Los romanos también
beben vino natural. Si comparamos con ciudades como París o Tokio, los locales
especializados en vinos naturales en Roma no son tan abundantes, pero también
los hay. Durante mi corta estancia visité varios. Si a ello unimos la belleza de esta
ciudad, pasar unos días aquí, cuantos más mejor, es un disfrute asegurado.
La primera noche
teníamos reservada mesa para dos en el bar-restaurante de vinos naturales
llamado Litro, marcado en mis notas como visita imprescindible, y a partir de
ahí todo marchó viento en popa. Os cuento:
Ubicado en el barrio de
Monteverde, al sudoeste de la ciudad, junto al barrio de Trastevere. Aquí sólo
encontraremos vinos naturales, cocina italiana y buena acogida. Así fue mi
experiencia. El interior del local es bonito, con una gran estantería repleta
de referencias de mi gusto, la cocina se encuentra a la vista y existe opción
de vinos por copas. También disponen de una terraza en el exterior. Se le puede
definir como bistrot, cantina, vineria o todo a la vez.
De los platos de la
carta elegimos la mozzarella di bufala con pomodori e alici (anchoas), como
entrante, y lasagna al ragù y carrè di agnello como platos principales. Para
beber, unas copas servidas de botellas en tamaño magnum: Vej 210 2015
de Podere
Pradarolo (Emilia Romagna) y Vino Bianco 2016
de Cantina
Giardino (Campania). Malvasia di candia aromatica en maceración con sus
pieles durante 240 días, el primero, y Coda di Volpe y greco, también en
contacto con las pieles, el segundo. Me estaba gustando mucho nuestro inicio de
viaje en Roma.
Una
botella quería también elegir de entre las expuestas en la estantería. Era
difícil, tenían todos los vinos de Le Coste, vinos de Guccione, de Arianna
Occhipinti, Aldo Viola... Y porque me fijaba en los italianos, porque también vi
varios de los vinos de La Sorga o de Jean-Pierre Robinot. Finalmente, mi
elección fue una botella de una mis bodegas italianas preferidas, Panevino,
la bodega de Gianfranco Manca, localizada en Cerdeña. Disfrutamos con Picci
L14, variedad cannonau.
Estuvimos atendidos de maravilla por todo el
equipo. Charlamos especialmente con Andrea y Alessio. Nos invitaron a unas
copas de Gewurztramier Infusion 2015 de Jean Ginglinger, ¡estaba
tremendo! Realmente comimos y bebimos muy bien.
A petición mía, Andrea,
muy amablemente, nos confeccionó un rápido listado de algunos de los locales
especializados en vinos de mi gusto: Retrobottega, Mazzo, Remigio, Epiro, Salsamenteria,
La Mescita, Da Cesare... Su ayuda y
consejo fue fundamental en nuestro recorrido durante los siguientes días de
nuestra corta estancia y visitamos todos los que el tiempo nos permitió.
Reservamos también mesa para la última noche de
nuestra estancia en la ciudad, una nueva visita a Litro no podía faltar. Tras
mi experiencia en esa segunda ocasión, os recomiendo otro de los platos, el
pollo de Litro, sabrosísimo, preparado con numerosas hierbas y especias y
acompañado de setas. Con ganas de espumosos ancestrales, esa noche, la última
en Roma, disfrutamos de dos botellas muy de mi gusto: Le Rose 2016 de Ca'
de Noci, variedad malvasia, y el pet'nat de grignolino de Nadia
Verrua, Cascina 'tavijn, uno de los grandes vinos del viaje.
Había leído alguna cosa por internet de este
restaurante, pero fue Alessio, sommelier de Litro quien me confirmó la conveniencia
de visitarlo. Menos mal, porque nos encantó. Localizado muy cerca de la
bellísima Plaza Navona. No habíamos reservado pero tras esperar simplemente
unos diez minutos, o menos, nos ubicaron sentados en unos taburetes altos en la
barra frente a la cocina, creo que el mejor lugar del local. El sitio es
moderno en diseño, dispones de los cubiertos en un cajón bajo tu parte de la mesa.
De la extensa carta
solicité un vino que buscarían pues les quedaba una o ninguna unidad. Tuve
suerte, el sommelier me trajo el vino deseado. De nuevo de la bodega Panevino,
ubicada en Cerdeña, y el productor Gianfranco Maca, bebimos en esta
ocasión Survivor Grogu L15. Compuesto de vermentino, nuragus y bovale.
Escasísimas botellas producidas, lo que sobrevivió en el viñedo tras un
tornado. ¡Un vino sobrenatural!
Los platos elegidos
estaban exquisitos, destacando los ravioli con ricotta, patata y anchoas. Ver
la elaboración en directo de los platos y la intensa, pero ordenada y constante
actividad en la cocina, resultó divertido e interesante. Giuseppe Lo Ludice y
Alessandro Miocchi son los chefs responsables del restaurante.
Este restaurante se encuentra apartado del
centro, en el distrito de Centocelle. Tras nuestra experiencia considero que
vale la pena visitarlo. Recomiendo reservar pues disponen de pocas plazas, una
única mesa alargada compartida en el interior del pequeño local y terraza a la
puerta de entrada. El menú además de en papel está escrito a la vista en la
pizarra: rigattone con ragù bianco a la ricotta y pecorino, spaghettone Mancini
con ajo fresco y bacalao... También platos de carne como por ejemplo pancia di
maiale... En todo caso un menú cambiante pero de cocina romana. La carta no es
extensa, pero los ingredientes destacan por su calidad y su delicioso sabor.
Tienen
vinos por copas pero a mí me atrajo una botella de La Stoppa, Trebbiolo
Frizzante 2014, Emilia-Romagna. Variedades barbera y bonarda. Fresco y
rústico. Un vino que no había probado hasta entonces, algunos de los vinos de
Elena Pantaleoni me parecen extraordinarios, en concreto Ageno.
Una
muy buena experiencia en este local de ambiente relajado, situado en una zona alejada
del centro adonde no creo que lleguen muchos turistas. Nosotros acudimos en
taxi.
Se
trata de una tienda ubicada en el barrio de Parioli, zona de elevado poder
adquisitivo al nordeste de Roma. Atendida por el propio Roberto y por Leo,
entramos sin tener datos previos del lugar, sólo la recomendación de acudir. El
espacio es pequeño, vemos tres mesitas a lo sumo, dos ocupadas, y varios
clientes de pie, bien comiendo, brindando o comprando algún producto. Una
enorme estantería repleta de vinos ocupa pared y media y al otro lado se sitúa
un expositor acondicionado de quesos, embutidos, ahumados... Nos atienden,
tomamos asiento, a primera vista observo en el estante de mi derecha una
selección de champagnes de primera calidad como por ejemplo Pierre Peters,
Selosse... Todo esto pinta muy bien. Y así fue. Estábamos en el sitio adecuado.
Solicitamos
una tabla con una selección de quesos, embutido ahumado y mortadela. Le comenté
a Roberto mis gustos sobre vino. Sin más se adentró en su cava de vinos y me
ofreció una botella que aunque me propuso probarla acepté de inmediato, ¡menudo
acierto tuvo el tío! Dodon 2015 variedad Tocai
Friulano de Denis Montanar, en Udine; perfecto con la tabla o sólo.
Acudimos a cenar a este restaurante que anoté al
preparar el viaje. Está situado en una plaza, de idéntico nombre, en el barrio
de San Giovanni. Existe la opción de solicitar un menú degustación, ese fue
nuestro caso. En total, seis platos incluido un postre. Todos deliciosos, como
por ejemplo los raviolis rellenos de berenjena con burrata, tomates asados y
albahaca, o el ramen de codorniz y camarón.
No
tienen una carta extensa de vinos pero sí suficiente. No dudé en mi selección, Fanino
2012 de Gabrio Bini, Azienda Agricola Serraghia, variedades
catarrato (blanca) y pignatello (tinta). Aún siendo este productor más famoso
por sus extraordinarios vinos secos de la variedad zibbibo, la variedad
principal de la isla de Pantelleria, esta botella, Fanino, destacaba por su
frescura, la delicadeza de sus aromas y su sapidez, conjugando así maravillosamente
con los platos del menú. Es la segunda ocasión en que bebo este vino y de nuevo
me encantó.
Pasamos
un rato muy a gusto en esta tienda especializada en vinos naturales y dirigida
por Antonio Marino y Marisa Gabbianelli. Se localiza en el bonito barrio de
Trastevere. Disponen de numerosas referencias. Como ya sabéis, para un
aficionado al vino éste es uno de esos lugares comparable a una tienda de
juguetes para un niño, o una ferretería para un aficionado al bricolaje.
Salí
muy contento con mis compras: Gaia 2014 de Daniela y Antonio De Gruttola,
Cantina Giardino, en Campania; G Punk de Nadia Verrua, Cascina 'Tavijn, y una
botella de Lammidia, en Abruzzo.
Local
especializado en champagnes de pequeños productores y localizado en el barrio
de Tuscolano. Elisabetta Tappi, la propietaria, prepara al instante diversos
platos para acompañar la bebida: crostinis de burrata y anchoas, de queso y
carpaccio di manzo (ternera) ahumado, también vitello tonnato, sandwiches de
pastrami, ensaladas, tablas de embutidos, de quesos... Platos sencillos y
apetitosos.
De
entre la extensa oferta de botellas elegí la cuvée Shaman 12 Rosé de Benoit
Marguet, 70% chardonnay y 30% pinot noir. Degüelle septiembre 2015. Un
champagne sin sulfitos añadidos, de mi gusto y que ya conocía.
Da Cesare al Casaletto
Restaurante de
apariencia sencilla. Se trata de una trattoria, especializada en cocina local y
casera. Está situada alejada del centro, muy cerca de la parada final del
tranvia nº 8. El día de nuestra visita el restaurante estaba lleno, la mayoría
lugareños. Esto siempre es buena señal. De hecho, comimos muy bien, a base de
pasta fresca. De entre la extensa carta de vinos, no sólo naturales, disfrutamos con una botella de
Trebbiano
d'Abruzzo 2015 de Emidio Pepe. ¡Colosal!
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Como
en todas las ciudades, cuando te alejas un poco de la zona turística se suele comer
mejor, y desde luego aquí en Roma comimos de maravilla. También paseamos
largamente admirando la belleza de esta ciudad.
Es difícil resumir lo que más
destaca de Roma. De entre sus plazas y fuentes, iglesias, museos o las
construcciones conservadas de la Roma Antigua, mi lista es innumerable: la
Plaza Navona y sus tres fuentes, la Plaza de Minerva y su obelisco apoyado
sobre un pequeño elefante que fue diseñado por Gian Lorenzo Bernini a modo de
pedestal, Campo de' Fiori, Plaza del Popolo, Plaza de España, Fontana di
Trevi... Iglesias como Santa María Sopra Minerva, Chiesa Nuova, Chiesa del Gesú...
Impresionantes la Columna de Trajano, el Foro Romano, el Panteón, el Arco de
Constantino... Grandioso el parque de Villa Borghese, que además acoge la
Galería Borghese, uno de los museos que más me gustan (imprescindible reserva
previa). También permanecen grabadas en mi mente las hermosas vistas desde los
puentes que cruzan el río Tíber, como el que conduce hasta el Castillo de Sant
'Angelo. Y tantos otros sitios.
¡Roma
es bella! Entran ganas de volver.
Vicente
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