Al final de cada año hay gente que hace balance de lo bueno y de lo malo. Particularmente prefiero hacer balance de los vinos que he bebido, pero sólo de los buenos, de los mejores, de los que más me han gustado, bien por su alma bien por momentos vividos con ellos. Estos son mis vinos del 2.012:
1º) Asili di Barbaresco 1998. Bruno Giacosa.
Sin lugar a dudas este es mi vino del año. Aúna todo lo necesario para serlo: unas cualidades innatas geniales, un viaje al Piamonte y una historia. Este Asili di Barbaresco es uno de los vinos más complejos que recuerdo haber bebido. Era un vino con magia, con detalles que te transportan a lugares oscuros, húmedos, remotos… Las bayas rojas y las notas florales eran un simple recuerdo, casi olvidado. Era un conjunto armónico de cognac, especias, cuero, casis, cedro y humedad. Cada sorbo me transportaba a lugares misteriosos, como si de un cuento de hadas se tratara.
Lo bebí en La Bella Rosin (Moncalvo, Italia), con mi familia y con mis amigos. Una compañía inmejorable. Cuando el sommelier trajo la carta mi amigo Vicente eligió otro Bruno Giacosa, pero de 1.999. Sin embargo, “afortunadamente” no le quedaba y nos propuso el Asili Di Barbaresco 1.998, que rondaba los 100 €, al mismo precio que el del 99 (55 €). Aceptamos y obviamente acertamos. Al final de la cena tuve claro que aquello no podía acabar así. Llamé al sommelier y le pregunté si tenía otra botella de Asili Di Barbaresco de 1.998 y, en tal caso, si me la vendería al mismo precio. El sommelier/propietario –algún personaje mágico salido de los recuerdos que me proporcionaba el propio vino- me respondió afirmativamente. Ahora la botella reposa en un lugar seguro para ser bebida en breve por las mismas personas que compartimos mantel y copas en La Bella Rosin.
2º) Clos Vougeot Grand Cru Vieilles Vignes 2004. Perrot Minot.
No sé si sería el segundo en orden de preferencia, pero desde luego es uno de los cinco primeros vinos que más he gozado en el 2.012. Lo caté a ciegas y nunca hubiera dicho que era un pinot noir. Era delicadamente extraño, a la vez que suave y elegante, muy elegante. Recuerdo que me costaba ubicarlo en una zona, pero también que disfrutaba con cada sorbo que daba. Lo bebí en una comida de sopas mallorquinas con los amigos de Enópata. Los vinos debían ser syrah, pero Juan nos metió esta maravilla por sorpresa. Gracias Juan.
3º) Columella 2006, Swartland South Africa. Eben Sadie.
Este fue otro de los vinos de aquella maravillosa comida de sopas mallorquinas y syrah, mejor dicho shiraz. Algarrobas maduras, notas de anís, bayas rojas… Otro placer para los sentidos.
4º) Puligny-Montrachet 1er Cru Le Clavoillon 2006. Domaine Leflaive.
Cuando bebes un chardonnay de este nivel quedas marcado para siempre. Estos son los vinos que crean adicción y pasión por el mundo del vino. Posiblemente, el mejor blanco que haya bebido a lo largo del 2012, y eso es mucho decir.
5º) Morey Saint Denis Clos des Rosiers 2009 Monopole. Domaine Chantal Remy.
Los dos “coups de coeur” de la guía Hachette me llevaron hasta este domaine, donde nos alojamos las tres noches que estuvimos en la Borgoña. El domaine, situado en Morey-Saint Denis, de por sí, es una maravilla. El balcón de la habitación miraba al Clos des Lambrays y al pequeño espacio que abarca el Clos des Rosiers, pegado al de Lambrays. Este jovenzuelo de 2.009 es pura sinfonía floral, combinadas con elegancia extrema. Si el 2.009 ya está impresionante no quiero pensar cómo estará dentro de algunos años más. Tengo más botellas, lo que no sé es si tendré paciencia.
6º) San Giovanni 2005 Barolo. Gianfranco Alessandria.
Lo mejor que tiene ser un apasionado del vino y de los viajes es que cualquier recuerdo de lo uno te lleva inexorablemente a lo otro. Cada vez que pienso en este San Giovanni 2005 me acuerdo del viaje que hicimos por el Piamonte, y cada vez que me acuerdo del Piamonte recuerdo los vinos que bebí y entre ellos este maravilloso Barolo de Gianfranco Alessandria, bebido en La Salita , Monforte D´Alba. Un vino que domaba la dureza de los barolos con sutiles notas de eucalipto, especias, leche condensada y tierra mojada.
7º) Alvas 2008. Isola dei Nuraghi IGT, Sardegna. Panevino.
Este vino es un buen motivo para volver a Cerdeña. Digo volver porque la primera vez que fui lo desconocía, de lo contrario que duda cabe que lo hubiera visitado. Lo que más me impresionó fue su potencia, la cantidad de sol que atesoraba su uva. El resultado, notas florales envueltas en albaricoques y orejones. Lo bebí en Turín, en Il Consorzio, en una noche de vinos memorables, gracias al amigo Massimo.
8º) Gewürztraminer 2004 Grand Cru Steiner. Zink.
Steinert es uno de los grandes “grand cru” de Alsacia, y la pequeña bodega de Zink le ha extraído toda la magia que posee. Es una gewürztraminer de libro, con un marcado azúcar residual que se hace presente en las notas amieladas. Las flores amarillas marchitas, los pétalos de rosa, los lichis… Todas las piezas del puzzle encajan a la perfección.
9º) Hommage à Jean Hugel 1998. Hugel.
Desde luego el homenaje a Jean Hugel les ha salido redondo. Creo que toda mi vida recordaré la noche en París en la que mi mujer y yo nos bebimos esta impresionante pinot gris acompañada de diferentes quesos comprados en “La Ferme Saint Aubin”. Hay sensaciones que ni las palabras ni las imágenes pueden expresarlas. Ese maridaje fue una de ellas.
10º) Cuvée Curoulet 2010. Domaine Céline & Rémy Treuvey.
Este ha sido una de esas gratas sorpresas del año. Este vino del que no esperas nada en especial y con el primer trago te das cuenta que sí lo es, y mucho. La savagnin es una uva que cada vez me gusta más. Esas notas de frutos secos, de cáscara de almendra, mineral, algo acoñacado… Esta cuvée tenía todos esos recuerdos, pero era sutil, muy sutil. Todo muy bien, integrado. Me gustó tanto que fue el vino blanco en la comunión de mi hija. En general, el Domaine Treuvey, no sólo por esta cuvée sino también por otros vinos que he bebido, ha sido uno de los descubrimientos del 2.012.
11º) Clos D´Englora AV 14 2004. Clos D´Englora.
Me doy cuenta de que después de diez vinos entro por vez primera en España, concretamente en el Montsant. Aunque si lo pienso bien, este AV14 de Clos d´Englora no es una típica garnacha española (con samsó, merlot, cabernet y syrah), más bien me recuerda a una “grénache” del sur de Francia, quizás sea por el conjunto de las otras variedades, no lo sé. Lo que sí que tengo muy claro es que es un auténtico vinazo.
12º) El Médico 2010. Bodegas El Páramo.
Quiero terminar con este vino que, sin tener grandes pretensiones, me pareció un vino muy bien elaborado. El resultado natural de la uva fermentada. Vino en estado puro. Este año lo he bebido en dos ocasiones y en las dos lo disfruté con la misma intensidad. Además, incluir este vino dentro de mis doce vinos del año es una reivindicación de los vinos de Castilla León, grandes desconocidos a nivel nacional, y por supuesto internacional, a pesar de su enorme calidad.
El año que viene volveré a hacer balance de mis vinos del año. Alguno que otro ya está en el zurrón y a buen seguro que habrá muchos otros que, como este año, me generarán la duda de dónde realizar el corte. Mientras tanto habrá que seguir bebiendo y catando buenos vinos, porque, al fin y al cabo, “La vida es demasiado corta para beber malos vinos”.
Salud-os
Juan Luis Vanrell
Fotografía y texto: Juan Luis Vanrell
Excelente selección Juan Luis. Se nota que te has cuidado durante el año.
ResponderEliminarEso de volver a abrir una botella de Asili di Barbaresco 98 del Gran Giacosa es un lujazo. Ahí, en tu casa, nos tienes dentro de poco.
Ah, y las fotos son una chulada.
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