Blog de un aficionado al vino. Un paseo simple a través de mis aficiones, un punto de vista personal en un instante determinado. Siempre dispuesto a aprender, disfrutar y compartir.

domingo, 20 de marzo de 2016

Simplesmente... Vinho BCN 2016



Suerte, casualidad, coincidencia, serendipia... No sabría cómo llamarlo, la cuestión es que casi recién aterrizado de un viaje a Lisboa me enteré de un evento que se iba a celebrar en la ciudad donde vivo, simplesmente... Vinho BCN. Un grupo de viñerons portugueses iban a presentar sus vinos en Barcelona durante todo un fin de semana. Un encuentro donde catar, aprender, charlar, beber y comer, todos juntos, viñerón y aficionado.

Simplesmente... Vinho es un salón de vinos independiente, promovido por los propios vitivinicultores, que se celebra anualmente en Oporto desde hace 4 ediciones. Un salón off de vinos portugueses cuya primera edición, producida por João Roseira de Quinta do Infantado, se celebró en 2013.

Este año hemos tenido por vez primera la oportunidad de disfrutarlo en Barcelona. Sí, ya se celebró, hace dos semanas, pero tengo ganas de hablar de ello y comentar nuestra experiencia.

Música en directo, platos de cuatro de las cocinas más atrayentes de la ciudad, exposición de arte y vinos verdaderos. Todo ello en la Galería Addicted To Life, en Poble Nou. Fue un éxito. He de felicitar a Malena Fabregat, impulsora y organizadora de dicho festival. A quienes no hayáis ido, os recomiendo no perderos la edición del próximo año.

Recorrimos las principales regiones vinícolas de Portugal, Vinho Verde, Bairrada, Dão, Douro, Lisboa, Alentejo... a través de una selección de productores que elaboran vinos de calidad, con tipicidad, de forma artesanal y respeto a la viña y su entorno.


La primera mesa a la que nos acercamos fue a la de Vasco Croft y su bodega Aphros, en Vinho Verde. Suelos graníticos. Un acierto comenzar el día con sus vinos, frescos, agradables, como su Aphros Loureiro 2014 o su Phaunus Pet Nat 2015, pétillant que elabora por primera vez y que resultó un flechazo, para beberlo a cualquier hora del día. Tiene otro pétillant, vinificado en ánfora y elaborado en su antigua bodega donde no existe ni electricidad. Trabaja con la variedad blanca loureiro y en tintos con vinhao, también llamada sausão, la sousón que conocemos en Galicia. Siendo Vinho Verde una zona mucho más conocida por sus vinos blancos, me gustó probar su Aphros Vinhao 2013, un tinto prensado a pie en lagar de granito empleando después inox. Vinos tranquilos y espumosos, de gran vivacidad, equilibrio y baja graduación.



También en suelos graníticos pero en Dão elabora sus vinos este joven vitivinicultor. La verdad es que suena mejor la palabra francesa vigneron, o viñeron. António Madeira nos comenta las diferencias térmicas que se dan en su zona del día a la noche, lo que proporciona mayor acidez a sus vinos. Sus viñas tienen entre 50 y 120 años en una altitud de hasta 600 metros y trabaja con 20 ó 30 variedades en complantación. 

Branco 2013, un recién nacido, mostraba un gran potencial, en su composición predominanan síria, fernão pires y bical. En los tintos, como el Vinhas Venhas (10 parcelas) o A Palheira (4 parcelas), ambos del 2013 pero este último todavía más profundo, con mayor finura, destacan las variedades baga, jaén (es la mencía) y tinta amarela. Usa barricas usadas. Como colofón probamos A Centenária 2013, viñas de 120 años en una única parcela, una muestra de Dão a finales del XIX. António Madeira busca la frescura en sus vinos sin olvidar la profundidad, son vinos austeros, finos, de guarda.


Bodega situada en la región vinícola de Lisboa. Sólo 5 hectáreas, de suelos arcilloso calcáreos, unos 150 metros de altitud y cerca del mar. Un clima fresco que conlleva maduraciones lentas. Recuerdo perfectamente beber uno de sus vinos en un restaurante de la capital portuguesa, la botella de la mariquita. En esta ocasión, tras degustar sus blancos, donde junta variedades como arinto (aporta mayor acidez), encruzado (da volumen en boca) o fernão pires (más afrutada), probé de nuevo su tinto 2010, un vino con estructura pero con frescura y bebible sin cansar.

No finalizó aquí la degustación, el último vino que presentaba era extraordinario, proviene de una antigua parcela plantada por su abuelo en 1957, con distintas variedades, en su mayoría baga y el resto hasta 15 variedades diferentes, también blancas, lo que hay en la viña, en cofermentación y un año en inox y tres en madera. Se trata de Quinta da Serradinha 1999, de una complejidad asombrosa. Caramba con la baga, prohibido escupir al catarlo. Sólo 1000 unidades. En la etiqueta figura la antigua clasificación como Vinho Regional Estremadura.



También en la zona de Lisboa, a pocos kilómetros del Atlántico, se localiza Vale da Capucha. Su suelo, arcilloso calcáreo, contiene grandes cantidades de fósiles. Al retomar el trabajo iniciado por su bisabuelo, Pedro Marques cambió la filosofía de la bodega, reduciendo rendimientos, potenciando una agricultura ecológica y privilegiando las variedades blancas. Entre el Gouveio 2014, Arinto 2013 y el Alvarinho 2012, me cuesta decidirme cuál me gustó más. Por momentos parecía que estaba catando vinos de Chablis.



Rodrigo Filipe, Quinta do Paço, realiza un rosado y un tinto con la variedad castelão pero es su blanco el que nos tiene atrapados, Humus 2014, 100% arinto, buena acidez, salinidad y perfecto para comer. Será que nos trae buenos recuerdos cenando en nuestro restaurante preferido de Lisboa, Leopold.

Posteriormente, lo bebimos con los platos de sushi preparados por Atsushi Takata, del restaurante La cuina de l'Uribou, una de las muestras de cocina presentes. Es significativo que el viñeron se sintiera halagado cuando le solicitamos unas copas de su vino para acompañar la comida.


Los vinos de Fernando Paiva eran los que más ganas tenía de probar. Trabaja en 3 hectáreas. Dispone de la certificación biodinámica demeter desde 2007, pionero en Portugal. Sus vinos me gustaron todavía más de lo que esperaba, todos de la añada 2015, el blanco de arinto y azal sin sulfuroso añadido es un placer catarlo, imagínate bebiéndolo. Más frutales se mostraban el Mica Loureiro o el Mica de 5 variedades (azal, arinto, loureiro, treixadura y alvarinho). Mica forma parte de un proyecto que comparte con otros tres productores bajo el nombre de ViniBío. Por último probamos el tinto de vinhao, también sin SO2, encontramos sapidez y buena acidez, el elaborador nos comenta que es un vino para comer, a mí me abría el apetito.

Un bocadillo, de los especiales, preparado por Borja Sierra de Granja Elena, otro de los restaurantes representados en este evento y uno de mis sitios preferidos en Barcelona, era el maridaje perfecto para beber buen vino.


Conocía su vino Gilda al haberlo disfrutado en Santa Clara dos Cogumelos, un restaurante de Lisboa que recomiendo, sobre todo si os gustan las elaboraciones con setas. Pero no había probado María da Graça, variedad alfrocheiro, un vino más alternativo que el primero, muy fresco, en su añada 2015 no usa barrica, sólo inox. En la etiqueta aparece su padre y su hermano mayor.



Sílvia Mourão y Nadir Bensmaïl son distribuidores, importadores, exportadores de vino y además de promulgar en Portugal el vino de pequeño productor y trabajo artesanal, realizan diversos proyectos con elaboradores locales, bajo el nombre de Uvelhas Negras. Así, Achada 2013, fresco y floral, 100% variedad alfrocheiro en esta añada, y Granvizir 2011, vino de parcela con 47 variedades autóctonas, donde optan por la profundidad, ambos realizados con Alvaro Castro, Quinta da Pellada, en Dão. También probamos Óssio 2014, Adega do Monte Branco, un vino que busca la frescura en Alentejo. Vinos de carácter.

Aprovechando que venían directamente de Canarias nos ofreció también la malvasía aromática de la bodega de Fuencaliente Matías i Torres, en La Palma. Es la bodega de la vitivinicultura Victoria a quien tuve el gusto de conocer en Jerez en la última edición de Vinoble. Malvasía de suelo volcánico, sin portainjerto, cuando probéis sus vinos os entrará unas ganas enormes de visitar su isla. Me alegra que importen sus vinos para Portugal. 



Sara Dionísio y António Lópes trabajan en 20 hectáreas dispersas en parcelas de diferentes suelos, altitudes y entorno. Predomina el granito. Con certificación Ecocert desde 1996, utilizan preparados biodinámicos desde 2006. De entre todos sus vinos, me entusiasmó, y mucho, la botella de Elfa 2010, 30 variedades, todas en la misma parcela, baga es una de ellas, también alguna blanca y alguna sin nombre. Crianza en inox, tres años, sin paso por madera. Un vino peculiar, para añadirlo a la lista de compras.


Dispone de 6 hectáreas, esquistos y granito, a menos de 100 kilómetros de España, y una altitud de 500 metros. Muy frescos sus Rufia 2015, el blanco (encruzado, malvasia, arinto, bical y cercial, esta última es la rabigato en Douro o sercial en Madeira) y el tinto (touriga nacional, jaen, rufete, baga, y mourisco). En Portugal existen alrededor de 300 variedades autóctonas. Seguimos con Terras de Tavares 2006, 2002 y 1997, vinos elegantes, con notas vegetales, frescura, y gran capacidad de envejecimiento.


Los vinos portugueses no estaban solos, venían acompañados por otros vinos atlánticos, gallegos, cómo no.

Los primeros vinos que bebí de Alberto Nanclares, Coccinella y Crisopa, fue precisamente en Cambados, en la Vinoteca Ribeira de Fefiñáns, frente a la ría de Arousa y junto a José Luis Aragunde, propietario del local, copartícipe de dichas botellas y un enamorado del vino. Así que, tener la oportunidad de probar toda la gama de vinos de Alberto Nanclares me hizo especial ilusión. Fuimos atendidos por Sílvia Prieto. Todos sus vinos nos gustan, y siguen sorprendiéndome, esta vez con la botella de botrytis paraje mina 2015, 17 g/L de azúcar residual y 13% de alcohol. Entre las prácticas de este viticultor destaca la utilización como compost de algas recogidas en la ría, aportando de esta manera oligoelementos, minerales y antibióticos para que la planta mejore su resistencia a las enfermedades.


Otra bodega gallega y esta vez una sorpresa, un descubrimiento para mí, los vinos de Fazenda Prádio, en la zona de Ribeira Sacra. Están fuera de la denominación, de ahí que no figure el nombre de la variedad en sus etiquetas, son vinos de mesa, pero utilizan el nombre sin las vocales. El BRCLL 2014, brancellao, es una bomba, silvestre, notas a pino, eucalipto, monte, fresco, salvaje, si lo bebes y cierras los ojos se diría que ves los jabalís corriendo. No se queda atrás la botella de merenzao, MRNZ, o la de ensamblaje al 50% de ambas variedades, muy sutil. Probamos también sus otros vinos, mencía en maceración carbónica (MNC M.C.) y el rosado, sangrado, del que nos llevamos unas copas para acompañar los platos que preparaba otro de los restaurantes presentes, Rasoterra, el mejor restaurante vegetariano que conozco en la ciudad. 


Nos faltó degustar otros vinos, como As Furnias de Juan González Arjones, en la Ribera del Miño, o los de Juan Antonio Ponce de la DO Manchuela, la muestra mediterránea del fin de semana. Vitivinicultores que hemos mencionado en alguna ocasión en este blog y cuyo excelente trabajo conocemos.


Seguro que también me perdí alguna mesa de vinos portugueses, pero deseaba terminar la sesión con los vinos de João Roseira. Quinta do Infantado son pioneros en la venta directa desde el Douro sin pasar por Vila Nova de Gaia. Recordad que hasta la entrada de Portugal en el Mercado Común Europeo en 1986, la reglamentación exigía que la crianza y embotellado de todos los vinos de oporto debía realizarse en la ciudad.

Probamos varios vinos, de entre ellos me fijé especialmente en el Gouvyas Vinhas Velhas 2004, viñas de más de 70 años, dos parcelas, una a cada margen del Douro. Intenso y elegante. Botella en tamaño magnum, siempre mejor. Finalizamos con una selección de oportos: Porto White, Ruby, LBV 2011, Tawny Reserva y Tawny 10 años. Fortificados que presentan menor proporción de azúcar residual de lo que es habitual, los oportos más secos del mundo.



Así transcurrió nuestra experiencia, aprendiendo de los viñerons presentes, observando la exposición fotográfica de Pierre Radisic, las pinturas de Claudio Bado, las fotografías de Vincent Pousson, saciando el apetito con la comida de Rasoterra, de Atsushi Takata y de Borja y Patricia de Granja Elena, sin olvidarnos de las costillas a la brasa preparadas por Rafa Peña, Gresca, para la cena junto al grupo de viñerons, otro de los grandes momentos.

Dos días de vinos, comida, arte y música.

Vicente

Los vinos de Malena es la empresa que importa y distribuye desde Barcelona la gran mayoría de los vinos degustados. Un catálogo emocionante.

2 comentarios:

  1. Probé con mi hermana el Vasco Croft y nos gustó bastante, somos de vinos bastante suaves y la verdad es que este te deja un sabor dulzón en cada trago impresionante, excelente artículo

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