilo algo más clásico. Touriga nacional, touriga franca y sousão, son las variedades de este vino.

Muy bien atendidos, al igual que en todos los sitios donde acudimos, Santa Clara dos Cogumelos es un restaurante para repetir.

En una bonita noche y desde este bonito lugar recomiendo regresar paseando hasta el centro.




MIRADORES

No lejos del restaurante dos Cogumelos, en un corto paseo, se puede visitar dos extraordinarios miradores: el de Graça, junto a la iglesia del mismo nombre, dispone incluso de un quiosco donde tomar algo, como en muchas plazas lisboetas, y el miradouro da Senhora do Monte, el más alto de la ciudad, con vistas al castillo y al Ponte 25 de Abril. Lugares ambos muy románticos.

Otros famosos son: Miradouro de São Pedro de Alcántara, en Bairro Alto, con hermosas vistas a Graça y al Castillo de Sao Jorge, podemos acceder a él subiendo en el funicular da Glória; Miradouro de Santa Catarina, ya sabéis, al lado del Noobai Café, con fabulosas vistas; el de Santa Luzia y, a un paso, el de Largo das Portas do Sol, también de bellísimas vistas.


Hasta aquí nuestra visita a Lisboa, ya tenemos apuntadas nuevas direcciones para un próximo viaje: LX Factory, en Alcântara, centro de creatividad que ocupa una antigua fábrica textil, y el restaurante Os Gazeteiros, en Castelo. Este último recomendado por Sílvia Mourão, fundadora de Os Goliardos, distribuidores e importadores, quienes realizan un enorme trabajo de acercamiento en Portugal de diferentes vinos europeos de pequeña producción, reflejo de su terroir.

La selección de restaurantes visitados fue fácil de confeccionar, solo tuve que leer el listado que Os Goliardos recomiendan en su web, confirmar su buen gusto, elegir los vinos que más me apetecían y disfrutar. Lástima que el bar de vinos que regentaban lo cerraran hace año y medio, ahora se centran en la distribución y en proyectos de colaboración con elaboradores locales.

Volveremos a Lisboa, o a Portugal, lo antes posible. 

Vicente

viernes, 11 de marzo de 2016

En Lisboa: Fábulas, Noobai Café, Fumeiro de Santa Catarina, Café Tati... (1ª Parte)



Hace ya casi veinte años que visité por vez primera esta ciudad. Por aquel entonces mostraba cierto aspecto decadente que resultaba tremendamente atractivo. Hoy en día, ha perdido algo esa sensación de decadencia, aparece más cuidada y moderna. Sin embargo, continúa siendo una ciudad encantadora, una de nuestras preferidas, romántica, cautivadora, de ambiente tranquilo, calmado, con buen clima y una hermosa y limpia luz mediterránea, sí, mediterránea. Las vistas hacia el Tajo o de la ciudad son preciosas, imágenes de postal.

De aquellos años, dos barrios guardo en la mente, Alfama y Bairro Alto. Recuerdo cenando en un restaurante de estilo familiar, elegido al azar, sorprendernos con las voces de las camareras turnándose exhibiendo sus dotes para el fado, una música triste e intensa, emocionante.

En esta ocasión, comentaremos los restaurantes que hemos visitado en nuestra última visita, por supuesto lugares donde cuidan la selección de vinos. También hablaremos sobre las cafeterías más emblemáticas, mercados, los famosos tranvías y funiculares y los miradores de la ciudad con mejores vistas.

Éste fue nuestro recorrido:


Localizado en Chiado, uno de los barrios de mayor tradición. Bonito restaurante con paredes de piedra, arcos, varias salas y decoración con muebles antiguos, incluso se exhiben máquinas de coser anteriores a los 50. Tienen amplios horarios, nosotros acudimos a cenar, aparte de tomar algún té otro de los días. La cocina es abierta.

Cenamos bien, caldo verde, polvo (pulpo) à lagareiro, lombo de bacalhau, y el vino elegido, Casa de Mouraz Branco 2013, DOC Dão, de variedades malvasia fina, cerceal, encruzado y bical. Seco,  sin excesiva acidez, aromas balsámicos y cítricos.

  
Al restaurante podemos acceder por la calle Garrett, cruzando el enorme patio de manzana donde también tienen terraza, o bien directamente por Calçada Nova de São Francisco 14. Siguiendo la calle Garrett, llegaríamos a la antigua cafetería A Brasileira, y unos pasos más adelante nos encontraríamos con la elegante Praça Luis Camões.

No lejos está el Convento do Carmo, en Bairro Alto, fundado a finales del siglo XIV y convertido en ruinas tras el terrible terremoto de 1755. Bordeando el edificio por un lateral podemos acceder a la parte alta del elevador de Santa Justa sin necesidad de ascender en ascensor el corto trayecto, las vistas gratuitas de la ciudad son memorables.

CAFETERÍAS

Varias cafeterías, bellas y con historia, destacan: Café A Brasileira (1905), de estilo Art Nouveau, y su turística estatua del poeta Fernando Pessoa en la terraza; Confeitaria Nacional (1829), en la Praça da Figueira, donde lo suyo es probar una porción de Bolo Rei, parecido a nuestro roscón de reyes pero con la masa más densa y relleno de nueces, almendras, piñones, pasas y fruta confitada, un desayuno consistente; Pastelaria Suiça (1922), o Casa Suiça, en la céntrica Praça de Rossio; también Versailles (1922), en Avenida da República 15A, una cafetería algo alejada del centro, en el barrio de Saldanha, más allá del Parque Eduardo VII y sus invernaderos (Estufas) y a unos pasos del Museo Calouste Gulbenkian y su impresionante colección de arte. ¿Que si vale la pena acercarnos hasta esta zona? Al museo por supuesto, podemos llegar en metro, y en cuanto a la cafetería, sólo decir que realizan el mejor chocolate caliente que probé durante mi estancia y en muchos, muchos años.

Otra cafetería importante, muy importante, es la Antiga Confeitaria de Belém (1837), ciertamente sus pastéis de Belém (pastelitos rellenos de crema) son deliciosos, crujientes y calientes, vale la pena acercarse. El tranvía 15 te llevará desde Praça da Figueira a Belém, vía Alcântara.

Noobai Cafe


Situado junto al Miradouro do Adamastor (Santa Catarina). Aquí comimos disfrutando desde la terraza del local de una fabulosa panorámica del Tajo y el Ponte 25 de Abril. Una vista única. El puente fue construido en 1966 por la misma empresa que el célebre Golden Gate de San Francisco. Son casi iguales.

De comer, disponen de tapas, tostadas, ensaladas y platos sencillos, muy sabrosos. Para beber, no tuve duda en elegir una botella de Quinta do Infantado 2008. Un vino fresco, joven, muy afrutado, con acidez, un vino del Douro pero muy atlántico. Touriga nacional, touriga franca y tinta roriz (tempranillo) son sus variedades, las tres más clásicas del Douro.


¡Qué más se puede pedir en un día soleado! Sol de invierno, pero sol, y un entorno espectacular.

No lejos tenemos el funicular da Bica.

ELEVADORES Y FUNICULARES

Sólo hay cuatro: el elevador de Santa Justa (1902), de 45 metros de altura, une Baixa y Bairro Alto; el Funicular da Glória (1885), realiza el recorrido desde Praça dos Restauradores hasta el Miradouro de São Pedro de Alcântara, donde podemos contemplar hermosas vistas del barrio de Graça y el castillo; el de Bica (1892), el más empinado, con vistas del río Tajo, sube desde rua de São Paulo hasta Largo Calhariz, o viceversa, y finalmente, el más antiguo de Lisboa, el funicular de Lavra (1884), que realiza un trayecto curvo.



En Travessa do Alcaide 4C. Inaugurado hace menos de 2 años. Sencillo y pequeño, veinte y pocas plazas como mucho. Cocinan todo ahumado, carnes, pescados y verduras, tipo tapas. Apetece probar todos sus platos. En nuestro caso: legumes grelhados con búfala, qué bueno; salmón, buenísimo, y con el vino pedido más aún; frango fumado (pollo ahumado) en barrica de whisky, muy bien también, y pato, éste último tal vez lo más flojo, el pato es pato. Por cierto, no descartéis el pan con la mantequilla y las aceitunas, vale la pena.

De beber, una copa de Lagar de Darei Branco 2014, de Dão, suave y fresco, para abrir los jugos, y una botella de Mux Branco 2010 de Muxagat Vinhos, del Douro, potente pero equilibrado, le va de maravilla a este tipo de comida ahumada, con el salmón se sale.

James Brown como música de fondo, también Wilson Pickett, Diana Ross & The Supremes y el sonido de Detroit, de la Mowtown, ¡una cena estupenda!





En rua da Ribeira Nova 36, junto al mercado da Ribeira, cerca de la estación de Cais do Sodré. En nuestro caso, llegamos en unos pocos minutos paseando por el litoral desde Praça do Comercio. Tampoco está lejos del funicular da Bica, la parada de abajo.

Al ver la selección de vinos de este café no tuve duda en pedir una botella de Colares, Adegas Viúva Gomes, un blanco de 1969. Colares es la región vinícola más occidental de Europa continental, situada en la costa de Sintra, entre la Sierra y el océano, al oeste y norte de la ciudad de Lisboa. Su variedad, malvasia de colares, proviene de cepas plantadas en suelos arenosos sin necesidad de portainjerto, en pie franco. El vino, de color ámbar y carácter oxidativo, me recuerda en cierta manera a los extraordinarios blancos riojanos de López de Heredia, notas aromáticas y especiadas, frutos secos, miel... También percibimos la influencia marítima en sus notas. Botella de 650 ml y solo 11% de graduación.




Antes habíamos probado una agradable copa de Auratus 2014 de Quinta do Feital, alvarinho y trajadura (treixadura) de la zona de Minho. La comida, rústica pero sabrosa, caldereta de peixe y borrego con verduras gratinadas. Con la carne probamos una copa del tinto de Quinta da Serradinha 2010, nada pesado, combinó muy bien. El vino es elaborado por António Marques da Cruz en la zona de Leiria, región vinícola de Lisboa, cerca del mar, en un clima fresco. Sus variedades: baga, castelao, touriga nacional y alfrocheiro. Nos gustó este tinto.

Café Tati tiene una dinámica programación musical, principalmente jam sesion.

MERCADOS

De entre los mercados de Lisboa existen dos que presentan una zona gourmet donde degustar platos elaborados de los diversos puestos de restauración. El Mercado da Ribeira, un antiguo mercado de alimentos de finales del XIX, fue renovado hace poco, recordando el estilo del famoso Mercado de San Miguel de Madrid. Tiene bastante éxito entre lugareños y turistas. Aquí están representados varios restaurantes de la ciudad, algunos con estrella Michelin, podemos consumir cualquiera de sus platos en las largas mesas corridas dispuestas en el espacio central. Siendo uno de los locales la Vinoteca Garrafeira Nacional, es una lástima que en este caso no se puedan consumir sus vinos en el propio mercado, al menos si no es comprándolos en otro de los puestos a precio de restauración (x2).


Otro mercado equivalente, que posiblemente nos gustó más, más acogedor, es el Mercado de Campo de Ourique, fundado en 1934, en el barrio de Estrela. La parada de conservas típicas de Portugal y la de la Marisqueria Malha fueron las que más nos entraron por los ojos. No lejos de aquí, no desaprovechar una visita a la Basílica da Estrela, de estilo neoclásico. Una buena forma de llegar hasta este barrio es a través del más famoso tranvía, el número 28. Si queremos realizar su recorrido completo, el punto de partida sería desde la Praça de Martim Moniz.

Lisboa tiene mucho para ver, mucho donde pasear, variedad para comer, beber, disfrutar... Seguiremos en una segunda parte.

Vicente