Fue
muy agradable pasar unos días en Lyon, fueron pocos, pero aprovechamos visitando
varios sitios donde comer bien y beber vino de calidad. Hasta ahora nuestras
paradas en Lyon habían sido de paso. La ciudad cuenta con una posición
privilegiada, entre el Valle del Ródano y los viñedos de Beaujolais, y a un
paso de Bourgogne. Tampoco está lejos de la zona de Bugey y Savoie o de
Ardèche. La confluencia de sus dos ríos, el Ródano y su principal afluente,
Saona, forman la Presqu'île, donde se asienta el bonito barrio de igual nombre.
También dispone de dos colinas, Fourvière, al oeste, con la basílica de
Nôtre-Dame, y la Croix-Rousse, al norte, dando también nombre a otro de sus
barrios más atrayentes, conocido por su importante pasado como centro
industrial de la seda.
Sabemos
que París es la capital mundial del vino natural, pero en Lyon también
encontramos donde disfrutarlo, varios son los bares, restaurantes y tiendas
especializados que ofrecen una buena selección de vinos naturales.
No es la primera vez que
acudimos, es uno de mis rincones preferidos, me encanta. Cave y a partir de
media tarde también bar à vins, dispone de una terraza muy deseada en la
agradable Place Fernand Rey. Tampoco me importa consumir en una de las dos o tres
mesas altas del interior, rodeados de botellas. Regentado por Mathieu Perrin,
abrió en 2012. La selección de vinos es extraordinaria.
Nosotros
optamos por empezar por el Beaujolais
Blanc 2015 de Laurence et
Rémi Dufaitre, perfecto para estimular el apetito. Continuamos,
teníamos sed, con Harddèche 2013,
vino de Jean-Marc Brignot y Anders Frederik Steen, cabernet
sauvignon y carignan del Domaine du Mazel, el domaine de Gérald et Jocelyne
Oustric, en Ardèche, como habéis adivinado por el nombre de la cuvée. El vino
estaba en un momento tremendo, como dirían mis amigos franceses: SUPER CANON
!!!
En
la Avenue Jean Jaurès, 7º distrito, muy cerca de la tienda de vinos naturales
Vercoquin, de la que os comentaré un poco más abajo.
Respecto a la bebida, no nos resistimos a volver a probar el chardonnay
de Beaujolais de Jean-Claude Lapalu,
Ce Blanc, servido por copas en
este restaurante. Pas de sulfites ajoutés, naturellement !
La botella que elegimos fue de Yann
Bertrand. Tenía ganas de beber algún vino de este vigneron. Fleurie en este caso, Cuvée du Chaos 2014. La eficiente sommelière,
Joanna, nos aconsejó servirlo en decantador, no es que fuera imprescindible,
pero como bien dijo, posiblemente sólo lo hubiéramos encontrado delicioso al
llegar a la última copa. Nos apuntamos para la próxima ocasión otro de sus
vinos, Bio Dynamite (Morgon), también en la carta, porque a este restaurante
además hemos de volver. Un lugar bonito, agradable, pequeño, de cómodas mesas,
y de fondo, música tri-hop, Morcheeba entre otros, y funky. Al mediodía, opción
de dos platos, entré+plat, plat+dessert, 19 euros. De todas formas yo aconsejo
pedir los tres, 23 euros, vale la pena. Muy buen precio.
En el barrio de la Croix-Rousse, barrio muy chulo.
Cave y bar de vinos localizado en la Place Bertone. La selección de vinos italianos es fantástica, e
igualmente la de vinos franceses. Entre los primeros, Panevino, Massa Vecchia, Pacina,
Carfagna, Mauro Vergano...
De entre las numerosas botellas expuestas, nos
decidimos por una vigneronne que no conocíamos aún, Julie Balagny, en Fleurie.
Chavot 2012, un vin qui pinote. La lista de buenos vignerons en Beaujolais es
interminable. ¡Qué bien!
Muy bien atendidos por Sébastien y Christophe, nos
invitaron a una de las frecuentes degustaciones y encuentros que programan con
los vignerons... Lo aprovechamos. Un lugar donde sentirse a gusto.
Comer unas tapas, beber vino de calidad y sentirse
literalmente rodeado de botellas. Qué más se puede pedir. Naturalmente nos llevamos algunos recuerdos en forma de botellas de vino.
Vercoquin, la primera
tienda de vinos naturales que se abrió en Lyon. Hace más de 10 años. Déjate
aconsejar por su caviste, Fréderic Lignon. Si lo deseas, puedes comprar el vino
aquí y degustarlo en el restaurante justo al lado, Le Mouton Danse, con el
único suplemento del droit de bouchon. Así lo hicimos nosotros.
Un
día de calor y un pétillant delicioso, el refrescante Pet Nat de Laurence et Rémi Dufaitre. C'est pas
un vin de soif, c'est un vin de super soif !
Continuamos acompañando los platos del menú del
restaurante con otra botella de etiqueta divertida, también comprada en
Vercoquin, No sulfite no cry, un
vino para disfrutar, somos fans de los vinos de Sophie y Lilian Bauchet.
Al entrar en este restaurante, abierto desde 1999,
se diría que entramos en una vivienda particular, la niña entretenida con el
ordenador, el padre en la cocina y la madre que nos invita a elegir asiento en
el comedor.
Observamos multitud de sartenes dispuestas en la
cocina, el chef estaba ya en acción. Contamos 16 comensales en total. Los fines
de semana por la noche tienen un menú découverte: amuse bouche, entrée,
poisson, viande, fromage et dessert. Los productos eran de primera calidad, muy
frescos, trabajados cuidadosamente, las cocciones precisas, los gustos sutiles...
El pigeonnau (pichón) élevé en Bresse rôti
au jus nos encantó.
En cuanto a la lista de vinos, era bastante escueta
para lo que me esperaba y sobre todo al ver las grandes botellas vacías
expuestas por todo el restaurante. Preguntamos por otros vinos, finalmente nos
ofrece un espumoso que aceptamos encantados: Saint-Peray 2006 de René-Jean
Dard y Hervé Souhaut, en su perfil négociant bajo el nombre de Les Champs Libres. Finas burbujas
que acompañaron perfectamente la cena.
Une expérience bien agréable chez Katsumi Ishida. Tres horas y media.
En la rue de la Martinière, donde comienzan las
pendientes de la Croix-Rousse. Otro sitio para comer de maravilla, L'Ebauche,
pequeño local, sans chichis (sin tonterías), excelente cocina y vino que no
falta. Melik Debadji, chef, et Antoine, sommelier.
Me gusta que no se excedan en la propuesta de
platos, en este caso tres primeros a elegir, tres segundos y lo mismo con los
postres, para qué más, es el menú de mediodía. El filet de dorade, crème de persil, artichauts poivrade et tomates séchées destacó, el resto también nos gustó. Respecto a los postres, si
alguno lleva ruibarbo yo siempre lo elijo. Comimos muy bien.
Junto a la comida, unas copas de Séléné 2015 blanc, de Sylvère Trichard, para abrir el
apetito, y una botella de La Bonne
Pioche 2014, de Michel
Guignier. On dirait Bourgogne! Algo que nos ocurrió con muchos de los
vinos de Beaujolais que probamos en este viaje, gamay que pinota.
Situado en
la misma calle del anterior restaurante nombrado, justo enfrente. Nos
despedimos de Lyon cenando en este bar de vinos con una botella de Lilian
Bauchet, quien como otros vignerons de la zona acababan de sufrir en su
viñedo los efectos de las inclemencias naturales, granizo. No es la única causa de nuestra elección, pues allá donde tienen sus vinos los pedimos porque
están entre nuestros preferidos. El vino, Fleurie 2011, un vino que ya no se
hace, corresponde a las parcelas que vendió no hace mucho. El local,
música animada, buen ambiente y platos que sirven con rapidez preferentemente a
compartir.
Lyon, un lugar para visitar
a menudo.
Vicente