Blog de un aficionado al vino. Un paseo simple a través de mis aficiones, un punto de vista personal en un instante determinado. Siempre dispuesto a aprender, disfrutar y compartir.

martes, 4 de abril de 2017

Tokio y el vino natural: La Pioche, Nimousaku, Maruchu...



Existen muchos motivos para visitar Japón, un país fascinante, pero lo mejor de Japón es su gente. Nuestro viaje comenzó en Tokio. La capital está repleta de locales donde comer: bares, restaurantes, tabernas... Los hay pequeños o más grandes, localizados tanto en pisos de altos edificios como en sus bajos, también en callejones, incluso a veces buscar alguno en concreto no resulta tan fácil. Nosotros recorrimos algunos de los más interesantes, todos ellos especializados en vinos naturales. En ningún otro viaje como éste habíamos contactado con tantas personas tan apasionadas por el vino sin aditivos.

Muchos profesionales del vino en Japón se han formado trabajando en Europa, en Francia principalmente. Tras años adquiriendo experiencia en los viñedos, en restaurantes, o en ambas facetas, a su vuelta de Europa, han abierto en los últimos años sus propios locales en ciudades japonesas. Pero no creáis que en este país el vino natural es un tema novedoso: Ahiru Store, bistrot y bar de vinos, lleva abierto desde 2008 y Shonzui, el primer bistrot de Japón dedicado a los vinos naturales abrió en 1993, sí, hace más de 20 años. De ambos, localizados en Tokio, os comentaré en una segunda y tercera entrega.

Vamos con el recorrido:


El primer local que tenía marcado en mi libreta de notas. Pequeño bistrot de nombre francés abierto desde 2013, especializado en vinos naturales, principalmente franceses, al igual que el estilo de su cocina, como en un magnífico bistrot de vinos naturales de París pero en Tokio, un aliciente más. Localizado en Chuo, el distrito financiero. Estaba abierto en domingo, nuestro primer día en Japón, y aunque no habíamos reservado para cenar, algo muy aconsejable, nos ofrecieron un hueco sobre uno de los dos barriles de vino que disponían a modo de mesa, sólo éramos dos y tuvimos suerte. El resto, la barra y las pocas mesas estaban a tope. Abundaban las botellas vacías a modo de decoración y en las paredes numerosas dedicatorias de las visitas de conocidos vignerons. Un gran ambiente.


Atendidos cortésmente por el propietario, Shinya Hayashi san, quise comenzar por un vino japonés, cómo no. Entre las dos o tres referencias mostradas del elaborador Eishi Okamoto, domaine Beau Paysage, elegí la cuvée Kurahara Nuage 2014, sauvignon blanc de la zona vinícola de Yamanashi, a solo una hora en coche al suroeste de Tokio. Este vigneron dispone de tan solo 3 hectáreas de viñas al pie del majestuoso Monte Fuji. 

Había leído que existían algunos buenos productores japoneses que trabajaban en el país, de forma natural, sin aditivos, y también conocía buenos ejemplos de vignerons japoneses afincados en diversas zonas vinícolas francesas que trabajaban muy bien, pero este mi primer vino japonés me resultó sorprendente, era un top, no tenía nada que envidiar a un vino francés que fuera de mi gusto. Rica fruta, buena acidez, frescura, calidad... y muy natural. Eishi Okamoto es uno de los grandes vignerons del país, sus vinos son de los más buscados. Extraordinario comienzo.
                                    
En las contraetiquetas de sus botellas el vigneron firma el siguiente enunciado, en inglés y en japonés:

"A glass of wine can change the world. Yes we can change the world if we change our daily food and drink. You may think I'm a dreamer. But I hope someday you will join us."

Más vinos japoneses probaríamos durante este viaje, de éste y de otros elaboradores. Japón es el principal comprador de vino natural. Y a pesar de la dificultad debido al clima, a la humedad de los veranos y a las intensas lluvias, Japón también es un país productor de vino natural.


Destaca en este bar de vinos la calidad de la carne, japonesa, cocinada perfectamente a la brasa. Lo sé porque os adelanto que la probamos, pero en nuestra última noche en Tokio, sí, aquí repetimos. En esta ocasión, disfrutamos con una brandada de salmón y el plato de pollo de granja al carbón.

Shinya Hayashi san me comentó que estuvo trabajando en Francia, en concreto con Jean-Yves Péron en su viñedo de Savoie. Por supuesto, la siguiente botella que solicité tras un viaje tan largo, teníamos sed, fue de este productor: Roche Blanche 2012, variedad jacquère. Sus vinos siempre nos gustan, sobre todo los blancos.


Los japoneses tienen fama de tímidos e introvertidos, incluso entre ellos así se consideran. En cambio, durante nuestra estancia mi experiencia me enseñó lo contrario, son amigables, abiertos, cariñosos, con extraordinario sentido del humor y, por supuesto, algo que ya sabíamos antes, muy amables. De hecho, hicimos nuestras primeras amistades del viaje en La Pioche, nuestra nueva amiga Kazumi, quien además de gran fan del vino natural habla perfectamente nuestro idioma.


Todo nos salió redondo desde nuestra llegada. Grandes vinos, sabrosa comida, nuevas amistades y un acertado alojamiento en pleno barrio de Asakusa, uno de los más tradicionales del centro de Tokio, a unos pasos del templo budista más antiguo de la ciudad, Sensoji.

En Tokio, la mayoría de los bares de vino natural se concentran en las extensas zonas de Shibuya o Ebisu, sin embargo, guiados en este caso por nuestras amigas japonesas, Kazumi y Ayako, conocimos en el segundo día de estancia en Japón dos lugares que para nosotros significan ya dos de las experiencias que más nos gustaron: la taberna Nimousaku y Maruchu Bar. Ambos bares de vino y sake natural se localizan en el distrito de Tateishi, muy cerca de la estación de Keisei-Tateishi, zona popular, de auténtico barrio lleno de vida donde abundan diversos comercios, principalmente izakayas, tabernas japonesas. Estamos en el barrio de Katsushika. Aunque aparece casi fuera de mi mapa, se alcanza en unos 20 minutos en metro desde Asakusa Station.

Nimousaku


Taberna dirigida por el señor Toshiriro Hidaka, una muestra una vez más de la amabilidad y simpatía de los japoneses. El local dispuesto con asientos frente a la zona de cocina estaba lleno. Preciosas botellas de sake formaban parte de la decoración haciendo de separación entre los comensales y la zona de trabajo. Numerosas dedicatorias de vignerons de renombre figuraban escritas en las paredes, como por ejemplo de René-Jean Dard, expresando su deseo de volver al lugar. El ambiente era extraordinario, todo el mundo disfrutaba. Comimos numerosos platos, realmente exquisitos: ostras, sushi, lengua, anguila y por supuesto oden, una de las especialidades de la casa, se elabora con diversos ingredientes cocinados en un caldo de konbu y dashi. Algunos de los platos parecían cuadros por su presentación tan artística.


Para beber, compartimos tres botellas de vino junto a otros asiduos clientes, gente del barrio. También probamos tres sakes distintos. Por cierto, el nombre más apropiado para referirse a lo que conocemos como sake fuera de Japón sería nihonshu, siendo más bien bebida alcohólica el significado de la palabra sake.


Mizuiro 2013 de Kenjiro Kagami, Domaine des Miroirs. Chardonnay. En mi casa, antes de partir hacia Japón, para celebrar el inicio de nuestras vacaciones había abierto una botella de este vigneron japonés afincado en Grusse, en el Jura. Qué alegría me dio poder disfrutar de nuevo de uno de sus vinos, pero esta vez en su país de origen. Quiero mencionar que incluso en Francia es complicadísimo conseguir alguna botella de Kenjiro Kagami debido a su limitada producción.


El segundo vino fue Nana-Tsu-Mori 2014 del Domaine Takahiko Soga, en Hokkaido. Pinot noir con algo de botritis. Uno de los vinos del viaje y del año. ¡Cuánto nos gustó! Gracias Hidaka san por ofrecernosla. Finalizamos la excelente sesión vinícola con una botella del Domaine Oyamada, Cuvée Petit, localizado en el centro de la isla de Honshu, en la prefectura de Nagano, a unos 200 km de Tokio. Seba es el nombre del viñedo. No estoy seguro de la añada, entre las variedades destacaba la cabernet franc.

A estas alturas de mi relato os habréis dado cuenta de que Japón es un país productor de vino y además de vino natural. A lo largo del viaje degusté los vinos de 6 ó 7 elaboradores japoneses, aconsejado por mis nuevos amigos del país, y realmente quedé convencido de que había probado algunos de sus vinos top. He de confesar que su calidad me la imaginaba, porque aquello que persiguen los japoneses con el corazón, lo consiguen. 


Por supuesto bebí nihonshu (sake), y no cualquiera, sino algunos de los pocos que siguen un proceso tradicional en su elaboración, el denominado kimoto zukuri. Se basa en la lenta acción de la levadura y del ácido láctico, no adicionados, y sin emplear unas condiciones ambientales artificiales. El equivalente al vino natural en el sake.

El primero que probé lo sirvieron tibio, a unos 50 grados creo recordar. Impresionantes sus aromas y sobre todo su textura y elegancia, no imaginaba que me iba a gustar tanto. Se trataba de una botella de la bodega de Takehara en la prefectura de Hiroshima, Taketsuru Shuzou, un nombre que se me quedó grabado. Tatsuya Ishikawa san es el elaborador.


Koikawa Usunigori. Mi segundo nihonshu, sake y cine. Botella con el nombre del productor y dedicada a su amigo director de cine Tagashi Shin. Como curiosidad, comentar que estamos hablando de graduaciones de unos 16%. Un tercer sake probé, de la bodega Kubo-honke, elaborado por Katoh Katsunori.

La capacidad de las botellas de sake de este restaurante era de 1,8 litros, pero siempre  sirven una pequeña cantidad en una jarrita para repartir.

Sensacional experiencia. ¡Por qué no me traería algunas botellas!




Maruchu Bar  (fotografía de cabecera)

En la misma zona existe otra taberna donde también poder disfrutar del vino natural y de platos japoneses. El local, enano, aunque no el más pequeño que visitamos durante el viaje, está dentro de un mercado, en un pasaje cubierto llamado The Shopping Arcade of Tateishi. Esta taberna (izakaya) la compartían dos socios y se llamaba Nimousaku, después uno de ellos abrió una nueva taberna muy cerca y un poco más grande, la que acabábamos de visitar, y esta primera, la del mercado, pasó a llamarse Maruchu Kamaboko y la nueva adquirió el nombre anterior. La filosofía de ambas es idéntica.

Tras unas gruesas cortinas amarillas de plástico se disponen dos mesitas que hacen de terraza. Justo detrás, dos barras paralelas con taburetes donde sentarse y a un extremo la pequeña cocina, como máximo cabríamos 10 personas. La disposición de las dos barras favorecía que el propietario, Nishimura san, atendiera fácilmente a los clientes. De parada vecina teníamos una pescadería. El lugar resultaba muy tranquilo, al menos cuando llegamos al anochecer, momento en el que estaban cerrando la mayoría de las tiendas.

Me pareció un bar de vinos fantástico. Destacaba el buen ambiente y la originalidad del lugar, también resultaba fácil conversar con los amigos o relacionarse con otros visitantes, de hecho compartimos algunos vinos entre todos, el lenguaje del vino es internacional.


Nakai Müller 2015, Kondo Vineyard, en Hokkaido. Viñedo Nakai, variedad müller-thurgau. Refrescante pet' nat, 10% de graduación, aromas de fruta, manzana, pomelo, albaricoque, melocotón blanco y flor blanca. ¡Coño!, ¡qué bien!, un espumoso japonés.

Kurisawa Blanc 2014, Nakazawa Vineyard, en Hokkaido. Pinot gris, silvaner, gewürz, pinot noir y kerner. Mis amigas japonesas querían que probara este vino, y lo entiendo, me pareció un gran vino, aromas a flores y cítricos.

De las referencias de vinos escritas en la pizarra en caracteres japoneses me fijé en la única palabra que entendía y conocía, Le Canon. Rápidamente pedí una botella del vigneron japonés afincado en el Ródano, Hirotake Ooka, domaine La Grand Colline: Le Canon 2014.




También tenían otras botellas con buen gusto, de Noëlia Morantin, de René Mosse... En los azulejos de la pared de enfrente se observaban varias firmas de conocidos vignerons, entre ellas un mensaje de Pierre Le Petit Gimios: La biodiversité dans l'esprit des petits producteurs (19.01.2016)

También saboreamos diversos platos, entre ellos Oden, una reconstituyente sopa de tendón de ternera, colágeno puro.

Nimousaku y Maruchu, dos lugares de culto para un bebedor de vinos naturales.


Mercado de Tsukiji

Acudir a este mercado es una buena idea para aprovechar los efectos del jet lag en los primeros días tras la llegada, ya lo hice en mi primera visita a Tokio hace unos años. Se trata de la lonja de pescado más grande del mundo. Para la famosa subasta del atún rojo tal vez sea madrugar demasiado, pero recorrer el mercado hacia las 7 o las 8 en plena y frenética actividad es un espectáculo en sí, siempre teniendo cuidado de no molestar a los trabajadores, ni obstaculizar las numerosas carretillas eléctricas que conducen a toda velocidad entre los pasillos del recinto. Seguramente tendremos la oportunidad de ver trocear enormes atunes de forma quirúrgica y en un tiempo récord con largos y afiladísimos cuchillos. Alrededor del mercado abundan las tiendas de utensilios de cocina, también pequeños bares de sashimi donde completar la experiencia y disfrutar de un desayuno fresquísimo.

Está previsto su traslado a una nueva ubicación con instalaciones más modernas pero de momento se están produciendo retrasos.


La Pioche, Nimousaku, Maruchu, Mercado de Tsujiki... Forman parte de un viaje inolvidable. Seguiremos contando...

Vicente

domingo, 19 de marzo de 2017

Vins Nus 2017



Hace pocos días, el pasado domingo 12 de marzo, se celebró la tercera edición del salón Vins Nus. Organizado en Barcelona por la Asociación de Productores de Vinos Naturales (PVN). Esta asociación reúne a pequeños viticultores de toda la geografía española. No se trata de un organismo de certificación, su intención es la de divulgar y defender el vino natural.

En una única sesión, cerca de 40 viticultores, de España, y también de Francia, ofrecieron sus vinos a los visitantes. En un lugar cómodo e iluminado, el espacio Utopia 126, se desarrolló una jornada festiva, con muy buen ambiente. Mi recorrido fue el siguiente:

Torcuato Huertas - Purulio


Empezamos fuerte. Purulio. Bodega localizada en Granada, en la Alpujarra, en la cara norte de Sierra Nevada, en la pequeña localidad de Marchal cerca de Gaudix. Tres vinos sobre la mesa:

Pvrvlio 2016 blanco, un coupage de numerosas variedades blancas según nos informa Torcuato y no me equivoco (chardonnay, viognier, sauvignon, macabeo, albariño, torrontés, palomino, moscatel de alejandría y también de grano menudo). Fresco y graso a la vez, me sorprendió y me gustó.

Jaral 2013, tinto de petit verdot, syrah, garnacha, cabernet sauvignon, pinot noir y creo que no me faltó anotar alguna variedad, pero poco importa, lo interesante es el vino, porque eso es lo que pensé al probarlo: ¡esto es vino! Fruta sabrosa, bien madurada, buena acidez.

Y por último, Minotáureo 2015, 100% pinot noir, ¡qué bueno! Me encantó conocer a este viticultor, 100% natural.

Sylvain Bock


Me gustan mucho los vinos de este vigneron. Trabajó para Gerald Oustric del domaine du Mazel en Ardèche y en 2010 realizó su primera cosecha. Sus viñedos se encuentran cerca de la ciudad de Valvignères.

Le fruit de la patience, chardonnay elegante, sin notas de mantequilla ni de madera; Faux sans blanc, chardonnay y grenache blanc, fresco, vibrante; por último, también frescos, con mucha fruta, muy vivos, los dos tintos que probamos, Reviens gamay! y la garnacha Neck, en ambos utiliza el racimo entero y maceración carbónica. Magnífica selección.

Romain - Domaine des Grottes


Vinos del Beaujolais para beber a litros, sí, sin cansarse, sin empalagarse. Maceraciones cortas, poco alcohol, gamay, suelo de granito. Vinos de soif, para beber y repetir. Dos de sus vinos los tenemos ahora en casa, Un petit coin de paradis y Brut de cuve. El primero, un pétillant de sólo 6% de alcohol, "produit sans cochonnerie" indica en su etiqueta, y el segundo, también muy refrescante, cuya etiqueta aconseja entre otras cosas "à déguster en bonne compagnie". ¡Buena compra!

Samuel Cano - Patio


Tremendos los vinos de Samuel Cano, el lado más natural de La Mancha. Sus vinos cada vez nos gustan más: Aire, variedad airén, presenta tres versiones, de diferente altitud y terreno, según parcela; Atardecer en el Patio, variedad tinto velasco vinificada en blanco; Patio Rosé, también tinto velasco, de los vinos del salón que más me gustaron; Patio Selección, petit verdot principalmente; Al Sol del Patio, syrah, vino de vendimia tardía, fruta roja y negra confitada nada pesada... Una mesa completísima.

Bodega ubicada en Mota del Cuervo, Cuenca.

Jean-Louis Pinto - Es d'Aqui


Vins vivants del sur de Francia. Algunos de sus vinos los he bebido en París, tienen mucho éxito y no me extraña. Ubicado en Gaillac, no tiene viñas propias, elabora diferentes cuvées por separado de las zonas del Languedoc y del Sud-Oest. La uva que compra proviene de viñedos seleccionados que controla, de agricultura ecológica, lo que le permite vinificaciones sin aditivos y un trabajo artesanal obteniendo vinos naturales de diferentes origenes.

Dans les étoiles 2015, braucol, carignan y colombard, de la zona del Sud-Ouest y Cinsauriel 2016, cinsault, del Languedoc, tremendamente frescos, fueron los que más me gustaron en esta ocasión. De hecho, comimos junto alguna copa del segundo que nombro. También destacó la botella de Orange Mauzanic 2016, en este caso de la zona de Limoux y su variedad mauzac.

En sus etiquetas una flecha señala el origen del viñedo en un mapa con la expresión “Es d’aqui” (en occitano).

Lorenzo Valenzuela - Barranco Oscuro


La bodega de Lorenzo y su padre Manuel, proyecto pionero en España en la elaboración de vinos sin aditivos, se localiza en la Alpujarra granadina. Sus viñas se encuentran plantadas a más de 1300 metros de altitud, en la Sierra de la Contraviesa, en su cara sur.

Como por cuestiones de reglamentos no se les permite por los organismos oficiales nombrar la variedad de uva, siempre han utilizado la imaginación y el humor en sus etiquetas, siendo fácil adivinar el tipo de variedad de la botella. Así, La Ví y Soñé (viognier), Rubaiyat (syrah), Garnata...


Uno de los vinos de la jornada fue Salmónido 2015, pinot noir, un rosado a contracorriente, un rosado delicioso.

Manuel Moreno y Sara Bertani - Sidra del Sur


Sidra elaborada también en la zona de la Alpujarra granadina. De nombre adecuado, de momento es la única sidra del sur. Utilizan una gran variedad de manzanos antiguos y elaboran sin aditivos ni manipulaciones de ninguna clase, dando lugar a una sidra refrescante, un zumo seco y de matices afrutados. Sidra artesanal de producción familiar. En el Cortijo Fuente Guijarro.

Château Saint - Martin


Una sorpresa muy grata, una bodega completamente desconocida para mí. Vinos de gran calidad del Jura. Probamos, enamorándonos a cada cual más, la cuvée de chardonnay y pinot noir del 2005, ouillé, 8 años de crianza y variedades en coplantación; el savagnin, añada 2004 y 10 años bajo velo de flor, y el Vin Jaune 2004, 12 años en este caso bajo velo. Cuando parecía imposible superarse, nos ofreció su botella de Château Chalon y también un Macvin delicioso.

Pierre Rousse - Le Pelut


Vinos sanos, digestivos, 100% naturales. Cultiva sus propias viñas situadas al oeste de Languedoc, hacia Limoux, al sur de Carcassonne. Conocía algunas de sus cuvées, el pet'nat Spumosum y Martingale, ambos chardonnay. Curiosamente los bebí en un viaje por Japón, allí tenía enorme éxito, los japoneses tienen muy buen gusto, adoran el vino natural. Me extrañó mucho que fuera la mesa menos visitada del salón. Cuatro cuvées sobre la mesa: Dithyrambe 2014, Carambouille 2014, Escapade 2015 y Peccadille mezcla añadas 2015 y 16. Este último, pinot noir, me entusiasmó especialmente.

Microbodega del Alumbro


Me sorprendieron muy gratamente sus vinos, tanto los blancos como los tintos, y sobre todo el clarete de esta bodega, microbodega. Localizada en Zamora, en Villamor de los Escuderos, elaboran vinos libres de aditivos químicos. Respecto a las variedades, emplean principalmente godello, verdejo, palomino y moscatel de grano menudo, en blancas, y tempranillo, garnacha y cabernet sauvignon en los tintos. Para mi gusto destacó claramente su Clarete 2016, tempranillo y palomino, mitad y mitad, para beber hasta para desayunar.

Sylvain Saux - Pechigo


Bodega localizada en la pequeña población de Malras, en la zona de Limoux. Es imposible que sus vinos te dejen indiferente. Yo, al menos, los disfruté mucho. Probamos tres blancos: el primero, 2009, mauzac (sobre todo), chenin y chardonnay; Pechigo 2008, chardonnay principalmente, mauzac y chenin, y Pechigo 2009 y 2010, igual que el anterior, las tres variedades, pero ensamblaje de las 2 añadas. Blancos con aromas a fruta, a flores, rectos y ricos. Con el destilado, Eau de Vie de 43% de graduación, pusimos el punto final a nuestro recorrido.

Por cuestión del poco tiempo que tenía disponible, seleccioné un número limitado de las mesas, pero he de decir que disfruté mucho más de lo esperado. Probé vinos de gran calidad, vinos para el placer. Varias mesas quedaron pendientes, en futuras ferias tendremos otra oportunidad de catar o repetir otros vinos. Próximo salón, en mayo, en Madrid: Vino Vivo. Intentaremos estar.

Vicente

martes, 28 de febrero de 2017

Montpellier: Les Vignerons de l'Irréel, Les Affranchis, Le Vin de mes Amis...



A finales del primer mes de cada año, se celebran varios salones de vinos en Montpellier. En este 2017 fue durante el 29 y 30 de enero, domingo y lunes. Les vignerons de l'irréel, Les affranchis y Le vin des mes amis son las tres ferias que más me interesan, consideradas ferias off en relación a la Millésime Bio, que este año se ha trasladado a Marsella, o la populosa Vinisud celebrada también en Montpellier en las mismas fechas.

Mi experiencia fue muy positiva, catando numerosos vinos de mi gusto.


Comenzamos con esta feria que celebraba su segunda edición, en el espacio Dieze Warehouse a las afueras de la ciudad. Un total de 50 vignerons, franceses, italianos y españoles.

Empezamos. Un gustazo los vinos de José Miguel Márquez (Bodegas Marenas). De Montilla, Córdoba. En una zona donde destacan los vinos generosos, no le falta la frescura a sus vinos: Montepilas (vino con el mismo nombre que su variedad autóctona), Mediacapa (pedro ximénez), La Veló (tempranillo), Cerro Encinas (monastrell), Casilla Las Flores (pinot noir)... Todos de la añada 2016 y sin aditivos de ninguna clase. Buena selección.


A su lado, Juan Pascual López (Viña Enebro), de la zona de Bullas, Murcia. Vinos frescos, caracterizados por su naturalidad, honestidad y como único ingrediente uva 100%. Sus vinos nos sorprendieron muy gratamente: el Blanc de Noir, embotellado para el salón, en cuya composición destaca la variedad tinta forcallat vinificada como blanca; el Monas3, de divertida etiqueta, y la monastrell de maceración carbónica Escala 2016, ambos en depósito y embotellados para la ocasión; su espumoso ancestral y finalmente el Viña Enebro 2013, de etiqueta roja. De este último, monastrell, probamos sus dos versiones, la vinificada en barrica de 500 litros y la de 225, siendo idéntico vino cambiaba todo, el color, la evolución, sus notas... Curiosamente nos gustó más el segundo, ¡qué bueno!


Una mesa tenía marcada especialmente, la de Anders Frederik Steen. Cuatro vinos traía, todos magníficos, los tres primeros en asociación con Jean-Marc Brignot: Don't throw Plastic in The Ocean, Please 2015 (cuvée comercializada en varios idiomas, presenta dos versiones debido al diferente coupage y al material utilizado en su vinificación, fibra o foudre); la syrah Si, c'est rare 2014 (como los anteriores, su uva proviene del domaine du Mazel en Ardèche) y por último, Le Rebloché 2013, vinificado por Anders Frederik y embotellado por Laurent Bannwarth, uno de mis vigneron preferidos en Alsace y que aporta en esta cuvée también su uva, pinot gris y gewürztraminer a partes iguales. Tremendo vino en el que notamos cierto carácter oxidativo debido a la existencia de un ligero velo de flor durante su vinificación, según nos confirma Steen.


Ya con ganas de comer algo, en cuanto salgo de España me entra el hambre antes de las 13 h, nos lanzamos a por la sopa de verduras que tenían preparada en una sala continua, me sentó de maravilla, sobre todo con los vinos que elegí para acompañarla, unas copas de los Beaujolais de Jérôme Balmet, de los vinos que más me gustaron, para aplacar la sed y para disfrutarlos. Como siempre, prefiero beber que catar.


De Philippe Delmée y Aurélien Martin, en Anjou, conozco alguno de sus vinos. Recuerdo perfectamente haber bebido una botella de Ni Rouge Ni Blanc en La Buvette en París. Tras probar los cinco vinos presentes en su mesa, me reafirmo una vez más en que me encantan. El pétillant, degollado tan solo dos días antes, nos refrescó gratamente el paladar.


François Ecot. Hasta ahora no había probado nada de sus vinos, pero sí había leído algunas cosas, sus botellas aparecen a menudo en los instagram de mis amigos japoneses, así que tenía que aprovechar la oportunidad. Y no me defraudaron, ni mucho menos. Aligoté, gamay, foudres, racimo entero... Bourgogne, al sur de Auxerre.


Finalmente, aunque había muchas otras mesas donde catar interesantes vinos, elijo despedirme de este salon, quedaban dos más, con los vinos de Mattia Carfagna, de Toscana. Iba sobre seguro, una de sus botellas la había degustado con placer cenando hacía pocos meses en Retro'Botega. Vino recomendado por el propietario, cocinero y sommelier de esta cave à manger de París. Catamos la sangiovese, sin madera durante su vinificación, y la ansonaco, un 30% en maceración pelicular durante 25 días. Me gustan.



Nuestro segundo salon visitado. En el Château de Flaugergues, unos 45 vignerons mostraban sus vinos. Recorrimos las siguientes mesas:

Julien Albertus, del domaine Kumpf et Meyer, Alsace. Como en las demás mesas, catamos todos sus vinos. Tenía ganas. Curiosamente había probado alguno de sus vinos por primera vez en un viaje por Japón. Variedades típicas de Alsacia: pinot gris, auxerrois, silvaner, muscat, riesling, pinot noir... Terminamos la degustación con uno de los que más me agradan, su pétillant Restons Nature Dark Nat 2016, pinot noir y gris maceradas juntas.


Olivier Lemasson, Les Vins Contés. Otros vinos que me gustan mucho. Todos 2016. De Gama-Sutra no escupí ni una gota, una gamay espléndida que apetece en todo momento. Su malbec, o côt, Chemille de Fer me sorprendió por su finura y rico sabor.


Jeff Coutelou. Sus vinos me encantan. Probamos varios monovarietales (grenache, syrah, cinsault, carignan), La Buvette à Paulette (mourvèdre y cabernet sauvignon), Flower Power (ensamblaje de aramon noir y gris, cinsault y otras variedades, en coplantación), L'Oublié (mezcla de diferentes añadas)... Todos 2015, todos elaborados con despalillado. Son vinos para beber sin moderación, plenos de fruta, frescos y densos a la vez. Una de las frases que nos brindó este vigneron durante la degustación fue: "el alcohol no es un parámetro de equilibrio, es la maduración". Sus hectáreas se localizan no lejos de Béziers.


En el patio central, al aire libre, se disponía un food truck donde poder picar algo o llenar el estómago. Seguimos...

Nathalie et Emile Hérédia. Presentes ambos, con varias cuvées, nos inclinamos por beber sus pet nat del domaine des dimanches, Rosebud y Bulle Hit, no todo va a ser catar. También realizamos alguna compra.


Hubert & Heidi Hausherr. Domaine alsaciano localizado en Eguisheim, Alsace. Uno de sus vinos que no conocía era La Colline Céleste, en su mayoría gewürstraminer, también riesling y pinot gris. Potencia aromática. No trajeron su tinto, pinot noir de placer inmediato, pero tengo en casa.


Christian Binner y Vanessa Letort forman parte de Les Vins Pirouettes, proyecto lanzado por este vigneron (domaine Binner) quien trabaja junto a otros jóvenes productores de Alsacia elaborando cuvées como por ejemplo Espoir de Bulles de Stéphane o Bulles de René. El primero, un pétillant de gewürz, y el segundo de riesling, pinot noir y blanc y auxerrois. En sus etiquetas aparece también el nombre del productor.


Fue la última mesa que visitamos en Les Affranchis, pero quedaba una tercera feria para la que nos reservábamos al siguiente día.


En el Domaine de Verchant, en Castelnau-le-Lez, a unos 3 kilómetros al norte de Montpellier. Salón organizado desde 2004. El más grande de los tres visitados, muchas bodegas participando y un extraordinario servicio de catering para coger fuerzas.

Maxime Magnon (Corbières). No había probado hasta ese momento sus vinos. Ahora los busco, especialmente Métisse, una semana de fermentación y seguidamente prensado; uva entera, sin despalillar; carignan, grenache, cinsault y syrah. ¡Bravo! Añada 2015, al igual que el resto de sus botellas. Rozeta, otra de sus cuvées también me impresionó. Un amigo sommelier me recordó la presencia de esta mesa, me alegro de no perdérmela.


Domaine Marcel Richaud (Cairanne). Nos atendió Thomas Richaud. Hicimos especial énfasis en sus tintos. Concentrados pero equilibrados; sudistas, potentes pero afrutados, con fluidez y finura tánica.

Domaine Léon Barral (Faugères). Sus blancos o sus tintos son de nuestro gusto. Jadis 2014 estaba tremendo (carignan, syrah y grenache); también Faugères 2014 (mourvèdre y syrah). Bueno, es que nos gustan todos.


Domaine Mamaruta, en la zona de Fitou, en Languedoc. Marc Castan recuperó las viñas de su abuelo. No lo conocíamos, pero el color de sus vinos nos hizo parar en esta mesa. No nos equivocamos. Frescura, vins de soif y también de carácter, sinceros, de cortas maceraciones. Una de sus cuvées que más me gustó fue Le Coupe Soif 2015 (carignan y grenache), el nombre lo define bien.


Blandine et Pierre Jequier, Domaine Mas Foulaquier. Importante referencia en Languedoc, en la zona de Pic Saint-Loup, cerca de Montpellier. Le Petit Duc 2014, grenache 100 %, fue mi preferido en esta ocasión. 


Camille et Mathias Marquet, Château Lestignac (Périgord). Sud-Ouest. Una de las mesas donde más disfrutamos. Ya lo imaginamos de antemano, conocíamos alguno de sus vinos. Frescor, redondez, equilibrio... De esta mesa todo me gustó. 


No nos fuimos sin probar todas las cuvées presentes de Fabien Jouves, Mas del Périé (Cahors). El sur de Francia estaba bien representado en esta feria.


Durante nuestra corta estancia en Montpellier buscamos también algunas direcciones de nuestro gusto. Tres encontramos:

Glouglou. Bar de vinos, varios por copas en dispensadores y una extensa carta,  algunos de ellos naturales. Optamos por una botella de Gramenon, Poignée de Raisins 2015. Para acompañar, una tabla de embutidos, salazones, quesos... También disponían de otros vinos naturales, como por ejemplo de Marcel Lapierre.

La Cave du Boutonnet. Tienda de vinos, pequeña pero con una selección de vinos naturales muy interesante: Philippe Viret, La Fontude o Le Temps des Cerises. De estas dos últimas bodegas compramos algo para casa, pero no llegaron a viajar, las degustamos cenando en un restaurante vietnamita de la ciudad. Tremendas.

Comme un dimanche sous le figuier. Un buen lugar donde comer, aparte de por los platos, por la bebida. Nos encantó la botella de Didier Barral Blanc 2013. Un vino que nos servirá para recordar la visita durante mucho tiempo.

Hasta la próxima

Vicente