Blog de un aficionado al vino. Un paseo simple a través de mis aficiones, un punto de vista personal en un instante determinado. Siempre dispuesto a aprender, disfrutar y compartir.

viernes, 29 de mayo de 2015

Vino más natural que el de los Courtois no existe. Visitamos Les Cailloux du Paradis



De elegir un único vigneron y su viñedo al que visitar en todo el Valle del Loira ese es Claude Courtois. La familia Courtois trabaja y vive desde hace años en un pequeño rincón de Sologne tal y como muestra la contraetiqueta de algunas de sus botellas. El domaine, denominado Les Cailloux du Paradis, se localiza en Soings-en-Sologne, al sur de Blois. Siendo Sologne una región conocida por sus extensos bosques y no tanto por vinos de tan elevado nivel de calidad, todo empieza a comprenderse al llegar a este domaine. Nuestra primera imagen fue tal y como pensaba, el lugar se definiría mejor como una granja plena de vida y salud: viñas, flores silvestres, hierba, plantas, insectos, árboles frutales, pájaros, casa, bodega, herramientas de trabajo... Un entorno que nos transmitía a la vez tranquilidad, sensación de vida y mucho esfuerzo.


Hoy en día es común oír hablar de agricultura ecológica, vinos naturales, biodinámicos... pero hace más de un cuarto de siglo que en este lugar se rechaza todo tipo de aditivo químico, ni en el campo ni en la bodega. Claude Courtois es un pionero, nunca ha trabajado de otra forma. El respeto hacia el entorno natural, un verdadero ecosistema, es el origen de la calidad del producto. Pero para conseguirlo es necesario mucho sudor, un trabajo exigente y preciso.

Cuentan con unas 6 hectáreas de viñedo. En ellas se deja que crezca la hierba a fin de obligar a que las raíces profundicen en busca de agua. El viñedo se aprecia rebosante de salud, señal de que hay vida orgánica en sus suelos. Estos están compuestos fundamentalmente de arcillas y sílice, ricos en sílex. Trabajan con multitud de variedades, muchas de pie franco, y los rendimientos son muy bajos.


Nada más salir del coche se adelantó Paradis, el perro, con un cariñoso recibimiento. Seguidamente nos atendió Etienne, quien ha retomado las riendas del domaine familiar. Otro de sus hijos, Julien, trabaja a muy poca distancia en su propia producción, Clos de la Bruyère, vinos que también están entre mis preferidos: Ancestral, Originel, Autochtone...

El recorrido por las diferentes bodegas y salas, algunas bajo el nivel del suelo, guiados por Etienne, pipeta en mano, fue muy instructivo. Te dabas cuenta enseguida de que se trataba de una bodega real, artesanal, un trabajo de vigneron. Allí no existía ni una sola barrica nueva, todas a partir de los 15 años y algunas alcanzaban incluso el centenar. Las barricas provienen de Bourgogne.

Catamos una muestra del Racines Blanc 2014, una mezcla de 12 variedades, el Racines rouge tiene 20 y pico. Precisamente habíamos cenado la noche anterior con este blanco de la añada 2011 en L'Hédoniste en Tours, una botella para recordar. Probarlo ahora de la barrica es un lujazo, aunque joven, yo ya lo embotellaría. Seguimos con un pinot noir 2014, floral, frutal, fresas. Luego los Racines tintos 2013 y 2014, fruta y frescura a tope, y con un potencial de envejecimiento tremendo.




Una vez catados algunos de los vinos en crianza, nos tenían preparado un almuerzo sin florituras, buen pan, ensalada de zanahoria, exquisitos quesos de cabra de un vecino a 10 minutos del lugar, huevos duros (estábamos en Pascua) y un Pâté de Pacques (receta francesa) con el que nos agasajó Claude Courtois. Para beber, varios vinos de la casa. Qué más se puede pedir. Mientras comemos y bebemos charlamos sobre sus vinos y particularidades.
    
Quartz Lot 013. Sauvignon blanc. Perfecto vino para comenzar, Etienne nos comenta que encuentra más mineral el 2012, teniendo éste más acidez y más notas cítricas (limón). Proviene de suelos arcillosos y silíceos (silex). Fermentación y crianza en barrica. La añada la conoceremos por el número de lote, esta botella es del 2013. Ocurre los mismo para los siguientes vinos. Están clasificados como Vin de France, un Vin de Table, y no se les permite indicar la añada en la etiqueta.

Romorantin Lt 011. En crianza durante 40 meses. Aromático, floral, tensión en boca. Es también un Vin de Table. No existe una appellation Sologne que sería bien merecida. La romorantin, variedad blanca originaria de Borgoña, fue introducida en la zona por el rey Francisco I a principios del siglo XVI.

L'Icaunais Lt 012. Gascón 100%. Etienne nos informa que existen únicamente 3 hectáreas en todo el mundo, 0,75 aquí. Icaunais es el gentilicio de los habitantes de Yonne, en la región de Borgoña, de donde es originario su padre. En esta zona estaba muy difundida esta variedad antes de la filoxera.


Cuvée des Etourneaux L 011. Esta cuvée de los estorninos fue el primer vino que probé de esta casa, de Etienne Courtois, fue en un bistrot de París, no se me olvida. Dos variedades de gamay, gamay de chaudenay y gamay à jus blanc.

Racines Rouge (2012). Está espléndido este vino. Muy bueno. Ya os contaré más porque ahora tengo una botella en mi casa, bueno, de éste y de todos. Ça c'est du vin! El potencial de envejecimiento no seré yo quien lo compruebe, tengo ganas de disfrutarlos. Tanto el Racines tinto como el blanco, vinos emblemáticos que destacan por su complejidad mineral, son elaborados todavía por el propio Claude Courtois.

Evidence Lt 07-9. Un vino de menu pineau cuya fermentación puede durar 3, 4, 5, 10 años, hasta que se acabe el azúcar. Botella de 500 ml. Nos cuentan que esta variedad es originariamente la traminer, la uva del Südtirol, ahora norte de Italia (Alto Adige). También presenta similitudes con la savagnin.


Fleur de Damoiselle Lt 06-11. Otra maravilla. También en 0,5 l. Menu pineau, esta vez bajo velo de flor. Sesenta meses de crianza. Aprendemos que todos los vinos, incluidos los tintos, pueden crear ese velo de flor de forma natural en cualquier lugar, si las barricas no son ouillés, es decir, dejando un espacio libre, y si son bien elaborados, de forma sana, sin emplear recetas industriales.


Hablamos sobre otros de sus vinos, Nacarat, gamay más pinot noir, no lo han elaborado ni en el 2012, ni en el 2013 y 14, años en que no sobró uva, añadas difíciles por diversas circunstancias. El 2013 fue un año con lluvias, dando menor concentración. EL 2012 no fue mala añada pero la producción fue pequeña. Lo mismo con Or Norme, otro de sus vinos. También hablamos de sus problemas con la syrah, no por sus resultados, sino por los problemas con la administración. Sufrieron una fuerte multa económica en el 2005, se les exigió también arrancar los pies de syrah plantados en 2001 al considerarse una variedad no local. Absurdo. Años después, desde el 2010, está permitido su cultivo. Los pies de syrah fueron finalmente implantados con la variedad gascon.

No acabó ahí esta inolvidable experiencia. Nuevo recorrido entre barricas. Etienne nos da a probar una muestra de Romorantin en maceración y acto seguido una extraordinaria comparación entre el Evidence 2008, el 2010 y el 2012, vinos que saldrán al mercado al cabo de una decena de años cada uno de ellos. A partir del 2008 se extendió el envejecimiento hasta 10 años en lugar de 5. En el 2012 no se nota ya el azúcar, en cambio sí lo notamos en el barril del 2010. Tendré que esperar hasta el 2018 como mínimo para comprarlos, valen la pena, mucho.

Uno de los detalles que me impactaron fueron las antiguas prensas verticales que utilizaban, permitiéndoles trabajar con pequeños volúmenes de uva.


En esta casa realizan una gran variedad de vinos, todos diferentes. Originalidad, finura, energía, pureza, equilibrio, autenticidad son algunas de sus características. Grandes aficionados de todo el mundo buscan sus botellas, en EEUU, Canadá, Japón, Inglaterra, Dinamarca, Italia...

Fueron unas horas muy agradables, un tiempo que transcurrió rápidamente al lado de gente tan amable y acogedora.

El paraíso está en Sologne, en concreto en Les Cailloux du Paradis.

Gracias 


jueves, 28 de mayo de 2015

Recorriendo la Touraine desde Tours, castillos y vinos



Tours es una agradable ciudad que destaca por su bella catedral, Saint-Gatien, donde se observan distintos estilos góticos, desde el primitivo al flamígero, su fachada es impactante. También destacan en esta ciudad las casas medievales del siglo XV, localizadas en el entorno a la Place Plumereau, su casco viejo. Además, Tours es el lugar ideal desde el que desplazarse para recorrer la Touraine, región bañada por numerosos y espectaculares castillos reflejo de la época renacentista.

De Tours hacia el oeste

Desde Tours, cuna de Honoré de Balzac (1799-1850), hacia el suroeste, encontramos Chinon, el pueblo dominado por su fortaleza real y ligado a la figura de François Rabelais (1494-1553), el autor de Gargantúa y Pantagruel. Aquí fue también donde en 1429 Juana de Arco reconoció y convenció al delfín de Francia de su misión contra los ingleses.

En esta zona impera la cabernet franc. Muy conocidos son los vinos de Chinon, de Bourgueil y de Saint-Nicolas de Bourgueil.

Un local que destacaría en Chinon es la Cave Voltaire, en la calle del mismo nombre, es un bar de vinos y tienda cuyo propietario Patrice Claire inauguró hace 8 años. Una parada aquí vale la pena. "Ici, les papilles font de la résistance", indica el rótulo sobre la puerta. En nuestro caso disfrutamos de un espumoso para beber en cualquier momento del día y elaborado a poca distancia de la ciudad: To bulle or not to bulle, gracioso juego de palabras para una chenin refrescante, fruta muy natural, 2 mg de sulfuroso y sin azúcar añadida. En su etiqueta indica: "Vin issue d'une agriculture poètique". El domaine se denomina Alcofribas, como el seudónimo utilizado por Rabelais.


No lejos de Chinon, encontramos el bello castillo de Azay-le-Rideau, y hacia el nordeste, de vuelta a Tours, los castillos de Langeais y Villandry, famoso este último por sus jardines.

Restaurante Casse-Cailloux (Tours)

De regreso a Tours, os apunto una dirección donde cenar muy a gusto, Casse-Cailloux, un pequeño restaurante de ambiente familiar, regentado por Hervé Chardonneau, en cocina, y su pareja Teresa, en sala. Se caracteriza por los productos frescos de temporada del mercado y una carta completísima de vinos de la zona, como a mí me gusta. En nuestro caso elegimos Vouvray Sec 2013 de Vincent Carême, chenin de notas cítricas y larga acidez, y Nuits d'Ivresse 2012 de Catherine et Pierre Bréton, AOC Bourgueil, cabernet franc sans soufre ajouté. Un homenaje que nos dimos con el vino más emblemático del domaine, última botella del restaurante que guardaba Teresa.

 

De Tours hacia el este

Si comentaba algunos de los lugares al oeste de Tours, hacia el este también abundan los sitios interesantes. Nada más salir de Tours nos topamos con dos famosos pueblos con nombre de vino, Vouvray y Montlouis-sur-Loire.

Nuestra idea era visitar algunos de los castillos más famosos de la zona y realizar un picnic en condiciones, así que, panes de la boulangerie Hardouin y una selección de quesos de uno de los mejores afinadores, Rodolphe Le Meunier. Todo ello comprado en Les Halles de Tours, un mercado muy completo que contaba además con dos tiendas de vinos donde por ejemplo podías encontrar todos los champagnes de Egly Ouriet, ¡caramba!

No fue difícil encontrar un lugar donde realizar el picnic, en nuestro caso unas mesas dispuestas para ello cerca del Castillo de Chambord. Para acompañar los excelentes quesos íbamos bien provistos: un pétillant rosado elaborado en Azay-le-Rideau sin sulfitos añadidos, Red is Dead de Le Sot de l'Ange, domaine de Quentin Bourse, y un romorantin de Philippe Tessier, otro de mis nombres preferidos, La Portée Dorée 2011 AOC Cour-Cheverny, la appellation donde únicamente utilizan esta variedad. El primero, comprado en Angers, en À boire et à manger, te abre el apetito; el segundo, comprado en La Cave Insolite, la tienda de François Chidaine en Montlouis-sur-Loire, una visita que no nos faltó, lo que pide es queso de calidad para acompañar. Momentos felices al aire libre.


En cuanto al castillo de Chambord, obra impulsada por el rey Francisco I, es el más grandioso de todos, la vista panorámica desde sus terrazas o su doble escalera de caracol, que se supone diseñada por Leonardo da Vinci, son sus puntos más destacables. La escalinata está construida de manera que las personas que suben y bajan no puedan encontrarse.

Otros castillos, de imagen impactante, son el de Cheverny, utilizado como modelo por Hergé para las aventuras de Tintin, o el de Clos-Luzé, muy cerca del de Amboise y donde Da Vinci pasó sus últimos años, en el parque que le rodea se exponen maquetas de sus proyectos, algunos militares, y enormes telas colgadas entre los árboles representando varias de sus pinturas más famosas y jugando con la luz natural simulando la técnica del sfumato que empleaba en sus pinturas. Leonardo se instaló aquí en 1516 invitado por Francisco I. Otra visita imprescindible es el castillo de Chenonceau, construido sobre el río Cher, no perderse un vistazo a sus cocinas de la época.


Château de Chenonceau


Nos despedimos de Tours de la mejor manera posible, cenando en L'Hédoniste, su propietario Jacky Serre inauguró este restaurante y cava de vinos en el 2007. Sabía, consultando su página web, de su extraordinaria selección de vinos, entre otros, los de Claude Courtois, de los vinos que más aprecio, pero descubrí además que se come muy muy bien, ¡deliciosa la velouté de panais aux Saint-Jacques poêlées et brunoise de Granny Smith! Como en el restaurante anterior, podíamos elegir entre entrée+plat, plat+desert o menu complet.

De beber, Jacky nos dió a probar algunos vinos que tenía por copas, por si nos decidíamos por alguna botella, todos muy interesantes, pero ya os podéis imaginar cuál fue nuestra elección:

Vin de Soif 2013 de Claude Courtois, con unas 19 variedades tintas, es un vino de sed, tal como indica su nombre, fresco y con ciertas notas de pimienta.

Y la estrella de la noche, Racines Blanc 2011 de Claude Courtois, un vino para recordar, floral y muy mineral (silex, piedra de río...), notas lácticas, mantequilla, oleoso... Notamos sauvignon y chardonnay, pero hay unas nueve variedades más.


Terminamos la cena en L'Hédoniste con unas copas gentileza de la casa: Sous le soleil... 2008 del Domaine Ombre et Soleil, localizado en los Pyrénées Orientales. Un Vin Doux Naturel, un VDN de nariz amontillada, aunque por momentos nos recordaba más a Madeira que a Jerez. En todo caso, de tremenda complejidad en aromas y muy bueno, garnacha 100%. Graduación de 16,5 %, únicamente 2 mg de SO2 al embotellar. Christophe Guittet, el vigneron, aconseja en su etiqueta un acorde musical: "Bag's groove" de New Gary Burton Quartet. ¡Fantástico!

Comentábamos que estábamos disfrutando de la cena con unos magníficos vinos, algunos de uno de nuestros vignerons preferidos, precisamente en un restaurante de la zona a pocos kilómetros de Sologne, donde la familia Courtois trabaja sus pocas hectáreas en Les Cailloux du Paradis. No habíamos realizado ninguna visita a ningún vigneron durante nuestro viaje, ante la numerosa oferta de buenos vitivinicultores de la zona no nos habíamos decidido por ninguno, algo que teníamos que subsanar. Siempre he pensado que de elegir un único vigneron al que visitar en todo el Valle del Loira ese tenía que ser Claude Courtois, así que, animados también por nuestro nuevo amigo Jacky, al día siguiente nos dirigimos hacia el viñedo de la familia Courtois. Una de las visitas de las que mejor recuerdo guardaré.

Vicente

Las fotografías nº 1, 2, 5, 8, 9 y 10 fueron realizadas por mi amigo Juan Luis Vanrell, "El Ojo Público".

jueves, 14 de mayo de 2015

Angers, "À boire et à manger"



Tenía apuntadas varias direcciones en Angers donde comer al mediodía y que destacaban por su excelente trato hacia el vino. Así, Autour d'un cep, Chez Rémi, L'Angevigne, Bistrot des Carmes... Sin embargo, siendo nuestra estancia en plenas Pascuas muchos estaban completos y alguno cerraba. No importó, fue fácil encontrar buenos sitios. Paso a detallaros.


Sin duda un enorme acierto entrar en À boire et manger, una extraordinaria tienda de vinos donde elegir entre las múltiples botellas y degustar algunas tablas de quesos y charcutería de primera calidad. Alex Forge es el caviste, bodeguero, con amplísimos conocimientos del vino. El lugar es cómodo, mesa amplia y al fondo una cava sin necesidad de ser climatizada, los gruesos muros conservan la temperatura adecuada.

Cuatro botellas abrimos:


Brutal!!! 2013 de Sébastien Dervieux, más conocido por Babass. Como opinaba Alex, no se trata de un vino rock'n roll, es punk directamente. Rica fruta, frescura, muy bebible y rápidamente consumido. Espumoso de chenin que me impactó. Sulfuroso o cualquier otro aditivo añadido: cero. Creo que de esta bodega, Les Vignes de Babass, localizada en Anjou, hay que probar todo lo que te encuentres. Nos llevamos alguna botella para España, también de los siguientes vinos.

Les Petites Coulées 2013, Savennières de Clément Baraut. En realidad proviene del prestigioso Roche aux Moines, viñedo donde trabajan otros 7 elaboradores (Tessa Laroche, Eric Morgat, Virginie Joly...). Su parcela se encuentra en pendiente y perpendicular al río. Sin embargo, en las etiquetas del 2012 y del 2013 aparece clasificado únicamente como Savennières al realizarse la vinificación fuera del lugar. Más expresivo en boca que en nariz, muestra frescura y acidez, precisión, tensión, carácter mineral y ciertas notas de fósforo. Es largo.

La siguiente botella, en cuanto la vi en las estanterías ya quería abrirla, Les Gruches 2012 de Gérard Marula, cabernet franc appellation Touraine. Muy fresco, fruta roja a saco. En nariz ya avisa, placer. Uno de mis cabernets preferidos, concentración y finura.

Finalizamos acompañando las tartas de chocolate y de fruta con una chenin dulce de Jo Pithon, 4 Vents 2011 Coteaux du Layon. El nombre le viene por proceder de viñas de 4 pueblos, Saint-Lambert, Saint-Aubin, Beaulieu y Rochefort. Chenin de botrytis equilibrado, nada empalagoso, 80 g/L de azúcar residual. Únicamente unos 80 mg/l de sulfuroso, muy poco en un vino dulce. La bodega: Pithon-Paillé. Buscaré su Quarts de Chaume.

Vinos degustados cómodamente en el local, nos llevamos otros vinos para casa y algunos más que reservamos para realizar un picnic al siguiente día, picniquer dicen los franceses. À boire et à manger, una dirección imprescindible en Angers.


Otra tienda de vinos que visitamos en esta ciudad, en este caso invertimos en libros: Tronches de Vin 2, segundo volumen de esta guía alternativa de vignerons y vinos realizada por un colectivo de blogueros, algunos de los más leídos en la blogosfera, y Mimi, Fifi y Glouglou , de Michel Tolmer, un libro muy divertido.



Restaurante caracterizado por una cocina sin florituras, sans chichis, y una buena oferta de vinos. David en sala y su hermano en la cocina son de la zona, vecinos pues de muchos de los vignerons cuyos vinos ofrecen. Uno de los significados de ardoise es pizarra, y así muestran el menú en este restaurante, escrito en tiza sobre una pizarra que te acercan, no solo los platos de temporada, también los vinos. Esto es habitual en muchos restaurantes franceses.

Tenían algunos vinos por copas muy interesantes, de Marc Pesnot, Joël Ménard... Finalmente, nos decidimos por pedir un par de botellas, primero una chenin que nos gustó mucho, La Roche Bérigon 2013 de Jean-Christophe Garnier, vigneron de Saint-Lambert du Lattay, mostró buena acidez, cítricos, peras, muy rico. La segunda botella, un vino de Pierre Borel, bodega Les Maisons Rouges, Vin de France 2011, cabernet franc de la zona de Bourgueil que aunque olía muy bien, en boca se mostró algo suave, con poco volumen. Nos invitaron a unas copas de Coteaux du Layon 2010 de Arnaud Crasnier, frutos secos, albaricoques confitados, la boca es impresionante.



Un buen lugar para continuar tras la cena. Un bar de vinos cuyo nombre recuerda a la película protagonizada por Alain Delon y Ives Montand en 1970, también es un posible guiño al color del vino en las copas. Abierto desde media tarde hasta las 2 de la noche. La música combina perfectamente con sus vinos naturales.


Viñedos, castillos y más...

Vale la pena visitar el castillo de Angers y el Tapiz del Apocalipsis, de finales del siglo XIV, expuesto a lo largo de un centenar de metros.

A poca distancia de la ciudad, a unos 20 Km, podemos visitar el prestigioso viñedo Roche aux Moines, una maravilla. Al lado tenemos otro nombre no menos mítico, Coulée de Serrant. Es la zona de Savennières.

Recomendamos también acercarse al pequeño pueblo de Béhuard, rodeado por el Loira, en él hay un bar con una buena selección de botellas, Le Béhu Bar. No lejos, en plan picnic, nos dispusimos a disfrutar abriendo un par de botellas compradas en À boire et à manger junto a los exquisitos quesos de la Fromagerie Bocahut, buena recomendación de Alex.

Pacotille 2013, chenin de Stéphanie Debout y Vincent Bertin, Deboubertin, en Anjou. Equilibrio entre acidez y redondez, largo, fresco. C'est bon!

Clopin Clopant 2013 de Didier Chaffardon. Grolleau que nos sorprendió, mejora a cada instante, se bebe rápido y sienta fenomenal, très digestif.


No lejos, siempre al sur de Angers, cruzamos viñedos que son conocidos por sus vinos dulces, aquí impera la botrytis, también las vendimias tardías, la variedad reinante sigue siendo la chenin. Las denominaciones son famosas: Coteaux du Layon, Quarts de Chaume, Bonnezeaux y Coteaux de l'Aubence. Para los grandes amantes del azúcar residual. Nosotros aprovechamos para acercarnos al Domaine de Bablut y saludar a Christophe Daviau.

No faltan los castillos en la zona: el de Brissac, Montrieuil-Bellay y el de Brézé. También una abadía, Abbaye de Fontevraud. Por cierto, en este último pueblo, en un pequeño bar que también ejercía como tienda me llevé una botella que buscaba hace tiempo, Les Murs 2012 de Eric Dubois, Clos Cristal - Hospices de Saumur, AOC Saumur Champigny. En este viaje encontramos cultura de vino en todos los rincones. Se trata de un vino que proviene de las viñas situadas en paralelo a lo largo de 3 kilómetros a los muros construidos por Antoine Cristal a principios del siglo pasado. Las viñas atraviesan el muro exponiéndose al sur y ganando en madurez manteniendo sus pies en el frescor del lado norte. Un vino que se puede guardar largos años o, como nos avisaron, disfrutarlo ya tras dejarlo respirar más de 4 horas en decantador, como mínimo. El placer se hace querer a veces.


Saumur

Cerca de Angers, a unos 70 kilómetros al sureste, siguiendo el curso del Loira, tenemos Saumur, famoso por sus salones de vino, como la Dive Bouteille, una de las más importantes ferias de vinos naturales, sino la que más.

Nos acercamos un lunes de Pascua, así que las dos primeras opciones que tenía apuntadas para comer estaban cerradas. No pasa nada, tenía más direcciones. En Le Bistrot de la Place comimos bien, yo demasiado, la Terrine de Campagne me llenó, culpa mía pues era à volonté. De beber, no tenían el vino que buscábamos, alguno de Clos Rougeard, pero sí La Porte Saint-Jean 2010, una botella de Silvain Pittière, yerno de los Rougeard. Evidentemente no se puede comparar en elegancia y profundidad, al menos en esta su primera añada, pero destacaba en nariz y cumplió perfectamente con nuestras ganas de beber cabernet franc.


Ya de vuelta al hotel, nos despedimos de la región angevina con un pétillant naturel, rosé, Sitting bulles 2013 de Sébastien Fleuret, micro vigneron argevin, 1,5 hectáreas. Pétillant à peaux rouges indica graciosamente en la etiqueta. Nariz frutal, ligeras burbujas, digestivo. El vino es embotellado antes de que se complete la fermentación, el gas carbónico que se produce realiza también una labor protectora, redondeando un estilo de vino destinado para cualquier momento del día, o de la noche. Para  beber regularmente, eso es un Pet' Nat.


Salud

viernes, 8 de mayo de 2015

Le Vin Vivant, Les Carafés, Verygood... Bares de vinos, restaurantes y tiendas en Nantes



Inicio aquí una serie de artículos describiendo nuestro reciente recorrido por el Valle del Loira. Una bella zona famosa por sus castillos, ciudades, pueblos y el río más largo de Francia, la Loire.

Durante todo nuestro viaje hubo un protagonista, el vino natural. Posiblemente se trate de la zona donde más vignerons han decidido elaborar sus vinos defendiendo una intervención mínima y lejos de cualquier producto sintético. Sabíamos que en París, desde hace años, cualquier bistrot o bar no dedicado al vino natural estaba casi condenado al fracaso, o que en Lyon cada vez adquiere mayor importancia el vino natural, siendo en general muy extendido su consumo por Francia, pero en Nantes, Angers, Saumur o Tours, la oferta es sensacional. Tampoco es de extrañar cuando pensamos en la lista de vignerons que trabajan por esta tierras.

Nuestra primera estancia fue en Nantes, moderna y agradable ciudad que ofrece una increíble oferta gastronómica.


Unas copas y unos platitos para acompañar fueron suficientes para elegir este bar de vinos como uno de nuestros preferidos en la ciudad, sobre todo si te atiende Julie, verdadera alma del local, eficiente y simpática, saca tiempo para atender mesas, vender botellas, pues también funciona como tienda de vinos, preparar las comidas al momento y aconsejarte algún estupendo vino que desconozcas. Buen ambiente, buena bebida y bonita decoración, rodeados por decenas de botellas, tienen hasta 300 referencias, no puede ser más visual su carta de vinos, un decorado que se repetirá a menudo durante nuestro viaje. 


Varios vinos probamos: le boît sans soif de La Coulée d'Ambrosia, un grolleau para quitarnos la sed, efectivamente; ça c'est bon, de Laurent Lebled, de la zona de Touraine, cerca de Chinon, bien por esta gamay en maceración carbónica, y un vino del mismo elaborador que nos aconsejó Julie, on est su l'sable, una cabernet franc que nos encantó. Tomo nota de este productor hasta ahora desconocido por mí.

                                    
Antes de irnos, un detalle de precioso color rosado, gentileza de la casa, un Pétillant Naturel, Le Jus Brifiant 2014, espumoso a base de gamay elaborado por Julien Prével en Montlouis-sur-Loire. ¡Qué cosa más rica! Un tipo de vino que me gusta mucho, por su frescura, digestibilidad y alegría. Vive la France!



Seguimos probando vinos por copas. De acompañamiento, algunas tartines (tostadas) de pollo y saint-jacques (vieras). Ambiente festivo, lleno, pero encontramos mesa sin reservar. Hay movimiento. Disponen de mesas altas y taburetes y una buena barra. Vemos que en esta ciudad se bebe vino, y además también la gente joven. Nos alegramos.

Para que os hagáis una idea de los vinos que tienen por copas, nosotros probamos Poivre et Sel 2014 de O. Lemasson - Les Vins Contés (pinot d'aunis mayormente), Sauvignon 2012 de Philippe Tessier y Le Rosé d'Ancenis 2013 de La Paonnerie (gamay cerca de Nantes).

Nos atendieron muy bien, algo que se repitió en todos los sitios que entramos. Además, el lenguaje del vino es universal.


Les Bouteilles

Restaurante con estanterías llenas de grandes botellas: Selosse, Conterno, Romanée-Conti... Bien sentados, habíamos reservado el día anterior pues se llena de clientes habituales, nos dispusimos a disfrutar de la comida de este restaurante. Tenía buenas críticas y nosotros nos unimos a ellas. Menú diario no extenso, ¿para qué?, varias opciones como entradas, dos principales para elegir, tres o cuatro postres y posibilidad de plato de quesos a añadir. Delicioso el "Carpaccio de pieds de cochon tiède, vinagrette aux herbes" y el "Dos de cabillaud (bacalao) de St. Guénole, spaguettis de courgettes au chorizo ibérico Joselito et jus mousseux d'asperges". 

Para beber, durante todo nuestro viaje procuramos degustar solo vinos del Loira, unas copas del Saumur Blanc 2010 del Domaine du Collier y una botella de Richard Leroy, Les Noëls de Montbenault 2010. El primero, muy bueno, flor de tilo y verbena en nariz. El segundo, pomelo, infusión de flores, fondo a quicos sin exagerar, lima y final seco, mejorando a cada sorbo, tensión y clase. Gran botella. La verdad es que íbamos sobre seguro con los dos vinos, excelente chenin. Buen restaurante.


Bé2M

Bistrot, bar de vinos y épicerie, todo en uno. Lo encontramos por casualidad, paseando. Lo que empezó con unas copas se convirtió en una larga cena. Tenía ganas de probar vinos únicamente de la zona, no ya de la Loire sino del Pays Nantais. Así que, elegimos un vino por copas, au verre, Gros Pet 2011 de Domaine de l'Ecu, Appellation Gros Plant du Pays Nantais, uva folle blanche, floral, acidez. Y ya más animados, para acompañar la cena, dos botellas, lo que no terminamos nos lo llevaríamos, Excelsior 2007 AOC Muscadet de Luneau Papin, melon de bourgogne, y Ange 2012 del Domaine de l'Ecu, pinot noir. Tardó demasiado en abrirse el blanco, en cambio Ange dio placer desde el principio. Bella etiqueta para un delicioso vino, delicado y fino, acidez justa, sabor que se te queda en la boca. Un vino de Frédéric Níger Van Herck y Guy Brossard, actual y anterior propietario. Solo 865 botellas y 20 magnums. El domaine consta de 22 hectáreas, en certificación ecológica desde 1975 y biodinámica desde el 98.



Tampoco habíamos reservado en este bistrot. Nos encontramos que no nos podían atender, el cocinero titular estaba de vacaciones y preferían dar salida únicamente a las reservas previas, algo comprensible. Sin embargo, tal vez mi cara de chasco o el brillo de mis ojos al observar las botellas expuestas en las estanterías propició que el propietario, Stan Guyot, quien incluso se defendía en español, conocimiento que guardaba de una estancia en Asturias en su juventud, cambiara rápidamente de idea y se esforzara en atendernos, de maravilla, por cierto. En realidad, nos contó que le sabía mal pues veníamos de lejos.

Comida casera, sencilla, producto local y numerosas referencias en botella o en copas, ¡todo esto es lo que nos gusta! En el menú del día podías elegir entre tres entradas, dos principales y cuatro postres, bajo las típicas y prácticas fórmulas entrée+plat, plat+dessert o menu complet. Sin necesidad de largas cartas. Muy ricos el saumon fumé y el pavé de truite, y los postres.

                
Propuse a Stan Guyot que nos sirviera varias copas de vinos de la zona a su criterio. Buen gusto tiene: Amphibolite 2013 de Jo Landron, Muscadet Sèvre et Maine (melon de bourgogne, variedad originaria de Borgoña que recibe este nombre por la forma de sus hojas), zumo de piedra, seco, agricultura biodinámica; Les Clous 2014 del domaine Saint-Nicolas, AOC Fiefs Vendéens (chenin y chardonnay, 80 y 20%), fruta y también acidez y frescura; Les Touches 2011 de Patrick Baudouin, AOC Anjou (cabernet sauvignon y cabernet franc), a cada sorbo más bueno, cabernets maduros que se dejan beber, suelo de pizarra, casi sin tierra y en pendiente hacia el río. Para finalizar, con los postres, otro vino de Patrick Baudouin, de una parcela en exposición sur, cerca de Angers, Les Bruandières 2010 Coteaux du Layon. En este caso, realizan 4 pasadas para recolectar la chenin botritizada, equilibrio azúcar-acidez, crianza en roble. Lo de finalizar es un decir pues nos ofreció algunas copas más, entre ellas un Eau de vie de pruneaux local, aguardiente de ciruelas, para pousser (empujar) el café, indicó Stan.

No coincidimos, pero también organizan actuaciones musicales con frecuencia. ¡Qué más se puede pedir!


Buena cocina en este pequeño restaurante situado en una larga calle (rue Fouré) donde abundaban otros establecimientos, también con buena pinta. Está cercano al Bé2M.

En su carta de vinos no habían muchas referencias, pero sí donde elegir tranquilamente: Château Thébaud Clos des Morines 2010, AOC Muscadet Sèvre et Maine, del domaine La Pépière, melon de bourgogne, ya sabéis. Se mostró expresivo. Y Les Saint Martin 2012, grolleau de Les Roches Sèches, que mejoró al decantar, con un final especiado en boca. En cuanto a los platos, cocina de mercado, excelente terrina del chef, exquisito pulpo asado de Le Croisic (población atlántica junto a la desembocadura del Loira), moelleux au chocolat... Comimos muy bien.



En todos los locales que visitamos se podían comprar vinos para llevar a precio menor que si los consumías en el local, funcionando como tienda y bar de vinos, en algunos también vendían sus productos de ultramarinos (épicerie). De todas formas, en Nantes existe una tienda de vinos fantástica situada en plena île, Verygood. Multitud de referencias, muy interesantes, de aquí me llevé una botella difícil de encontrar que no bebía desde hace algunas añadas, Sayonara Pas pour tout l'monde 2011 de Thierry Puzelat, ya os contaré.


Cerca del castillo de la ciudad descubrimos otra tienda de vinos con buenas referencias, de corte más elegante, 920 La cave à manger. Vale la pena entrar.

Y para rebajar lo comido en los tres días, nada mejor que buenos paseos por la ciudad para descubrir sus rincones: Théatre Graslin, Passage Pommeraye, Place Royale, Église Sainte Croix, Jardin Japonais, Porte Saint-Pierre, Cathédral Saint-Pierre, Château des Ducs de Bretagne, Le Lieu Unique, el ambiente del Quartier Bouffay, Les Machines de l´île y su elefante, un gigantesco mecano. No te aburres.

Vicente

Fotografía nº 6 realizada por Juan Luis Vanrell "El Ojo Público"


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