Blog de un aficionado al vino. Un paseo simple a través de mis aficiones, un punto de vista personal en un instante determinado. Siempre dispuesto a aprender, disfrutar y compartir.

domingo, 6 de enero de 2013

DOMAINE DE MONTILLE: VOLNAY, POMMARD...

“Donde hay viña hay civilización. En Babilonia, en la Antigua Grecia… había vino. No siempre bueno, pero hacían vino”. Así se expresaba el entrañable Hubert de Montille, uno de los protagonistas del controvertido documental Mondovino, realizado por Jonathan Nossiter en 2004. El veterano abogado/vigneron, durante toda su intervención, defiende rotundamente la cultura vinícola basada en la appellation d´origine y en la expresión del terroir en contraposición a la marca, que la define como parte del mundo anglosajón, y expone su gusto por el vino no maquillado por la influencia de la madera. Sus preferencias son los vinos profundos, largos y rectos en detrimento de los exuberantes pero cortos y sin complejidad.

La película, claramente orientada a defender el terroir y la producción familiar frente a la globalización y el poder de las grandes empresas vinícolas, fue alabada por muchos y denostada por otros que la juzgaban de simplificar la compleja realidad y ofrecer una imagen sesgada e injusta.

En mi opinión, durante el interesante reportaje/película, pleno de humor, hay realmente momentos de gran inspiración. Ahora que he vuelto a verla, una de mis escenas favoritas es la reflexión del importador norteamericano Neal Roshental, sentado en el Diner de Brooklyn (restaurante de grato recuerdo para nosotros), definiendo como diabólico el uso de las barricas de madera nueva, opinando que era peor incluso que la cirugía estética, al perder el vino su alma.

Precisamente celebramos el reciente fin de año con los amigos con los que compartimos viaje a Nueva York. Decidimos, para la ocasión, disfrutar de dos botellas que nos permitirían experimentar un poco en las diferencias de terroir y en las características de los vinos del Domaine de Montille: Volnay 1er Cru Les Champans 2007 y Pommard 1er Cru Les Rugiens 2006.


La creación del Domaine de Montille se remonta a antes de la revolución francesa. Instalados en la Côte de Beaune, en Volnay, contaba originalmente con 12 hectáreas, viéndose reducidas a apenas 3 hectáreas por la venta de parcelas a principios del siglo XX. En 1947, Hubert de Montille se hizo cargo de la finca elaborando vinos de gran personalidad. Retirado Hubert ya hace unos años, la propiedad está actualmente en manos de sus hijos Étienne y Alix. El pasado año lograron la certificación Ecocert tras iniciar años atrás los principios biodinámicos. En 2003, los dos hermanos crean la Maison DEux Montille Soeur Frère, el lado négociant (compra de uva) dedicado principalmente a los vinos blancos. Alix, cuyo marido es Jean-Marc Roulot (todo un referente en Meursault), se encarga de los blancos y su hermano Étienne se ocupa de los tintos del Domaine. En junio de 2012 compraron Château de Puligny-Montrachet (20 hectáreas aproximadamente), ya dirigido desde 2001 por el propio Étienne. Con esta última adquisición, las explotaciones familiares alcanzan actualmente unas 35 hectáreas a lo largo de la Côte de Beaune y la Côte de Nuits, gran parte de ellas en Premier y Grand Cru. Esta extensión supone una propiedad muy grande en Borgoña y resulta, cuando menos, curiosa dicha expansión, sobre todo tras escuchar, hace algunos años en Mondovino, la filosofía del domaine defendiendo las características de las pequeñas bodegas frente a las grandes corporaciones vinícolas. ¿Qué pensará de todo ello Hubert de Montille?

Pero centrémonos en sus vinos y en su calidad, que es lo que nos interesa. Hemos leído que el estilo del padre se basaba en vinos puros, austeros y rectos, necesitando largos años de espera para expresar su extraordinario potencial, y que desde la llegada del hijo los vinos se hacen más amables, más placenteros y armoniosos permitiendo su consumo desde los primeros años, aunque manteniendo sus características tradicionales. Estamos listos para catarlos, o mejor aún, para beberlos.

Pommard Premier Cru Les Rugiens 2006
Volnay Premier Cru Les Champans 2007

La AOC Volnay cuenta con 207 hectáreas, más de la mitad en Premier Cru, y la AOC Pommard se extiende sobre 321 hectáreas, siendo 122 en Premier Cru. Eternos rivales, mientras los vinos de Volnay son definidos generalmente como elegantes y delicados, los de Pommard son calificados como más robustos y masculinos. En ambos pueblos se cultiva exclusivamente Pinot Noir. En realidad, se pueden observar distintos terroirs dentro de cada AOC debido a las múltiples diferencias entre las parcelas/climats que las integran.

El Domaine de Montille posee 0,96 hectáreas en En Champans, uno de los más extensos climats de Volnay, de suelos calcáreos, arcillosos y en pendiente.

De las 5,83 hectáreas que forman Les Rugiens-Bas, 1,02 son del Domaine, siendo a su vez el mayor propietario (¡cómo nos gusta Bourgogne!). El nombre proviene del color rojizo de los terrenos arcillo-calcáreos ricos en fósiles y óxido de hierro. Ni en Volnay ni en Pommard existe ningún Grand Cru, sin embargo Les Rugiens-Bas y Les Petits-Épenots, ambos en Pommard pero de características diferentes entre sí, son considerados, por muchos entendidos, merecedores de la más alta categoría.

Ante todos estos preámbulos la degustación de las dos botellas prometía y mucho. Lástima no haber encontrado idéntico millésimé.

El primer día, Les Champans 2007 (70% sin despalillar), se mostró inicialmente algo ahumado dando paso rápidamente a una encantadora mezcla de flores y frutos rojos. Pétalos de rosas, también carne, especiados, la nariz era delicada, sutil, elegante, sensual, y su boca presentaba una acidez y frescura espectacular. Mientras, Les Rugiens 2006 (vinificado con racimo entero en un 50%) comenzó  cerrado, abriéndose lentamente, con austeridad, era más ahumado, también mineral, férrico (como aquellas ampollas bebibles de vitaminas que me recetaban de pequeño), una nariz sutil, con cierta rusticidad terrosa, atrayente, y una tremenda acidez en boca, en sentido siempre positivo. Un punto común de las dos botellas era su bajo grado alcohólico y la integración completa de la madera.

El rey de la Nochevieja fue Volnay, intenso y redondo. Sin embargo, aunque al día siguiente presentaba idénticas cualidades, lo cual es mucho, no parecía evolucionar y dar más de sí, era fácil de beber. En cambio, el Pommard, perdón, Les Rugiens 2006 de Pommard, gustó mucho más en Año Nuevo, daba por fin sus frutillos rojos, las flores, una elegancia a tope, y su boca y retronasal nos hacía desear que no se terminase. Sin duda más completo, con una complejidad a base de capas, largo y persistente.

Curiosamente, en esos días habíamos disfrutado también de otros dos vinos de la casa: Rully 1er Cru Les Cloux 2006 DEux Montille Soeur Frère, que acompañó deliciosamente los distintos platos del mejor restaurante chino que he visitado jamás, Shanghai; y Beaune 1er Cru Les Grèves 2006 Domaine de Montille, intenso vino proveniente de una parcela de tan solo 1,26 ha que posee el domaine en el lieu-dit Les Grèves, en el corazón del viñedo de Beaune (degustado en el Bar à Vins, un pequeño oasis dentro de la Fábrica Moritz).

Y hasta aquí el relato de dos vinos de enorme calidad bebidos entre dos años. El objetivo lo conseguimos: aprendizaje, disfrute, viaje a través de una copa y recuerdos para el futuro. Feliz Año Nuevo 2013.

Vicente


* La WEB del Domaine de Montille es excelente, permitiendo incluso unas preciosas vistas panorámicas de 360º en algunas de sus mejores parcelas.



1 comentario:

  1. Hace un par de días tuve la oportunidad de probar de nuevo una botella del Domaine de Montille de su parcela Les Rugiens en Pommard, en este caso de la añada 1999, y compararla con su famoso 1er Cru Les Taillepieds de Volnay, añada 2000.

    El primero mostró estructura, concentración y esa sensación terrosa propia de su terroir. Ambos con notas otoñales, hojarasca. El segundo destacó por su elegancia y finura, boca fresca, sapidez y persistencia. En su nariz dominaba la flor marchita y un fondo de fruta roja. Ambas botellas en un momento muy interesante.

    Las probé en una cata-degustación organizada y dirigida de forma magnífica por el sumiller Carlos Persini en la tienda Vinacoteca. Otra de las estrellas de la sesión fue el extraordinario Clos des Epeneaux 2008 Comte Armand, su monopole en Pommard. Un gustazo.

    Seguimos aprendiendo.

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