Recuerdo que al recorrer las tiendas especializadas, algunos
buenos restaurantes y los mejores wine bars de Nueva York, destacaba entre los
vinos españoles la presencia de los clásicos de Rioja, y entre ellos los de la
bodega López de Heredia Viña Tondonia. Los aficionados y profesionales
estadounidenses valoran este tipo de vinos, siendo las viejas añadas
muy cotizadas y anheladas, son vinos de culto.
Don Rafael López de Heredia y Landeta fundó a finales del XIX
esta bodega localizada en la Rioja Alta, en una de las capitales mundiales del
vino, Haro. Una bodega unifamiliar, actualmente dirigida por su 4ª generación,
cuyo trabajo se caracteriza por la tradición y la elaboración de vinos con gran
capacidad de envejecimiento, lejos de modas pasajeras. Sus tintos son grandes,
pero los que más me impactan, además de los rosados, son los blancos.
La botella de esta casa que hemos abierto recientemente ha
sido el Gran Reserva Blanco de la añada 1991, compuesto por un 90% de viura y
10% de malvasía, uvas provenientes del famoso viñedo Viña Tondonia. Envejecido
durante 10 años en roble americano, las barricas son construidas artesanalmente
en su propio taller de tonelería. Embotellado en 2001 y lacrado con cera tras ser
clarificado con claras de huevo, y en reposo durante varios años en botella
antes de salir a la venta.
De color oro. Nariz perfumada, melosa, mantiene notas de
fruta madura, madera noble, mantequilla… Me traslada a grandes borgoñas, pero
no, estos blancos riojanos son únicos en el mundo. Evolucionando y mejorando
continuamente en copa, lo serví de inicio a unos 14º. También percibí suaves
notas cítricas, flores marchitas, toques de miel, vainilla y frutos secos. Un
conjunto de aromas realmente muy atrayente. Seco, con buena acidez, fino,
elegante y sedoso en boca.
Me viene ahora a la cabeza las palabras del nieto del
fundador de la bodega, el entrañable Pedro López de Heredia (fallecido hace
escasos meses), en relación al, en ocasiones, rebuscado lenguaje de cata.
Comentaba que a él, aún esforzándose y concentrándose, el vino le sabía a vino,
puede que más oxidado, más evolucionado, con mayor perfume de desarrollo de
vino, pero a vino.
Viña Tondonia Blanco Gran Reserva se deja maridar por
infinidad de recetas: pescados, arroces, carnes blancas, quesos… Nosotros lo
hemos acompañado con lubina a la sal, pero no es necesaria comida alguna. Es un
vinazo, de agradable complejidad, enormemente placentero y con vida por
delante. Otra joya de esta excelente bodega pionera en el famoso Barrio de La Estación.