Blog de un aficionado al vino. Un paseo simple a través de mis aficiones, un punto de vista personal en un instante determinado. Siempre dispuesto a aprender, disfrutar y compartir.

miércoles, 10 de julio de 2019

Oslo y los vinos naturales: Brutus, Esaias Vinbar, Smalhans, Bar Lardo, Bass, Territoriet, Merkur Bar, Katla, Arakataka, Einbar…



Oslo es una ciudad moderna y funcional, rodeada de bosque y mar. Una ciudad para visitar. Sus calles presentan poco tráfico, vimos que muchos de los coches que circulaban eran eléctricos. Arquitectónicamente destaca el edificio de la Ópera de Oslo, inaugurado en 2008, y con la particularidad de que se puede caminar por su techo, la cubierta es de mármol. También destaca el edificio del Museo Astrup Fearnley, diseñado por Renzo Piano y que alberga una colección de arte contemporáneo; se encuentra al final del Aker Brygge, antiguo muelle ahora zona de ocio y paseo. Una de las cosas que más me gustó fue el Parque Vigeland y sus famosas esculturas al aire libre. Otra de las facilidades que ofrece la ciudad, es la posibilidad de realizar un recorrido en barco, alrededor de las numerosas y pequeñas islas existentes a corta distancia del puerto.


Respecto al mundo del vino, existen numerosos bares, wine bars y restaurantes con una oferta realmente grandiosa. Vinmonopolet es la cadena estatal de tiendas de vinos y licores, no es posible comprar en otro lugar. He de decir que en estas tiendas se pueden encontrar cosas muy interesantes, inclusive vino natural, al menos yo compré algunas botellas australianas de mi gusto imposibles de ver en España. Después os escribiré la dirección de una de las tiendas mejor pertrechada y situada en uno de los barrios de moda.

Nuestro recorrido:



El primer restaurante que reservé, el elegido para la primera cena en Oslo. No tenía la menor duda y no me decepcionó en absoluto. Nos atendió Mathias, quien nos aconsejó algunos de los platos. Sentados en la enorme mesa a compartir situada frente a la cocina abierta, empezamos con unas ostras de Noruega, recogidas a sólo 2 horas de Oslo, carnosas y bestiales; y para beber, sidra noruega que elabora el propio Mathias, fenomenal combinación.


Para los siguientes platos era difícil decidirse entre la abundante oferta de su carta de vinos, aunque ofrecían varios por copas, opté por una botella de Su chi no’nau 2013 de Gianfranco Manca. De lo mejorcito que he bebido de Panevino. Nos pareció extraordinario. Cannonau.


Disfrutamos de una cena fabulosa en Brutus: oysters with bloody mary, grilled duck wings, leek and mustard, whale tartar, grilled lamb, rhubarb and ice cream. Nos gustó mucho.

Antes de irnos, Mathias nos enseñó la bodega de vinos situada en el sótano.



Justo al lado de Brutus, de los mismos propietarios. Para acudir antes o después. También tienen sidras naturales. Nosotros acudimos antes y disfrutamos de un par de botellas tamaño tercio de Frukstereo, sidra natural que elabora nuestro amigo Karl en la zona de Malmö, Ciderday Night Fever 2017.

Un mundo de color de rosa, el color que predomina en este curioso bar. Pequeño y divertido y con música heavy metal de fondo.



Abierto desde hacía 2 meses, coincidimos en el día de nuestra visita con una degustación de las sidras de Solhoi Cider, de Martin Bech-Ravn, de origen danés, quien elabora en Oslo su sidra fermentada espontáneamente y sin aditivos. Las etiquetas son diseñadas por él mismo. En cuanto a la sidra, me pareció estupenda, más seca y ácida que las que he probado de Normandía.

El bar estaba atendido eventualmente por Pedro, de origen portugués, le pregunté por el Pedro’s tiny wine bar sobre el que había leído buscando en internet, pero me informó que ya no existía, lástima. Muy amablemente me aconsejó algunas direcciones que no tenía anotadas en mi libreta, sitios de vinos, por supuesto. Pedro se estaba encargando de darle el empujón inicial al local.




No fue la única visita que hicimos al Esaias Vinbar. En otra ocasión tomamos un aperitivo, a base de estas fabulosas sidras, aunque disponen de numerosos vinos, algunos por copas. Conversamos con Frédéric, de origen francés, otro trabajador del bar, también muy simpático, quien nos comentó un poco su experiencia en la ciudad después de 7 años en el país. Nos quedó claro que junio era uno de los mejores meses para visitar la ciudad, y que la pega era la falta de luz solar en determinados periodos del año, no todo es mágico.

Si viviéramos en esta ciudad, Esaias sería uno de los sitios que más frecuentaríamos.



Localizado en la calle Ullevåloveien 43, muy cerca de St. Hanshaugen Park. Seis años ya de vida. Se puede reservar para cualquier horario, comida, tarde o cena. Todos los días. Desde hamburguesas a plato del día u opción de menú degustación a la noche. Preparando el viaje, creo recordar que fue en su instagram donde había visto alguna botella del Domaine Peyra. En cualquier caso, dudaba de que les quedara; pero sí, me llené de gozo al ver una de sus referencias en la carta de vinos y más aún al confirmarlo detrás de la vitrina del gran armario de vinos. Al parecer, le quedaban seis, cinco tras mi visita. Domaine Peyra Vieilles Vignes L04, 11% de graduación. Este vino es una joya, se mostró colosal, con tremenda acidez, laaaargo, increíble, emocionante, especial, fuera de serie.



En Thorvald Meyers Gate 26. Restaurante situado en el barrio de Grünerlokka, antiguo barrio obrero, donde ahora abundan las cafeterías, tiendas, restaurantes, bares... Llegamos a él desde el centro cruzando el puente Ankerbrua y dejando atrás el río Akerselva, río que atraviesa Oslo de Norte a sur.


Anguila ahumada, tomates noruegos, rape... Se cena muy bien aquí. Dudé mucho en qué botella pedir, en su carta había bastantes referencias, cuando me decidí por una dio la casualidad de que estaba agotada; la sommelière, muy amablemente me propuso muchas otras opciones, hasta que encontré en la lista algo muy interesante para mí, Heavencider del Domaine No Control de Vincent Marie en Auvergne, 5% Alc./Vol. Conocía bastante su Hellcider en sus dos primeras añadas, pero no sabía que trataba también con el cielo. Sencillamente deliciosa.



¡Qué agradable y bonito! Precioso wine bar, también en Grünerlokka, en la calle Markveien 58. Abierto desde hace 4 años y medio. De entre los vinos por copas, elegimos: Post Flirtation 2018 de Martha Stoumen, California, roussane, colombard, marsanne y muscat blanc, me gusta más su versión tinta; Out of the meadow 2018, dela misma productora, chenin, vermentino, green hungarian, chasselas doré y trousseau gris. 10% de graduación el primero, 11,5% el segundo.


Tuve la suerte de degustar las últimas copas que les quedaba de la única botella disponible de Amazon 2014, pinot noir, vino de Patrick Sullivan, Yarra Valley. Me encantan sus vinos.


En la misma calle que Territoriet, un poco más arriba, se encuentra una de las tiendas Vinmonopolet que más me gustaron, por la calidad y variedad que ofrecía, aquí compré varias botellas, tenía que ser en Grünerlokka.



Calle Mollergata 38A. Curioso bar, curioso porque tiene pinta de bar de barrio, no destaca desde la calle al pasar a su lado y, sin embargo, la experiencia resultó muy, muy agradable. Nos gustó este pequeño bar, donde preparan, entre otros platitos, tablas de embutido y queso de cabra, de origen noruego todo, a excepción del aceite de oliva virgen extra, de España. También disponen curiosamente de cerveza Mahou de barril y de una excepcional sidra local rosada de grifo, de Solhoi Cider. Una pequeña muestra, pero bestial selección de vinos naturales de todo el mundo completa, junto a la buena música, la particularidad del lugar.


Bebimos un vino de Anton van Klopper, Lucy Margaux, Basket Range en Adelaide Hills. Pinot gris y grenache gris. Cinquante nuances de gris 2017. ¡Supernatural! 11,5%.

De entre los locales que me aconsejó Pedro en Esaias Bar, dos no los tenía en mi lista, los dos los visité el mismo día, Merkur Bar y Katla, el primero a manera de aperitivo y en el segundo como cena en el Food Bar, rincón del restaurante donde no era necesario reservar. 



Precioso. Very, very nice wine and sake bar in Oslo. Estilo años 50.

Aceitunas, almendras y… Les Dentelles L17 de Anne et Jean-François Ganevat, syrah y grenache. Hacía tiempo que no bebía nada de Ganevat, no sé por qué. Este vino estaba buenísimo. Por copas. También 3 Colours Red 2018, sauvignon blanc, pinot gris y pinot noir de Lucy Margaux. Tengo la 2017 sin abrir en casa, como esté la mitad de bien que ésta ya me conformo.





Aperitivo en Merkur y cena en el restaurante Katla, de reciente inauguración, agosto de 2018. Cocina deliciosa, apetitosa y divertida. De influencia asiática o sudamericana y productos del mar: Korean fried chicken wings, tacoyaki, vieiras, rodaballo… Mi elección para acompañarla, Kopines! 2017, chardonnay y aligoté de Anne et Jean-François Ganevat. Superbe!




Se puede reservar en el restaurante o bien visitar el food-bar o wine bar, sin necesidad de reservar en este último caso.


Otro que nos encantó, lo pasamos muy bien. Bonito restaurante. Food bar en un lado de la sala del comedor, desde donde se observa todo el restaurante, mesas altas pero cómodas, frente a la barra y junto a los amplios ventanales.


Extensa carta de vinos, clásicos y naturales. Nuestra elección, un pet nat, I anm the ninja de Craig Hawkins, Testalonga El Bandito, Chenin de Swartland, Sudáfrica. Y para acompañarlo: oysters, kingcrab, wild salmon & smoked yogurt, cheese croquette, blue cheese, rapsberries & rhubarb… Leo en mis notas: “Delicious dinner at Arakataka Bar”.




The Food Bar at Arakataka abrió en 2015, ofrecen menú degustación de 4 ó 5 platos o a la carta. Tienen también opción de maridaje de vinos. No es necesario reservar, sí en el restaurante.


Einer es el restaurante y escaleras abajo, en el sótano, se encuentra Einbar. Enorme barra, espacio amplio, no criticaré la decoración, aunque no la entiendo. La atención, una vez más, muy buena, como en todos los sitios visitados.

Disfrutamos con Beach, chenin de Tom Shobbrook, Barossa Valley. Para acompañarlo: white asparagus, lamb and mushrooms, potatoes and lovage, rhubarb and honey. Otra gustosa cena en Oslo.




Fueron cinco días en la ciudad, cinco días de junio que se nos hicieron realmente cortos. Lo pasamos muy bien y esperamos volver en alguna otra ocasión, de momento seguíamos nuestro rumbo, hacia Bergen.

Vicente

© elvinoquebebo.com


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