domingo, 22 de abril de 2012

REUNIÓN DE AMIGOS ALREDEDOR DE UN ROMANÉE SAINT-VIVANT




A varios de mis amigos y a mí nos entusiasma reunirnos de vez en cuando alrededor de un vino de nuestro gusto. Solemos elegir una botella estrella y acompañarla de otras a la altura de la ocasión. Hasta ahora hemos podido degustar grandes botellas de enormes productores que nos han hecho soñar y disfrutar: Sélosse, Châteaux Figeac, Vega Sicilia, Roulot, Dagueneau, Leroy

En esta ocasión, la estrella seleccionada, la niña de nuestros ojos, fue Romanée Saint-Vivant 2006 del Domaine J.J. Confuron y, como expresó nuestro amigo Xavi, la niña resultó ser un monstruo. Destacó sobre los demás vinos, pero sus acompañantes tampoco fallaron: Buen inicio con la Manzanilla AB Sacristía 2011; imprescindible un Champagne en cualquier reunión, en esta ocasión, el fantástico Rosé de Gatinois; impresionante La Bota de Manzanilla Pasada nº 30 del Equipo Navazos; estupendo el aromático Riesling de Rheingau, Terra Montosa 2008 de Georg Breuer; tremendo Cornas Les Ruchets 2002 de Jean-Luc Colombo, en su punto exacto para ser degustado; un Ribera distinto, Viñas de Anguix 2009 de Goyo García Viadero, fresco y atlántico; riquísimo el Tokaji Château Dereszla 2005 6 puttonyos, y finalmente, el Sauternes Premier Cru Classé Château Sigalas Rabaud 1988, que al despertar, se mostró espléndido. Diversos platos acompañaron los vinos durante la cena excepto para el protagonista de la noche, un vino que no necesita maridaje.

Romanée Saint Vivant Grand Cru 2006
Domaine Jean - Jacques Confuron

Grand Cru de la Côte de Nuits, en la comuna Vosne-Romanée, el viñedo Romanée Saint-Vivant consta de 8,71 hectáreas, limita al norte con el Premier Cru Les Suchots, al sur con el Grand Cru La Grande Rue, al este con el pueblo Vosne-Romanée y al oeste con los Grands Crus Romanée-Conti y Richebourg. Toma su nombre de la antigua Abadía medieval de Saint-Vivant, actualmente restaurándose. El viñedo cuenta con varios propietarios, siendo mayoritario el Domaine Romanée-Conti.

El Domaine Jean-Jacques Confuron dispone únicamente de 0,5 hectáreas del Grand Cru Romanée Saint-Vivant, plantadas en 1929. Produce unas 1800 botellas. Para su crianza utilizan entre un 80 y un 100% de barrica nueva. No clarifican ni filtran. La bodega está situada en Premeaux-Prissey, justo al lado de Nuits-Saint-Georges. El Domaine, dirigido desde 1988 por Sophie et Alain Meunier perteneció anteriormente al padre de Sophie. Elaboran 12 vinos en un total de 8 hectáreas repartidas por la Côte de Nuits en 12 AOC, entre ellas, Chambolle Musigny Premier Cru, Vosne Romanée Premier Cru, y los Grands Crus Clos Vougeot y Romanée Saint-Vivant. Realizan una viticultura orgánica evitando la utilización de tratamientos químicos.

Mis sensaciones:
Bello color rubí. Placentero desde el primer instante, nariz seductora muy intensa y persistente, llena de matices. Flores (rosas, violetas…), fruta roja, perfume atrayente, encantador. Destacan sobremanera las especias finas, sutiles, con clase y elegancia, canela, nuez moscada… También palo de rosa y otros aromas desconocidos por mí hasta ahora en un vino. En boca es redondo, equilibrio de fruta, fresca acidez y madera, ésta última prácticamente imperceptible al estar perfectamente integrada. Elegancia, finura e intensidad son sus adjetivos más apropiados. Final largo, larguísimo. Vino sensual y envolvente. Una delicia, de gran complejidad, un vino de reflexión que apetece tomar sin comer. Emociona y enamora. Lo exprimimos hasta la última gota.

La próxima reunión no tiene fecha aún, pero ya estamos cavilando en el vino estrella y, seguramente, no saldremos de Bourgogne.

Vicente









domingo, 8 de abril de 2012

LES GOUTTES DE DIEU - THE DROPS OF GOD Kami no Shizuku (神 の 雫)





Les Gouttes de Dieu es una serie manga sobre vino de enorme éxito tanto en Asia, principalmente Japón y Corea del Sur, como en Francia, alcanzando sus ventas varios millones de ejemplares.

La trama cuenta la historia de dos hermanos enfrentados ante la herencia de su padre (enólogo de prestigio mundial) consistente en una colección de vinos valorada en 2 billones de yenes. Los dos jóvenes, uno enólogo y el otro sin experiencia en el mundo del vino, deberán resolver los 13 enigmas expuestos en el testamento, cada enigma describe un vino singular denominado apóstol, siendo el misterioso treceavo enigma el correspondiente al gran vino llamado “Las Gotas de Dios”.

Los numerosos vinos degustados por los protagonistas son descritos de una forma espectacular, comparados con un jardín de flores, un concierto de The Queen, un lago de nenúfares o incluso con una obra pictórica como el cuadro La Gioconda.

Publicado por primera vez en Japón en 2004, desde entonces cualquier vino nombrado en el comic conlleva un aumento de sus ventas y consecuentemente, casi siempre, una subida en el precio de sus botellas. Los vinos que aparecen en la serie son reales, mayoritariamente franceses o italianos, pero también del Nuevo Mundo y a veces de Alemania, Portugal o España.

Los escritores del best-seller son Shin y Yuko Kibayashi, hermano y hermana, y firman bajo el nombre de Tadashi Agi, siendo Shu Okimoto el ilustrador y diseñador. En 2009, sus autores fueron incluidos por la revista Decanter dentro de la lista de 50 personas más influyentes en la industria del vino.

En Francia, publicados bimensualmente, está a punto de aparecer el tomo 23 de la serie, mientras en Japón van ya por el treinta y pico. En Septiembre del 2011 apareció la edición en inglés: “Drops of God”.


Tras degustar Richebourg 1990 DRC

En 2009 se proyectó en la televisión nipona una versión adaptada donde aparecían 6 apóstoles en lugar de los 12 de la versión papel,  culminando con un 7º vino que correspondía a “Les Gouttes de Dieu”, en japonés: “Kami no Shizuku”.

Os pongo dos secuencias del primer episodio de la serie emitida en la televisión japonesa. Un alma caritativa se ha currado los subtítulos para los que no nos defendemos en japonés. A ver si os engancháis como yo. El resto de capítulos son fáciles de encontrar en la red.





(AVISO A LOS FANS: Abstenerse de leer a partir de aquí).

La emisión del episodio final con el descubrimiento del vino Kami no Shizuku causó una gran expectación en Japón. Saltó la sorpresa, al tratarse de un gran vino pero no tan mítico como otros que eran nombrados en la película o en el manga. El Kami no Shizuku televisivo resultó ser Château le Puy 2003.

Jean-Pierre Amoreau, propietario y vigneron de Château le Puy se enteró de tal repercusión a través de su comercial en Tokio tras observar un aumento significativo en el volumen de pedidos desde Japón. He leído que en Hong-Kong se ha llegado a revender, en el mercado negro, botellas de dicho millésimé por más de 1000 euros, algo completamente en contra de la filosofía del honesto vigneron.

No he probado el 2003, pero sí el 2005 en 2 ocasiones, una hace sólo unos meses comiendo en el restaurante “La Crémerie” en Paris y la otra en casa al traerme una botella comprada en Lavinia Paris por menos de 15 euros. En mi opinión, es un vino que hay que probar independientemente de su aparición en una publicación de éxito mundial. Sólo por la historia de esta bodega vale la pena beberlo. 

Jean-Pierre Amoreau y su hijo Pascal representan la quinceava generación familiar de la bodega desde 1610. Trabajan en 25 hectáreas de viñedo de la appellation Côtes-de-Francs, prolongación natural de los viñedos de Saint-Emilion. En biodinámica desde 1990 y sin utilización de productos químicos en toda su vida, generación tras generación en 4 siglos de historia. Los autores de Les Gouttes de Dieu fueron seducidos por la autenticidad, expresión y terroir de este vino y su historia.



No me extraña la reciente atracción de los japoneses por el vino. Su amor por el té, expresado a través de su ritual y su respeto al terroir, es en cierto modo semejante a la degustación del vino. He visitado Tokio y Paris y pienso que son dos ciudades que se atraen, que se gustan entre sí. Japoneses y franceses tienen en común su gusto por los detalles, todos los productos son presentados como si de joyas autenticas se trataran (bombones, pasteles, flores, libros, libretas…). En Japón además, la educación y la amabilidad alcanzan el punto más alto, el bonjour (konnichi wa, en este caso) viene acompañado de una reverencia incluso aunque ya estés de espaldas caminando hacia la puerta de salida y sin comprar nada, ¡increíble!

Tampoco me extraña el enorme éxito en Francia de un manga japonés sobre vino.

Vicente



La Torre deTokio


Abril, cerezo en flor en Japón