domingo, 28 de febrero de 2016

Tiendas, bistrots y restaurantes de Toulouse: Le Tire Bouchon y Magnum. Para repetir una y otra vez (1ª parte)



Toulouse, atravesada por el río Garonne y el Canal del Midi, es una tranquila y conocida ciudad del suroeste francés a mitad de camino entre el Mediterráneo y el Atlántico. Una ciudad de tono rojizo debido al característico color de sus edificios más antiguos, de ladrillos vista.

Varios lugares destacan: Place du Capitole, Catedral de Sainte-Etienne, mercados, plazas, puentes... Y el tipo de local en el que yo disfruto sobre todo, pequeño, familiar, con oferta de producto artesano, de elaboración casera y un sinfín de vinos, vinos naturales: 


Bistrot y cave localizado en el número 23 de la Place Dupuy. En funcionamiento desde hace 23 años. Philippe Lagarde lleva esta pequeña pero importante tienda de vinos convertida en bistrot al mediodía. Su esposa Laurence elabora un delicioso menú que podemos acompañar con cualquier botella de entre las múltiples referencias del local.

De primeros elegimos la soupe de letucce, crème fraîche y semillas de girasol y la cocotte de canard y parmentier, muy buenos. De segundos, unos sabrosos raviolis caseros rellenos de verduras y el agneau blanc, con castañas, boletus... De postre, souflé Grand Marnier y Mascarpone de café. Poseen pocas mesas, unas tres en la planta y dos o tres más abajo, así que mejor reservar.

Para beber, en nuestro caso fueron 2 botellas. Mis preferencias eran vinos de la zona, lo más naturales posible, a partir de ahí me dejé llevar por los ofrecimientos de Lagarde, un acierto asegurado:


Una chardonnay, Les hauts de Bonaguil 2012, de Hélène Bassas y Stéphane Deligny. Al principio algo reducido, iba mejorando en el decantador, un blanco complejo, sin sulfitos añadidos, prometía mucho, seguro que al día siguiente estaba fantástico, pero no quedó. Se trata de una pequeña producción, tal vez unas 2000 botellas, y además ésta es la cuvée más simple, ¡caramba! Nos cuentan que Stéphane es arquitecto de profesión, diseñó y decoró precisamente el restaurante donde cenaríamos al día siguiente, Bàcaro. La casualidad hizo que además coincidiéramos con este elaborador comiendo en Le Temps des Vendanges. Ya os cuento.


Le Tour 2014, de l'Ostal, de Louis y Charlotte Pérot. Un tinto joven, 100 % malbec, llamada auxerrois en la región, en Cahors. El mismo vigneron diseña sus etiquetas, cambiándolas cada año, su anterior profesión era la de librero.

El vino, parece mosto de frambuesa por su bonito color, tiene algo de gas carbónico, también acidez y sabor a fruta, nos gustó mucho beberlo. Me sorprendió gratamente esta malbec.

Este sitio resultó el lugar ideal donde comenzar nuestro recorrido por la ciudad. Constatamos algunas direcciones, me recomendaron otras, me ayudaron a organizar un par de reservas en sitios imprescindibles, rollo vino, y charlamos con Philippe y Fabien, uno de sus clientes asiduos, de esta afición tan apasionante de la que siempre se aprende algo más. Muchos vinos, vignerons y bistrots nombramos durante la conversación: Jean-Marc Brignot, Overnoy, Courtois, Desplats, Beauger... sin faltar la historia de Eric Callcut y sus anhelados vinos. También mencionamos amigos o conocidos comunes, el mundo del vino no es tan grande.

Comimos y bebimos tan a gusto como en casa, Le Tire Bouchon siempre será el lugar de partida en todas nuestras próximas visitas a Toulouse.



Al mediodía en Le Tire Bouchon y por la noche en este bonito y pequeño local situado en el número 5 de la rue de Perchepinte, no lejos de la Place de Carmes. Buena música de fondo, barra lateral, algunas mesas altas con taburetes y una enorme estantería en la otra pared  lateral repleta de botellas, es gracioso ver entre ellas una foto del actor protagonista de la serie de televisión de los ochenta Magnum. Disponen de tapas y varios platos que van cambiando frecuentemente. Quisimos probar algunos de estos últimos:

Sashimi de boeuf Aubrac (raza bovina) à la japonaise. Macerada en sake, con láminas de ajo, jengibre, cebolleta y sésamo. Magnifique!

Oeufs mollets, espuma topinambour, foie gras, truffe et noix. El topinambour en combinación con las nueces asemeja también el sabor de la trufa. Un plato exitoso.

Céviche de rascasse (pescado), mangue, coco y piment végétarien (no picante). Muy refrescante, pensaba que este plato iría mejor al principio, pero no, éste era su momento.

De postre, tabla de 4 quesos de la famosa fromagerie Xavier, situada junto al mercado de Victor Hugo. Destacó la porción de Saint-Nectaire, queso de leche de vaca de la zona de Auvergne (Auvernia).

¿Qué os parece? Nosotros estamos deseando probar nuevos platos en la próxima visita.

Otra pareja que trabaja juntos, Jérôme Rey en las mesas sirviendo, y con grandes conocimientos de vino, y su mujer cocinando así de bien. Llevan 5 años en este local, llamado Le Vinea al principio, pero muchos más años en la profesión.

Para beber, difícil elección, viendo que no disponían de muchos vinos de la zona, se me abrió un amplio abanico: vinos de Philippe Jambon, de Meyer, Binner, Ganevat, Métras, Eric Pfifferling... No me pude resistir a elegir dos botellas en lugar de una.


Bourgogne Blanc 2012 de Jean-Marie Fourrier. Ganas tenía de probar esta chardonnay, sus pinot noir son una delicia. Servido en erlenmeyer de 2 litros de capacidad. Notas cítricas, acidez, potente y fino a la vez, va mejorando. Proviene de una sola barrica.

Savagnin 2011 (lacrado amarillo) de Houillon-Overnoy. Ouillé. Buenísimo  desde la primera copa, sin necesidad de utilizar decantador para que respire. Olfato de frutos secos, nueces, cítricos maduros... Retrogusto magnífico, puro placer. Es equilibrado. Además de un gustazo para estos platos. No es la primera vez que probamos los vinos de esta casa, mi mujer reconoce rápidamente estas botellas, bromea con que es fan de Pupillin. 


El precio de las botellas es el marcado en ellas, esto como tienda, servidas y consumidas en el local suma 8 euros. No acabaron aquí los detalles de esta velada, me llevé una botella de Xavier Caillard, su tinto, el blanco es casi imposible de encontrar. Acepto detallazos.

Definitivamente, Toulouse vale la pena. Continuamos...

Vicente

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