Blog de un aficionado al vino. Un paseo simple a través de mis aficiones, un punto de vista personal en un instante determinado. Siempre dispuesto a aprender, disfrutar y compartir.

martes, 29 de enero de 2013

"MIS VINOS DE 2012" por César E. Castro



Nunca he tenido facilidad para las palabras, pocas veces hago notas de cata. Para mí lo más fácil es recordar lo vivido con el vino, y para ello nada mejor que una foto de la botella, con ellas me transporto al momento vivido y recuerdo las sensaciones disfrutadas con cada una de ellas.

He hecho el mayor esfuerzo posible por transmitir en letras lo vivido con estos doce grandes vinos durante el 2012, seguro que no le he hecho justicia a ninguno de ellos y a la memoria que tengo de esos momentos, pero vale la pena intentarlo.

Estas fueron las doce botellas que más me impactaron en el último año, siento que he tenido mucha suerte en este sentido:

Prado Enea Gran Reserva 1985, Bodegas Muga (Rioja, España)

El Rioja tradicional es un vino que ha sido considerado desfasado por muchos, dicen que le falta fruta, que la madera es demasiado notable, que se sienten disecados. Los que dicen esto seguramente no han tenido la oportunidad de probar grandes botellas.

De Muga había tomado pocas cosas que me parecieran interesantes, este vino me emocionó. Profundidad, complejidad, intenso, pero a la vez ligero. Rioja sigue siendo una de las grandes regiones vitivinícolas del mundo por este tipo de vinos, a lo mismo hay que sumarle que todavía tienen precios razonables si los comparamos con las otras grandes regiones del mundo.

Pur Sang 1998, Didier Dagueneau (Pouilly-Fumé, Francia)

Abril fue un gran mes para vinos en 2012. Celebrando mi cumpleaños con amigos abrimos grandes botellas, en esta lista hay dos de ellas. La primera fue ésta, vino impactante, denso, con mucha fuerza e intensidad, pero a la vez elegante. Mandarinas con crema sustentadas con una espina de acidez que ataba todo junto. Totalmente diferente a los otros Sauvignon Blanc que había tomado anteriormente.

Viña Tondonia Cosecha 1976, R. López de Heredia (Rioja, España)

Nueva York es uno de mis sitios favoritos en el mundo, cuando al mismo le añades el hecho de que es la capital de vino del mundo (se encuentra de todo, y los consumidores son extremadamente sofisticados), se unen todos los elementos para pasar jornadas de ensueño.

Nos citamos un grupo de amigos un sábado, al empezar la tarde en Chelsea Wine Storage, para conversar y abrir algunas botellas (de las cuales varias entraron en esta lista).

Esta botella, traída en maleta pocos días antes desde España y comprada directamente de la bodega se encontraba en estado de gracia, como si no se hubiese movido nunca. Complejidad aromática, amplitud pero a la vez la serena elegancia que te demuestra su clase. Los vinos de esta bodega me encantan, pero estoy empezando a entender que necesitan mucho tiempo para mostrar todos sus atributos.

La Bota de Fino Nº 24 (Un fino que va para amontillado…), Equipo Navazos (Montilla-Moriles, España)

Los vinos de Equipo Navazos me han enamorado desde que los conocí, el Amontillado #9 fue una revelación, nunca imaginé que estos vinos en horas bajas se encontraran entre los más complejos e interesantes del mundo.

Esta botella fue totalmente diferente a las anteriores, elaborada a base de Pedro Ximénez en vez de Palomino, tenía una densidad, redondez y un ligero toque dulce que la diferenciaba de los otros finos que elaboran. Si a estos elementos le agregas la complejidad, profundidad y grandeza que acostumbran tener, encuentras que estás ante uno de los grandes de España. Opacó todo lo otro que tomamos esa jornada, incluyendo Grand Crus de Borgoña y Châteauneuf du Papes de grandes productores, realmente memorable.

Viña Arana Reserva 1978, La Rioja Alta S.A. (Rioja, España)

Otro gran Rioja tomado durante el 2012, éste junto con el Dagueneau en la cena de cumpleaños. Comprado a un precio ridículo cuando tomamos en cuenta la magnitud del vino que encontramos.

Aromas típicos de Rioja: complejidad aromática con vainilla, cuero, fruta en licor, y en boca ligero, intenso y elegante. Un vino para contemplar y alegrarse de tener la oportunidad de disfrutar de estas joyas junto con amigos.

Vin Jaune 1961, Henri Maire (Jura, Francia)

Otra de las grandes botellas generosamente compartida por los amigos de Nueva York. De vinos del Jura he leído mucho y tomado bastante, pero mi experiencia siempre había sido con vinos jóvenes. Todo lo que lees te dice que los Vin Jaune envejecen muy bien, pero no es para nada fácil encontrarse con botellas que tengan cierta edad.

El velo de flor aporta unas características encantadoras en los vinos que se crían bajo ésta, pero la edad resalta sus elementos clásicos, los refina y los integra. Esto era puro, mineral y todo elegancia, una de las experiencias más interesantes del año.

Grand Vin 1964, La Mission Haut Brion (Graves, Francia)

Burdeos presenta dos grandes problemas para las personas que buscamos disfrutar de sus vinos: precio y necesidad de larga crianza en botella.

Todas las experiencias memorables que he tenido con sus vinos ha sido con botellas viejas. En su madurez empiezas a entender por qué han acaparado tanta atención por tanto tiempo.

Esta botella fue clásica: elegante, refinada, mostrando todos sus elementos sin exagerar y creciendo con el tiempo. Compartida generosamente por uno de los amigos en la jornada de Nueva York.

Gran Reserva 1954, Marqués de Riscal (Rioja, España)

Esto fue una gran sorpresa, generosamente aportada por el mismo amigo que llevó el gran Tondonia mencionado anteriormente. Fue la primera botella que tratamos de abrir en la jornada, el corcho no parecía estar en muy buenas condiciones por lo cual se procedió a tratar de extraerlo con “The Durand” (combinación de sacacorchos normal y Ah So), esto no resultó exitoso y el corcho cayó dentro del vino tan pronto se tocó. Rápidamente procedimos a decantarlo y a pensar que lo habíamos perdido. Nos servimos un poco para certificar lo que parecía ser el sentimiento generalizado. Para nuestra suerte el vino estaba vivo, no solo vivo, estaba espléndido.

Riscal fue una gran bodega durante varias décadas, recuerdo haber escuchado varias veces grandes historias de sus “Cuvée Médoc” y la legendaria longevidad de los mismos. Habiendo tomado varias botellas más recientes, incluyendo algunas de cierta edad, no entendía cómo se podía compaginar ese gran legado con la mediocridad que observamos en la mayoría de sus exponentes contemporáneos.

El 54 fue otra gran muestra de la grandeza de Rioja, un monstruo, creciendo con el tiempo, complejidad impresionante, pero con una frescura que hacía pensar en un vino mucho más joven. Una de las cosas que estuve pensando todo el rato fue el hecho de que esta botella había cruzado el Atlántico en avión unos escasos días atrás, y que seguro se hubiese mostrado mejor si se le daba el reposo que necesitaba. Uno de los recuerdos más gratos desde que empecé a tomar vino.

Château La Fleur de Gay 1988 (Pomerol, Francia)

Esta bodega no la conocía hasta que tomé este vino, abierta en una cata de Burdeos a la que fui invitado por un gran amigo. Había vinos de más renombre en la mesa, pero esta botella las opacó todas con su elegancia, sutileza y profundidad, a la vez otra muestra de por qué es grande esta región vitivinícola. Otro recuerdo de que necesitamos envejecer nuestros vinos más tiempo.

La Bota NO de Amontillado Nº 31, Equipo Navazos (Jerez-Sherry, España)

Tomado en Monvinic, estaba pasando por allí para despedirme antes de volver a Santo Domingo, aproveché para probar algunos vinos interesantes que tenían por copas, anticipando la sequía de sorpresas interesantes en los próximos meses. Copas de Barolo, Burdeos, Borgoña Blanco y ese último amontillado de Navazos, pasé copa por copa para ver qué tal cada uno de ellos, cuando llegué a la del amontillado quedé hipnotizado, uno de los vinos más profundos que he tomado nunca. Servido en copa grande (como saben hacer bien las cosas en Monvinic) mostraba una complejidad pasmante, me hizo olvidarme de todo lo demás que tenía enfrente.

Navazos es equivalente a excelencia, pero algunos de sus vinos no son de este mundo. Compré unas cuantas botellas del mismo en los siguientes meses esperando replicar la experiencia. Espero que se muestren igual de profundas.

Sauternes 1983, Château d´Yquem (Sauternes, Francia)

No creo que pueda decir nada de d´Yquem que no se haya dicho antes. Hermosa botella, con todos los atributos que se pueden esperar de este grande entre grandes.

Romanée Saint-Vivant 2006, Jean-Jacques Confuron (Borgoña, Francia)

Gran borgoña tomado con amigos en Barcelona. Todo clase y como he escuchado varias veces “Si tienes que apostar a algo, siempre apuesta al terroir”. Otra muestra más de la grandeza de las mejores parcelas de la Côte d´Or.

Podría decir muchísimas cosas del vino y de la jornada, pero creo que Vicente ya lo ha dicho de mejor manera de lo que podría hacerlo yo, por lo cual anexo el enlace a su relato:

Reunión de amigos alrededor de un Romanée Saint-Vivant


2012 fue un gran año en el que tuve la suerte de tomar muchísimos vinos memorables, podría sumar muchas más botellas a esta lista, otro burdeos con edad, borgoñas, champagnes y otros vinos sorprendentes como un  Cabernet de Mayacamas del 73 y el Chinon Rosé 2011 de Bernard Baudry. Sólo queda esperar que 2013 pueda superarlo.

César Castro


Cena de amigos, Abril 2012


Hermoso Vin Jaune, Octubre 2012


Tarde de vinos en Nueva York, Octubre 2012


Espléndido D´Yquem, Septiembre 2012


Chez Vicente & Mari Cruz, Abril 2012



Fotografía y texto: César Castro


sábado, 26 de enero de 2013

"MIS VINOS DE 2012" por Juan Luis Vanrell

Al final de cada año hay gente que hace balance de lo bueno y de lo malo. Particularmente prefiero hacer balance de los vinos que he bebido, pero sólo de los buenos, de los mejores, de los que más me han gustado, bien por su alma bien por momentos vividos con ellos. Estos son mis vinos del 2.012:

1º) Asili di Barbaresco 1998. Bruno Giacosa.

Sin lugar a dudas este es mi vino del año. Aúna todo lo necesario para serlo: unas cualidades innatas geniales, un viaje al Piamonte y una historia. Este Asili di Barbaresco es uno de los vinos más complejos que recuerdo haber bebido. Era un vino con magia, con detalles que te transportan a lugares oscuros, húmedos, remotos… Las bayas rojas y las notas florales eran un simple recuerdo, casi olvidado. Era un conjunto armónico de cognac, especias, cuero, casis, cedro y humedad. Cada sorbo me transportaba a lugares misteriosos, como si de un cuento de hadas se tratara.

Lo bebí en La Bella Rosin (Moncalvo, Italia), con mi familia y con mis amigos. Una compañía inmejorable. Cuando el sommelier trajo la carta mi amigo Vicente eligió otro Bruno Giacosa, pero de 1.999. Sin embargo, “afortunadamente” no le quedaba y nos propuso el Asili Di Barbaresco 1.998, que rondaba los 100 €, al mismo precio que el del 99 (55 €). Aceptamos y obviamente acertamos. Al final de la cena tuve claro que aquello no podía acabar así. Llamé al sommelier y le pregunté si tenía otra botella de Asili Di Barbaresco de 1.998 y, en tal caso, si me la vendería al mismo precio. El sommelier/propietario –algún personaje mágico salido de los recuerdos que me proporcionaba el propio vino- me respondió afirmativamente. Ahora la botella reposa en un lugar seguro para ser bebida en breve por las mismas personas que compartimos mantel y copas en La Bella Rosin.

2º) Clos Vougeot Grand Cru Vieilles Vignes 2004. Perrot Minot.

No sé si sería el segundo en orden de preferencia, pero desde luego es uno de los cinco primeros vinos que más he gozado en el 2.012. Lo caté a ciegas y nunca hubiera dicho que era un pinot noir. Era delicadamente extraño, a la vez que suave y elegante, muy elegante. Recuerdo que me costaba ubicarlo en una zona, pero también que disfrutaba con cada sorbo que daba. Lo bebí en una comida de sopas mallorquinas con los amigos de Enópata. Los vinos debían ser syrah, pero Juan nos metió esta maravilla por sorpresa. Gracias Juan.

3º) Columella 2006, Swartland South Africa. Eben Sadie.

Este fue otro de los vinos de aquella maravillosa comida de sopas mallorquinas y syrah, mejor dicho shiraz. Algarrobas maduras, notas de anís, bayas rojas… Otro placer para los sentidos.

4º) Puligny-Montrachet 1er Cru Le Clavoillon 2006. Domaine Leflaive.

Cuando bebes un chardonnay de este nivel quedas marcado para siempre. Estos son los vinos que crean adicción y pasión por el mundo del vino. Posiblemente, el mejor blanco que haya bebido a lo largo del 2012, y eso es mucho decir.

5º) Morey Saint Denis Clos des Rosiers 2009 Monopole. Domaine Chantal Remy.

Los dos “coups de coeur” de la guía Hachette me llevaron hasta este domaine, donde nos alojamos las tres noches que estuvimos en la Borgoña. El domaine, situado en Morey-Saint Denis, de por sí, es una maravilla. El balcón de la habitación miraba al Clos des Lambrays y al pequeño espacio que abarca el Clos des Rosiers, pegado al de Lambrays. Este jovenzuelo de 2.009 es pura sinfonía floral, combinadas con elegancia extrema. Si el 2.009 ya está impresionante no quiero pensar cómo estará dentro de algunos años más. Tengo más botellas, lo que no sé es si tendré paciencia.

6º) San Giovanni 2005 Barolo. Gianfranco Alessandria.

Lo mejor que tiene ser un apasionado del vino y de los viajes es que cualquier recuerdo de lo uno te lleva inexorablemente a lo otro. Cada vez que pienso en este San Giovanni 2005 me acuerdo del viaje que hicimos por el Piamonte, y cada vez que me acuerdo del Piamonte recuerdo los vinos que bebí y entre ellos este maravilloso Barolo de Gianfranco Alessandria, bebido en La Salita, Monforte D´Alba. Un vino que domaba la dureza de los barolos con sutiles notas de eucalipto, especias, leche condensada y tierra mojada.

7º) Alvas 2008. Isola dei Nuraghi IGT, Sardegna. Panevino.  

Este vino es un buen motivo para volver a Cerdeña. Digo volver porque la primera vez que fui lo desconocía, de lo contrario que duda cabe que lo hubiera visitado. Lo que más me impresionó fue su potencia, la cantidad de sol que atesoraba su uva. El resultado, notas florales envueltas en albaricoques y orejones. Lo bebí en Turín, en Il Consorzio, en una noche de vinos memorables, gracias al amigo Massimo.

8º) Gewürztraminer 2004 Grand Cru Steiner. Zink.

Steinert es uno de los grandes “grand cru” de Alsacia, y la pequeña bodega de Zink le ha extraído toda la magia que posee. Es una gewürztraminer de libro, con un marcado azúcar residual que se hace presente en las notas amieladas. Las flores amarillas marchitas, los pétalos de rosa, los lichis… Todas las piezas del puzzle encajan a la perfección.

9º) Hommage à Jean Hugel 1998. Hugel.

Desde luego el homenaje a Jean Hugel les ha salido redondo. Creo que toda mi vida recordaré la noche en París en la que mi mujer y yo nos bebimos esta impresionante pinot gris acompañada de diferentes quesos comprados en “La Ferme Saint Aubin”. Hay sensaciones que ni las palabras ni las imágenes pueden expresarlas. Ese maridaje fue una de ellas.

10º) Cuvée Curoulet 2010. Domaine Céline & Rémy Treuvey.

Este ha sido una de esas gratas sorpresas del año. Este vino del que no esperas nada en especial y con el primer trago te das cuenta que sí lo es, y mucho. La savagnin es una uva que cada vez me gusta más. Esas notas de frutos secos, de cáscara de almendra, mineral, algo acoñacado… Esta cuvée tenía todos esos recuerdos, pero era sutil, muy sutil. Todo muy bien, integrado. Me gustó tanto que fue el vino blanco en la comunión de mi hija. En general, el Domaine Treuvey, no sólo por esta cuvée sino también por otros vinos que he bebido, ha sido uno de los descubrimientos del 2.012.

11º) Clos D´Englora AV 14 2004. Clos D´Englora.

Me doy cuenta de que después de diez vinos entro por vez primera en España, concretamente en el Montsant. Aunque si lo pienso bien, este AV14 de Clos d´Englora no es una típica garnacha española (con samsó, merlot, cabernet y syrah), más bien me recuerda a una “grénache” del sur de Francia, quizás sea por el conjunto de las otras variedades, no lo sé. Lo que sí que tengo muy claro es que es un auténtico vinazo.

12º) El Médico 2010. Bodegas El Páramo.

Quiero terminar con este vino que, sin tener grandes pretensiones, me pareció un vino muy bien elaborado. El resultado natural de la uva fermentada. Vino en estado puro. Este año lo he bebido en dos ocasiones y en las dos lo disfruté con la misma intensidad. Además, incluir este vino dentro de mis doce vinos del año es una reivindicación de los vinos de Castilla León, grandes desconocidos a nivel nacional, y por supuesto internacional, a pesar de su enorme calidad.


El año que viene volveré a hacer balance de mis vinos del año. Alguno que otro ya está en el zurrón y a buen seguro que habrá muchos otros que, como este año, me generarán la duda de dónde realizar el corte. Mientras tanto habrá que seguir bebiendo y catando buenos vinos, porque, al fin y al cabo, “La vida es demasiado corta para beber malos vinos”.

Salud-os
Juan Luis Vanrell














Fotografía y texto: Juan Luis Vanrell



viernes, 25 de enero de 2013

DOCE VINOS DISFRUTADOS DURANTE EL 2012. VICENTE

Los vinos no sólo se disfrutan al abrir una botella, también cuando los recuerdas. Por ello, a algunos de mis amigos y a mí nos apetece hablar de los últimos vinos degustados. Ya lo publicamos hace justamente un año bajo el título “Hablando de vinos con…”. Esta semana volvemos a la carga: “Los 12 vinos del pasado año 2012”.

Como de costumbre, y únicamente por animar el juego, comenzaré por exponer mi listado de vinos. Siempre es difícil, muy jodido, resumir todo un año en 12 vinos, pero todos los que figuran a continuación fueron excelentes, no sólo por su calidad, también por la compañía, el momento, el lugar…

Numerados del 1 al 11 según han sido abiertos a lo largo del año:

1.- Philippe et Vincent Lécheneaut, Nuits-Saint-Georges 1er Cru Les Pruliers 2002

Escoger una de las botellas que tienes guardadas como oro en paño, desde hace meses o años, y abrirla para celebrar algo importante, o por cualquier excusa, forma parte de un divertido y sugestivo ritual. Pero si, además, proviene de las bodegas del elaborador que has conocido y recuerdas algunas de las características que forman su terroir: el clima habitual de la zona, has observado el viñedo, recuerdas la añada, calurosa o fría, y has recibido la botella de las manos que trabajan y cuidan esa tierra y sus cepas, entonces, en esos casos, la satisfacción al abrir y degustar ese preciado líquido, destinado para ti, es inolvidable.

Esta botella, abierta en enero de 2012, en una fecha importante para mí y mi mujer, nos trasladó a esos días de Borgoña, a la visita a casa de esa familia sencilla, agradable y trabajadora de Nuits-Saint-Georges, al recuerdo de la cata compartida junto al vigneron y a unas vacaciones en un lugar donde me agradaría vivir.

Estas fueron mis notas de cata tras disfrutarlo:

Bello, mostrando elegancia desde el primer instante. Su nariz seduce: frutillos rojos, cerezas y frambuesas, panadería fina, bollería, cake, pastel de frambuesa, caramelo de cereza, mazapán… ¡No quiero comer, solo oler! Es todo finura y elegancia. En boca, cerezas en licor, sedoso, nada agresivo, profundo, largo y con la fuerza y nervio de Nuits-Saint-Georges. ¡No quiero que se acabe! Enamora. Un vino que no quieres tragar, deseas mantenerlo y degustarlo en boca. Los recuerdos se asoman a la mente, imágenes del viaje, de la visita a la bodega, la Bourgogne en la copa, placer, felicidad. Debo agradecérselo a mi tocayo Vincent Lécheneaut, quien acertó de pleno con esta botella que etiquetó para nosotros, jugaba seguro.

Les Pruliers tiene 7,11 hectáreas en total de viñedo en Premier Cru, de las cuales, ½ hectárea pertenece a los hermanos Lécheneaut. Está situado en la parte superior de la ladera, unos 260 metros sobre el nivel del mar y de 8 a 10 grados de inclinación. De excelente exposición solar. Sus suelos son pedregosos mezclados de grava y tierra caliza. El nombre, al parecer, deriva de los ciruelos existentes antiguamente antes de plantar las viñas.

2.- Mark Angeli, La Ferme de la Sansonnière, La Lune 2009, Vin de France

Uno de mis productores preferidos de La Loire, perdón, vignerons,  o como indica en sus etiquetas: paysans solidaires à Thouarce quelque part en France.

Casi prefiero el estilo de La Lune (ejemplo bestial de chenin) a otras de sus botellas, en concreto Les Fouchardes o Les Vieilles Vignes des Blanderies. En cuanto a su Rosé d´un jour, ya sabéis que es uno de mis rosés preferidos. Por cierto, su Demi Doux des Blanderies (chenin) es una maravilla.

3.- Albert Morot, Beaune 1er Cru Les Teurons 1999

Mi amiga Isabelle Brunet, sommelière de Monvinic, una de las personas que he conocido con mayores conocimientos y amor hacia el vino, nos aconsejó este hasta entonces por mí desconocido elaborador de Beaune (Domaine dirigido actualmente por Geoffroy Choppin de Janvry). Un placer para los sentidos probar un Borgoña de estos años y a un precio muy permisivo. Magnífica forma de envejecer. Muy perfumado y elegante. A pesar de ser más famosos y mejor considerados los vinos de Pommard o de Volnay, y no digamos los de la Côte de Nuits, no hay que olvidarse de Beaune, donde se encuentran ejemplares de enorme nivel.

4.- David Léclapart , Champagne L´Alchimiste L06

Cada vez que lo tomo recuerdo nuestra estancia en Reims, de hecho, L´Alchimiste y otros champagnes nos los envían nuestros amigos de esa bonita ciudad.

5.- Giacomo Borgogno & Figli, Riserva Classico 1982 Barolo

No se me olvida, hojarasca, bosque umbrío… Degustado entre amigos en Monvinic, recomendado por Antonio Giuliodori. Tuve la oportunidad de visitar, sólo dos meses después, esta bodega, ver esos viejos toneles eslovenos de enorme tamaño fue muy interesante.

6.- Maison Pierre Overnoy, Ploussard 2009 Arbois Pupillin

Vinos así los tomaría hasta para desayunar, y el Trousseau de Ganevat para merendar. Lo de mojar las galletas o no, lo dejo a vuestro gusto. Degustados por primera vez en uno de mis restaurantes preferidos, Ca´ Pepico, situado en medio de la huerta valenciana. Ya hemos repetido botella en casa, lo dicho, para tomar a palets. Jura me emociona, en tintos y en blancos.

7.- Gianfranco Alessandria, Barolo San Giovanni 2005

De vacaciones en Piamonte, en el restaurante La Salita (la rampa en italiano) en pleno Monforte d´Alba, sabrosa comida y una botella de un buen productor local. ¡Qué más se puede pedir! Para repetir, el viaje y la botella.

8.- Bruno Giacosa, Barbaresco Asili 1998 Azienda Agricola Falletto

Disfrutado en el restaurante La Bella Rosin, en la zona de Monferrato. Última noche en Piamonte con una despedida perfecta. Un vino delicado, finamente especiado, aterciopelado. La elegancia del equilibrio, un fuera de serie. Y su autor, il signore Giacosa, un artista.

9.- Domaine Confuron, Grand Cru Romanée Saint Vivant 2006

Entre amigos, como se debe disfrutar el vino. Un plaisir à partager: aquí.

10.- Maison Pierre Overnoy, Savagnin 2005 Arbois Pupillin

Colosal, sin artificios, disfrutado a pequeños sorbos durante tres días. Siempre digo lo mismo: cómpralo allá donde lo encuentres. Este lo traje de Italia. Aquí os lo cuento.

11.- Francis Boulard, Champagne Petraea XCVII-MMVII

Este champagne, elaborado por Francis Boulard y su hija Delphine, es uno de los que más me han gustado últimamente. Su cuvée XCVII-MMVII, basado en el método de la Solera andaluza, está compuesta desde 1997 por una reserva a la que se le va añadiendo un 25% de cada nueva añada. Por ello, en este champagne están presentes todos los millésimes desde el 97 al 2007.

60 % Pinot Noir, 20 % Meunier y 20 % Chardonnay. Su nariz impresiona, caramelo y membrillo, evolucionando hacia anisados y con un carácter claramente mineral, tiza, talco. Es muy complejo, también placentero en boca, sabroso, apetece servirse copa tras copa olvidándote incluso de la comida. ¡Y no era día fruto ni flor!

12.- Ridge Vineyards, Monte Bello 1997 Santa Cruz Mountains

En estos listados siempre nombro vinos cuya botella ha sido completamente consumida y saboreada, por supuesto compartida, bien en casa, bien en restaurantes, en casas de los amigos… Pero no cito aquellas copas catadas en presentaciones, ferias, conferencias, etc. Sin embargo, en esta ocasión, el 12º vino corresponde a una de las copas disfrutadas en una memorable y emotiva cata-degustación dirigida magistralmente por Juan Carlos López de Lacalle de Bodegas Artadi y realizada en Monvinic en abril del año pasado.

Esa copa de Monte Bello 1997 de Ridge puede ser un buen augurio, nuestra intención es visitarles el próximo año, esperemos que se cumpla.

Una bodega del Nuevo Mundo que empezó a trabajar un poco al estilo del Viejo Mundo. Actualmente los propietarios son japoneses, pero Paul Draper, el excelente winemaker impulsor del zinfandel californiano, es el director desde  1969.

85% de Cabernet Sauvignon, 8% Merlot, 4% Petit Verdot y 3% de Cabernet Franc. Persistente, intenso. Acidez que transmite un tremendo frescor en boca, bien equilibrado, alcohol muy justo (12,9) permitiendo la expresividad de la fruta y logrando olvidar el cuero inicial en nariz. Largo, con recorrido. ¡Un placer haberlo probado!

Por suerte, muchos más vinos podría citar aquí, todos fantásticos (los malos los tengo ya olvidados), pero ahora prefiero leer los próximos artículos donde mis amiguetes relataran sus  experiencias.

Vicente






domingo, 6 de enero de 2013

DOMAINE DE MONTILLE: VOLNAY, POMMARD...

“Donde hay viña hay civilización. En Babilonia, en la Antigua Grecia… había vino. No siempre bueno, pero hacían vino”. Así se expresaba el entrañable Hubert de Montille, uno de los protagonistas del controvertido documental Mondovino, realizado por Jonathan Nossiter en 2004. El veterano abogado/vigneron, durante toda su intervención, defiende rotundamente la cultura vinícola basada en la appellation d´origine y en la expresión del terroir en contraposición a la marca, que la define como parte del mundo anglosajón, y expone su gusto por el vino no maquillado por la influencia de la madera. Sus preferencias son los vinos profundos, largos y rectos en detrimento de los exuberantes pero cortos y sin complejidad.

La película, claramente orientada a defender el terroir y la producción familiar frente a la globalización y el poder de las grandes empresas vinícolas, fue alabada por muchos y denostada por otros que la juzgaban de simplificar la compleja realidad y ofrecer una imagen sesgada e injusta.

En mi opinión, durante el interesante reportaje/película, pleno de humor, hay realmente momentos de gran inspiración. Ahora que he vuelto a verla, una de mis escenas favoritas es la reflexión del importador norteamericano Neal Roshental, sentado en el Diner de Brooklyn (restaurante de grato recuerdo para nosotros), definiendo como diabólico el uso de las barricas de madera nueva, opinando que era peor incluso que la cirugía estética, al perder el vino su alma.

Precisamente celebramos el reciente fin de año con los amigos con los que compartimos viaje a Nueva York. Decidimos, para la ocasión, disfrutar de dos botellas que nos permitirían experimentar un poco en las diferencias de terroir y en las características de los vinos del Domaine de Montille: Volnay 1er Cru Les Champans 2007 y Pommard 1er Cru Les Rugiens 2006.


La creación del Domaine de Montille se remonta a antes de la revolución francesa. Instalados en la Côte de Beaune, en Volnay, contaba originalmente con 12 hectáreas, viéndose reducidas a apenas 3 hectáreas por la venta de parcelas a principios del siglo XX. En 1947, Hubert de Montille se hizo cargo de la finca elaborando vinos de gran personalidad. Retirado Hubert ya hace unos años, la propiedad está actualmente en manos de sus hijos Étienne y Alix. El pasado año lograron la certificación Ecocert tras iniciar años atrás los principios biodinámicos. En 2003, los dos hermanos crean la Maison DEux Montille Soeur Frère, el lado négociant (compra de uva) dedicado principalmente a los vinos blancos. Alix, cuyo marido es Jean-Marc Roulot (todo un referente en Meursault), se encarga de los blancos y su hermano Étienne se ocupa de los tintos del Domaine. En junio de 2012 compraron Château de Puligny-Montrachet (20 hectáreas aproximadamente), ya dirigido desde 2001 por el propio Étienne. Con esta última adquisición, las explotaciones familiares alcanzan actualmente unas 35 hectáreas a lo largo de la Côte de Beaune y la Côte de Nuits, gran parte de ellas en Premier y Grand Cru. Esta extensión supone una propiedad muy grande en Borgoña y resulta, cuando menos, curiosa dicha expansión, sobre todo tras escuchar, hace algunos años en Mondovino, la filosofía del domaine defendiendo las características de las pequeñas bodegas frente a las grandes corporaciones vinícolas. ¿Qué pensará de todo ello Hubert de Montille?

Pero centrémonos en sus vinos y en su calidad, que es lo que nos interesa. Hemos leído que el estilo del padre se basaba en vinos puros, austeros y rectos, necesitando largos años de espera para expresar su extraordinario potencial, y que desde la llegada del hijo los vinos se hacen más amables, más placenteros y armoniosos permitiendo su consumo desde los primeros años, aunque manteniendo sus características tradicionales. Estamos listos para catarlos, o mejor aún, para beberlos.

Pommard Premier Cru Les Rugiens 2006
Volnay Premier Cru Les Champans 2007

La AOC Volnay cuenta con 207 hectáreas, más de la mitad en Premier Cru, y la AOC Pommard se extiende sobre 321 hectáreas, siendo 122 en Premier Cru. Eternos rivales, mientras los vinos de Volnay son definidos generalmente como elegantes y delicados, los de Pommard son calificados como más robustos y masculinos. En ambos pueblos se cultiva exclusivamente Pinot Noir. En realidad, se pueden observar distintos terroirs dentro de cada AOC debido a las múltiples diferencias entre las parcelas/climats que las integran.

El Domaine de Montille posee 0,96 hectáreas en En Champans, uno de los más extensos climats de Volnay, de suelos calcáreos, arcillosos y en pendiente.

De las 5,83 hectáreas que forman Les Rugiens-Bas, 1,02 son del Domaine, siendo a su vez el mayor propietario (¡cómo nos gusta Bourgogne!). El nombre proviene del color rojizo de los terrenos arcillo-calcáreos ricos en fósiles y óxido de hierro. Ni en Volnay ni en Pommard existe ningún Grand Cru, sin embargo Les Rugiens-Bas y Les Petits-Épenots, ambos en Pommard pero de características diferentes entre sí, son considerados, por muchos entendidos, merecedores de la más alta categoría.

Ante todos estos preámbulos la degustación de las dos botellas prometía y mucho. Lástima no haber encontrado idéntico millésimé.

El primer día, Les Champans 2007 (70% sin despalillar), se mostró inicialmente algo ahumado dando paso rápidamente a una encantadora mezcla de flores y frutos rojos. Pétalos de rosas, también carne, especiados, la nariz era delicada, sutil, elegante, sensual, y su boca presentaba una acidez y frescura espectacular. Mientras, Les Rugiens 2006 (vinificado con racimo entero en un 50%) comenzó  cerrado, abriéndose lentamente, con austeridad, era más ahumado, también mineral, férrico (como aquellas ampollas bebibles de vitaminas que me recetaban de pequeño), una nariz sutil, con cierta rusticidad terrosa, atrayente, y una tremenda acidez en boca, en sentido siempre positivo. Un punto común de las dos botellas era su bajo grado alcohólico y la integración completa de la madera.

El rey de la Nochevieja fue Volnay, intenso y redondo. Sin embargo, aunque al día siguiente presentaba idénticas cualidades, lo cual es mucho, no parecía evolucionar y dar más de sí, era fácil de beber. En cambio, el Pommard, perdón, Les Rugiens 2006 de Pommard, gustó mucho más en Año Nuevo, daba por fin sus frutillos rojos, las flores, una elegancia a tope, y su boca y retronasal nos hacía desear que no se terminase. Sin duda más completo, con una complejidad a base de capas, largo y persistente.

Curiosamente, en esos días habíamos disfrutado también de otros dos vinos de la casa: Rully 1er Cru Les Cloux 2006 DEux Montille Soeur Frère, que acompañó deliciosamente los distintos platos del mejor restaurante chino que he visitado jamás, Shanghai; y Beaune 1er Cru Les Grèves 2006 Domaine de Montille, intenso vino proveniente de una parcela de tan solo 1,26 ha que posee el domaine en el lieu-dit Les Grèves, en el corazón del viñedo de Beaune (degustado en el Bar à Vins, un pequeño oasis dentro de la Fábrica Moritz).

Y hasta aquí el relato de dos vinos de enorme calidad bebidos entre dos años. El objetivo lo conseguimos: aprendizaje, disfrute, viaje a través de una copa y recuerdos para el futuro. Feliz Año Nuevo 2013.

Vicente


* La WEB del Domaine de Montille es excelente, permitiendo incluso unas preciosas vistas panorámicas de 360º en algunas de sus mejores parcelas.