Blog de un aficionado al vino. Un paseo simple a través de mis aficiones, un punto de vista personal en un instante determinado. Siempre dispuesto a aprender, disfrutar y compartir.

miércoles, 31 de agosto de 2016

En Singapur: Burnt Ends, Caveau Bar...



Este año, en la pasada primavera, visitamos Singapur. Va siendo hora de contar nuestra experiencia, sobre todo porque nos gustó aún más de lo esperado, y además, aunque en un principio parecía difícil, encontramos donde beber los vinos que nos gustan, vinos auténticos.

Singapur está formada por una isla principal y otras 64 pequeñas islas. Situada entre Malasia al norte e Indonesia al sur. Considerada una ciudad-estado, presenta una alta densidad de población, 5 millones y medio de habitantes en una extensión de sólo 707 km2. Se independizó del Reino Unido en 1963, como parte de Malasia, y se separó de ésta dos años más tarde. Se trata de un país pequeño, una ciudad cosmopolita, de arquitectura vanguardista, muy limpia, sus calles están impolutas, de las ciudades más limpias que hemos visitado, organizada, tranquila y segura, es muy fácil de visitar. También destaca la amabilidad de sus habitantes, quienes componen una sociedad multirracial, conviviendo perfectamente diferentes religiones y culturas.

Tres barrios destacan por su variedad cultural: Chinatown, Little India y el barrio árabe donde sobresale Arab Street, calle repleta de tiendas de telas. También muy interesantes, la zona de Marina Bay, Colonial Distrit, Clarke Quay, Orchard Road... Y por qué no, Isla Sentosa, donde encontraremos playas y diversas atracciones.


En la ciudad existe una mezcla de modernidad y tradición, templos budistas, hinduistas...  los rascacielos, si bien de hormigón, acero y vidrio, presentan formas singulares, dominando el diseño más espectacular, sin olvidarnos de los asombrosos jardines, proporcionando en su conjunto una agradable visión.

Destacan el impresionante Hotel Marina Bay Sands; los jardínes Gardens by the Bay, situados justo detrás, cuya estética nos recordaba imágenes de la película Avatar; el lujoso Hotel Raffles, exponente de la época colonial; la noria Singapore Flyer y sus vistas; el edificio simulando la flor de loto ocupado por el Museo de la Ciencia, frente a la famosa estatua de Merlion, y también en la bahía, el bonito edificio del Teatro Ópera Esplanade, en forma de durián, la fruta más representativa, aunque esté prohibido comerla en ciertos lugares públicos, como el metro, debido a su fuerte olor. En el metro, realmente no está permitido consumir ningún tipo de alimento, ni líquido, por motivos de limpieza. Incluso se observan carteles con posibles multas por mascar chicle, por el mismo motivo.

Dicen que llueve frecuentemente, y me lo creo, pero no ocurrió así durante los diez días de nuestra estancia, aunque quizá hubo momentos en que lo deseamos, la temperatura y humedad son elevadas. Los lugareños aprovechan la comodidad de los múltiples centros comerciales para comer y realizar cualquier compra; también para trasladarse por la ciudad, protegidos del calor exterior gracias al aire acondicionado, la mayoría están interconectados por túneles subterráneos y comunicados con estaciones de metro. Es una ciudad desarrollada para el consumidor, la renta per cápita es altísima. Singapur es uno de los centros financieros más importantes del mundo.


De todas formas, en Singapur es posible comer de forma barata, en los establecimientos denominados Hawker. Son lugares sencillos donde se ubican distintos puestos ofreciendo platos propios de la cocina tailandesa, indonesia, malaya, india, coreana, vietnamita, china, japonesa, birmana, balinesa... de todas partes de Asia. Hay puestos específicos para comprar bebidas, frutas o dulces. Las mesas y sillas son comunes. La venta ambulante fue sustituida por este tipo de espacios. Los Food Court son sitios similares, aunque disponen de aire acondicionado y están dispuestos generalmente en centros comerciales.

De entre los primeros, nosotros visitamos Lau Pa Sat, también conocido como Telok Ayer Market (localizado en 18 Raffles Quay) y Maxwell Road Food Centre (1 Kadayanablur St.) y entre los segundos, Singapore Food Trail (en la base de la Singapore Flyer), Takashimaya (391 Orchard Road, en los grandes almacenes japoneses dentro del centro comercial Ngee Ann City) y el Food Republic localizado bajo la Fountain of Wealth.

Respecto a restaurantes donde destaque su cuidado por el vino, siempre nuestro máximo interés, visitamos los siguientes:



Abierto desde 2011. Disponen de una extensa carta de vinos donde predominan las botellas de renombre, sobre todo francesas, también de Italia. Ofrecen también una selección de 16 vinos por copas, esto ayuda a probar algunos vinos pues los precios son muy elevados en Singapur debido a los fuertes impuestos.

Bebimos unas copas de The Boxer 2013, de Mollydooker, shiraz de Mclaren Vale. Tenía ganas de probar algo de esta bodega. El vino presentaba unas notas de madera tostada algo exageradas para mi gusto, vainilla, eucaliptus, regaliz... Había que probarlo, por supuesto.


La cocina es internacional, de estilo europeo principalmente e inspiración francesa: lobster bisque, salmon en croûte, coq-au-vin, crème brulée... Todo bien, y muy bien atendidos.

Nos invitaron a unas copas de riesling de Reichsgraf von Kesselstatt, trocken, un detalle. Muy amables, nos ayudaron a reservar mesa para otro día en otro wine bar. Fue una velada muy agradable.



Pequeño wine bar localizado en la zona comercial de Orchard Road, exactamente en 1 Scotts Road, Shaw Centre 01-12, en referencia al local 12 del centro comercial, a la altura de la calle.

Selección de vinos por copas, unos 16, y carta de vinos importante entre los que elegimos con ganas una botella de Frappato 2012 de Azienda Agricola COS, la bodega siciliana de Giambattista Cilia y Giusto Occhipinti, vinos de los que no me canso nunca. Textura suave, una caricia sutil, vertical, fresa deshidratada, acidez perfecta, punto mineral, pétalos de rosa... ¡Qué bien nos sentó en Singapur!

Otros vinos que vimos en la carta eran de Roulot, Fourrier, Comte Lafon, Liger-Belair, Armand Rousseau, Chave, Isole e Olena, Fritz Haag... También Thierry Allemand, Foradori e incluso una garnacha de Sierra de Gredos, de Comando G. Los precios, los de Singapur.


Previamente, por copas, habíamos saboreado Scharzhof 2014 Egon Müller, como mi amigo Juan Luis comentó, para tener un grifo en casa, y Kritt Gewwürztraminer 2012 de Marc Kreydenweiss, un vino más complejo de lo que parece en un primer instante.

Acompañando, clams and spicy pork sausage in white wine and tomatoes, lobster roll, char grilled australian wagyu rump steak... platos sabrosos. Disfrutamos de la cena.



Este local, para mí, es un fuera de serie. Localizado en 20 Teck Lim Road, en Chinatown. Uno de los restaurantes que está adquiriendo más fama en esta zona asiática. Su chef es australiano, Dave Pynt; también el sommelier, Andrew Cameron, a quien puedo considerar el introductor del vino natural en Singapur y que, por cierto, poseía conocimientos de español, aprendido en Costa Rica. El bonito y moderno restaurante está especializado en carnes a la brasa de extraordinaria calidad, disponen de una barra con asientos para los comensales, cocinan frente a ellos, únicamente 18 plazas.

No había reservado y debido a su tamaño y a su incipiente fama dudaba que iba a tener la oportunidad de probar este restaurante, pero no, excelentemente atendidos por Andrew, responsable de la selección de vinos, estuvimos esperando 20 minutos, algo que no me preocupó pues es el tiempo que suelo dedicar a leer la carta de vinos, especialmente si se trata de una selección tan exquisita como la que estaba leyendo. Eso y unas copas, hizo que transcurriera rápidamente el tiempo para que nos ofrecieran acomodo en la barra mencionada.

Aquí no hay humos ni olores desagradables, la máquina de extracción funciona perfectamente. Realmente la carne elegida era deliciosa, se derretía en la boca como mantequilla. Además probamos algunos platitos cuya mezcla de ingredientes nos gustaron: leek, hazelnut and brown butter y beef mermelade and pickles.

Y respecto a los vinos, no podía pedir más, todos de mi gusto. Como podía esperarse, y era lo que yo buscaba, todos australianos aparte de una selección de champagnes.


Disfrutamos con cuatro vinos por copas: Chenin Pet Nat 2015 de James Erskine, de Brewitt Springs, South Australia; Cullen "Amber" 2014, Margaret River (2/3 semillon, 1/3 sauvignon); Si Vintners 2014 (semillon/chardonnay), también Margaret River, Western Australia, y Fruit of the Sky 2014, pinot noir de Patrick Sullivan, quien realiza algunos de mis vinos preferidos, de Australia y del mundo, de Yarra Valley, Victoria. ¡Cómo no me iba a enamorar de este restaurante!

Andrew, nuestro nuevo amigo australiano, a quien agradecemos su trato, nos presentó al chef, nos invitó a pasar a la cocina y nos enseñó la bodega de vinos. Comentando la posibilidad de comprarle alguna botella para llevárnosla no tuvo ninguna objeción, disminuyendo en ese caso el coste hasta aproximadamente la mitad de su valor si era consumida en el restaurante. Así que me llevé tres maravillas, tres fantásticos vinos, un juego de colores, sabores y aromas que disfrutamos en la habitación de nuestro hotel, vinos para el recuerdo:


Salmon Brut, un pétillant naturel de pinot noir del Domaine Lucci, es decir, Lucy Margaux. Un vino refrescante, muy bebible, con notas florales y de frutos rojos, fresas.  Esta bodega, junto a los vinos de Patrick Sullivan que mencionaba antes y los de Tom Shobbroock que he destacado en otras ocasiones en mi blog, forman parte de mis vinos australianos preferidos.

Slint Vineyard Chardonnay 2015 de Ochota Barrels, de Adelaide Hills, South Australia. Un elaborador que presentaba sus vinos esa tarde en el restaurante y a cuya presentación estábamos gentilmente invitados, pero ante la falta de tiempo por nuestra parte, teníamos otros planes, optamos por comprar esta botella. Únicamente 1975 unidades. Frescura, elegancia, notas cítricas, lima, ni pizca de madera en sus aromas. Nos gustó también.

Britannia Creek 2014, Patrick Sullivan. El vino del viaje, asemeja agua de manantial vitaminada, para combatir el calor de Singapur. Fresco, muy buena acidez, notas frutales de melocotón, orejón, lichi. Es elegante, cristalino, limpio, puro, con un punto mineral, punto calizo, también algunos recuerdos a frutos secos y notas de miel. Es complejo, cada una de las cinco variedades presentes aportan sus características: sauvignon, chenin, muscat, semillon y chardonnay. Delicioso. Espero toparme alguna vez más con otra botella.

Guardamos un bello recuerdo de nuestra estancia en Singapur.

Vicente


Singapur skyline