domingo, 31 de mayo de 2015

En Sancerre



Sancerre recibe numerosas visitas de turistas estadounidenses, canadienses, británicos... Un turismo internacional atraído por los vinos de la zona. Sancerre se trata de un pequeño y tranquilo pueblo de tan solo 1.600 habitantes, eso sí, rodeado de viñedos. Está situado en lo alto de una colina, desde donde se divisa parte del curso del Loira y los viñedos de Pouilly-Fumé al otro lado del río. Un bello paisaje panorámico en el que radica una de sus principales atracciones.

Dentro de la appellation Sancerre destacan varios tipos de suelos que influyen en las propiedades de sus famosos vinos. Así, las denominadas terres blanches, marnas calcáreas con abundancia de conchas, otra zona de terrenos pedregosos y finalmente los suelos ricos en arcillas y sílice, pedernal.




Realizamos un corto recorrido por la zona con paseo al borde del Loira incluido y visita de algunas poblaciones cercanas, entre ellas Sury-en-Vaux. Nosotros nos instalamos cómodamente en las chambres d'hôte de Le Cep en Sancerrois, en Sancerre, donde también teníamos cena reservada junto a nuestros amables anfitriones, buenos conversadores y multilingües. Cena casera, muy apetitosa, saboreando también uno de los mejores productos locales, el Crottin de Chavignol, queso de cabra que nos ofrecieron en distintos grados de maduración, una exquisitez. Para beber, una aportación nuestra, la sauvignon de notas cítricas (lima), tensión y elegancia de Le Tournebride 2014 de Vincent Gaudry AOC Sancerre, y dos de la casa, un pinot noir, la otra importante variedad de la zona, Sancerre 2012 del Domaine Serge Lalou, representativo del carácter de esta uva en Sancerre, con sensaciones más cercanas a la Borgoña que a un pinot noir de Cheverny, por ejemplo, y una botella de Menetou-Salon, una sauvignon muy frutal de una appellation no tan famosa. Cenamos muy bien.

Es difícil encontrar ciertos vinos en las tiendas del pueblo, son más bien botellas comerciales, pero aquí lo suyo es acudir a la casa del vigneron y comprar el vino deseado. ¡Hay donde elegir!


El día anterior, en Les Becs à Vin de Orléans habíamos disfrutado con una espléndida sauvignon de Sébastien Riffault, vigneron instalado en Sury-en-Vaux, así que no quise finalizar este viaje sin beber otro de mis vinos preferidos de la región también elaborado con sauvignon blanc, Mademoiselle M 2012 de Alexandre Bain, Pouilly-Fumé. Un extraordinario vino que siempre me ha dado placer, en él apreciamos notas aceradas, perfume floral, membrillo, boca sedosa, vertical, piedra caliza, fruta madura. Rico, maduro, de color casi ámbar. En su etiqueta indica "vinifié, élevé sans additifs oenologiques, sans sulfites ajoutés".

Anoto también otro productor del que recibimos excelentes críticas, Mathieu Coste, quien trabaja dentro de otra appellation de la zona que no he nombrado hasta ahora, Coteaux du Giennois. Buscaré sus botellas.


Hasta aquí nuestro viaje, acompañados por el buen tiempo y la sed, a través del Valle del Loira, recorriendo parte del río más largo de Francia en dirección contraria a sus aguas, desde Nantes, muy cerca de su desembocadura, hasta Sancerre, a medio camino de su nacimiento en el Massif Central, realizando escalas en Angers, ciudad en la rivera del Maine, Tours y Orléans. Un viaje que nos deja un extraordinario sabor de boca y multitud de imágenes y momentos para degustar en el recuerdo, como nuestra visita a la acogedora familia Courtois.

Vicente

Fotografías de Juan Luis Vanrell "El Ojo Público"

sábado, 30 de mayo de 2015

Un día en Orléans - "Les Becs à Vin", bar de vinos naturales



A una hora de París en tren, no hay excusa para no visitar Orléans. Al dar un paseo por esta ciudad nos damos cuenta de su encanto. Solo por contemplar su imponente catedral, la Catedral de Sainte Croix, ya vale la pena el viaje. Nosotros tenemos ahora otro motivo más para volver: disfrutar en Les Becs à Vin.

Conocemos muchos bares de vinos, pero Les Becs à Vin es ya uno de los que más nos gustan. Situado en el centro de la ciudad, en la Place du Châtelet, en el nº 8, es un lugar que cumple con todos nuestros deseos, platos sencillos y sabrosos, una amplia selección de vinos elaborados bajo el respeto a la naturaleza y hacia el consumidor, y un ambiente acogedor, simpático, muy agradable. Estuvimos muy bien atendidos por Romain, Lorraine y Guillaume, alternativamente.


Además de con sed, llegamos con hambre, así que elegimos algunos platos: Petits anchois marinés; Assiette de Serrano; Soupe de lentilles corail, légumes et coco; Quiche lorraine y finalmente algunos postres. Todo muy apetitoso, estilo bistrot.

En cuanto a los vinos, la carta es muy visual, solo hay que mirar las decenas y decenas de botellas vacías que hay expuestas con sus precios en las diversas estanterías. La selección no tiene desperdicio. Tienen unas 200 referencias. También ofrecen varios vinos a copas y la posibilidad de comprar las botellas para llevar a un precio menor.

Estando en una ciudad ligada al río Loira y a su región, seguimos centrándonos en sus vinos empezando con algunas copas. No se os ocurra pedir Coca Cola, este es un lugar de productos sanos y no venden veneno, solo autenticidad.


O. Lemasson Le Puits 2014 Vin de France

Nariz expresiva, boca franca, directa. Sauvignon que elabora Olivier Lemasson (Les Vins Contés) a pocos kilómetros al este de Tours. Fruta blanca y exótica, ideal como aperitivo, tiene acidez, hace salivar. Fácil y agradable de beber.


P. Potaire Les Capriades Piége à filles 2014 Vin de France

Pétillant Naturel rosé. Mayoritariamente gamay. Sin adición de azúcar, tampoco de sulfuroso. Su azúcar residual, nos avisan que es un demi-sec, no molesta en absoluto, al contrario, ayuda a disfrutarlo. Elaborado por Pascal Potaire y Moses Gadouche, no lejos de Tours, bajo el método ancestral. Son especialistas en Pet' Nats.


P. Potaire Les Capriades Pet' Sec 2013 Vin de France

Burbujas 100% naturales. Los pétillant naturel alegran cualquier inicio de comida, también sientan bien al final. Eso sí, beberlo en el último momento de la noche, justo antes de acostarse, pienso que es insuperable. No se lo contéis a nadie.

Hasta ahora fueron vinos degustados por copas, abrimos por fin la primera botella:


Didier Chaffardon Douze heures angevignes (2012) Vin de France

Beber los vinos de Didier Chaffardon es una experiencia, no religiosa, sino tremendamente placentera. Se trata de un vigneron referencia en la zona, yo díria que casi de culto, sus botellas son buscadas por los grandes aficionados. Trabaja en St. Jean-des-Mauvrets, cerca de Angers, con tan solo 3 hectáreas, un domaine de proporciones humanas. Sus vinos se caracterizan por su perfecta madurez y su energía desbordante.

Esta se trata de una botella con unos 10 g/l de azúcar residual, nos avisan de la presencia de carbónico pero nos aconsejan no utilizar el decantador. Un poco animal y reducido al principio, notamos algo de gas. Todo ello desaparece rápidamente quedando la fruta y una acidez que equilibra fantásticamente la poca proporción de azúcar residual. Una chenin fresca, muy bebible y disfrutable. Una delicia, o como el nombre parece indicar en forma de juego, douceur (douze heures) angevine (angevignes), dulzura.

La añada viene indicada por el lote, en este caso L 12.


Sébastien Riffault Skeveldra 2009 Sancerre

Nos gustó que no limpiasen el polvo de la botella. Ha estado en reposo absoluto. Sauvignon maduro. De color dorado en copa. Nariz compleja, cítricos maduros, peras, chirimoya, manzanas al horno. Lejos de una sauvignon tradicional. Su evolución en copa es brutal. Cera de abeja, piedra caliza... La acidez ayuda a estructurarlo. Un vinazo delicioso. Los años le sientan bien. Guillaume nos comenta que desde hace un año está espléndido, pasando por alguna curva anteriormente.

Riffault trabaja 2 hectáreas en Sury-en-Vaux, pueblo al lado de Sancerre que visitaríamos al día siguiente. Skeveldra es una parcela de 0,7 hectáreas de viejas viñas. El nombre lituano, debido al origen de su esposa, significa piedra. El silex domina en su suelo.


Clos du Tue-Boeuf Qvevri La Caillère 2013 Cheverny

Siguiente botella, de Thierry Puzelat, un elaborador cuyos vinos acostumbramos a beber. De larga maceración en ánfora sin sulfitos añadidos, indica en la contraetiqueta. Primera añada en que realiza este pinot noir con ánforas traídas desde Georgia (qvevri), utilizadas también para un menu pineau, también existe la versión sin ánfora.

Nos lo sirven en un bonito erlenmayer, pero el rato en decantador no le hace evolucionar lo necesario, creo que necesita envejecer algún tiempo en botella. La añada, floja, tampoco acompaña. Superar las dos primeras botellas, acojonantes, es muy difícil. Notas florales, recuerdos a frambuesa, cierta tanicidad, sutiles especias en retrogusto, fresco, curioso, pero le falta cuerpo, muy ligero. Graduación de 11,5%. A probar en unos pocos años.

Ya animados, buscábamos una botella para despedirnos, a la altura de las bebidas. La encontramos, ya lo creo.


Didier Chaffardon Arcanette L 11 (2011) Vin de France

Suena Tom Waits como música de fondo. Acerco la nariz a la copa, ¿notas de naranja?, ¿mandarina? Azahar, es azahar, también pomelo. Moelleux de chenin que se bebe con frescura dejando un sabor nada empalagoso, 200 g/l de azúcar residual, pero la acidez juega su papel. Nadie diría que tiene esa cantidad de azúcar. Très bon! Superbe! Y con cualquier música.

Carbónico al principio que se va enseguida, al menos visualmente, de todas formas le viene bien en boca, proporciona mayor digestibilidad. Graduación de 11%. Seguimos los consejos de Guillaume no decantándolo, al igual que con el primer Chaffardon. Por cierto, grande Chaffardon, para comprar sus vinos allá donde se encuentren. Ya somos fans. Y no solo de sus blancos, ojo con los tintos.

Parecía el último vino pero no. Gentileza de la casa, de nuestros nuevos amigos, nos presentan un nuevo vino en un matraz esférico.


Causse Marines Mysterre Vin de Table

Un vino que es un misterio. Amarillo anaranjado, dorado. Notas que recuerdan desde un amontillado a un vino de Madeira o un savagnin viejo. Criado bajo velo de flor, es un vin de voile, como los vinos de Jerez o como el Vin Jaune del Jura. Guillaume nos informa que se trata de una solera de más de 10 años, mezcla de varias añadas, de la zona de Gaillac. La solera, una única barrica, comienza en el 2002 y desde entonces, pipette à pipette, un pequeño agujero en el velo y se va refrescando con las añadas más recientes.

El regalo es un detallazo, se acordaron de un comentario mío horas atrás, mencioné que me encantaban los vinos bajo velo, como en el sur de España.

Notas de frutos secos, manzana madura, piel de naranja, notas confitadas. Boca glicérica. Persistencia. Enorme vino.

Virginie Maignien y Patrice Lescarret intentan recuperar las antiguas variedades de la zona, en este caso mauzac vert, autóctona en Gaillac, al lado de Toulouse.



Gracias a Lorraine, Guillaume y Romain por esta emocionante tarde/noche de vinos increíbles. Nos contaban que no llegaban españoles a su bar ni a Orléans, pero a los que hemos llegado nos han tratado de maravilla. Saludos.

Vicente

Fotografías 10, 11 y 12 realizadas por mi amigo Juan Luis Vanrell, "El Ojo Público"




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viernes, 29 de mayo de 2015

Vino más natural que el de los Courtois no existe. Visitamos Les Cailloux du Paradis



De elegir un único vigneron y su viñedo al que visitar en todo el Valle del Loira ese es Claude Courtois. La familia Courtois trabaja y vive desde hace años en un pequeño rincón de Sologne tal y como muestra la contraetiqueta de algunas de sus botellas. El domaine, denominado Les Cailloux du Paradis, se localiza en Soings-en-Sologne, al sur de Blois. Siendo Sologne una región conocida por sus extensos bosques y no tanto por vinos de tan elevado nivel de calidad, todo empieza a comprenderse al llegar a este domaine. Nuestra primera imagen fue tal y como pensaba, el lugar se definiría mejor como una granja plena de vida y salud: viñas, flores silvestres, hierba, plantas, insectos, árboles frutales, pájaros, casa, bodega, herramientas de trabajo... Un entorno que nos transmitía a la vez tranquilidad, sensación de vida y mucho esfuerzo.


Hoy en día es común oír hablar de agricultura ecológica, vinos naturales, biodinámicos... pero hace más de un cuarto de siglo que en este lugar se rechaza todo tipo de aditivo químico, ni en el campo ni en la bodega. Claude Courtois es un pionero, nunca ha trabajado de otra forma. El respeto hacia el entorno natural, un verdadero ecosistema, es el origen de la calidad del producto. Pero para conseguirlo es necesario mucho sudor, un trabajo exigente y preciso.

Cuentan con unas 6 hectáreas de viñedo. En ellas se deja que crezca la hierba a fin de obligar a que las raíces profundicen en busca de agua. El viñedo se aprecia rebosante de salud, señal de que hay vida orgánica en sus suelos. Estos están compuestos fundamentalmente de arcillas y sílice, ricos en sílex. Trabajan con multitud de variedades, muchas de pie franco, y los rendimientos son muy bajos.


Nada más salir del coche se adelantó Paradis, el perro, con un cariñoso recibimiento. Seguidamente nos atendió Etienne, quien ha retomado las riendas del domaine familiar. Otro de sus hijos, Julien, trabaja a muy poca distancia en su propia producción, Clos de la Bruyère, vinos que también están entre mis preferidos: Ancestral, Originel, Autochtone...

El recorrido por las diferentes bodegas y salas, algunas bajo el nivel del suelo, guiados por Etienne, pipeta en mano, fue muy instructivo. Te dabas cuenta enseguida de que se trataba de una bodega real, artesanal, un trabajo de vigneron. Allí no existía ni una sola barrica nueva, todas a partir de los 15 años y algunas alcanzaban incluso el centenar. Las barricas provienen de Bourgogne.

Catamos una muestra del Racines Blanc 2014, una mezcla de 12 variedades, el Racines rouge tiene 20 y pico. Precisamente habíamos cenado la noche anterior con este blanco de la añada 2011 en L'Hédoniste en Tours, una botella para recordar. Probarlo ahora de la barrica es un lujazo, aunque joven, yo ya lo embotellaría. Seguimos con un pinot noir 2014, floral, frutal, fresas. Luego los Racines tintos 2013 y 2014, fruta y frescura a tope, y con un potencial de envejecimiento tremendo.




Una vez catados algunos de los vinos en crianza, nos tenían preparado un almuerzo sin florituras, buen pan, ensalada de zanahoria, exquisitos quesos de cabra de un vecino a 10 minutos del lugar, huevos duros (estábamos en Pascua) y un Pâté de Pacques (receta francesa) con el que nos agasajó Claude Courtois. Para beber, varios vinos de la casa. Qué más se puede pedir. Mientras comemos y bebemos charlamos sobre sus vinos y particularidades.
    
Quartz Lot 013. Sauvignon blanc. Perfecto vino para comenzar, Etienne nos comenta que encuentra más mineral el 2012, teniendo éste más acidez y más notas cítricas (limón). Proviene de suelos arcillosos y silíceos (silex). Fermentación y crianza en barrica. La añada la conoceremos por el número de lote, esta botella es del 2013. Ocurre los mismo para los siguientes vinos. Están clasificados como Vin de France, un Vin de Table, y no se les permite indicar la añada en la etiqueta.

Romorantin Lt 011. En crianza durante 40 meses. Aromático, floral, tensión en boca. Es también un Vin de Table. No existe una appellation Sologne que sería bien merecida. La romorantin, variedad blanca originaria de Borgoña, fue introducida en la zona por el rey Francisco I a principios del siglo XVI.

L'Icaunais Lt 012. Gascón 100%. Etienne nos informa que existen únicamente 3 hectáreas en todo el mundo, 0,75 aquí. Icaunais es el gentilicio de los habitantes de Yonne, en la región de Borgoña, de donde es originario su padre. En esta zona estaba muy difundida esta variedad antes de la filoxera.


Cuvée des Etourneaux L 011. Esta cuvée de los estorninos fue el primer vino que probé de esta casa, de Etienne Courtois, fue en un bistrot de París, no se me olvida. Dos variedades de gamay, gamay de chaudenay y gamay à jus blanc.

Racines Rouge (2012). Está espléndido este vino. Muy bueno. Ya os contaré más porque ahora tengo una botella en mi casa, bueno, de éste y de todos. Ça c'est du vin! El potencial de envejecimiento no seré yo quien lo compruebe, tengo ganas de disfrutarlos. Tanto el Racines tinto como el blanco, vinos emblemáticos que destacan por su complejidad mineral, son elaborados todavía por el propio Claude Courtois.

Evidence Lt 07-9. Un vino de menu pineau cuya fermentación puede durar 3, 4, 5, 10 años, hasta que se acabe el azúcar. Botella de 500 ml. Nos cuentan que esta variedad es originariamente la traminer, la uva del Südtirol, ahora norte de Italia (Alto Adige). También presenta similitudes con la savagnin.


Fleur de Damoiselle Lt 06-11. Otra maravilla. También en 0,5 l. Menu pineau, esta vez bajo velo de flor. Sesenta meses de crianza. Aprendemos que todos los vinos, incluidos los tintos, pueden crear ese velo de flor de forma natural en cualquier lugar, si las barricas no son ouillés, es decir, dejando un espacio libre, y si son bien elaborados, de forma sana, sin emplear recetas industriales.


Hablamos sobre otros de sus vinos, Nacarat, gamay más pinot noir, no lo han elaborado ni en el 2012, ni en el 2013 y 14, años en que no sobró uva, añadas difíciles por diversas circunstancias. El 2013 fue un año con lluvias, dando menor concentración. EL 2012 no fue mala añada pero la producción fue pequeña. Lo mismo con Or Norme, otro de sus vinos. También hablamos de sus problemas con la syrah, no por sus resultados, sino por los problemas con la administración. Sufrieron una fuerte multa económica en el 2005, se les exigió también arrancar los pies de syrah plantados en 2001 al considerarse una variedad no local. Absurdo. Años después, desde el 2010, está permitido su cultivo. Los pies de syrah fueron finalmente implantados con la variedad gascon.

No acabó ahí esta inolvidable experiencia. Nuevo recorrido entre barricas. Etienne nos da a probar una muestra de Romorantin en maceración y acto seguido una extraordinaria comparación entre el Evidence 2008, el 2010 y el 2012, vinos que saldrán al mercado al cabo de una decena de años cada uno de ellos. A partir del 2008 se extendió el envejecimiento hasta 10 años en lugar de 5. En el 2012 no se nota ya el azúcar, en cambio sí lo notamos en el barril del 2010. Tendré que esperar hasta el 2018 como mínimo para comprarlos, valen la pena, mucho.

Uno de los detalles que me impactaron fueron las antiguas prensas verticales que utilizaban, permitiéndoles trabajar con pequeños volúmenes de uva.


En esta casa realizan una gran variedad de vinos, todos diferentes. Originalidad, finura, energía, pureza, equilibrio, autenticidad son algunas de sus características. Grandes aficionados de todo el mundo buscan sus botellas, en EEUU, Canadá, Japón, Inglaterra, Dinamarca, Italia...

Fueron unas horas muy agradables, un tiempo que transcurrió rápidamente al lado de gente tan amable y acogedora.

El paraíso está en Sologne, en concreto en Les Cailloux du Paradis.

Gracias 


jueves, 28 de mayo de 2015

Recorriendo la Touraine desde Tours, castillos y vinos



Tours es una agradable ciudad que destaca por su bella catedral, Saint-Gatien, donde se observan distintos estilos góticos, desde el primitivo al flamígero, su fachada es impactante. También destacan en esta ciudad las casas medievales del siglo XV, localizadas en el entorno a la Place Plumereau, su casco viejo. Además, Tours es el lugar ideal desde el que desplazarse para recorrer la Touraine, región bañada por numerosos y espectaculares castillos reflejo de la época renacentista.

De Tours hacia el oeste

Desde Tours, cuna de Honoré de Balzac (1799-1850), hacia el suroeste, encontramos Chinon, el pueblo dominado por su fortaleza real y ligado a la figura de François Rabelais (1494-1553), el autor de Gargantúa y Pantagruel. Aquí fue también donde en 1429 Juana de Arco reconoció y convenció al delfín de Francia de su misión contra los ingleses.

En esta zona impera la cabernet franc. Muy conocidos son los vinos de Chinon, de Bourgueil y de Saint-Nicolas de Bourgueil.

Un local que destacaría en Chinon es la Cave Voltaire, en la calle del mismo nombre, es un bar de vinos y tienda cuyo propietario Patrice Claire inauguró hace 8 años. Una parada aquí vale la pena. "Ici, les papilles font de la résistance", indica el rótulo sobre la puerta. En nuestro caso disfrutamos de un espumoso para beber en cualquier momento del día y elaborado a poca distancia de la ciudad: To bulle or not to bulle, gracioso juego de palabras para una chenin refrescante, fruta muy natural, 2 mg de sulfuroso y sin azúcar añadida. En su etiqueta indica: "Vin issue d'une agriculture poètique". El domaine se denomina Alcofribas, como el seudónimo utilizado por Rabelais.


No lejos de Chinon, encontramos el bello castillo de Azay-le-Rideau, y hacia el nordeste, de vuelta a Tours, los castillos de Langeais y Villandry, famoso este último por sus jardines.

Restaurante Casse-Cailloux (Tours)

De regreso a Tours, os apunto una dirección donde cenar muy a gusto, Casse-Cailloux, un pequeño restaurante de ambiente familiar, regentado por Hervé Chardonneau, en cocina, y su pareja Teresa, en sala. Se caracteriza por los productos frescos de temporada del mercado y una carta completísima de vinos de la zona, como a mí me gusta. En nuestro caso elegimos Vouvray Sec 2013 de Vincent Carême, chenin de notas cítricas y larga acidez, y Nuits d'Ivresse 2012 de Catherine et Pierre Bréton, AOC Bourgueil, cabernet franc sans soufre ajouté. Un homenaje que nos dimos con el vino más emblemático del domaine, última botella del restaurante que guardaba Teresa.

 

De Tours hacia el este

Si comentaba algunos de los lugares al oeste de Tours, hacia el este también abundan los sitios interesantes. Nada más salir de Tours nos topamos con dos famosos pueblos con nombre de vino, Vouvray y Montlouis-sur-Loire.

Nuestra idea era visitar algunos de los castillos más famosos de la zona y realizar un picnic en condiciones, así que, panes de la boulangerie Hardouin y una selección de quesos de uno de los mejores afinadores, Rodolphe Le Meunier. Todo ello comprado en Les Halles de Tours, un mercado muy completo que contaba además con dos tiendas de vinos donde por ejemplo podías encontrar todos los champagnes de Egly Ouriet, ¡caramba!

No fue difícil encontrar un lugar donde realizar el picnic, en nuestro caso unas mesas dispuestas para ello cerca del Castillo de Chambord. Para acompañar los excelentes quesos íbamos bien provistos: un pétillant rosado elaborado en Azay-le-Rideau sin sulfitos añadidos, Red is Dead de Le Sot de l'Ange, domaine de Quentin Bourse, y un romorantin de Philippe Tessier, otro de mis nombres preferidos, La Portée Dorée 2011 AOC Cour-Cheverny, la appellation donde únicamente utilizan esta variedad. El primero, comprado en Angers, en À boire et à manger, te abre el apetito; el segundo, comprado en La Cave Insolite, la tienda de François Chidaine en Montlouis-sur-Loire, una visita que no nos faltó, lo que pide es queso de calidad para acompañar. Momentos felices al aire libre.


En cuanto al castillo de Chambord, obra impulsada por el rey Francisco I, es el más grandioso de todos, la vista panorámica desde sus terrazas o su doble escalera de caracol, que se supone diseñada por Leonardo da Vinci, son sus puntos más destacables. La escalinata está construida de manera que las personas que suben y bajan no puedan encontrarse.

Otros castillos, de imagen impactante, son el de Cheverny, utilizado como modelo por Hergé para las aventuras de Tintin, o el de Clos-Luzé, muy cerca del de Amboise y donde Da Vinci pasó sus últimos años, en el parque que le rodea se exponen maquetas de sus proyectos, algunos militares, y enormes telas colgadas entre los árboles representando varias de sus pinturas más famosas y jugando con la luz natural simulando la técnica del sfumato que empleaba en sus pinturas. Leonardo se instaló aquí en 1516 invitado por Francisco I. Otra visita imprescindible es el castillo de Chenonceau, construido sobre el río Cher, no perderse un vistazo a sus cocinas de la época.


Château de Chenonceau


Nos despedimos de Tours de la mejor manera posible, cenando en L'Hédoniste, su propietario Jacky Serre inauguró este restaurante y cava de vinos en el 2007. Sabía, consultando su página web, de su extraordinaria selección de vinos, entre otros, los de Claude Courtois, de los vinos que más aprecio, pero descubrí además que se come muy muy bien, ¡deliciosa la velouté de panais aux Saint-Jacques poêlées et brunoise de Granny Smith! Como en el restaurante anterior, podíamos elegir entre entrée+plat, plat+desert o menu complet.

De beber, Jacky nos dió a probar algunos vinos que tenía por copas, por si nos decidíamos por alguna botella, todos muy interesantes, pero ya os podéis imaginar cuál fue nuestra elección:

Vin de Soif 2013 de Claude Courtois, con unas 19 variedades tintas, es un vino de sed, tal como indica su nombre, fresco y con ciertas notas de pimienta.

Y la estrella de la noche, Racines Blanc 2011 de Claude Courtois, un vino para recordar, floral y muy mineral (silex, piedra de río...), notas lácticas, mantequilla, oleoso... Notamos sauvignon y chardonnay, pero hay unas nueve variedades más.


Terminamos la cena en L'Hédoniste con unas copas gentileza de la casa: Sous le soleil... 2008 del Domaine Ombre et Soleil, localizado en los Pyrénées Orientales. Un Vin Doux Naturel, un VDN de nariz amontillada, aunque por momentos nos recordaba más a Madeira que a Jerez. En todo caso, de tremenda complejidad en aromas y muy bueno, garnacha 100%. Graduación de 16,5 %, únicamente 2 mg de SO2 al embotellar. Christophe Guittet, el vigneron, aconseja en su etiqueta un acorde musical: "Bag's groove" de New Gary Burton Quartet. ¡Fantástico!

Comentábamos que estábamos disfrutando de la cena con unos magníficos vinos, algunos de uno de nuestros vignerons preferidos, precisamente en un restaurante de la zona a pocos kilómetros de Sologne, donde la familia Courtois trabaja sus pocas hectáreas en Les Cailloux du Paradis. No habíamos realizado ninguna visita a ningún vigneron durante nuestro viaje, ante la numerosa oferta de buenos vitivinicultores de la zona no nos habíamos decidido por ninguno, algo que teníamos que subsanar. Siempre he pensado que de elegir un único vigneron al que visitar en todo el Valle del Loira ese tenía que ser Claude Courtois, así que, animados también por nuestro nuevo amigo Jacky, al día siguiente nos dirigimos hacia el viñedo de la familia Courtois. Una de las visitas de las que mejor recuerdo guardaré.

Vicente

Las fotografías nº 1, 2, 5, 8, 9 y 10 fueron realizadas por mi amigo Juan Luis Vanrell, "El Ojo Público".

jueves, 14 de mayo de 2015

Angers, "À boire et à manger"



Tenía apuntadas varias direcciones en Angers donde comer al mediodía y que destacaban por su excelente trato hacia el vino. Así, Autour d'un cep, Chez Rémi, L'Angevigne, Bistrot des Carmes... Sin embargo, siendo nuestra estancia en plenas Pascuas muchos estaban completos y alguno cerraba. No importó, fue fácil encontrar buenos sitios. Paso a detallaros.


Sin duda un enorme acierto entrar en À boire et manger, una extraordinaria tienda de vinos donde elegir entre las múltiples botellas y degustar algunas tablas de quesos y charcutería de primera calidad. Alex Forge es el caviste, bodeguero, con amplísimos conocimientos del vino. El lugar es cómodo, mesa amplia y al fondo una cava sin necesidad de ser climatizada, los gruesos muros conservan la temperatura adecuada.

Cuatro botellas abrimos:


Brutal!!! 2013 de Sébastien Dervieux, más conocido por Babass. Como opinaba Alex, no se trata de un vino rock'n roll, es punk directamente. Rica fruta, frescura, muy bebible y rápidamente consumido. Espumoso de chenin que me impactó. Sulfuroso o cualquier otro aditivo añadido: cero. Creo que de esta bodega, Les Vignes de Babass, localizada en Anjou, hay que probar todo lo que te encuentres. Nos llevamos alguna botella para España, también de los siguientes vinos.

Les Petites Coulées 2013, Savennières de Clément Baraut. En realidad proviene del prestigioso Roche aux Moines, viñedo donde trabajan otros 7 elaboradores (Tessa Laroche, Eric Morgat, Virginie Joly...). Su parcela se encuentra en pendiente y perpendicular al río. Sin embargo, en las etiquetas del 2012 y del 2013 aparece clasificado únicamente como Savennières al realizarse la vinificación fuera del lugar. Más expresivo en boca que en nariz, muestra frescura y acidez, precisión, tensión, carácter mineral y ciertas notas de fósforo. Es largo.

La siguiente botella, en cuanto la vi en las estanterías ya quería abrirla, Les Gruches 2012 de Gérard Marula, cabernet franc appellation Touraine. Muy fresco, fruta roja a saco. En nariz ya avisa, placer. Uno de mis cabernets preferidos, concentración y finura.

Finalizamos acompañando las tartas de chocolate y de fruta con una chenin dulce de Jo Pithon, 4 Vents 2011 Coteaux du Layon. El nombre le viene por proceder de viñas de 4 pueblos, Saint-Lambert, Saint-Aubin, Beaulieu y Rochefort. Chenin de botrytis equilibrado, nada empalagoso, 80 g/L de azúcar residual. Únicamente unos 80 mg/l de sulfuroso, muy poco en un vino dulce. La bodega: Pithon-Paillé. Buscaré su Quarts de Chaume.

Vinos degustados cómodamente en el local, nos llevamos otros vinos para casa y algunos más que reservamos para realizar un picnic al siguiente día, picniquer dicen los franceses. À boire et à manger, una dirección imprescindible en Angers.


Otra tienda de vinos que visitamos en esta ciudad, en este caso invertimos en libros: Tronches de Vin 2, segundo volumen de esta guía alternativa de vignerons y vinos realizada por un colectivo de blogueros, algunos de los más leídos en la blogosfera, y Mimi, Fifi y Glouglou , de Michel Tolmer, un libro muy divertido.



Restaurante caracterizado por una cocina sin florituras, sans chichis, y una buena oferta de vinos. David en sala y su hermano en la cocina son de la zona, vecinos pues de muchos de los vignerons cuyos vinos ofrecen. Uno de los significados de ardoise es pizarra, y así muestran el menú en este restaurante, escrito en tiza sobre una pizarra que te acercan, no solo los platos de temporada, también los vinos. Esto es habitual en muchos restaurantes franceses.

Tenían algunos vinos por copas muy interesantes, de Marc Pesnot, Joël Ménard... Finalmente, nos decidimos por pedir un par de botellas, primero una chenin que nos gustó mucho, La Roche Bérigon 2013 de Jean-Christophe Garnier, vigneron de Saint-Lambert du Lattay, mostró buena acidez, cítricos, peras, muy rico. La segunda botella, un vino de Pierre Borel, bodega Les Maisons Rouges, Vin de France 2011, cabernet franc de la zona de Bourgueil que aunque olía muy bien, en boca se mostró algo suave, con poco volumen. Nos invitaron a unas copas de Coteaux du Layon 2010 de Arnaud Crasnier, frutos secos, albaricoques confitados, la boca es impresionante.



Un buen lugar para continuar tras la cena. Un bar de vinos cuyo nombre recuerda a la película protagonizada por Alain Delon y Ives Montand en 1970, también es un posible guiño al color del vino en las copas. Abierto desde media tarde hasta las 2 de la noche. La música combina perfectamente con sus vinos naturales.


Viñedos, castillos y más...

Vale la pena visitar el castillo de Angers y el Tapiz del Apocalipsis, de finales del siglo XIV, expuesto a lo largo de un centenar de metros.

A poca distancia de la ciudad, a unos 20 Km, podemos visitar el prestigioso viñedo Roche aux Moines, una maravilla. Al lado tenemos otro nombre no menos mítico, Coulée de Serrant. Es la zona de Savennières.

Recomendamos también acercarse al pequeño pueblo de Béhuard, rodeado por el Loira, en él hay un bar con una buena selección de botellas, Le Béhu Bar. No lejos, en plan picnic, nos dispusimos a disfrutar abriendo un par de botellas compradas en À boire et à manger junto a los exquisitos quesos de la Fromagerie Bocahut, buena recomendación de Alex.

Pacotille 2013, chenin de Stéphanie Debout y Vincent Bertin, Deboubertin, en Anjou. Equilibrio entre acidez y redondez, largo, fresco. C'est bon!

Clopin Clopant 2013 de Didier Chaffardon. Grolleau que nos sorprendió, mejora a cada instante, se bebe rápido y sienta fenomenal, très digestif.


No lejos, siempre al sur de Angers, cruzamos viñedos que son conocidos por sus vinos dulces, aquí impera la botrytis, también las vendimias tardías, la variedad reinante sigue siendo la chenin. Las denominaciones son famosas: Coteaux du Layon, Quarts de Chaume, Bonnezeaux y Coteaux de l'Aubence. Para los grandes amantes del azúcar residual. Nosotros aprovechamos para acercarnos al Domaine de Bablut y saludar a Christophe Daviau.

No faltan los castillos en la zona: el de Brissac, Montrieuil-Bellay y el de Brézé. También una abadía, Abbaye de Fontevraud. Por cierto, en este último pueblo, en un pequeño bar que también ejercía como tienda me llevé una botella que buscaba hace tiempo, Les Murs 2012 de Eric Dubois, Clos Cristal - Hospices de Saumur, AOC Saumur Champigny. En este viaje encontramos cultura de vino en todos los rincones. Se trata de un vino que proviene de las viñas situadas en paralelo a lo largo de 3 kilómetros a los muros construidos por Antoine Cristal a principios del siglo pasado. Las viñas atraviesan el muro exponiéndose al sur y ganando en madurez manteniendo sus pies en el frescor del lado norte. Un vino que se puede guardar largos años o, como nos avisaron, disfrutarlo ya tras dejarlo respirar más de 4 horas en decantador, como mínimo. El placer se hace querer a veces.


Saumur

Cerca de Angers, a unos 70 kilómetros al sureste, siguiendo el curso del Loira, tenemos Saumur, famoso por sus salones de vino, como la Dive Bouteille, una de las más importantes ferias de vinos naturales, sino la que más.

Nos acercamos un lunes de Pascua, así que las dos primeras opciones que tenía apuntadas para comer estaban cerradas. No pasa nada, tenía más direcciones. En Le Bistrot de la Place comimos bien, yo demasiado, la Terrine de Campagne me llenó, culpa mía pues era à volonté. De beber, no tenían el vino que buscábamos, alguno de Clos Rougeard, pero sí La Porte Saint-Jean 2010, una botella de Silvain Pittière, yerno de los Rougeard. Evidentemente no se puede comparar en elegancia y profundidad, al menos en esta su primera añada, pero destacaba en nariz y cumplió perfectamente con nuestras ganas de beber cabernet franc.


Ya de vuelta al hotel, nos despedimos de la región angevina con un pétillant naturel, rosé, Sitting bulles 2013 de Sébastien Fleuret, micro vigneron argevin, 1,5 hectáreas. Pétillant à peaux rouges indica graciosamente en la etiqueta. Nariz frutal, ligeras burbujas, digestivo. El vino es embotellado antes de que se complete la fermentación, el gas carbónico que se produce realiza también una labor protectora, redondeando un estilo de vino destinado para cualquier momento del día, o de la noche. Para  beber regularmente, eso es un Pet' Nat.


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