En esta ocasión, la estrella seleccionada, la niña de nuestros ojos, fue Romanée Saint-Vivant 2006 del Domaine J.J. Confuron y, como expresó nuestro amigo Xavi, la niña resultó ser un monstruo. Destacó sobre los demás vinos, pero sus acompañantes tampoco fallaron: Buen inicio con la Manzanilla AB Sacristía 2011; imprescindible un Champagne en cualquier reunión, en esta ocasión, el fantástico Rosé de Gatinois; impresionante La Bota de Manzanilla Pasada nº 30 del Equipo Navazos; estupendo el aromático Riesling de Rheingau, Terra Montosa 2008 de Georg Breuer; tremendo Cornas Les Ruchets 2002 de Jean-Luc Colombo, en su punto exacto para ser degustado; un Ribera distinto, Viñas de Anguix 2009 de Goyo García Viadero, fresco y atlántico; riquísimo el Tokaji Château Dereszla 2005 6 puttonyos, y finalmente, el Sauternes Premier Cru Classé Château Sigalas Rabaud 1988, que al despertar, se mostró espléndido. Diversos platos acompañaron los vinos durante la cena excepto para el protagonista de la noche, un vino que no necesita maridaje.
Romanée Saint Vivant Grand Cru 2006
Domaine Jean - Jacques Confuron
Grand Cru de la Côte de Nuits, en la comuna Vosne-Romanée, el viñedo Romanée Saint-Vivant consta de
El Domaine Jean-Jacques Confuron dispone únicamente de 0,5 hectáreas del Grand Cru Romanée Saint-Vivant, plantadas en 1929. Produce unas 1800 botellas. Para su crianza utilizan entre un 80 y un 100% de barrica nueva. No clarifican ni filtran. La bodega está situada en Premeaux-Prissey, justo al lado de Nuits-Saint-Georges. El Domaine, dirigido desde 1988 por Sophie et Alain Meunier perteneció anteriormente al padre de Sophie. Elaboran 12 vinos en un total de 8 hectáreas repartidas por la Côte de Nuits en 12 AOC, entre ellas, Chambolle Musigny Premier Cru, Vosne Romanée Premier Cru, y los Grands Crus Clos Vougeot y Romanée Saint-Vivant. Realizan una viticultura orgánica evitando la utilización de tratamientos químicos.
Mis sensaciones:
Bello color rubí. Placentero desde el primer instante, nariz seductora muy intensa y persistente, llena de matices. Flores (rosas, violetas…), fruta roja, perfume atrayente, encantador. Destacan sobremanera las especias finas, sutiles, con clase y elegancia, canela, nuez moscada… También palo de rosa y otros aromas desconocidos por mí hasta ahora en un vino. En boca es redondo, equilibrio de fruta, fresca acidez y madera, ésta última prácticamente imperceptible al estar perfectamente integrada. Elegancia, finura e intensidad son sus adjetivos más apropiados. Final largo, larguísimo. Vino sensual y envolvente. Una delicia, de gran complejidad, un vino de reflexión que apetece tomar sin comer. Emociona y enamora. Lo exprimimos hasta la última gota.
La próxima reunión no tiene fecha aún, pero ya estamos cavilando en el vino estrella y, seguramente, no saldremos de Bourgogne.