lunes, 25 de marzo de 2013

" VITIS VINÍFERA " by CUVÉE 3000 (7ª edición)


Llegó el día. El pasado 18 de marzo se celebró uno de los eventos más esperados, se trata de Vitis Vinífera, organizado cada dos años por Cuvée 3000, importante distribuidora de vinos de calidad. Sin duda una de mis citas preferidas. Recuerdo grandes días, por ejemplo hace cuatro años con la presencia de los Côte-Rôtie de Jamet, los vinos de De Montille, de Frédéric Mugnier, Gangloff y su Condrieu… O en la última edición, catando los vinos del simpático Luciano Sandrone. En este séptimo encuentro no han faltado importantes bodegas y a ello se sumó un novedoso apartado representado por los vinos naturales.

Dicen que por la mañana y en ayunas es la mejor forma de catar, yo desde luego no iba precisamente sin reservas, me había regalado un buen desayuno en el gastrobar Betlem, del cocinero Víctor Ferrer. El día se presentaba ventoso en la calle pero emocionante en el interior del Auditorio de Barcelona, uno de los edificios diseñado por Rafael Moneo. Concurrieron más de 70 bodegueros con sus vinos a disposición de profesionales y aficionados, difícil elección, había que seleccionar. Este fue mi recorrido:

Opté por comenzar por el túnel de naturales, Le Temps fait tout 2011 del joven vigneron del Languedoc Rémi Poujol fue el primer vino que caté, tan fresco que apetecía tragarlo. Mitad carignan y la otra mitad grénache sin despalillar y syrah. Vinificación sin madera, 0% sulfitos añadidos. Suelos formados por cantos rodados, cuarzo y granito sobre un subsuelo arcilloso. Muy buen comienzo, frescura y fruta del Languedoc. La bodega se llama Mas Costefère.

Mucha experiencia en la mesa de al lado, nos encontramos con Peter Fischer, quien además de formar parte de Trío Infernal junto a Gerin y Combier, hace 28 años que elabora sus vinos del Château Revelette en la Provence. Probamos dos excelentes botellas: PUR Blanc 2011 (ugni Blanc 90%, sauvignon 10%), no muy aromático en nariz pero sí mineral y puro, vinificado en cuba ovoidal, y el tinto PUR Grénache 2011, ligeramente especiado, muy atrayente.

Otra mesa, la de Axel Prüfer y sus vinos del domaine situado cerca de Montpellier, Le Temps des cérises, nombre que recuerda la canción asociada a la rebelión de la Comuna de Paris a finales del XIX. Vinos de maceración carbónica para beber sin sed, desde su Avanti Popolo 2011 (carignan 100% en esta añada) a Les Lendemains qui chantent 2011, grénache 100% donde mezcla frescura y estructura. También me gustaron Fou du Roi (carignan, grénache y cinsault) y Un Pas de Côté, principalmente grénache y merlot, curioso coupage. Vinos con buena acidez, generosos en fruta, poco grado alcohólico, muy bebibles y, una vez más, todos sin sulfuroso añadido.

Tenía muchas ganas de probar los vinos del domaine Casot des Mailloles, la bodega de Alain Castex y Ghislaine Magnier en Banyuls-sur-Mer. Únicamente traían magnums, tanto mejor, probamos tres botellas de la añada 2012: su rosé Canta Mañana (mourvèdre, grénache blanc, gris y noir, también macabeu, es decir, todas las variedades de sus viñas); El Niño (syrah, grénache gris y carignan) y Soulà (100% pura grénache). Ah, casi se me olvida, también el Blanc du Casot, principalmente de grénache blanc y gris. Vins de table (la AOC se lo pierde), vinos de mesa muy personales, vibrantes, que no dejan indiferente, a mí me entusiasmaron. No los compréis, no sea que se agoten y llegue tarde.

Casot es el nombre local para definir las pequeñas y tradicionales construcciones de piedra realizadas en las laderas de los viñedos de la zona y que servían, en otros tiempos, de refugio para los trabajadores frente a las inclemencias del tiempo como por ejemplo los fuertes vientos de la tramontana.

También me gustaron los vinos de Bruno Duchêne (Banyuls-Collioure), todos 2012: Vall Pompo (grénache blanc), un buen blanco del sur de Francia; finura y fruta golosa en los tintos, La Lune incluso con un leve carbónico en boca, y La Pascole, intenso; esplendido L´Anodine, disponible únicamente en formato magnum.

Me sorprendieron positivamente los de Partida Creus, la bodega del Penedès de Massimo Machiori, sobre todo su Subirat Parent 2012, nombre también de la variedad (notas a higos frescos) y su botella con tapón de cristal Vinyater 2012, graso y con estructura, otra variedad casi abandonada y fuera de la DO.

Y para muestra italiana, Azienda Agricola Denavolo en Emilia Romagna, la bodega de Giulio Armani, el enólogo de La Stoppa durante los últimos 32 años. Cuatro botellas: Catavela 2011, primera añada de cepas nuevas de 5 años, casi terpénico; Dinavolino 2010, de la parte de abajo del viñedo; Dinavolo 2008, vieja viña de 35 años a 500-600 metros de altitud, vinos de guarda, color naranja, albaricoques secos, orejón y alguien añade la tanicidad de los lichis; y Dinavolo 2006, color naranja ya ambarino, necesita más aireación, mucha estructura, tanicidad casi acoñacada, salino, tremendo, no me desagrada, al contrario. En todas tenemos 25% malvasia di candia aromatica, 25% ortrugo, 25% marsanne y el resto está compuesto de trebbiano, sauvignon, santa maría y otras cepas. Maceración pelicular en cubas de inox durante 4 ó 5 días, 6 meses y entre 9 y 12 meses respectivamente según las distintas cuvées. Vinos de enorme personalidad,  tengo un Dinavolo 2008 en casa, veremos lo que aguanto sin abrirlo.

Antes de acabar la sesión de vinos naturales me acerqué a probar los Porcellànic 2011 de Ton Rimbau de Vilobí del Penedès (Xarel.lo, Xarel.lo Sur Lie y Dolç, este último en su mayoría macabeo). Sin sulfitos añadidos como los anteriores y además: sistema de permacultura, no labra las tierras, líneas curry, una colonia de arañas para evitar ciertas plagas, botellas de cerámica en posición vertical y sumergidas en agua bajo tierra, corchos especiales, chapas de haya, etiqueta de madera, letras grabadas… y siempre evitando las líneas telúricas. Muy bien los vinos, recién pescados, equilibrados, predominando la fruta blanca, me gustaron, tanto a mí como a los distintos catadores que en ese momento rodeaban la mesa, sin embargo los comentarios que escuché sobre los precios no fueron tan positivos.

Me alejé del pasillo de vinos naturales sin probar algunos muy interesantes, como los de Naranjuez, los de Mendall o los de Escoda-Sanahuja. Falta de tiempo disponible y la gran afluencia de público en sus mesas lo impidieron. En la próxima oportunidad serán los tres primeros, ya tengo apuntada fecha, eso también me relajó. De todas formas, me adelantaron las excelencias de Les Paradetes 2010 de Joan Ramón, entre otros.

Con ganas de saborear champagne, en esta ocasión en lugar de degustar los de Billecart-Salmon me decanté por refrescarme con los de un joven vigneron, pura pasión desde la Côte des Bar, Charles Dufour. Muy interesantes, cremosos, amplios y sobre todo sinceros, me apetece degustarlos con una botella entera para disfrutar su evolución.

Cargué las pilas para continuar probando una de mis chardonnay favoritas, Quintaine 2011 (Viré-Clessé) del domaine Guillemot-Michel, crianza en depósitos de cemento, biodinámico con certificación demeter.

De entre los vinos de Clau de Nell, el proyecto de Anne-Marie Leflaive en el Loira, me quedo preferiblemente con sus monovarietales de Cabernet Franc 2011 (muestra de barrica) y su Grolleau 2011, frescos, nada agresivos, precisos y verticales. El “cocinero” es Sylvain Potin, con quien no fue necesario dirigirse en francés o inglés, había estado cuatro años en Chile.

Y llegamos a uno de los más grandes de la jornada, Régis Rossignol, muestra de sencillez, la de él y la de su familia, presente también. Probamos sus tintos, todos fabulosos, desde un genérico Bourgogne 2010, ¡qué calidad para su categoría!, a los vinos de su pueblo Volnay o del pueblo vecino Pommard, ¡caray qué pueblos!, siendo su Beaune Theurons 2010 el que más me gustó en ese momento, finura, delicadeza, expresivo… ¡He de comprarlo!

Estuvimos un buen rato con Cyril Fhal del Clos du Rouge Gorge (Roussillon). Además del Jeunes Vignes 2012, una grénache con poca extracción para disfrutar, mi amigo Guillem y yo quedamos impresionados con L´Ubac 2011, carignan y un poco de cinsault y grénache, muy elegante en su potencia, bien equilibrado y con energía y frescor mineral. Se denomina l´ubac a la ladera en exposición norte, en la zona de sombra. En el caso del viñedo de Cyril Fhal se trata, dada su pendiente, de casi una pared, dispuesta en terrazas e imposible de trabajar si no es con caballo o a mano. En cuanto podamos nos acercaremos por la zona para visitarle.

Una rápida visita a Château de Pibarnon (Bandol) para cerciorarnos una vez más de la calidad indiscutible de sus vinos: el Château de Pibarnon Blanc 2012 nos daba todas las hierbas aromáticas del Mediterráneo; el Rosé 2012, recién embotellado, con estructura y materia para acompañar toda una comida; el Rosé 2011 con mayor profundidad y el Rouge 2008 se mostraba especiado, sabroso y con ganas de llevármelo al restaurante más cercano y pedir un buen menú. No fue así, pero el hambre sí que me empujó a salir y zamparme un par de bocatas fuera de horas, ni me percaté que había disponible jamón y quesos en una de las mesas de la sala.

Recuperadas las fuerzas, seguimos con ilusión, Domaine Rietsch es el siguiente. No conocíamos esta familia alsaciana, de entre todas sus cuvées nos quedamos con el Riesling Brandluft 2010, nos encantó, tanto en nariz como en boca, notas de fruta, mineralidad y complejidad. Frescos, de fácil beber se mostraron el Sylvaner y el Riesling Nature 2012, en botellas de 1 litro de capacidad, ¿por qué no?

Ya habíamos tenido anteriormente un primer contacto con Bodegas Lacus, el proyecto en Aldeanueva de Ebro del joven viñeron Luis Arnedo, en cuyas instalaciones también elabora sus vinos su amigo Olivier Rivière, ¡dos OVNIS en Rioja!

Inédito 3/3 2011, S 2009 e Inédito H12 2009 son sus tintos, viñas centenarias pertenecientes a sus abuelos y bisabuelos, predilección por la graciano, trabajos en foudre viejo, en hormigón, con poca extracción y de gran frescura y jugosa textura en sus vinos. Nos gustaron especialmente. Unos minutos antes recordamos el vino de Beatriz Herranz, Barco del Corneta 2011, un verdejo de verdad, lejos de los industriales, que se encuentra en un muy buen momento.

Cómo no, charlamos con Fernando García de Bodegas Marañones (Madrid), uno de los jóvenes viticultores que han revolucionado la Sierra de Gredos con sus garnachas y albillos. En esta oportunidad probamos sus tintos, casi recién embotellados, empezando por Treintamil Maravedies 2011 (fresitas en nariz) y siguiendo por Labros, Marañones y Peña Caballera, todos ellos en la añada 2011. Distintas parcelas, cada cual a mayor altura, en suelos graníticos (aporte de frescura) en la zona de San Martín de Valdeiglesias. Fernando nos comenta que el 2011 fue un año complicado, de poca producción como consecuencia de la lluvia. Los vinos los encontramos con buena acidez, nada pesados y nada marcados por la madera. Entre todos, mi favorito sigue siendo Peña Caballera, por su acidez y su perfil mineral.

No nos fuimos de esta mesa sin probar una muy interesante godello y un albarello (brancellao) 2012 con atrayentes notas de laurel, ambas botellas todavía sin etiquetas, de la bodega Viña Somoza de la DO Valdeorras, cuyo asesoramiento lleva el vitivinicultor y enólogo madrileño.

Y ahora, una bodega que tenía marcada previamente, Mas Asturias (Bierzo), del viticultor José Mas, quien apuesta desde hace años por la mencía. Trabaja en 13 parcelas con suelos de distintas características, vinifica por separado y en el mes de marzo se decide el coupage. La crianza es de un año en barrica bordolesa. Realizamos una interesante cata vertical de su vino Massuria en las añadas 2007, 2008 y 2009 apreciando la expresión del año. El 2007 está en un momento de plenitud, una mencía para disfrutar, elegante, complejo, de carácter atlántico.

Nos reservamos un apoteósico final con el Fondillón y los moscateles de Gutiérrez de la Vega (Alicante). Calidad, pasión e historia a partes iguales, amor por el vino y también por la ópera y la literatura, plasmado en sus etiquetas.

Degustamos seis vinos que nos dejaron un sensacional fin de fiesta: Casta Diva Furtiva Lágrima 2012, el primero en vendimiarse, nada de barrica, un refrescante moscatel a un precio casi ridículo, uva en boca, ¡delicioso!; Cosecha Miel 2011, 12 meses en barrica, notas de pasas, membrillo, miel, pastelería; La Diva 2010, 1600 botellas de una vendimia tardía que fermenta en barrica de 300 con raspón entero, intenso, profundo, fruta en almíbar, toques de piel de naranja confitada, y su magnífico Solera 2002 Reserva Real, frutos secos, miel… turrón, ¡extraordinario! Violeta nos comentó que se trata de una solera de 6 barricas de donde realizan una saca de unas 400 botellas al año.

Una impresionante sesión de moscateles de alejandría, equilibrados en acidez y dulzor, nada empalagosos. No terminó ahí la experiencia, probamos Recóndita Armonía 2007, en esta ocasión un monastrell de una barrica desclasificada que iba para Fondillón y no alcanzó el obligado grado alcohólico, exquisita fruta dulce.

Y por último, uno de los vinos más apreciados en Europa hace 300 años, el Fondillón, en este caso de la añada 2001, confitura de fruta negra, untuoso, complejo, voluminoso. Siempre elaboran uno de 10 años aparte de su vino estrella el Fondillón 1987.

Se acabó nuestra jornada particular. No dimos demasiado caso al orden blancos-tintos, de acuerdo con anteriores experiencias es casi imposible mantenerlo en este tipo de eventos. No obstante, los tintos no eran precisamente tánicos sino más bien llenos de frescor (como observáis, el adjetivo más empleado en la descripción de los vinos citados) y sin excesos de madera, así que no resultó molesta la alternancia.

Nos perdimos muchas cosas por falta de tiempo, entre ellas el nuevo vino de Dominik A. Huber, Terra de Cuques 2011, pero haremos algo mejor, lo compraremos. Tenemos la suerte de conocer los demás vinos de Terroir al Límit, entre ellos Les Manyes 2010 (para mí, la mejor garnacha española junto a las de Dani Jiménez-Landi) y su Pedra de Guix 2010 (garnacha Blanca, pedro ximénez y macabeo), el blanco del Priorat que más nos gusta, desde su primera añada.

Lástima no poder esta vez acercarme a disfrutar con los grandes vinos de Contino, la bobal y merseguera de Mustiguillo, la monastrell de Jose Mª Vicente (Casa Castillo), las syrah de Laurent Combier y de Jean-Michel Gerin, Álvaro Castro y sus vinos de Dao, las garnachas de Méntrida de Bodegas Canopy, los alsacianos Schoffit… Y tantos otros. No me quejo, en seis o siete horas caté más de 60 vinos y un tercio de las bodegas presentes, saludé a mucha gente conocida, disfruté como un jabato y me fui contento habiendo aprendido mucho más y con una larga lista de vinos a comprar. A ver si me toca algún premio de lotería, con uno de los pequeños me conformo.

Enhorabuena a la organización de Cuvée 3000 y felicidades por los vinos que componen su magnífico catálogo.

Vicente


 

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