Nueva
York sigue siendo una ciudad especial para mí, a los dos días de llegar me
preguntaba cómo había estado tanto tiempo sin visitarla desde la última vez,
hace ya algunos años. Durante esta estancia creo que la he disfrutado aún más,
recorrido algunos de los locales que conocía y visitado nuevos sitios. Barrios,
museos, edificios, paseos, restaurantes, bares, música, tiendas y el día a día,
todo me atrae de esta ciudad. Si bien, en esta narración me centraré en una de
nuestras principales aficiones, el vino sin aditivos y su oferta en bares,
restaurantes y tiendas.
Estos fueron los que
nosotros visitamos:
Local ubicado junto al barrio de Chinatown, en
Lower East Side. De look setentero. Había visto por internet algunos de los
vinos que ofrecían en su carta y tenía muy claro la botella que deseaba pedir,
si tenía la fortuna de que aún estuviera disponible, se trataba de Pet Mex
de Bichi Wines. Hubo suerte, aún les quedaba. Un vino mejicano
para iniciar nuestra estancia en los Estados Unidos. Un pet nat rosado elaborado
en Tecate, población de Baja California, en el norte de Méjico, muy cerca de la
frontera con EE.UU. Sus autores son los hermanos Téllez, Noel y Jair, en
colaboración con Louis-Antoine Luyt, el vigneron que elabora vino desde hace
años en Chile. Bichi significa desnudo en algunas partes del norte de Méjico,
en la simpática etiqueta indica "como vino al mundo".
Los
hermanos Téllez realizaron su primera cosecha en 2014. En este pétillant
naturel, de 12,5% de graduación alcohólica, la variedad utilizada no está
identificada. Es efervescente y afrutado. Encuentro aromas que me recuerdan a
sandía, fresa madura y algodón de azúcar; es dulce pero refrescante en todo
caso, y natural. Le vino bien al calor de esos días en Nueva York, en
septiembre pasado. Quisiera probar el 2017, ya en el mercado, al parecer con
menor sensación dulce, menor azúcar residual que el 2016 que nos bebimos.
Para comer, snacks, platos pequeños y otros más
grandes. Nosotros pedimos, entre otras cosas, unos wings y un plato de hamburguesa
llamado "Impossible burger", era de tamaño normal y, eso sí, muy rica.
Destaca también la buena música en el local, hecho que se repetirá en todos los
sitios que visitamos.
Ya
decano, es el primer bar de vinos naturales de Nueva York. Lo visitamos por
primera vez hace años y sigue destacando, con más fuerza si cabe. El local es
oscuro, varias velas distribuidas por la barra y por los estantes acompaña la
poca intensidad de las luces. En su sala principal, de techo metálico y situada
en la entrada, disponen de una enorme barra en forma de u. Hay otro espacio,
una sala en el interior donde acomodarse en grupo alrededor de una gran mesa.
La música de fondo destaca (cargué mi aplicación Shazam, de rock americano
principalmente, también escuchamos a Led Zeppelin).
En The Ten Bells hay muy buen ambiente, la
atención es muy buena y la lista de vinos, por copas o por botellas, sublime.
¿Nuestro local preferido de la ciudad? Pienso que sí; de hecho, durante nuestra
estancia en la ciudad, una docena de días, acudimos hasta tres veces, inclusive
la noche de despedida antes de finalizar nuestro viaje.
En
nuestra primera visita teníamos decidida la botella a beber: Rosato
2017 de Lucy Margaux, Adelaide Hills, una de mis bodegas preferidas. En
su etiqueta aparece Severine Perru, sommelière de The Ten Bells, quien colaboró con
Anton
Van Klopper en esta añada en la elaboración del vino. Sabe y huele a
sandía fresca, tiene buena acidez y presenta ese toque cítrico, naranja, que he
notado en otros vinos de Lucy M. Las variedades de este rosé son la sangiovese
y la pinot gris.
Para
acompañar, una tabla de deliciosos quesos de Vermont y de Nueva York, de vaca y
de cabra, y unos sandwiches de pulled pork, carne de cerdo desmigada cocinada
en una salsa que hace que te chupes los dedos de lo rico que está. Además de
bar de vinos naturales es a la vez un bar de tapas, disponen de papas bravas,
mojama, aceitunas, pulpo, tortilla...
El sommelier que nos atendió, muy amablemente y con
amplios conocimientos de vino, se llama Fernando; bilingüe, como mínimo, y de
origen mejicano. El resto de sommeliers que yo traté eran franceses. Todos
llevaban tiempo en el local.
En
nuestra segunda visita, a los pocos días, pedimos otra botella australiana, de
una bodega cuyos vinos no son fáciles de encontrar en Europa, tampoco aquí. Away
with the Pixies 2017 de The Other Right. Pinot noir de
Adelaide Hills. Sus autores son la pareja Alex Schulkin y Galit Shachaf. Comenzaron
con esta bodega en el 2012. Un vino que hasta ahora sólo había visto en fotografía
en el instagram de mis amigos japoneses. Remarco que la carta de vinos de The
Ten Bells es sensacional. Este vino sólo tiene una graduación de 9,9%.
Complejo, elegante, puro... pero sin perder su toque funky y salvaje. Entre sus
aromas detectamos uno similar a la granada. ¡Qué bien lo pasamos en este bar de vinos!
Y
respecto a nuestra tercera visita, justo la última noche antes de partir de la
ciudad, visita a propósito, pretendimos disfrutar con uno o dos vinos que
fueran especiales dentro de lo ya especial. Acompañados por nuestras tapas
preferidas de The Ten Bells, la tabla de quesos y charcutería y el pulled pork
sandwich, conversamos de nuevo con Fernando, uno de los sommeliers, siempre
eficiente y muy agradable, a quien si me lee le agradezco de nuevo su atención,
y le solicité los dos vinos que tenía en mente de entre la completísima carta
que ofrecen.
El primero era Post Flirtation 2016 de Martha
Stoumen, un vino californiano, de Napa Valley, que al parecer estaba
agotado en la ciudad, al menos yo no lo encontré, excepto aquí. Parece en un
principio potente, pero es muy bebible, te deja un rico sabor en la boca. Nos
gustó mucho. 11,3% de graduación, carignan 65% y zinfandel el resto.
La
segunda botella, de nuevo un vino de The Other Right, la marca de la
pareja afincada en Adelaide Hills, Alex Schulkin y Galit Shachaf, cuyos
vinos busco y beberé allá donde me los vuelva a encontrar. Se trata de Love
Potion 2017, una shiraz deliciosa, salvajemente sabrosa; en cuanto se
abrió un poco, su fragancia te regalaba un vino riquísimo y no dejabas de
beberlo. Una poción para enamorar.
Situado en Tribeca, en
la calle Chambers, muy cerca de la tienda de vinos Chambers Street Wines. Cenamos
de maravilla en este lugar. Aunque es cierto que no hubo ningún local durante toda
nuestra estancia al que realizar una mala crítica, sino todo lo contrario. En
Racines teníamos la opción de un menú degustación pero optamos por elegir
platos de la carta, algunos de ellos ofrecidos en el de degustación. Exquisitos
los platos, Recuerdo las vieras (scallops) y el cordero (lamb), deliciosamente
cocinados.
La carta de vinos es
extensa, aunque me centré en los del país, así que al ver algunos vinos de Dirty
& Rowdy me decidí por una botella de Skin and Concrete Egg Fermented Sémillon
2012, Yountville, Napa Valley. Parte de la uva prensada es fermentada
en un recipiente de hormigón en forma de huevo y la otra parte aparte en
contacto con sus pieles. Uno de los sommeliers, quien hablaba también francés,
decantó la botella para que respirara un poco, aunque su elegancia se notaba
desde el primer instante, y a cada copa resultaba más bueno. Es un vino complejo,
sedoso, con excelente acidez y de entrada suave en boca y garganta. The Dirty
& Rowdy Family Winery son Hardy Wallace (Dirty) y Matt Richardson (Rowdy) y
sus parejas respectivas Kate y Amy. Hacen vino desde 2010.
Rascacielos y otras
construcciones
Tras la cena en Racines, que disfrutamos mucho,
nos dimos un paseo por la zona reconstruida donde estaban las Torres Gemelas,
en Lower Manhattan. La estación diseñada por el español Santiago Calatrava es
impresionante. Está ya todo transformado en la zona afectada. El nuevo
rascacielos One World Trade Center, finalizado en 2014, es el más alto de Nueva
York si sumamos la antena (541 metros).
La
construcción de edificios por toda la ciudad no se detiene. 56 Leonard St. de
Herzog & de Meuron, rascacielos de uso residencial situado en el barrio de
Tribeca, con 250 metros de altura y 60 plantas, es uno de los que más nos
atraen. Parece levantarse como una figura de la película Transformers. Su
construcción finalizó en 2016.
8
Spruce Street, ya finalizado en 2011, fue diseñado por el arquitecto Frank
Gehry, consta de 265 metros de altura y se localiza en Manhattan, cerca del
ayuntamiento, junto al puente de Brooklyn.
432 Park Avenue (2015), de uso residencial, con
una base cuadrada de 28 metros por lado y una altura de 425, fue diseñado por
el uruguayo Rafael Viñoly y presenta varias plantas abiertas al exterior con el
fin de que el viento pase entre ellas y no formen vórtices.
Recordemos algunos datos
de otros extraordinarios rascacielos: Flatiron (1902), 87 metros en vertical y
situado donde confluyen la Quinta Avenida y Broadway Ave, en la 23, frente al
Madison Square Park; Chrysler Building (1930), de estilo art décor y 319 metros
de altura, localizado muy cerca de Grand Central Station (1903), otro
impresionante edificio; Empire State
Building (1931), con una altura de 381 metros, 443 con la antena. De la visión
de este último se puede disfrutar con unas extraordinarias imágenes tomando un
cóctel desde el Spyglass Rooftop, el bar de la azotea del hotel Archer situado
enfrente. Os aconsejo la experiencia.
No habíamos reservado.
Se localiza en Lower East Side, en la calle Orchard, junto a su hermano Contra,
el restaurante galardonado con una estrella Michelin. Algún día entraremos en
Contra, pero de momento nos apetecía mucho más visitar este otro, de aspecto
más de nuestro gusto, más informal pienso, más casual. Como comentaba, no tenía
reserva y vimos que el local estaba repleto, sin embargo no hubo problema en
cenar esa noche allí, nos informaron que en 30 minutos nos darían sitio, y tras
un paseo por la zona así fue. Local con mesas alargadas y taburetes altos,
cocina abierta. El menú donde elegir lo componen una serie de platitos y platos
realmente atrayentes y apetitosos. "Fried squid, lemon, squid ink mayo"
fue un plato que nos hizo chuparnos los dedos.
La
opinión de la joven sommelière que nos atendió hizo que me inclinara más por el
Rosé de Baptiste Cousin que por su Pet Nat. Estos dos vinos de este
joven elaborador de Anjou eran las opciones que yo barajaba de entre las
referencias de la interesantísima carta de vinos del restaurante. Menudo
acierto con la sugerencia, Marie Rosé 2017 estaba tremendo. Su
variedad es la grolleau gris. Los vinos de su padre Olivier fueron de los
primeros vinos naturales que me impactaron, ya hace años, así que tenía ganas
de beber los de su hijo.
Muy
cerca está The Ten Bells, de hecho nosotros nos acercamos después de cenar
aquí, aprovechando que cierran más tarde.
Bonito restaurante abierto
recientemente en el barrio de TriBeCa, en abril de este año. Dispone de dos
salas principales, la entrada, de estilo art déco, donde se ubica la barra de
zinc y algunas mesas bajas, y la sala del interior, el comedor. Otro dato es
que es posible reservar incluso para horas más tardías de lo normal por aquí en
restaurantes, nosotros reservamos mesa para las diez y media. De entre los
platos de la carta, en su mayoría de estilo francés, no me perdí como plato
principal el pato con patatas fritas (Duck French frites), el otro plato
principal que elegimos fue cabillaud (bacalao). Muy bueno todo.
El
sommelier Jorge Riera, quien posee un
gran bagaje a sus espaldas en el mundo del vino natural en Nueva York, es el
máximo responsable de la selección vinícola. La carta de vinos es importante.
Me di cuenta que la botella que deseaba abrir estaba agotada, Cayenne de Julie
Balagny. Rápidamente me decidí por una alternativa, En
Rémont 2016, de la misma vigneronne. Atendidos por Jorge Riera, quien
habla español, prefirió decantar el vino para que respirara un poco. Enseguida
mostró todas sus virtudes, se trata de una preciosidad de vino. Gamay. Beaujolais.
Fleurie. Julie. Deliciosamente delicioso.
Abierto
desde 2005. Su propietario es Jean-Baptiste Humbert, de origen francés, quien llegó
en el 99 a Nueva York y vista la calidad de esta boutique de vinos no debería irse
nunca. Se localiza en Elizabeth Street, al norte de Little Italy y Chinatown, entre
el SoHo y Lower East Side. Es el barrio que las constructoras e inmobiliarias
bautizaron como Nolita, cosas del marketing.
La
botella que tenían agotada en el restaurante Frenchette la pude comprar aquí,
Cayenne 2016 de Julie Balagny. Para casa.
Enorme
variedad de referencias en esta tienda ubicada al norte de la calle Houston, en
East Village. De entre sus estanterías destaca la que ocupa toda una pared
repleta de magnums. Estuvimos atendidos perfectamente por Danny, quien se
expresa en español mucho mejor de lo que él piensa. De aquí nos llevamos el pet
nat de Baptiste Cousin, Puppet Nat 2017, y alguna cosa más. Ibamos cuidando el
peso de las maletas.
Tienda
que considero una institución en el mundo del vino en Nueva York, por su
cuidada selección de vinos internacionales desde hace años. Abierta desde
2001. Localizada en la calle de idéntico nombre, en el barrio de TriBeCa
(Triangle Below Canal Street). La visita es imprescindible.
Por
supuesto, otras importantes tiendas de vinos existen en Manhattan. En mi caso,
dos más visité. Astor Wines se localiza en Lafayette Street, muy cerca de Astor
Place. A pesar de un aspecto comercial por su tamaño, se encuentran aquí gran
variedad de vinos naturales, entre los que compramos alguna botella de Dirty
& Rowdy y también un vino australiano, de Delinquente Wine. Otra, Flatiron
Wines, es una bonita tienda de vinos localizada a una manzana del bello
rascacielos. También me gustó visitarla.
Museos, exposiciones, cruceros...
En Nueva York es difícil
aburrirse, por no decir imposible. De entre las muchas cosas que se pueden
hacer, una es aprovechar las exposiciones de cualquiera de sus prestigiosos
museos. Nosotros volvimos a visitar en esta ocasión The Metropolitan, museo
referencia a nivel mundial, y su
sucursal, The Met Breuer. También nos acercamos al Guggenheim, al siempre
importante MoMA y al pequeño pero muy interesante The Frick Collection. Otro
que puede destacar es el American Museum of Natural History, ubicado en Upper
West Side.
En
The Met Fifth Avenue coincidimos con una exhibición que nos impresionó, exponían
una relación entre la moda y el arte medieval bajo el título "Heavenly Bodies: Fashion and the Catholic Imagination". En su museo sucursal, The Met Breuer, ubicado en la anterior sede del Whitney Museum of American Art, hoy en
día emplazado en Greenwich Village, presentaban "Obsession Nudes by Klimt, Schiele and Picasso".
Una de las exposiciones estrella durante los días de nuestra estancia,
en septiembre, era la de las obras de Alberto Giacometti en el Museo Salomon R.Guggenheim. Fascinante.
Aparte
de las visitas a los principales museos, de disfrutar de múltiples paseos a
través de sus barrios, de pasear por parques como el Central Park o el High
Line (el parque elevado construido sobre una antigua línea de ferrocarril),
etc., otra de las actividades posibles a realizar en esta ciudad es recorrerla
a través del río Hudson y del East River, navegando en alguno de los cruceros
organizados. Nosotros lo iniciamos en Pier 83, al oeste de Manhattan, y el
recorrido bordeando la isla fue espectacular.
Seguiremos
contando nuestra experiencia en Nueva York, pero será en un nuevo capítulo en
el que nos centraremos en algunos de los locales de vinos naturales en
Brooklyn.
Nos
vemos.
Vicente
©
elvinoquebebo.com
Enlaces
relacionados:
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comments are moderated and will not appear until the author have approved them.