Llegamos a Ribadavia y nos instalamos en Casal de Armán, rehabilitado casal del siglo XVIII, rodeado de viñedos en pleno valle del
Ribeiro del Avia. Solo 6 habitaciones, de nombres sugerentes: treixadura,
torrontés… Estamos dentro de la zona DO Ribeiro.
Esta DO se extiende por la parte noroeste de la
provincia de Ourense, en los valles de los ríos Miño, Avia y Arnoia, en una
extensión de unas 3000
hectáreas . Mezcla de clima oceánico y mediterráneo y
suelo de origen fundamentalmente granítico. Entre las numerosas variedades
destaca la treixadura, pero también se elabora albariño, godello, torrontés,
lado y loureira, esto entre las blancas, y entre las tintas se cultivan caíño
longo, ferrón, sousón, brancellao y mencía. El vino blanco supone aproximadamente
el 85% de la producción. El coupage de variedades autóctonas es frecuente en la
elaboración del vino proporcionando el carácter y expresividad de la zona.
Varias bodegas y vitivinicultores destacan: Coto de Gomariz
y su enólogo Xosé Lois Sebio, Lagar do Mérens, Viña Mein, Casal de Armán, la
bodega Eloi Lorenzo, Mauro Estévez, Emilio Rojo, Luis Anxo Rodríguez Vazquez,
Bernardo Estévez…
Tres botellas probamos.
Habíamos bajado a Ribadavia y comprado varios embutidos y un
buen pedazo de queso tetilla, estamos creciendo. Nuestra elección fue cenar en
el comedor de nuestro fantástico alojamiento. Nada mejor que beber el vino en
el lugar, así que celebramos nuestra estancia con el vino de la casa.
Casal de Armán 2012. 90% treixadura, 5% de godello y 5% de albariño. Notas
de frutas exóticas, piña, mango… fresco, de elevada acidez. Esta bodega son los
elaboradores de los vinos 7 Cupos y Finca Misenhora, agotados en la bodega,
pero nos gustó probar este blanco ideal para abrir nuestro apetito.
Y las dos botellas traídas de la Viñoteca Bagos de Pontevedra
camino de aquí:
Viña de Martin Escolma 2008, viejas cepas de treixadura,
albariño, lado y torrontés. Un año en barrica. Unas 2000 botellas numeradas.
Luis Anxo Rodríguez Vázquez (Arnoia) es el vitivinicultor de esta pequeña
bodega que cuenta con menos de 3 hectáreas repartidas en distintas parcelas. Un
vino que no parece de aquí, entre el chardonnay y el riesling, fruta blanca
madura, notas herbáceas, cítricos, carácter mineral. Magnífico.
Múltiples variedades autóctonas, brancellao,
sousón, tinta amarela y carabuñeira, entre otras, para únicamente 325 botellas
de Mai
2011, elaborado por Bernardo Estévez Villar.
La primera añada de este tinto del autor de Ussué. Se trata de un viticultor
comprometido con los principios biodinámicos y los fundamentos naturales del
agricultor y filósofo japonés Masanobu Fukuoka, reduciendo al mínimo la
intervención humana y respetando los ciclos de la naturaleza. Sus viñas se
localizan en los valles de San Vicente y San Amaro. No ara, no abona ni usa
fertilizantes, tampoco herbicidas, no elimina las hierbas, nada de pesticidas…
Deja fermentar los racimos enteros de forma espontánea y el vino permanece en
barrica usada de 300
litros durante 14 meses. Flores azules en nariz,
violetas, lavandas, mentolados, balsámicos, bosque gallego, sotobosque, una nariz
camaleónica. En boca pasa ligero, como agua de río, aplaca la sed. Retrogusto
con las mismas sensaciones que en nariz. No es largo ni persistente pero es un
vino honesto nada monótono.
No olvidamos nuestra estancia en este lugar de bella
naturaleza y la amabilidad de su gente.
Fotografía cedida por Juan Luis Vanrell (El Ojo Público)
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