De
aquellos años, dos barrios guardo en la mente, Alfama y Bairro Alto. Recuerdo
cenando en un restaurante de estilo familiar, elegido al azar, sorprendernos
con las voces de las camareras turnándose exhibiendo sus dotes para el fado,
una música triste e intensa, emocionante.
En
esta ocasión, comentaremos los restaurantes que hemos visitado en nuestra
última visita, por supuesto lugares donde cuidan la selección de vinos. También
hablaremos sobre las cafeterías más emblemáticas, mercados, los famosos
tranvías y funiculares y los miradores de la ciudad con mejores vistas.
Éste
fue nuestro recorrido:
Localizado
en Chiado, uno de los barrios de mayor tradición. Bonito restaurante con paredes
de piedra, arcos, varias salas y decoración con muebles antiguos, incluso se
exhiben máquinas de coser anteriores a los 50. Tienen amplios horarios,
nosotros acudimos a cenar, aparte de tomar algún té otro de los días. La cocina
es abierta.
Cenamos
bien, caldo verde, polvo (pulpo) à lagareiro, lombo de bacalhau, y el vino
elegido, Casa de Mouraz Branco 2013, DOC Dão, de variedades malvasia fina, cerceal, encruzado y bical. Seco,
sin excesiva acidez, aromas balsámicos y
cítricos.
Al
restaurante podemos acceder por la calle Garrett, cruzando el enorme patio de
manzana donde también tienen terraza, o bien directamente por Calçada Nova de São Francisco 14. Siguiendo la calle
Garrett, llegaríamos a la antigua cafetería A Brasileira, y unos pasos más
adelante nos encontraríamos con la elegante Praça Luis Camões.
No
lejos está el Convento do Carmo, en Bairro Alto, fundado a finales del siglo
XIV y convertido en ruinas tras el terrible terremoto de 1755. Bordeando el
edificio por un lateral podemos acceder a la parte alta del elevador de Santa
Justa sin necesidad de ascender en ascensor el corto trayecto, las vistas
gratuitas de la ciudad son memorables.
CAFETERÍAS
Varias
cafeterías, bellas y con historia, destacan: Café A Brasileira (1905), de
estilo Art Nouveau, y su turística estatua del poeta Fernando Pessoa en la
terraza; Confeitaria Nacional (1829), en la Praça da Figueira, donde lo suyo es
probar una porción de Bolo Rei, parecido a nuestro roscón de reyes pero con la
masa más densa y relleno de nueces, almendras, piñones, pasas y fruta
confitada, un desayuno consistente; Pastelaria Suiça (1922), o Casa Suiça, en
la céntrica Praça de Rossio; también Versailles (1922), en Avenida da República
15A, una cafetería algo alejada del centro, en el barrio de Saldanha, más allá
del Parque Eduardo VII y sus invernaderos (Estufas) y a unos pasos del Museo Calouste Gulbenkian y su impresionante colección de arte. ¿Que si vale la pena acercarnos
hasta esta zona? Al museo por supuesto, podemos llegar en metro, y en cuanto a
la cafetería, sólo decir que realizan el mejor chocolate caliente que probé
durante mi estancia y en muchos, muchos años.
Otra
cafetería importante, muy importante, es la Antiga Confeitaria de Belém (1837),
ciertamente sus pastéis de Belém (pastelitos rellenos de crema) son deliciosos,
crujientes y calientes, vale la pena acercarse. El tranvía 15 te llevará desde
Praça da Figueira a Belém, vía Alcântara.
Situado
junto al Miradouro do Adamastor (Santa Catarina). Aquí comimos disfrutando desde
la terraza del local de una fabulosa panorámica del Tajo y el Ponte 25 de Abril.
Una vista única. El puente fue construido en 1966 por la misma empresa que el
célebre Golden Gate de San Francisco. Son casi iguales.
De comer, disponen de tapas, tostadas, ensaladas
y platos sencillos, muy sabrosos. Para beber, no tuve duda en elegir una
botella de Quinta do Infantado 2008. Un vino fresco, joven, muy afrutado, con
acidez, un vino del Douro pero muy atlántico. Touriga nacional, touriga franca
y tinta roriz (tempranillo) son sus variedades, las tres más clásicas del
Douro.
¡Qué
más se puede pedir en un día soleado! Sol de invierno, pero sol, y un entorno
espectacular.
No
lejos tenemos el funicular da Bica.
ELEVADORES Y FUNICULARES
Sólo
hay cuatro: el elevador de Santa Justa (1902), de 45 metros de altura, une
Baixa y Bairro Alto; el Funicular da Glória (1885), realiza el recorrido desde
Praça dos Restauradores hasta el Miradouro de São Pedro de Alcântara, donde podemos contemplar hermosas vistas del
barrio de Graça y el castillo; el de Bica (1892), el más empinado, con
vistas del río Tajo, sube desde rua de São
Paulo hasta Largo Calhariz, o viceversa, y finalmente, el más antiguo de
Lisboa, el funicular de Lavra (1884), que realiza un trayecto curvo.
En Travessa do Alcaide 4C. Inaugurado hace menos
de 2 años. Sencillo y pequeño, veinte y pocas plazas como mucho. Cocinan todo ahumado,
carnes, pescados y verduras, tipo tapas. Apetece probar todos sus platos. En
nuestro caso: legumes grelhados con búfala, qué bueno; salmón, buenísimo, y con
el vino pedido más aún; frango fumado (pollo ahumado) en barrica de whisky, muy
bien también, y pato, éste último tal vez lo más flojo, el pato es pato. Por
cierto, no descartéis el pan con la mantequilla y las aceitunas, vale la pena.
De beber, una copa de Lagar de Darei Branco 2014, de Dão, suave y fresco, para abrir los jugos, y una botella de Mux Branco 2010 de Muxagat Vinhos, del Douro, potente pero equilibrado, le va de maravilla a este tipo de comida ahumada, con el salmón se sale.
James Brown como música de fondo, también Wilson Pickett, Diana Ross & The Supremes y el sonido de Detroit, de la Mowtown, ¡una cena estupenda!
En
rua da Ribeira Nova 36, junto al mercado da Ribeira, cerca de la estación de
Cais do Sodré. En nuestro caso, llegamos en unos pocos minutos paseando por el
litoral desde Praça do Comercio. Tampoco está lejos del funicular da Bica, la
parada de abajo.
Al ver la selección de vinos de este café no
tuve duda en pedir una botella de Colares, Adegas Viúva
Gomes, un blanco de 1969. Colares es la región vinícola
más occidental de Europa continental, situada en la costa de Sintra, entre la
Sierra y el océano, al oeste y norte de la ciudad de Lisboa. Su variedad,
malvasia de colares, proviene de cepas plantadas en suelos arenosos sin
necesidad de portainjerto, en pie franco. El vino, de color ámbar y carácter
oxidativo, me recuerda en cierta manera a los extraordinarios blancos riojanos de
López de Heredia, notas aromáticas y especiadas, frutos secos, miel... También
percibimos la influencia marítima en sus notas. Botella de 650 ml y solo 11% de
graduación.
Café
Tati tiene una dinámica programación musical, principalmente jam sesion.
MERCADOS
De entre los mercados de Lisboa existen dos que
presentan una zona gourmet donde degustar
platos elaborados de los diversos puestos de restauración. El Mercado da
Ribeira, un antiguo mercado de alimentos de finales del XIX, fue renovado hace
poco, recordando el estilo del famoso Mercado de San Miguel de Madrid. Tiene
bastante éxito entre lugareños y turistas. Aquí están representados varios
restaurantes de la ciudad, algunos con estrella Michelin, podemos consumir
cualquiera de sus platos en las largas mesas corridas dispuestas en el espacio
central. Siendo uno de los locales la Vinoteca Garrafeira Nacional, es una lástima
que en este caso no se puedan consumir sus vinos en el propio mercado, al menos
si no es comprándolos en otro de los puestos a precio de restauración (x2).
Otro
mercado equivalente, que posiblemente nos gustó más, más acogedor, es el Mercado
de Campo de Ourique, fundado en 1934, en el barrio de Estrela. La parada de
conservas típicas de Portugal y la de la Marisqueria Malha fueron las que más
nos entraron por los ojos. No lejos de aquí, no desaprovechar una visita a la
Basílica da Estrela, de estilo neoclásico. Una buena forma de llegar hasta este
barrio es a través del más famoso tranvía, el número 28. Si queremos realizar
su recorrido completo, el punto de partida sería desde la Praça de Martim Moniz.
Lisboa
tiene mucho para ver, mucho donde pasear, variedad para comer, beber, disfrutar...
Seguiremos en una segunda parte.
Vicente
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