El
título me impresiona, más que por el nombre, por lo que disfrutamos en estos
lugares. De todas formas, era lo que esperábamos. En éstos y en todos los
sitios que visitamos en París comimos y bebimos muy bien, será suerte o más
bien se cumple aquello de que donde cuidan el vino también cuidan la comida. Donde
bien se bebe bien se come.
Septime Cave (11ème)
Ocupando
el pequeñísimo local de una anterior cordonnerie (reparación de calzado), acudimos
a este bar à vins un par de veces. Nos gustó, reggae y música años 80,
estupenda selección de vino natural (Sorga, Patrick Bouju, Colombaia...),
pequeños platillos para acompañar y buen ambiente. Puedes consumir de pie, en
taburete o sobre unas cajas de madera situadas a la entrada. En cualquier caso,
il faut manger pour boire, la
licencia obliga a comer si se desea beber in situ. Me parece fenomenal. Es
caviste (tienda) y bar de vinos, unos doce por copas figuran en la pizarra. Si
es como mi caso que suelo preferir una botella entonces el suplemento por el
droit de bouchon es de 7 € y las opciones son amplias, los grandes armarios
están repletos de botellas. Abren por la tarde hasta la noche, hasta las 23 h.
Dirección: 3, rue Basfroi.
En
la primera visita, Lucie, sommelière que creo suele estar en Septime, en el restaurante,
acertó de pleno en la botella que me ofreció, un vino que no conocía, fresco,
muy bebible, de pequeña producción, leyó mis gustos en pocas palabras como si
me conociera. Pierre, otro de los profesionales, nos sirvió saucisson
(salchichón), del País Vasco español nos comentó, y jambon noir de Bigorre, al
sur de Francia. ¡Qué bueno todo! También dos refrescantes platillos, uno a base
de apio, mostaza y uvas, y otro con haricot coco (judías de Bretagne) y huevas
de trucha.
La botella, BIM!, de Valentin Vallès, négociant
vinificateur indicaba la etiqueta, nos gustó mucho, aromas a frutos rojos,
fresitas principalmente, refrescante acidez que notamos más en la boca que en
la garganta y de rápido consumo de tan agradable que era. Grenache, cinsault y clairette.
A la segunda ocasión,
preguntamos directamente por el vino que buscábamos, Venskab 2013, una
elaboración en la que colaboran Eric Pfifferling y Nicolas Renaud,
también vigneron en el Ródano. Un rosado extraordinario. Para acompañar,
ensalada de pimientos, mozzarella, menta y frambuesas, salpimentada. Volvimos a
disfrutar en este lugar, charlamos sobre vinos de maceración, georgianos, con
Lorraine, la competente sommelière que nos atendió esta vez. Gente joven muy
bien formada y con buen gusto.
Uno
de los paseos por París que más me gustan y suelo repetir es a través de sus
pasajes cubiertos. Para comentarlo de forma rápida, yo inicio el recorrido en
la Galerie Véro-Dodat (suelo de damero en blanco y negro, elegantes comercios,
sensación de profundidad), seguimos por Les Galeries du Palais Royal (nivelazo
en sus tiendas), la lujosa Galerie Vivienne (muy chula la tienda de mapas, en una de sus salidas), Passage
Choiseul, Passage Panoramas (antiguo pasaje de 1800) y finalmente los casi
continuos Passage Joufroy y Verdeau. ¡Buen paseo!
Racines (2ème)
En el Passage Panoramas encontramos un bonito y
pequeño local llamado Racines. Un sitio con encanto. Es un restaurante famoso,
lo abrió Pierre Jancou en 2007 para pasar más tarde a manos de David Lahner,
quien parece que sigue sus pasos (Racines, La Crèmerie, Vivant) aparte de
poseer otros restaurantes. Tiene un Racines II también en París, al lado de Le
Garde Robe, y ha abierto no hace mucho otro en Nueva York, en Tribeca. El chef
es Renaud Marcille; pinche, camarero y sommelier completan el servicio.
Teníamos
reservada la única mesa grande del interior, repito que es pequeño y acudimos cinco
amigos. Elegir entre los platos del menú no resultó excesivamente difícil, pero
sí decidirme entre los fantásticos vinos expuestos en las estanterías, esa era
la carta de vinos.
Para comer, en mi caso, foie gras de canard de
primero y de segundo ris de veau de lait con polenta (los riñones se deshacían
en la boca), también estaba buenísimo el boudin noir poêlé. Los postres
deliciosos.
Respecto a los vinos, el
sommelier me ofreció la última botella que les quedaba de Le Petit Têtu 2013 de Jean-Marie
Berrux, que yo acepté inmediatamente y al que añadí Terre
d'ombre 2004 de L'Anglore. Ambos servidos en
decantador, el chardonnay de Meursault mostraba tensión e iba mejorando, cada
vez más rico, un buen inicio para abrir jugos gástricos disfrutando con los
primeros platos; el vino de Eric Pfifferling, un tinto de bello
color entre rosado y tinto, fue una maravilla desde el principio al final,
notas florales y de frutillos rojos, superbe!
Nos
invitaron a unas copas de un vino de la zona del sud-ouest francés, Les
Anciens Rouge 2013 de Patrick Rols en Aveyron. Un vino de otro
estilo, con más cuerpo, que gustó también mucho, fruta negra, taninos maduros,
vin nature por supuesto. Decir que tienen algunos vinos por copas, que los
vinos se pueden comprar para llevar y que si se consumen en el restaurante el
precio de droit de bouchon es de 12 €.
Otro
de los restaurantes interesantes del mismo pasaje es Coinstot Vinos, también
rollo vino natural, evidentemente. Lo visitaremos en un próximo viaje.
Le Garde Robe (1er arrondissement)
Le
Garde Robe se encuentra justo al lado del Racines II, en la rue de L'Arbre Sec.
Es claramente un bar à vin. Cumplieron 10 años en septiembre.
Íbamos
a tomar unas copas, charrar y consumir una botella como máximo entre los cinco,
los mismos cinco que habíamos comido en Racines tres o cuatro horas antes, pero
acabamos por cenar de tapeo, cayendo 6 botellas, alguna copa más, que no de
más, y felices de estar en esta bella ciudad.
Preguntando por un pétillant naturel, la
sommelière nos ofreció un vino alsaciano de Binner. Mis amigos antes de ese día
no habían probado ningún vino natural, ya unas horas antes en Racines se habían
sorprendido gratamente por los vinos bebidos, mi intención era que se alejaran
del lado oscuro y que probaran auténticos vinos libres de aditivos de ningún
tipo. Resultó un éxito, comenzando por la primera botella que nos encantó a
todos:
Mus'Ka Bulles 2012, línea négociant de Christian Binner en Ammerschwihr,
Alsacia. Un vino con un balance equilibrado entre frescura, fruta y azúcar
residual. Mezcla de tres variedades: Muscat Ottonel y los Muscats d'Alsace (à
petits grains) blanc y rosé. Sin aditivos, tampoco azufre. En los análisis que
figuran en la etiqueta: azúcar residual menor a 10,5 g/l, SO2 total
de 8 mg/l. El SO2 máximo autorizado en Europa en este caso es de 200
mg/l.
Suzette
2014
de Bruno
Duchêne, en Banyuls sur mer. Primer pétillant naturel de este vigneron.
Garnacha blanca y malvasía. Se bebe fácil, tan rápido como el agua.
Lune
Rousse 2013
Saint-Joseph, de Jean Delobre del domaine La Ferme des Sept Lunes. Buen
blanco, roussanne, creo que 100%.
La
Centenaire du Vauperroux 2014 de Thierry Hesnault. Pinot
d'Aunis que no tuvo su día, faltaba redondez.
Eau
Forte 2014
de Jean-Claude
Lapalu. Gamay sobre suelos graníticos del Beaujolais. Viñas de 45 años.
Maceración carbónica. Notas de bayas rojas y florales, fina textura, muy
placentero.
Fleur
d'Erables 2014
del Domaine
des Sablonnettes, el domaine de Christine y Joël Ménard en el Valle del
Loira en Rablay-sur-Layon. Chenin nada empalagoso, 80 gramos de azúcar
residual. Perfume delicado, percibimos notas similares a las ciruelas
mirabelle.
Alguno
más probamos, ya a copas:
Demoiselle
Gewürstraminer 2014 del Domaine Rietsch (Mittelbergheim, en
Alsace) Diferente. La gewürz puede
cansarme en ocasiones, ésta vale la pena probarla.
Solstice
Blanc Dry 2014
de Philippe
Viret. Familia que trabaja en la zona del Ródano, practican lo que
llaman cosmocultura. El vino, pas mal. Viognier con frescura aromática.
¡Ojo!
También comimos, y bien. Tremendos el jambon blanc à la truffe y el filet
mignon con moutarde noire.
Buena
música, sitio bonito, buen ambiente y amplia selección de vinos, todo ello según
mi gusto, claro.
Septime (11ème)
Aquí
hay que reservar con alguna antelación. Yo lo hice tres semanas antes por
teléfono, sin problemas. Mesa para dos. Un restaurante étoilé (una estrella
Michelin) con un menú degustación por 60 euros al mediodía, en París, moderno y
que además cuenta con buenos vinos naturales, me parece un muy buen precio. No me
importan las estrellas ni premios, no es mi rollo, pero hacía unos cuatro años
que unos amigos con buen gusto nos recomendaron este sitio, en aquel entonces
sin ningún macaron, así que teníamos pendiente su visita.
El
menú degustación al mediodía consta de 6 platos, 2 de ellos postres. Se trata
de un menú carta blanca, no se conocen los platos. Pensé que así sería difícil
elegir el vino, sin embargo la conversación con el sommelier quien sí sabía de
qué platos se trataban fue fructífera. Se puede confiar perfectamente.
Entre los platos destacó el bonito con ruibarbo
y col acompañado de crema rochefort y wasabi; también el calamar con pimiento y
pequeñas judías (haricot coco) en salsa de mantequilla y andouillette.
Sorprendió menos el plato de tuétano, idea que ya habíamos probado hace tiempo,
y el cerdo lechal, el único plato que encontré un poco flojo. Juegan bastante
con las hierbas aromáticas y la combinación de sabores, conseguida para mi gusto.
El postre de confitura de higos con higos verdes frescos, arándanos, hierba de
limón, moras y helado de higo verde, es pa alucinar.
Para beber, agua, en
carafe como siempre, y dos botellas de vino, lo que no acabáramos nos lo
llevaríamos. Del primer vino no dejamos ni una gota, Cas d'eau 2013 de Yann
Durieux, vigneron que trabajó para Prieuré-Roch en Vosne-Romanée, y que
en el 2010 constituyó su propio domaine llamado Recrue des Sens. Para muchos,
el futuro de Borgoña. Nos cuenta el sommelier que la parcela de donde proviene
este vino es un regalo que recibió, de ahí el nombre, un juego de palabras (regalo
en francés es cadeau). En decantador, de color amarillo verde, notas cítricas,
casi limón confitado, pura chardonnay en boca y sensacional retrogusto. Es un
vino extraordinario.
El
segundo, Tracheo 2012, de Jean-Louis Pinto, de la bodega Es
d'aqui, Languedoc-Roussillon. À côté de l'Espagne indica el sommelier.
También nos recomienda disfrutarlo sin verterlo en decantador, es un vino con
ausencia de sulfitos añadidos, suave y ligero, muy floral, 100% garnacha.
Mi último capricho en este restaurante fue una
copa del Eau de vie de cidre de Cyril Zangs, 00 Double Zéro. De color
transparente, servido con hielo y corteza de limón. El olor me encanta, en boca
encuentro demasiado alcohol para mi gusto, pero es la mejor bebida que he
probado de este estilo. Tiene un 50% de graduación, es un digestivo. Como un
Calvados pero sin crianza, me comentaron.
Disfrutamos
en este restaurante, el servicio es excelente, conté hasta 13 personas
trabajando y el local no es que sea demasiado grande. Justo al lado,
compartiendo dirección, 80 rue de Charonne, se encuentra Clamato, restaurante
de los mismos propietarios especializado en productos de mar y con idéntica
línea en su selección de vinos. No lo visitamos, pero no se nos escapará en la
próxima ocasión. Y a un paso, en 3 rue Basfroi, está Septime La Cave, el bar de
vinos que comentaba, para consumir in situ o comprarlos para llevar.
Aún
he de contaros más cosas sobre París en la próxima entrega.
Vicente
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